Depetri: "Los que van a desestabilizar a Scioli, son los mismos con los que se saca fotos"

Le recomendó al Gobernador que se "haga cargo" y "mejore la oferta salarial" de los docentes.
El diputado nacional del kirchnerismo se sumó hoy a la polémica cruzada entre representantes de ese espacio y referentes del Gobernador, y le recomendó a Daniel Scioli que se haga cargo del conflicto docente, y “mejore la oferta salarial” para el sector. Aseguró, además, que lejos de ser el kirchnerismo, “los que van a desestabilizarlo, son los mismos con los que él se saca fotos”.
 

“Los que van a desestabilizar” su gobierno, “son los mismos con los que él se saca las fotos”, sectores que “confrontan” con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, aseguró esta mañana Depetri.
En una entrevista que concedió a la agencia Diarios y Noticias, el legislador insistió, además, que “nadie tendrá posibilidades de ser candidato en 2015”, si no es en acuerdo con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
“Los docentes no son responsables de esta confrontación y el gobernador, como máximo representante del Ejecutivo debe hacerse cargo y mejorar la oferta salarial. Los que van a desestabilizar a Scioli son los mismos con los que él se saca la foto”, aseguró Depetri.
El legislador, le recomendó a Scioli ir a buscar “fondos para financiar la educación, aumentando el impuesto inmobiliario rural”.
“Esta es la discusión de fondo con el sciolismo y, encima, se dan el lujo de recibir en sus filas a Alberto Fernández, que es un hombre de consulta del poder económico que tiene la tarea de crear un candidato al interior del FpV que responda a las corporaciones y eso, el sciolismo lo sabe”, aseguró Depetri..
Sin embargo, especuló en que no habrá ruptura de cara a las elecciones de octubre: “La lista va a ser unificada, y la va a resolver Cristina. Va a contemplar los espacios de todos los sectores, no habrá ninguna disputa por fuera de la decisión de la Presidenta”
 
 
 
 

Multitudinario pedido por la democratización de la Justicia.

Unas 130 mil personas repudiaron el golpe de Estado de 1976 y reclamaron la democratización judicial

La convocatoria, que desbordó la Plaza de Mayo, tuvo una presencia notoria de jóvenes. En el documento conjunto, los organismos de DD.HH. reclamaron que se investigara la parte civil del golpe. Y mencionaron las grandes empresas señaladas por colaborar con la dictadura. El Frente Transversal estuvo presente con una nutrida columna. Actos en toda la Patria.


“Tenemos un largo camino recorrido buscando que el Poder Judicial nos represente”, se escuchó en el escenario. “Hoy llegó la hora de gritar muy fuerte que el tiempo de las corporaciones se terminó y que en la calle se exige un cambio fundamental para que empiece a ser un Poder que nos represente a todos.” Desde el escenario montado en Plaza de Mayo, Marta Vázquez, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Lita Boitano, de Familiares, y Estela Carlotto, de Abuelas, abrieron la lectura del documento consensuado por los organismos de derechos humanos. El documento que dialogó con el bullicio de las 130 mil personas que los organizadores contaron en la Plaza tuvo como eje la consigna con la que se convocó la conmemoración de este 24 de marzo, expuesta a los dos lados del escenario: “A 37 años del golpe cívico militar, por una justicia democrática. Basta de corporaciones”. Los organismos recordaron la consigna de la marcha del año pasado, sobre el rol del poder económico en la dictadura. Ahora señalaron avances en ese y otros aspectos, pero también todo lo que todavía falta. “No nos representan los jueces de la dictadura que cometieron delitos de lesa humanidad y siguen en actividad, no nos representan los miembros de la corporación judicial que impiden la vigencia plena de la ley de medios”, dijeron. Y en ese contexto se escuchó: “Exigimos que la ley de medios tenga vigencia plena y podamos tener de una vez por todas una Patria con todas las voces”.
Con el tono de una fiesta, la marcha empezó a concentrar a las dos de la tarde, en el cruce entre 9 de Julio y Avenida de Mayo. Las remeras verdes de HIJOS, ahora con la consigna Verdad, Memoria, Justicia y Alegría se alinearon detrás de la bandera con la imagen de los desaparecidos. Alicia Usardi buscó el lugar de uno de sus desaparecidos: “Mirando todo esto me acuerdo del sepelio de Chavez”, dijo. “A todos ellos les estamos haciendo la guardia de honor, una guardia pública, popular, en paz, el pueblo acá hoy y hace la guardia de honor a nuestros compañeros desaparecidos.”
Atrás, Carlos Rice, de HIJOS, apuró la bandera de salida. Tenía una boina de cardenal en la cabeza: “La cúpula de la Iglesia también fue la dictadura”, decía. “Lo estamos diciendo nosotros, los hijos –dijo–, a 37 años del golpe, me puse esto por la asociación con el nuevo papa, para denunciar a la Iglesia que siempre calló. Pero hay que destacar que hubo una Iglesia que tiene sus desaparecidos, y mi viejo (Patrice Rice) es uno de los sobrevivientes”. Horacio Pietragalla, diputado y nieto recuperado, dijo que “en estos 37 años tuvimos una década ganada por los 400 represores con condena”.
Hacia la Avenida de Mayo, con la bandera en andas, estaba Guillermo Pérez Roisinblit, nieto recuperado: “Esta es la segunda vez que vengo”, dijo. La primera vez buscó desesperado la foto de su padre entre miles de imágenes. “Me puse al lado de la foto como si me agarrara de las gambas de mi viejo y no lo quería soltar porque no entendés que los otros lo pueden llevar de la misma manera”.
Detrás de los organismos marcharon las agrupaciones políticas y sociales. Los cartoneros de la cooperativa Madreselva. La federación Palestina y Armenia. El Mocase, los pueblos originarios. Una enorme bandera de la UES; la FES de los secundarios. Tres jóvenes de Villa 20 vendieron remeras de Hugo Chávez y Néstor Kirchner abrazados, producto de una cooperativa de trabajo. “Y del proyecto”, dijo uno, “que nos cambió la vida”. La Cámpora, Unidos y Organizados, el Movimiento Evita, el Frente Transversal, La Martín Fierro avanzaron atrás. “¡Todos pibes!”, dijo uno cuando vio a La Cámpora entrar a la Plaza. Sonó la gloriosa Jotapé, con tono de fiesta, murga y batucada. La Cámpora avanzó con muñecos enormes en el aire. Unos, con togas y hábito de jueces; otros, con remeras de La Cámpora y la JP. “¡Es la justicia de los jóvenes peronistas de los ‘70”, interpretó un vecino desde la vereda. Había quien sacaba fotos, otros esquivaban a otros para ganar algo de lugar sobre las veredas.
A las cinco, con la Plaza repleta, había columnas todavía esperando a lo largo de la Avenida de Mayo y en los laterales de 9 de Julio. Nuevo Encuentro no llegó a entrar. Desde el escenario, se anunció una y otra vez que las organizaciones seguían ingresando. Esta vez, el palco central no quedó entre la Pirámide y el Cabildo, sino más cerca de la Casa Rosada, por lo que hubo casi un tercio de plaza más libre. Termos, mate y niños, en cada cantero. Pibes. La fuente como butaca.
El cartel quedó a pocos metros del escenario: Justicia Legítima, decía y atrás se ubicaron varios integrantes del Poder Judicial y la Procuración. El camarista Alejandro Slokar, los jueces Carlos Rosansky, Pablo Vega y los fiscales Carlos Gonella, Hernán Schapiro, Abel Córdoba, entre otros. Jorge Auat, fiscal jefe de coordinación de las causas de lesa humanidad, dijo: “El 24 de marzo es el día en el que el Estado pasó a la clandestinidad con todas sus instituciones. Nosotros estamos aquí por un imperativo ético y moral de sostener nuestro repudio a semejante ignominia”. Javier de Luca, fiscal ante la Cámara, aclaró: “Estamos acá para diferenciarnos de muchas asociaciones de jueces y magistrados que en esta fecha no dicen nada”.
La Catedral formó otro escenario. Algunos policías visibles estaban ahí, del lado de adentro. Una agrupación colocó un alusivo afiche del padre Carlos Mugica. Otra puso cuadros en las vallas e invitaba a los transeúntes a “Bajá tu propio cuadro”. Cuadros de Mirtha Legrand, Hugo Biolcati, Héctor Magnetto y, el que más se bajó, Mauricio Macri.
A las seis y cuarto arrancó la lectura del documento. “Que bochinche...,¿ no?”, dijo Marta Vázquez que paró, dejó que la Plaza aclamara y siguió. “Estamos acá para compartir un año más este inmenso acto de militancia, para recordar que hace 37 años, el 24 de marzo de 1976, se cometió un golpe de Estado cívicomilitar. Otro intento más para detener las luchas populares. La Junta Militar, integrada por los genocidas Jorge Rafael Videla....”, dijo y la Plaza gritó ¡genocida! Marta pidió esperar a nombrar a todos juntos pero la Plaza volvió a gritar genocidas cuando escuchó: “Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti”.
La consigna por una Justicia democrática marcó todo el documento. Cruzó pasado y presente, puntualizó continuidades. Mariano Ferreyra y el pedido de perpetua para José Pedraza en la sentencia que se acerca y puede servir, como se dijo, en las causas pendientes por los asesinatos de Maxilimiliano Kosteki y Darío Santillán y el rol de Eduardo Duhalde, y el crimen del maestro Carlos Fuentealba y el juicio a Jorge Sobisch. El reclamo de Susana Trimarco que “vive casi las mismas situaciones que nosotros hace más de 30 años”, dijeron. Por eso, “comprobamos que falta demasiado, que el Poder Judicial sigue estando al servicio de unos pocos: de los poderosos”.
“Hay muchas cosas que quedan por hacer y otras sobre las que se avanzó como nunca”, dijeron. “Se ordenó investigar a Loma Negra y el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca; se procesó a Pedro Blaquier; se destituyó a los jueces Otilio Romano y Luis Miret”. Y dijeron: “Pero como dijimos el año pasado, los grupos económicos también fueron la dictadura. No pueden quedar impunes y tenemos que avanzar en las responsabilidades de Mercedes Benz, Acindar, La Veloz del Norte, Astarsa, Fiat, Techint, Macri, City Bank, La Nación, Clarín, Ledesma, la Sociedad Rural Argentina, Ford, Loma Negra y tantas otras empresas. Hace pocos días murió uno de los ideólogos de ese plan económico de hambre y exclusión que atentó contra las victorias y derechos de los trabajadores: José Martínez de Hoz. Murió impune, pero con la condena social de todo el pueblo.”
Los organismos de derechos humanos exigieron a la Cámara de Casación y a la Corte acelerar las sentencias firmes; recordaron que hay genocidas condenados a perpetua que todavía siguen en libertad. Reclamaron la apertura completa de los archivos. Y hacia el final, Estela Carlotto le dijo a esa Plaza que hay que ir por más. “Es necesario mirar para atrás y pensar qué luchas empezaron hace mucho y en esta década llegaron a ser victorias. Esta democracia tiene más derechos: vamos a defenderlos e ir por más. Acá estamos todos juntos. Sintiéndonos parte de la historia”.
La nota distintiva de la jornada la pusieron los integrantes de la revista La garganta poderosa, quienes distribuyeron arcos de fútbol a lo largo de toda Avenida de Mayo y en la Plaza. En cada uno de ellos, el arquero llevaba la careta de un personaje ligado a la dictadura. “Cómplices civiles a los penales”, decía un cartel. Otro integrante del grupo disfrazado de juez invitaba a patear penales. Quienes recibían los pelotazos eran Pedro Blaquier, Héctor Magnetto, Mariano Grondona, Chiche Gelblung, Otilio Romano, Franco Macri, Cristian von Wernich y tantos otros.
Habló la Jefa
La Presidenta señaló que el Día de la Memoria conmemora “un aniversario que no quisiéramos tener los argentinos” y aseguró que se trata de “un recuerdo que no es patrimonio de ningún sector político”. También difundió un homenaje a los familiares de desaparecidos. Al cumplirse el 37º aniversario del golpe de Estado de 1976, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recordó a través su cuenta de Twitter el Día de la Memoria. “24 de marzo, un aniversario que no quisiéramos tener los argentinos, pero que tenemos la obligación de recordar”, señaló a través de la red social, a la vez que indicó que se trataba de “un recuerdo que no es patrimonio de ningún sector político de la Argentina”. La Presidencia también difundió un video en el que CFK homenajea a los familiares de desaparecidos a través de la figura de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.
“Entendamos que ésta es una fecha de la democracia, que tanto costó recuperar y debemos asegurar: lo que pasó no fue por casualidad”, señaló Cristina Fernández y añadió que “cuando se atenta contra la democracia, se atenta contra la forma de vida en que queremos vivir todos los argentinos”.
La Presidenta publicó en veinte mensajes de Twitter seguidos sus impresiones en el día en el que se recuerda el inicio de la dictadura que encabezó el represor Jorge Rafael Videla. “Que se vuelvan a recordar y tomar como ejemplo aquellos que son capaces de dar todo por los valores que tienen”, sostuvo, señalando el discurso que dio Néstor Kirchner en el 2004 al conmemorarse la misma fecha durante su presidencia.
“El objetivo del golpe no sólo era un país sin industrias, un país donde manejara solamente el capital financiero, era además instalar en cada uno de los argentinos que no valía la pena ocuparse del otro porque si te ocupabas del otro te podía pasar algo”, reflexionó la Presidenta en su mensaje. Uno de los pilares del modelo del kirchnerismo fue el del respeto por los derechos humanos, dando relevancia a los reclamos que las organizaciones del sector impulsaron durante los veinte años de democracia. “El mejor homenaje que se puede hacer a todos los que hoy no están o los que están y sufrieron, es seguir logrando esta Argentina”, señaló luego de comparar distintas estadísticas nacionales –como los índices de desocupación– entre el inicio de la dictadura, el inicio de la democracia y el 2001.
“24 de marzo, un aniversario que no quisiéramos tener los argentinos, pero que tenemos la obligación de recordar”, había comenzado por twitear la Presidenta, a la vez que señalaba que se trataba de “un recuerdo que no es patrimonio de ningún sector político de la Argentina”. El recuerdo del discurso de Kirchner en el 2004 fue reiterado al tomar los dichos del ex presidente cuando planteaba: “Queremos que haya justicia, queremos que realmente haya una recuperación fortísima de la memoria”, y prometía dejar “todo para lograr un país más equitativo, con inclusión social, luchando contra la desocupación, la injusticia”. Fernández de Kirchner cerró su mensaje con una frase de Kirchner que ilustra el ideario que el kirchnerismo fue cimentando sobre el tema: “No es rencor ni odio lo que nos guía y me guía, es justicia y lucha contra la impunidad”.
A su vez, a través de la página web de la Casa Rosada se difundió un video en el que CFK homenajea a familiares de desaparecidos durante la última dictadura. El audio forma parte de un discurso que la Presidenta pronunció hace dos años, que acompaña a la imagen de la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. “Quiero homenajear en la figura de Estela a todos aquellos que durante más de 30 años no reclamaron venganza sino simplemente justicia y aplicación de la ley”, dice CFK, y finaliza con un texto en el que se lee “hoy más que nunca los seguimos buscando. 24 de marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia”.

“Ser humilde y austero no alcanza”

FORTUNATO MALLIMACI, SOCIOLOGO ESPECIALISTA EN RELIGION

Afirma que los gestos de austeridad son “un buen signo”, pero no un programa de gobierno. Analiza los posibles cambios en la relación entre el Gobierno, el Vaticano y la Iglesia argentina. Los escándalos sexuales. La última dictadura.


Afirma que los gestos de austeridad son “un buen signo”, pero no un programa de gobierno. Analiza los posibles cambios en la relación entre el Gobierno, el Vaticano y la Iglesia argentina. Los escándalos sexuales. La última dictadura.


