Frente Transversal



Dirigentes convocan a Plaza de Mayo para apoyar al gobierno

Dirigentes de Movimientos Sociales, encabezados por Edgardo Depetri y Luis D ’Elía, convocaron a participar masivamente de la marcha a Plaza de Mayo que realizarán las agrupaciones sociales para respaldar al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

D’Elía aseguró que los movimientos sociales buscarán dar mañana en la marcha a Plaza de Mayo -convocada para las 16- "un fuerte espaldarazo no sólo al gobierno nacional sino a la oportunidad de tener una Argentina distinta con más educación y trabajo".

En una conferencia de prensa que ofrecieron en el Congreso representantes de diferentes movimientos sociales, D’Elía denunció como una "provocación que se tiren litros de leche y tonelada de frutas porque se trata de un acto incomprensible que agrede a todos los argentinos".

A su turno, el diputado kirchnerista Edgardo Depetri ratificó la decisión de los movimientos sociales de marchar mañana masivamente "a la Plaza de Mayo que es la plaza de las Madres, del Pueblo y a la que queremos reventar para demostrar que esto no es casual".

En ese sentido, Depetri denunció además a sectores que "aprovechan esta confrontación entre el gobierno y los grupos más concentrados que hacen este lock out patronal" y consideró que "los cacerolazos no fueron espontáneos sino que estuvieron organizados para intentar generar una situación de descontento".

Los movimientos sociales anunciaron que se concentrarán a partir de las 13 en Corrientes y Talcahuano para llegar a Plaza de Mayo a partir de las 15.

Del encuentro participaron además el subsecretario de integración económica de la Cancillería, Eduardo Sigal; los diputados kirchneristas Diana Conti, Adriana Puigros y Ariel Pasini; y dirigentes del Frente Transversal Nacional y Popular, Militancia Social, MTL y Corriente Federal Kirchnerista, entre otros.

Organismos de los Derechos Humanos



Sobre el lock-out patronal

Los Organismos de Derechos Humanos abajo firmantes reafirmamos nuestro compromiso con el camino institucional elegido por el pueblo argentino y rechazamos los intentos de desestabilización política y golpista de algunas instituciones representantes de los sectores económicos, políticos y sociales que propiciaron, sostuvieron y participaron en todos los golpes dados en nuestro país a partir de 1930 y que en 1976 impusieron, mediante el terrorismo de Estado, un modelo económico neoliberal que conlleva la violación sistemática de los derechos de la población de menores ingresos y cuyas consecuencias aún estamos padeciendo.

Detrás de los legítimos reclamos de los campesinos y pequeños productores, a los que apoyamos, se presentan como defensores del campo los mismos actores que para imponer sus políticas económicas, fueron ideólogos y cómplices del terrorismo de Estado y de sus métodos: asesinatos, desapariciones, torturas, prisión, exilio, violaciones, robo de niños.

Estas instituciones NO SON EL CAMPO. Representan la ambición egoísta de los capitalistas del agro y los pool de siembra en los que participan grandes grupos financieros no necesariamente agropecuarios. Representan a los 936 terratenientes que – según el Censo Agropecuario de 2002– poseen un promedio de 38 000 has. cada uno, mientras 140 mil agricultores poseen un promedio de 16,7 has. y que en los `90 mantuvieron silencio mientras 300 mil pequeños productores eran expulsados de sus campos.

Representan a los Cargill y los Monsanto, que manejan el negocio de los agroquímicos y las semillas transgénicas. Representan el modelo que no admite que el Estado controle la renta agraria lograda con el sostén de un dólar alto y subsidios en combustibles a costa del esfuerzo de toda la Nación. Mientras emplean al 75% de los trabajadores rurales en negro y pagan sueldos miserables a los trabajadores en blanco.

El Estado tiene el deber de llevar a cabo una justa distribución de la riqueza y para tal fin consideramos que deben utilizarse las atribuciones que las leyes le otorgan como las retenciones a las exportaciones que generan enormes ingresos a los “dueños” de la tierra y a grupos exportadores. Estas retenciones no les impiden ganar sumas fabulosas, simplemente les producen una disminución de sus ganancias. Los fondos recaudados de las retenciones a las exportaciones agrarias, y todo el superávit que genera el comercio exterior de alimentos, energía, minería y otros deberían destinarse a revertir una situación de polarización social. De esa manera, a la legalidad de las medidas se sumaría la legitimidad del cometido.

Las entidades rurales que protagonizan el lock-out patronal no representan –según sus propias declaraciones– a las miles de familias agrupadas en Movimientos de Campesinos y de indígenas existentes en Santiago del Estero, Córdoba, Formosa, que no se dedican al cultivo de la soja transgénica –que ha devastado bosques, contaminado suelos y aguas, envenenado el ambiente y eliminado mano de obra– sino que se dedican a la producción de alimentos.

Hoy esas entidades utilizan para expresar su rechazo a las retenciones los mismos métodos que critican defendiendo “el derecho a la circulación” cuando los usan desocupados, trabajadores mal pagos o familias con hambre. Y no sólo cortan las rutas sino que impiden –obligando a derramarlos en un derroche ofensivo– que los alimentos lleguen a los que tienen derecho a alimentarse.

Las retenciones son medidas necesarias pero insuficientes. Se requiere contemplar la modificación estructural del sistema impositivo, ineficaz, injusto e inequitativo. Los movimientos de campesinos, actores fundamentales, no pueden estar ausentes de una mesa de diálogo donde, además de la política de retenciones graduales y el destino de esos fondos, se discuta el modelo de producción agropecuario, y se contemplen créditos y subsidios amplios para las actividades perjudicadas por el monocultivo sojero.

Convencidos de que es deber del Estado intervenir en la actividad económica para garantizar una justa distribución de las riquezas, los organismos de derechos humanos abajo firmantes reiteramos nuestro compromiso con las políticas que tiendan a la participación democrática en un proyecto de liberación nacional, dirigidas a construir un país solidario, con plena vigencia del Estado de Derecho y que priorice a los sectores más vulnerables y desposeídos.

Rechazamos el lock-out patronal y los proyectos monopólicos y desestabilizantes de la Sociedad Rural y sectores afines, avalamos las retenciones a los grandes propietarios y exportadores y apoyamos los reclamos de campesinos y pequeños productores.

Buenos Aires, 30 de marzo de 2008

Abuelas de Plaza de Mayo Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Buena Memoria Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas Herman@s por la Verdad y la Justicia H.I.J.O.S. Liga Argentina por los Derechos del Hombre Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos Servicio Paz y Justicia

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Una experiencia de pacificación

Refugiados en la metodología de la vieja izquierda, el paro agropecuario adquirió la insólita forma de “por tiempo indeterminado”. El discurso de Cristina, en particular el primero, resultó el más adecuado al tono crispado que impusieron las demandas del “campo”.

Por Artemio Lopez

Refugiados en la metodología de la vieja izquierda, el paro agropecuario adquirió la insólita forma de “por tiempo indeterminado”. El discurso de Cristina, en particular el primero, resultó el más adecuado al tono crispado que impusieron las demandas del “campo”. Una respuesta a la altura de la voracidad sectorial que trata de presionar al Gobierno democrático hasta que cambie “sí o sí” un modelo económico votado por el 45% de los argentinos hace un par de meses, de cuyo núcleo de sustentación elemental forma parte el esquema de retenciones móviles.

El reclamo de baja universal en las alícuotas, que distribuiría los beneficios en proporciones similares a la enorme concentración de la actividad, privilegiando en una proporción de 9 a 1 a los grandes grupos, construyó sin embargo su legitimidad, no como queja por la baja de las megatasas de ganancias de los grandes aglomerados, sino reclamando por la sobrevida del pequeño y mediano sujeto agrario, una trama extensa de productores de escala reducida y sus familias que exigen, con razón, “trato diferencial”. Sin embargo, el discurso presidencial no satisfizo la demanda de bajar retenciones ni sugirió siquiera la posiblidad de segmentar el impacto de las mismas de acuerdo con la escala de producción. Sucede que si se discriminara por escala, además del engorro práctico que supone, sobrevendría un efecto similar al parcelamiento trucho que promueven los grandes propietarios para eludir el impuesto inmobiliario rural. Mediante la matufia de subdividir artificialmente las grandes propiedades, esquivan el carácter de progresividad teórica del impuesto, donde las alícuotas bajas en los primeros estratos, van aumentando a medida que crece la valuación fiscal de la parcela. Lo mismo sucedería si se aplicara el esquema diferencial a las retenciones. En este contexto, el “trato diferencial”, como lo sugirió el discurso de Parque Norte, debe encontrar en el diálogo con el Gobierno otros mecanismos de protección específicos, sin alterar el esquema de retenciones móviles que debe ser universal mientras se aplique.

Chacareros y contratistas, la nueva clase media del interior


EL ENTRAMADO SOCIAL

Esta raza de nuevos productores abrazó las últimas tecnologías. Los mueve una mística extraña y una gran ambición de crecimiento. En ningún otro lugar del mundo el campo pegó el salto que alcanzó en la Argentina. Por: Héctor Huergo



La rebelión del campo sorprendió a la sociedad, por su virulencia y firmeza. Estos chacareros apostados en las banquinas, no reparan demasiado en las consecuencias políticas del desabastecimiento de alimentos básicos. Bajo la difusa figura del "autoconvocado", tienen contra las cuerdas a los dirigentes tradicionales, que están bajo el escrutinio de "las bases".

Se ensayan teorías para explicar la naturaleza de la protesta. La más simplista es la que acusa de intento de golpe de estado a la oligarquía, los terratenientes o los grupos concentrados. Seguro que si hay algún nostálgico del pasado estará ahora medrando con la situación. Al igual que los dirigentes de la oposición, que intentan llevar agua para su molino. A todos ellos los del campo los miran con desconfianza.

Esta raza de nuevos productores se caracterizaba por cierta tendencia autista, acostumbrados a la soledad de la siembra en una noche de invierno, sólo acompañados desde la chata (ahora rebautizada como la 4x4) por la señora llevándole un sándwich o cebándole un mate en la cabecera. