“Quieren quedarse con todo”


Evaluación:

En el Gobierno sostenían que, lejos de preocuparse por la situación de los pequeños productores, las entidades agropecuarias sólo aspiraban a quedarse con toda la recaudación de la cosecha. En Olivos evaluaban qué hacer respecto de la reunión del lunes.

En el Gobierno evaluaban anoche como “una locura” la decisión de las cuatro entidades agropecuarias de retomar el paro tras la frustrada reunión del viernes. “Con esta postura dejan en claro que la situación de los pequeños productores es lo que menos les importa”, sostenían. Para la Casa Rosada, la única ambición de los productores es embolsar lo que recauden esta cosecha con precio record de commodities con el anterior nivel de retenciones, que todo lo demás era excusa. Ante eso, entre la presidenta Cristina Fernández, su marido Néstor Kirchner y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, consideraban la respuesta.

Ir a la Justicia penal por los cortes de ruta y aplicar la Ley de Abastecimiento figuraban en el menú, pero básicamente había que tomar una decisión a propósito de la reunión de mañana. “Si Cristina dijo que mientras hubiera paro no habría reunión, no veo motivos para modificar el criterio”, respondía un importante funcionario.

“Quieren quedarse con todo”, era la conclusión a la que llegaron en Gobierno sacando en limpio el tenso encuentro del viernes y la resolución de las entidades. El “todo” al que se referían era el excedente de la siembra de este año. “El precio de la soja subió un 98 por ciento en los últimos seis meses y ellos quieren seguir con las mismas retenciones que antes. Acá los únicos que estamos hablando de los pequeños productores somos nosotros”, subrayaban.

En este contexto, si fuera como sostiene el Gobierno, no sería lógica la postura de la Federación Agraria. El nucleamiento de los pequeños productores juega en el conflicto en la misma sintonía que las entidades grandes. “Hay 71 mil productores de soja: 69 mil manejan el 20 por ciento de la cosecha, mientras que 2 mil producen el otro 80 por ciento. Nuestro objetivo son esos dos mil; para los otros tenemos todas las soluciones. Lo que pasa es que (el titular de la Federación Agraria, Eduardo) Buzzi ya no maneja nada, lo pasaron por arriba”, aseguraban.

En cambio, la mirada era contemplativa con Coninagro y la Sociedad Rural, las dos entidades que a lo largo del conflicto más se movieron entre bambalinas para abrir un canal de diálogo. El concepto difería respecto de las Confederaciones Rurales Argentinas y su titular Mario Llambías. “Lo de ellos ya es ideológico, están en la vereda de enfrente del Gobierno”, caratulaban.

Anoche en el Gobierno no conseguían adivinar el desarrollo del conflicto. De ninguna manera consideraban viable la propuesta de las entidades de suspender las nuevas retenciones móviles. “En términos de equilibrio es inaceptable, ¿cómo vamos a permitir que ganen casi el 100 por ciento de aumento de lo que calculaban?”, respondía un funcionario. En la Rosada seguían blindados en la defensa del nuevo esquema de retenciones, que “es más justo y apunta a terminar con la sojización del campo”.

Cristina y Néstor Kirchner siguieron el conflicto desde Olivos. Alberto Fernández se les sumaría por la noche, luego de padecer por televisión la derrota de Argentinos Juniors contra Banfield. Según la letra que les pasaba Aníbal Fernández, los cortes de ruta en varios puntos del interior se habían debilitado. No era el caso, claro, de la combativa Entre Ríos, pero sí mencionaban los piquetes de Corrientes, Chaco y Santiago del Estero. Apuntaban que en algunos casos había desgaste y que las propuestas delineadas por Alberto Fernández en la conferencia de prensa del viernes pasado a la medianoche satisficieron las expectativas de varios.

“¿Y de qué vamos a hablar el lunes?”, repreguntaban en Gobierno cuando se los consultaba a propósito del encuentro acordado con las entidades. “Nos habíamos insultado durante 16 días, no podían esperar llegar a la solución en la primera reunión. Por eso es que esta decisión no se entiende”, insistían. En Olivos imaginaban cuál era el próximo paso que debía dar el Gobierno. Cristina Kirchner inicia el miércoles su primer viaje a Europa como presidenta y la idea era que se subiera al avión dejando un país en calma. Ese objetivo, anoche, parecía muy lejano.

Por Fernando Cibeira

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