Por Diego Martínez
El programa de Francisco será conservador porque quienes lo eligieron son conservadores o ultras. La estructura del Vaticano le da amplio poder político, pero no garantiza el reconocimiento religioso de los creyentes. La mayor preocupación de la Iglesia Católica es el descenso de religiosos y fieles. Los gestos de austeridad del Papa no dicen nada sobre cuál será su política ante los grandes dilemas de la Iglesia Católica. La presencia simbólica de tener un papa argentino tiene un peso desconocido. ¿Qué tan autónomos serán los partidos políticos ante una presencia más fuerte de la Iglesia Católica? ¿Qué personalidad se impondrá cuando el Papa visite el país? ¿El líder opositor Jorge Mario Bergoglio o el líder religioso Francisco? Reflexiones e interrogantes pertenecen al sociólogo Fortunato Mallimaci, investigador del Conicet y profesor del seminario Sociedad y religión en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Amigo personal de Orlando Yorio, Mallimaci no tiene dudas sobre la complicidad de Bergoglio en las detenciones de Yorio y Francisco Jalics.
–Pasadas las dictaduras y los gobiernos neoliberales, ¿qué significa la elección de un papa argentino justo cuando América latina protagoniza procesos de transformación con amplia legitimidad de sus gobiernos?
–Significa que la Iglesia Católica ha decidido asignarle a América latina prioridad, sobre todo de presencia religiosa que permita dinamizar el catolicismo, dado que en el mundo católico latinoamericano es donde más ha disminuido la cantidad de fieles. Pensarlo sólo en clave política no alcanza. Innegablemente influye, pero la principal preocupación de la Iglesia Católica es el descenso de sacerdotes, religiosos y creyentes en un mercado de bienes religiosos diversificado, en el cual los creyentes no encuentran qué posturas tener. A su vez, en América latina ese catolicismo se ha pensado muy cercano al Estado y a los grupos dominantes. Ese vínculo es más fuerte que en Europa o Estados Unidos y queda en evidencia ante las denuncias de abuso sexual, que en América latina casi no tienen repercusión. Aquí tienen más impunidad, como se vio ante la condena del padre Julio Grassi.
–¿Minimiza la influencia que pueda tener el nuevo papa en los procesos políticos de Sudamérica?
–Creo que los papas, por una larga tradición romana, actúan en consonancia con las iglesias locales y las nunciaturas. Cuando un papa visita México consulta a la Iglesia mexicana. Si visita Cuba y le dicen “no escuche a los de Miami”, el Papa lo hace. Es una política que tiene su lógica y que empieza con Juan Pablo II, ya que antes apenas se movían de Italia. Juan Pablo II tuvo una política de movilizar a las bases para tratar de renovar y aggiornar ese catolicismo emotivo que había en nuestros países a partir del contacto directo. Pero todos los estudios mostraron que la mayoría de la gente que participaba de esas movilizaciones disfrutaba del Papa, pero no tenía idea de su mensaje. Si el Papa fuera a Brasil apoyaría a la Iglesia brasileña, que tanto con Lula como con Dilma tiene vínculos estables. También en México, donde el PRI ha dejado de lado su anticlericalismo de otra época y tiene una postura de acercamiento a Roma. En Cuba no tendría ningún problema, acaba de ir Benedicto XVI. Si va a Venezuela sería interesante, porque la Iglesia Católica venezolana está muy ligada a las fuerzas políticas de oposición. Debería pensar bien si va a sumarse a esa perspectiva o a buscar una presencia masiva aprovechando que hay una sensibilidad popular católica fuerte que se vio con la muerte de Chávez. En Ecuador no habría problema, Correa tiene vínculos históricos con sectores de la Iglesia. En Perú habría que ver qué posición toma, es muy fuerte la presencia del cardenal Cipriani, del Opus Dei, y hay grandes conflictos internos. En Bolivia sería problemático porque la Iglesia no tiene buena relación con el Estado. En Uruguay históricamente hay mayor autonomía. En Chile no tendría problema.
–¿Y en la Argentina?
–En Argentina mis dudas son mayores. No hay experiencia histórica de un papa latinoamericano, con todo lo rico que significa que se descentre la mirada del Vaticano. Habría que ver la experiencia histórica de Bergoglio, con contactos fluidos con líderes opositores y una mirada muy crítica hacia el Gobierno. Ha aparecido más como referente político de oposición que como líder religioso. La venida como Papa tal vez lo lleve más a ser referente religioso para evitar ser utilizado políticamente.
–¿Cambiará de perfil?
–Habrá que ver si viene Bergoglio o Francisco. Ahí lo pensará muchísimo porque tendrá todas las miradas encima, de Argentina y de América latina. Esto vale también para la oposición, que lo va a querer como referente, y para el Gobierno, que tendrá que ver qué hace ahora, cuando Bergoglio se transforma en un referente mundial. El Gobierno deberá reflexionar más sobre su vínculo con Roma y con la Iglesia local, que se va a transformar en una correa de transmisión muy fuerte del propio Papa, quien ahora designará nuevos obispos y puestos claves del episcopado.
–La sociedad y el Estado argentinos avanzaron en la última década en la conquista de derechos, como el matrimonio igualitario, pese a la oposición de la Iglesia Católica con Bergoglio a la cabeza. ¿Qué nos espera ahora?
–A ese nivel me parece que no va a haber grandes cambios. Tendrá que aceptar las leyes y propuestas que tienen amplio consenso en la democracia argentina. Hay aborto en Italia, Francia, Alemania, había en Polonia, y esto no supuso que ni que Juan Pablo II ni que Benedicto XVI intentaran cambiarlo. Intentan disminuirlo, tratan de que las leyes se cumplan lo menos posible, que los católicos no lo practiquen. Son iglesias acostumbradas a la separación del Estado. Habrá que ver si Francisco se nutre de la experiencia de autonomía de estas iglesias o quiere retomar una postura fuerte como en América latina, de politizar lo religioso y catolizar lo político.
–De volver a tener la influencia del siglo pasado...
–Sí, lo que fue durante las dictaduras, que en muchos países incluían a vastos sectores políticos, religiosos, económicos y mediáticos. No es un tema de oficialismo u oposición, seamos claros: la política en América latina no se piensa autónomamente de lo religioso, se piensa cómo cada uno hace suya una parte de lo religioso, en especial con la Iglesia Católica. La pregunta es cuál va a ser la autonomía de los partidos respecto a una presencia mucho más fuerte de la Iglesia. Va a depender tanto de los actores políticos como del papado. Cada uno deberá pensar en una sociedad que se manifiesta en un 75 por ciento católica pero donde pesa fuertemente el cuentapropismo religioso que toma distancia de clérigos, preceptos y dogmas aunque sienta a ese catolicismo como identidad o cultura nacional. Descubrir los hilos de todo esto va a exigir a los partidos y al propio Estado mucha fineza en el análisis, porque la presencia simbólica de tener un papa argentino tiene un peso que no conocemos. Tanto para Francisco como para la Iglesia Católica argentina como para la sociedad política, mediática y económica es todo un desafío.
–Bergoglio decidió ser Francisco por un santo que se caracterizó por su espíritu de pobreza y desprendimiento. ¿Le alcanzarán el nombre y los gestos de austeridad para revertir la imagen de la Iglesia?
–Los gestos y los símbolos son importantes en sociedades mediáticas, pero no definen una política de gobierno, no alcanzan. Es valorable ser sencillo, humilde y austero. En un mundo globalizado donde los focos sobre la institución están puestos en los escándalos es un buen signo. Pero no alcanza, no es un programa de gobierno, no es un programa teológico pastoral. El programa será conservador, es innegable, porque la enorme mayoría o la totalidad de quienes lo eligieron son conservadores o ultraconservadores. Habrá que ver cómo se mueve ahí adentro.
–El sociólogo Juan Cruz Esquivel pronosticaba que una de las prioridades de Bergoglio será ordenar la curia romana. ¿Qué significa?
–Estoy de acuerdo. Se refiere a los escándalos del Vaticano de los últimos años. En realidad son de larga data, el cambio se da a partir de la sociedad mediática globalizada, que hace que estos hechos repercutan mundialmente. Los escándalos de la curia producen una pérdida de autoridad de obispos y cardenales. Los fieles los escuchan cada vez menos. Antes, los escándalos no llegaban a inquietar la base social de la Iglesia, hoy inquietan al conjunto de la feligresía católica. Otro problema es la propia estructura del Estado vaticano. ¿Esa estructura creada hace 150 años favorece las expectativas de creyentes y especialistas? ¿O implica una lógica más política que religiosa con los 177 Estados que tienen relación con el Vaticano? Ahí hay una tensión que es histórica, pero que en este momento se hace muchísimo más fuerte entre la Iglesia local y el nuncio que decide en vinculación directa con el Papa. En Argentina no va a suceder porque el Papa va a decidir más que el nuncio, pero en otras iglesias es todo un tema. En la medida en que los Estados y las sociedades políticas busquen lo sagrado para compensar sus pérdidas, la estructura católica internacional es una de las más preparadas para dar respuestas, pero esa estructura necesita muchísima gente y dinero, necesita que la informen, necesita relaciones con políticos, por eso lo de Vatileaks. Eso da un amplio poder político, pero no da el reconocimiento religioso de los creyentes. Ya veremos qué se hace en este sentido, pero deben pensar qué curia se necesita para que los creyentes tengan más participación y no sólo sean tenidos en cuenta los Estados y la sociedad política. No es decisión sólo de Francisco, hay que ver cómo analizan y deciden los distintos grupos de poder que existen en la Iglesia.
–Bergoglio no excomulgó al pedófilo condenado Julio Grassi. ¿Enfrentará el problema de los curas pedófilos?
–Lo va a tener que enfrentar porque no es una decisión individual: iglesias poderosísimas de Estados Unidos y Europa decidieron enfrentarlo, por problemas éticos, de credibilidad y en el caso de Estados Unidos financieros, por el costo de los juicios. En Argentina la Conferencia Episcopal no se pronunció ante las condenas de Grassi ni del obispo Edgardo Storni ni de Christian Von Wernich, que siguen perteneciendo a la institución. En los últimos tiempos, en las iglesias del norte, han sido puestos a disposición de la Justicia y suspendidos. Hay que reconocer que la postura de Benedicto XVI ha sido más inflexible. Esas denuncias son más factibles en sociedades acostumbradas a denunciar estos casos que en las nuestras donde, por ser patriarcales, machistas, con poca valoración de las víctimas, no sólo no denuncia la Iglesia sino tampoco organizaciones políticas, económicas, culturales o mediáticas. Y cuando se denuncia, la mayoría de las veces son encarpetadas por instituciones estatales o por la Justicia.
–Bergoglio intentó sin éxito unificar a la oposición contra el gobierno argentino, que es parte del proceso de cambios que atraviesa la región. ¿La asunción como papa permite pensar que dejará en un segundo plano el frente interno o, al contrario, que la respaldará con más fuerza?
–Pienso que los problemas que tiene con los escándalos, la curia, las transformaciones que debe hacer, lo van a ocupar de manera primordial. De cómo solucione esos problemas dependerá en gran medida cuánto tiempo dedique a temas de la Argentina. También va a depender de quién sea el próximo cardenal de Buenos Aires, que será su decisión y dará indicios sobre el rumbo. Pero supongo que le va a llevar un tiempo bastante importante en tratar de ordenar los escándalos de la propia curia.

EL INQUISIDOR BELARMINO, LA INAUGURACION PAPAL, LOS VOTOS DE BERGOGLIO

Preocupado por Página/12, el vocero del Vaticano no tiene tiempo de relatar símbolos tan interesantes como la elección del nombre Francisco. Belarmino, inquisidor, teólogo y austero. América latina en el cónclave. ¿Hubo un plan de Bergoglio? ¿Cómo hay que saludar a un papa?



Por Martín Granovsky


Si se arrodillará o no. Si besará o no el anillo. Si, si, si. Abundan las especulaciones menores sobre qué ocurrirá entre Jorge Bergoglio y la Presidenta el día de la ceremonia de inauguración papal. Ya que todo parece transcurrir en el mundo de las formas y los símbolos, conviene ir adelantando un dato: quien no se arrodilla ni besa el anillo no falta al protocolo. Simplemente, saluda de otra forma. Y ya que la Iglesia Católica aprecia las tradiciones, va otro dato: Bergoglio no era solo arzobispo de Buenos Aires sino que tenía el título de honor de San Roberto Belarmino. El teólogo fino, culto y austero que dirigió el proceso contra Giordano Bruno e interrogó a Galileo Galilei.
Salvo que el vocero vaticano Federico Lombardi considere a la Historia como “izquierdismo anticlerical”, Bruno fue quemado vivo en la hoguera en 1600 tras los juicios de la Inquisición veneciana y, luego, de la Inquisición romana a cargo de Belarmino.
Tanto Bruno como Galilei sostenían la teoría heliocéntrica que ponía al sol y no a la Tierra como centro del universo. Giordano, además, cuestionaba la centralidad terrenal de la Iglesia Católica.
Según el historiador inglés Jonathan Wright en su libro Los jesuitas, Belarmino teorizó “sobre el poder temporal del papado”, es decir acerca de su derecho a intervenir en los asuntos seculares. Wright no es, ciertamente, un izquierdista anticlerical. En su libro no figura la incineración de Bruno en Campo de’Fiori.
Nacido en 1542 y canonizado en 1930, Belarmino integró la Compañía de Jesús, fundada por Ignacio de Loyola en 1540. Bergoglio es un jesuita y por eso con el cardenalato le fue conferido un título honorífico sobre la iglesia romana de San Roberto Belarmino.
Como toda institución, la Compañía alberga enfoques diversos. En el cónclave de 2005 pudieron expresarse porque había dos electores jesuitas, Bergoglio y Carlo María Martini, entonces arzobispo emérito de Milán y cardenal del título de Santa Cecilia, en honor a la mártir cristiana que luego fue canonizada y es patrona de los poetas, los músicos y los ciegos. Considerado un miembro del ala progresista del episcopado italiano, coautor de un libro con Umberto Eco sobre En qué creen los que no creen, Martini murió en 2012. Igual no hubiera sido elector, porque cumplió los 80 en 2006.
La Iglesia Católica jamás revisó institucionalmente el proceso contra Giordano Bruno.
En el link http://bit.ly/hyAZEZ es posible acceder al discurso sobre Belarmino pronunciado por Benedicto XVI en la audiencia del 23 de febrero de 2011. Tampoco allí figura el nombre del napolitano sometido al suplicio y a la hoguera.
Bergoglio, que antes aceptó el nombre de Belarmino, acaba de elegir el nombre de Francisco en homenaje a San Francisco de Asís. Si se acepta que el segundo hecho es un símbolo, hasta el padre Lombardi podría admitir que el primero también lo es.

Qué pasó en 2005

Tres mandatos con el apellido Kirchner en la Presidencia y la sorpresiva renuncia de un papa tienen la ventaja de permitir la apelación a la historia. Néstor Kirchner era presidente cuando murió Juan Pablo II y fue reemplazado por Joseph Ratzinger. Esa vez, a diferencia de ésta, la muerte de un papa convocó a jefes de Estado y de gobierno y la entronización del sucesor convocó a comitivas en muchos casos diferentes.
En la entronización de Benedicto XVI, el domingo 24 de abril de 2005, hubo 140 delegaciones. Sólo 36 eligieron un nivel más alto que el de ministro o vicepresidente. La Argentina fue uno de los 36 casos. Si esta vez el protocolo no se altera, primero saludarán al papa Francisco los representantes de las monarquías. El Vaticano es una de ellas, y además absoluta. No existe ningún ejemplo igual en Europa, donde las monarquías son constitucionales. Lo más parecido al Vaticano, por estructura de poder, es la monarquía de Arabia Saudita, aunque los cargos son hereditarios y no elegidos por una nobleza de 115 cardenales como en la Santa Sede. Después de los monarcas saludarán los presidentes. Y como la Argentina empieza con la letra a, si se respeta el orden de 2005 Cristina Fernández de Kirchner será una de las primeras jefas de Estado de una república en darle sus buenos augurios al Papa.
En 2005 Néstor Kirchner de-seó buena suerte. A su lado, la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner introdujo un matiz diferente: “Que Dios lo bendiga”, dijo.
A esa altura habrá terminado la misa que Ratzinger dedicó sobre todo a la parábola del buen pastor y a su papel con las ovejas descarriadas. El martes habrá que prestar atención a la homilía de Bergoglio, que llega al pontificado con más experiencia pastoral que Ratzinger, un teólogo e intelectual sin tanto ejercicio de diócesis. En este aspecto, la trayectoria de Bergoglio se parece más a la de Juan Pablo II, aunque Karol Woityla tenía 58, 19 años menos que Bergoglio.
Son cuestiones terrenales, claro, pero como dice el investigador Eric Frattini, entre los cardenales electores “se discute de hombres, no de Dios”.
Frattini es el autor del libro Los cuervos del Vaticano, donde predijo la posibilidad de que el Papa renunciara. En un chat con los lectores de la web ecodiario.es lo repitió: “La renuncia creo que ha sido una sorpresa para los diplomáticos de Sodano y para los bertonianos de Bertone. Aunque lo que sí es cierto es que Benedicto XVI dio señales de renuncia desde antes de salir elegido en el cónclave de 2005. Incluso habló de la renuncia de un papa durante una entrevista en 1980”.
Sodano es Angelo Sodano, el secretario de Estado, virtual primer ministro, durante el pontificado de Juan Pablo II. Bertone es Tarcisio Bertone, secretario de Estado con Ratzinger. Con Sodano trabajó como número dos el argentino Leonardo Sandri. A él se lo vinculó también con pruebas palpables de su adhesión espiritual, el ex embajador de Carlos Menem en el Vaticano y ex secretario de Culto de Carlos Ruckauf, Esteban Caselli. Las relaciones de Bergoglio con Caselli y con el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, eran malas. A su vez, Bergoglio nunca fue hombre de Sodano.

Pobres

En su reunión con cinco mil periodistas el nuevo Papa explicó por qué eligió el nombre Francisco. Dijo que durante la elección estaba junto al arzobispo emérito de San Pablo, Claudio Humnes. “Cuando la cosa se hacía peligrosa, me confortaba, y cuando los votos alcanzaron los dos tercios se produjo el aplauso. El me abrazó, me besó y me dijo: ‘No te olvides de los pobres’. Esa palabra entró aquí: pobres. Pensé en Francisco de Asís inmediatamente, y en las guerras, mientras seguía el escrutinio.”
Fue un modo de confirmar la hipótesis obvia de que los cardenales, como cualquier elite nobiliaria del mundo, disputan poder, y que el todavía cardenal seguía la cuestión de su candidatura con ansiedad.
Según trascendidos brasileños, porque en 2005 un cardenal fue indiscreto con un periodista, Bergoglio habría obtenido 40 votos en la primera votación de 2005 y declinó seguir compitiendo frente a Ratzinger.
Aunque habrá que esperar algún VatiLeaks para encontrar la respuesta (ya ni el Vaticano tiene secretos), nada impide preguntarse si las cosas sucedieron así:
- Ya en 2005 Bergoglio comprobó que su figura recogía apoyo entre los cardenales.
- Si Frattini fue capaz de estudiar a Ratzinger, parece lícito suponer que Bergoglio también lo hizo.
- Si la renuncia era una eventualidad, el arzobispo de Buenos Aires bien podía preparar el terreno para un probable segundo cónclave de cardenales electores. Bergoglio tenía 68 años en el 2005. Le quedaban doce hasta los ochenta que quitan la condición de cardenal apto para votar papa.
- En 2007 los obispos latinoamericanos se reunieron en Aparecida, Brasil, para su V Conferencia. Redactaron un largo documento. Pero el verbo “redactaron” es un eufemismo. Por más que haya varias manos, siempre una sola mano presenta el esqueleto inicial y redondea el texto final. Esa mano fue la de Bergoglio, que ahí construyó una suerte de base territorial que sumó a sus relaciones en Europa. Luego Benedicto XVI, que clausuró el cónclave, aprobó el documento. El texto combina guiños a las comunidades eclesiales de base, ortodoxia pura y dura en cuestiones de género y separación de Iglesia y Estado, y la típica descripción de la pobreza y la miseria sin indicadores históricos. En 2007 Hugo Chávez llevaba ocho años en el gobierno, Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner cuatro años, Evo Morales un año y Tabaré Vázquez dos. En Venezuela, Brasil, la Argentina y Uruguay la pobreza y la indigencia habían descendido respecto de cada gobierno que precedió a esos cuatro presidentes.

Cómo fue la represión en la Sala Alberdi

Reclamaban la reapertura del espacio autónomo, recibieron gases lacrimógenos y balas de plomo para concretar el desalojo.






Por Sociedad, Miradas al Sur

Con más de 150 efectivos, la Policía Metropolitana reprimió y desalojó el espacio autogestivo del Centro Cultural San Martín (CCSM), con un saldo de diez detenidos y más de treinta heridos. Entre ellos, el periodista Esteban Ruffa, de la Agencia Anred, y un integrante de la Red Nacional de Medios Alternativos (Darío, el Polaco, quien pidió reserva de su apellido), que recibieron balas de plomo y fueron atendidos en los hospitales Argerich y Durand. La Asamblea del Acampe Cultural por la reapertura de la Sala Alberdi había decidido levantar temporalmente su instalación en el lugar como muestra de buena voluntad, a la espera de una respuesta positiva de parte de las autoridades del Gobierno de la Ciudad. Aun así se procedió con el operativo de desalojo. “Entre Paraná y Montevideo, sobre avenida Corrientes, una columna de la infantería de la Metropolitana avanzaba en una nube de gases lacrimógenos y balas de todo tipo”, narró Darío. “Vi cómo hirieron a un chico que iba a en bicicleta… inmediatamente después, tres oficiales se desprenden de la columna y me apuntan. Traté de guarecerme atrás de una cabina de teléfonos pero me quemaba la pierna, me dieron con plomo”, completó. La Sala Alberdi, ubicada en el sexto piso del complejo del CCSM, se encuentra gestionada desde hace dos años y medio por un grupo de artistas y docentes. Su fin es sostener un espacio autónomo y abierto a la comunidad y denunciar las intenciones de privatización por parte del macrismo. Desde enero acampaban en la plaza seca de ingreso al centro cultural, donde fueron notificados de una denuncia penal en su contra por usurpación del espacio público. “Después de la represión, nos concentramos en la Casa de la Cultura, en Avenida de Mayo 575. Teníamos agendada una reunión con el ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, para destrabar el conflicto. Nos canceló la reunión y volvimos al centro cultural”, declaró Facundo (quien también pidió reserva de su apellido), integrante de la Asamblea Abierta de la Sala Alberdi. Los integrantes de ese colectivo debatieron y resolvieron los doce cortes en simultáneo y la intervención artística en la Avenida Corrientes del día viernes. Hacia el cierre de esta edición, permanece la vigilia frente al Teatro San Martín. “Hubo infiltrados, lanzaron una botella de plástico con combustible contra la puerta del centro cultural y se disparó la represión”, se lee en la agencia de noticias AnRed. Por su parte, Nadia Lihuel, fotógrafa de M.A.F.I.A., dijo haber visto a los mismos policías iniciar el incendio que desencadenó la primera reacción policial (ver abajo). “Tres personas recibieron impactos de bala de plomo calibre 38 y eso deja dos posibilidades: o había infiltrados con armas o la policía disparó con armas no reglamentarias. El espíritu de represión por parte de la policía estuvo desde el principio”, declaró Emiliano Villar, abogado de la asamblea. La Sala Alberdi no es el único espacio de la Ciudad de Buenos Aires en conflicto. Todos los meses, reclamos y manifestaciones denuncian la gestión macrista y la política cultural proempresaria que hace seis años demuestra la inclinación del actual gobierno local a privilegiar las industrias culturales privadas en desmedro de los circuitos públicos. “No hay sedes en condiciones para ninguna de las escuelas”, opinó Lisette Valentín, estudiante de Formación del Actor de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. “La escuela Astor Piazzola, Manuel de Falla y la Emad son otros espacios en conflicto. Sacan a los estudiantes y a los profesores y los trasladan a cualquier sitio”. Los talleres, espacios y subsidios para la cultura en la Ciudad de Buenos Aires se recortan todos los días.El macrismo canceló las funciones.Además de haber cerrado el centro cultural por las protestas, las autoridades del Teatro General San Martín suspendieron las funciones de teatro y cine del fin de semana, “por razones de fuerza mayor”. En un comunicado de prensa, .argumentaron acerca del cierre de las salas Martín Coronado y Leopoldo Lugones del teatro: “No podemos hacer nada porque están aquí en la puerta”, expresaron sobre la protesta que continúa en una vigilia para la recuperación del espacio público desalojado y en solidaridad con cuatro integrantes de la Asamblea Abierta de la Sala Alberdi. Entre las obras que no se podrán ver se cuentan Macbeth, de William Shakespeare, en versión y dirección de Javier Daulte; Flamma flamma, una coreografía de Mauricio Wainrot por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, con dirección artística del mismo autor, y el ciclo sobre Amos Gitai, una revisión, que había programado siete películas del cineasta israelí en cartel hasta el 20 de marzo. El cierre y la presencia de la Policía Metropolitana hicieron que los actores que ensayaban Final de partida, la obra de Samuel Beckett que dirige y protagoniza Alfredo Alcón, con un elenco que encabeza Joaquín Furriel, se negaran a seguir ensayando. Eso postergará el estreno de la pieza, que estaba previsto para el viernes 22 de marzo. No obstante, en la avenida Corrientes entre Montevideo y Paraná habrá otros espectáculos que ofrecerán los estudiantes, artistas y talleristas que reclaman contra el desalojo de la Sala Alberdi. Entre las actividades programadas en la calle habrá orquestas, bandas, candombe y varias obras de teatro. La protesta “por una cultura popular, participativa y comunitaria –como expresó al diario Tiempo Argentino una de las participantes–, contra los desalojos, las clausuras, la criminalización y persecución de los coentros culturales autónomos y autogestivos”, continuará para explicar a los vecinos las razones del acampe, ya que el tránsito se ha visto afectado y el ministro de Cultura Hernán Lombardi no ha hablado ni con ellos ni con la prensa. En cambio, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, habló para intentar responsabilizar a los artistas que intentaron impedir el cierre de la Sala Alberdi. En el programa de Chiche Gelblung manifestó su “enorme tristeza” por lo que calificó de enfrentamiento entre los manifestantes y los efectivos de la Policía Metropolitana. “No se trató de un hecho aislado”, opinó. “La violencia gana las calles todo el tiempo.”

Cruzados del último genocidio argentino

La imagen es tan simbólica como obscena. La fotografía que la capturó –quizás por aquella frase, transformada por tanto uso en un lugar común, que sostiene que vale más que mil palabras–, una instantánea del núcleo del discurso que primero sostuvo el accionar criminal de la dictadura cívico militar y que, más tarde, repetido durante décadas, sirvió para que los genocidas que la perpetraron justificaran su accionar y reclamaran una “reconciliación” que les evitara ser procesados y castigados: la defensa de la “civilización occidental y cristiana”.




Por Daniel Cecchini El jueves pasado –un día después de la elección del Papa Bergoglio–, los 44 represores que están siendo juzgados en Córdoba, acusados por delitos de lesa humanidad cometidos en el campo clandestino de detención de La Perla, entraron en la sala del tribunal exhibiendo en sus solapas una escarapela con los colores amarillo y blanco de la bandera de El Vaticano, los colores de la Iglesia. Su intención fue transformar la sala del Tribunal en una tribuna que les permitiera entonar una consigna silenciosa: la de la muerte. Y para hacerlo se vistieron, por así decirlo, con un nuevo uniforme de cruzados. El de los cruzados del último genocidio argentino, perpetrado en nombre de Dios y justificado –vale repetirlo, porque lo hicieron hasta el cansancio– en la defensa de la civilización occidental y cristiana. No fue un gesto gratuito ni tampoco una provocación vacía. Para ellos, la elección del ex arzobispo de Buenos Aires está cargada –también– de sentido. El Papa Bergoglio –no sólo por lo que tiene de polémica su figura, que lo tiene, sino en tanto “Papa argentino”– es un hombre de esa Iglesia Católica cuya jerarquía, con escasas y honrosas excepciones, apoyó silenciosamente en algunos casos y en otros fue directamente cómplice de la dictadura en general y particularmente de los crímenes cometidos mediante el terrorismo de Estado, entre ellos la apropiación de hijos de desaparecidos. Y que nunca se autocriticó institucionalmente por eso. Se trata de la misma Iglesia que, por ejemplo, todavía no excomulgó *ni parece tener intención de hacerlo– al cura genocida Christian Von Wernich, capellán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires –condenado hace ya siete años por su activa participación en los centros clandestinos de detención del llamado Circuito Camps–. Un terrorismo de Estado silenciado por casi toda la Iglesia cuyo oscuro accionar sacó nuevamente a la luz esta semana la Justicia, cuando el Tribunal Federal N° 1 de San Martín condenó al último “presidente” de la dictadura, Reynaldo Benito Bignone, al general Santiago Omar Riveros y a otros diez represores por violaciones de derechos humanos –incluidos el secuestro y asesinato de siete mujeres embarazadas y la apropiación de niños– cometidos en la zona de Campo de Mayo. Para Bignone y Riveros fue la quinta condena por delitos de lesa humanidad. Condenados el martes pasado –antes de la fumata blanca–, Bignone, Riveros y compañía no tuvieron la oportunidad de ponerse la escarapela de los cruzados para escuchar el fallo judicial. En los próximos días habrá que ver si la lucen los acusados en los otros diez juicios orales que están en curso. Además del que se está llevando a cabo en Córdoba –por La Perla, con Luciano Benjamín Menéndez como máximo responsable de los crímenes cometidos allí–, hay juicios orales en Salta, San Juan, Mendoza, Mar del Plata, Tucumán, Jujuy, Santa Fe y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La mayoría de las salas de los tribunales donde se están desarrollando esos juicios están presididas por cruces u otras representaciones de la imaginería católica. Si los acusados que se sientan en los banquillos –ubicados, por lo general, mirando de frente a esos íconos– deciden ponerse la escarapela que ahora los distingue como cruzados del exterminio, la escena que se articulará, como la del último jueves en Córdoba, estará poblada de connotaciones siniestras. Y la Iglesia Católica argentina, seguramente, no dirá una palabra.

Bergoglio, el inesperado

La elección de Jorge Mario Bergoglio para dirigir los destinos del Estado Vaticano y estar al frente de 1.200 millones de católicos del mundo fue una completa sorpresa. Ni los vaticanólogos ni los periodistas que trataban de anticipar posibles nombres, repararon en él. Sin embargo, ahí está: es el primer Papa jesuita y latinoamericano de la historia de la Iglesia. Todo indicaba que los cardenales buscaban un candidato joven; sin embargo, resultó uno de 76 años que al cumplir 75 podría haberse jubilado. Nunca en la historia se había elegido un Papa que había salido segundo en el cónclave anterior, en 2005, cuando fue coronado Joseph Ratzinger. Saliendo de lo previsto, lo primero que hizo el nuevo pontífice al asomarse al balcón de San Pedro, antes de bendecir a los seguidores que lo esperaban paraguas en mano, fue pedir una oración por Ratzinger, su viejo adversario. Decidió estrenar un nombre en la lista de los usados por los Papas y ahora el mundo lo conoce como Francisco. Treinta y cinco años atrás, Albino Luciani también estrenaba nombre, fue Juan Pablo I y duró apenas 33 días como Papa porque una muerte nunca esclarecida terminó con su mandato. Por Eduardo Anguita Con una crisis de proporciones en los países centrales, las sociedades que hasta ayer criticaban a los gobiernos latinoamericanos comprometidos con el cambio no dudaban de acusar a sus presidentes como “líderes populistas”. Hoy, los tecnócratas o representantes de los partidos tradicionales europeos, desde Mario Monti hasta Mariano Rajoy, aplican ajustes que los dejan al borde de la ingobernabilidad. El desánimo de los pueblos de Europa hace que las encuestas pongan en evidencia un dato terrible: más de la mitad de los ciudadanos ya no cree en el euro ni en una Europa comunitaria. La pérdida de puestos de trabajo reflotó la xenofobia, especialmente la confrontación con los seguidores del Islam llegados mayoritariamente del norte de África. A falta de certezas en los sistemas políticos, e inundados de miedo, muchísimos europeos se sienten cobijados en la fe católica y allí conviven sentimientos de paz y concordia con sentimientos de odio al árabe. El Vaticano, lejos de contener a esos católicos confundidos, muchos sin trabajo y con sus casas hipotecadas, sufrió los sacudones de la crisis. Quedaron en evidencia todas las plagas de Egipto: cardenales que apadrinan curas pederastas, el lobby gay en las decisiones vaticanas, los colaboradores de Ratzinger mezclados con corrupción en la banca. La implosión fue tan fuerte que provocó la renuncia del Papa. Sólo la buena prensa pudo convertir en virtud personal una inédita decisión: quien para la fe católica es el representante de dios en la Tierra renunció. La elección de Bergoglio en un cónclave de 117 cardenales donde apenas se filtran algunas de las conversaciones que estos tienen, demuestra que para los grandes medios y para cientos de millones de católicos esa ceremonia medieval es una verdad incuestionable. El sentimiento religioso tiene un peso decisivo en la vida de los pueblos y también en la decisión de los gobernantes. Para un occidental cristiano suele ser incomprensible que un musulmán rece varias veces por día mirando a La Meca; sin embargo, toma con gran esperanza la manera en que se elige al líder de los católicos.Francisco. Todos los medios del mundo subrayan su humildad, su apoyo a la labor pastoral en los sectores desposeídos. La FM Bajo Flores, una radio comunitaria de la Villa 1-11-14 entrevistó a una piba del Centro Barrial Don Bosco que dijo: “Pensar que el Papa me lavó los pies”. Efectivamente, en la Semana Santa de 2012, el cardenal Bergoglio, junto a los curas villeros (de la Parroquia Santa María, al lado del Centro Don Bosco) Hernán Morelli y Nicolás Angellotti, estuvo junto a los pibes que están en tratamiento de adicciones y practicó una costumbre tomada de Jesús, cuando les lavó los pies a los 12 apóstoles. El padre Carlitos, de la Iglesia de la Santa Cruz, donde se reunían las madres de Plaza de Mayo secuestradas en diciembre de 1977, tomó con entusiasmo su designación. El cura Eduardo De la Serna, de la Opción por los pobres, no dudó en decir que esta designación es como si jugaran Maradona, Messi y Ronaldo juntos. El periodista Horacio Verbitsky recordó de inmediato que Bergoglio había sido señalado por otros dos jesuitas –Franz Jalics y Orlando Yorio– como responsable de su secuestro y cautiverio en la Esma. El vocero vaticano, Federico Lombardi, replicó: “Se trata de una campaña difamatoria” promovida “desde la izquierda anticlerical”. Lo notable es que el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel y la hermana Martha Pelloni, entre otras personalidades de la izquierda –cristiana– salieron a cerrar filas contra cualquier posibilidad de abrir sospechas sobre Bergoglio. Cabe consignar que, siendo cardenal primado de la Argentina, Bergoglio fue citado por la Justicia en relación con este tema. El detalle no es menor: declaró “en calidad de testigo” y nunca fue imputado. La explosión de entusiasmo que atraviesa el inesperado nombramiento de un Papa argentino es vivida con conductas de aprobación por las grandes mayorías. Marcado por la mística popular y enmarcado en la tradición católica de la sociedad argentina. No parece este contexto el más indicado para apuntarle los dardos al nuevo Papa. No es un secreto que en el Tercer Reich tuvieron en Pío XII a un aliado que sobrevivió a Adolf Hitler: Eugenio Pacelli (Pío XII) gobernó El Vaticano hasta 1959 y fue el impulsor de las democracias cristianas como partidos laicos de raíz católica. Jamás hizo autocrítica alguna, ni Pacelli ni sus sucesores. De Ratzinger se supo su paso por las juventudes hitlerianas. Ángelo Sodano, secretario de Estado vaticano entre 1991 y 2006, fue nuncio apostólico en Chile en tiempos de Augusto Pinochet. Cabe consignar en este caso que la jerarquía católica chilena fue opositora al dictador, a diferencia de la argentina. Aunque parezca una perogrullada, El Vaticano existe desde el siglo octavo y Francisco es el Papa número 266 desde San Pedro hasta ahora. Mucha historia, mucho manejo del poder de la fe religiosa y de participación en la política mundial. La prudencia puede ser buena consejera para horas como las que corren.Francisco y Cristina. La agenda que tuvieron Cristina Fernández de Kirchner y el entonces cardenal primado de la Argentina Jorge Bergoglio no tiene nada que ver con la agenda que tendrán la Presidenta y el Papa Francisco. Restarle jerarquía y capacidad política a cualquiera de los dos revela, al menos, ingenuidad. Bergoglio es un intelectual, con larga formación teológica, con suma experiencia política y es difícil estimar cuánto pudo pesar en la decisión de los cardenales el hecho de que fuera un claro adversario del gobierno argentino. El capítulo nacional, importantísimo para los argentinos, no pudo ser de ningún modo un eje central. El Vaticano está en el centro del mundo y es caja de resonancia de los problemas centrales. Bergoglio, fuera del ámbito doméstico, tomó posturas que fueron contracorriente de sectores conservadores. “Si la Iglesia permanece encerrada en sí misma, envejece. Y entre una Iglesia accidentada que sale a la calle, y una Iglesia enferma de autorreferencialidad, elijo sin dudas la primera”, dijo el jesuita en varias oportunidades. Por eso, se lo vio en estos primeros días pagando la cuenta del hotel de su propio bolsillo o cruzándose con el cardenal Bernard Law, acusado de encubrir pederastas e instruyendo a sus colaboradores que Law no fuera a la basílica Santa María Mayor. Francisco tendrá que decidir quién ocupa la Secretaría de Estado, tendrá que ver quién tiene a su cargo los delicados asuntos financieros, quién va a manejar el Instituto para las Obras de la Religión (IOR), que maneja cuantiosos fondos. Ni hablar sobre las filtraciones de Vatileaks. Según los trascendidos de las conversaciones previas al cónclave, Bergoglio habría sostenido un discurso a favor de la transparencia, la humildad y una limpieza de la corrupción. El alejamiento de las pompas pontificias podrá encontrar mucho eco entre los católicos y no católicos pero tendrá fuertes resistencias al interior de la pesada estructura vaticana. El ahora obispo de Roma debe tener en su agenda la centralidad del poder vaticano y no sus diferencias con el gobierno argentino con el que seguramente va a tener cordiales relaciones. Entre otras cosas, porque el origen latinoamericano pesó en su designación. Ahora, la Iglesia tiene el desafío de intentar construir una alternativa a la de los líderes políticos progresistas que buscan cambios más profundos de los buscados por la Iglesia Católica. Por su parte, la Presidenta de inmediato manifestó su satisfacción por la designación de Bergoglio. Viaja a su asunción –el martes– con una comitiva no sólo de colaboradores sino de legisladores de otros partidos y de miembros de la Corte Suprema. Mañana mismo, el Papa recibirá a Cristina. Se inicia una nueva etapa. Coincide con un año electoral. Es probable que el Papa visite el país y no habría que descartar que eso sea antes de las elecciones de octubre.
Lanzamiento
Un Barrio de Película
Concurso de cortometrajes por comuna de la Ciudad de Buenos Aires
Miércoles 13 de Marzo - 12.30 hs - Ciudad Cultural Konex - Sarmiento 3131

El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) lanzará el miércoles 13 a las 12.30hs en la Ciudad Cultural Konex, el concurso de cortometrajes por comuna de la Ciudad de Buenos Aires "Un Barrio de Película", convocando a los barrios a ser protagonistas y a los vecinos a contar sus propias historias, en formato de ficción, documental, animación y hasta un proyecto de videojuego.
El Concurso se propone como una actividad cultural y participativa hacia toda la comunidad, permitiendo conocer mejor y rescatar las identidades propias de cada Comuna, de cada Barrio, con sus particularidades, sus historias propias, sus espacios de referencia y sus legados culturales.
Estará presente la presidenta del INCAA, Liliana Mazure, legisladores de la Ciudad de Buenos Aires e importantes personalidades de la cultura.
Será de nuestro agrado contar con Vs. presencia





Usos del socialismo

 Por Edgardo Mocca
La palabra socialismo tiene un enorme poder evocativo. Nos acerca la memoria de la lucha de los explotados por la justicia y la igualdad, nacida en las entrañas de la revolución industrial. Significa el célebre tránsito teórico de las masas sacrificadas por el progreso capitalista a la condición de “clase universal”, portadora histórica de una nueva civilización humana. Muchas cosas se hicieron y se sufrieron en nombre de esa palabra: nacieron nuevos derechos, se consumaron revoluciones, nació un nuevo tipo de partido político y un nuevo tipo de militante –ideológicamente convencido, audaz y potencialmente heroico– poco propenso, en general, a los matices y a las contradicciones. También se desarrollaron procesos de burocratización autoritaria que concibieron crímenes masivos, consumados en su nombre. Aun así, el estado social, el mejor logro del capitalismo en dos siglos de sociedades construidas en su nombre, fue el modo en que los socialistas enfrentados con sus pares soviéticos recogieron los frutos de las tensiones y esperanzas generadas por la gran revolución rusa de 1917.
 
 
 
En los noventa, el socialismo vivió su peor momento. Entre 1989 y 1991 había implosionado en la Europa del Este el sistema de países que lo llevaba inscripto en sus banderas. Fue la época de las “terceras vías” y los “nuevos centros” que llamaban a flexibilizarlo, a ponerlo en condiciones de convivir con el individualismo radicalizado, con el debilitamiento de la identidad colectiva; a convertirlo, en última instancia, en el rostro si no agradable, por lo menos soportable de la revolución neoliberal. Un lúcido filósofo liberal, Richard Rorty, llegó a decir, a favor de su planteo de que las izquierdas necesitaban un “nuevo vocabulario”, cosas como ésta: “Los visitantes de la Europa Oriental nos van a empezar a mirar con estupefacción si seguimos usando el término socialismo para describir nuestros objetivos políticos”.
La palabra socialismo ha ido recuperando parte de su interés en los primeros años de este siglo. Curiosamente, esa recuperación no ha venido de la mano de quienes reivindican su condición de albaceas hereditarios de la honrosa tradición de pensamiento nacida en el siglo XIX; por el contrario, lo más característico de estos años ha sido la declinación electoral y, lo que es más grave, política, de gran parte de los partidos agrupados en la Internacional Socialista y sus fuerzas afines. Con la excepción del socialismo francés, los partidos europeos de esa denominación han perdido el gobierno de sus países y son vistos por sus pueblos menos como portadores de nuevas esperanzas que como parte de la crisis y, en algunos casos, de la descomposición de sus sociedades. El socialismo ha vuelto a ser el santo y seña de procesos transformadores particularmente en los países sudamericanos. Poderosas fuerzas políticas de la región, incluidos varios de sus gobiernos, la invocan como horizonte deseable de sus naciones y como propuesta política central del nuevo siglo.
En estos días, la muerte del presidente venezolano ha conmovido a América latina y al mundo. Ha excitado pasiones políticas universales desde la geografía latinoamericana, como solamente lo habían hecho en los últimos tiempos la revolución sandinista y, especialmente, la revolución cubana. Los partidos llamados “socialistas” y socialdemócratas, en su mayoría, no se han sentido positivamente interpelados por la personalidad y la experiencia bolivariana conducida por el comandante Hugo Chávez. Más bien han adoptado la retórica de la condena al populismo y han militado a favor de una clasificación maniquea del proceso regional transformador que separa a las “izquierdas modernas y democráticas” de los “populismos arcaicos”. Chávez entró decidida y prototípicamente en el último casillero. El líder bolivariano construyó y desarrolló una experiencia nacional-popular en un ciclo político regional y mundial de índole transformadora que él mismo y su experiencia de gobierno contribuyeron a impulsar. En la florida verba de Chávez, socialismo fue el nombre de la dignidad de una nación y del proyecto de una unidad de la patria grande sustentada en valores de justicia social y soberanía nacional ampliada a escala regional. Una vez más –como con Sandino, Perón y Fidel Castro– la izquierda doctrinaria, ésa que según Cooke planeaba revoluciones con escuadra y tiralíneas, no se sumó a la experiencia. Ahora el rechazo ya no se fundamenta en la apelación a preceptos estratégicos extraídos de otras experiencias sino en los nuevos códigos doctrinarios adoptados en los años de gloria del neoliberalismo. Ahora lo que fundamenta el rechazo es la preocupación por las instituciones, la moral pública y los derechos de las minorías. Cualquiera que quiera comprobar el linaje de estas retóricas puede provechosamente revisitar las alocuciones eclesiásticas y militares previas a los golpes antipopulares que jalonaron nuestra historia nacional durante el siglo pasado. Lo cierto es que el chavismo reintrodujo parte del viejo vocabulario cuya definitiva extinción se profetizaba a fines del pasado siglo. Fue el primero en darle aura estatal al regreso de palabras como capitalismo, imperialismo, clases trabajadoras, justicia social, soberanía nacional. Su “socialismo del siglo XXI” no fue un homenaje protocolar a una ideología anciana e impotente sino la gran promesa de enlazar los viejos símbolos con las tareas de una nueva época regional y mundial. Acaso eso explique una conmoción mundial por la muerte de un presidente latinoamericano con muy pocos antecedentes históricos.
Desde las filas del Partido Socialista de nuestro país, su máximo dirigente, Hermes Binner, ha afirmado que, de haber votado en Venezuela, lo habría hecho por Capriles, líder de la oposición antichavista. El lógico revuelo llegó a las propias fuerzas que se reclaman de “centroizquierda” y forman parte del frente que lidera Binner. Sin embargo, es un revuelo artificial en buena medida, como si quienes lo expresan hubieran descubierto recién ahora la orientación ideológica del dirigente, la naturaleza del frente político que integran y la contradicción entre la retórica centroizquierdista y la práctica política real a la que le dan sustentación. La verdad es que la definición de Binner es mucho más coherente que la de la mayoría de quienes lo critican desde el interior de la coalición que encabeza. El jefe socialista no tiene que explicarle a nadie las razones por las que rechaza la experiencia chavista: son las mismas por las que se opone al kirchnerismo y está dispuesto a ampliar su política de alianzas manteniendo y profundizando esa orientación básica antigubernamental. Más difícil de sostener es la posición de quienes alaban al líder bolivariano que acaba de morir, mientras ejercen una oposición frontal a un gobierno orientado por los mismos valores y sólidamente aliado a él en la agenda de la integración regional y sus principios rectores. Seguramente habrán oído muchas veces en boca de sus socios la afirmación del “chavismo” de la política kirchnerista.
Socialdemocracia y progresismo han sido también parte central del vocabulario con el que el radicalismo bonaerense fundamentó, hace pocos días, su proyecto de alianzas interpartidarias hacia las elecciones legislativas del próximo octubre. La UCR provincial reafirmó su condición de “partido nacional, progresista y socialdemócrata” y llamó a explorar posibilidades de coalición con fuerzas políticas afines a esa inspiración. Es muy significativa la posición que ocupa esa autodefinición en la argumentación del texto. Es de ella que se deduce la voluntad partidaria de “reemplazar el actual modelo desde una visión de centroizquierda, que avente las chances de una nueva experiencia neoliberal noventista”. En buen romance, eso significa que no concurrirán al frente único antikirchnerista que impulsa el establishment bajo la batuta del macrismo. Las palabras (“progresismo”, “socialismo”, “socialdemocracia”) han sido y son usadas con frecuencia para embellecer políticas de acomodamiento al statu quo y a la condescendencia con el sistema de privilegios. El documento radical bonaerense muestra que pueden también ser usadas para evitar alianzas que podrían consumar el agotamiento definitivo de una identidad partidaria con más de ciento veinte años de vigencia en el país.
Es en definitiva una noble tradición política la que se mantiene viva, sigue agitando los espíritus de millones de hombres y mujeres y formando parte del vocabulario de las luchas políticas. No es, como sostiene el establishment neoliberal, la amenaza de regreso de una experiencia de fracaso. Es un emblema honroso, digno de formar parte del lenguaje en una etapa civilizatoria cargada de esperanzas y peligros.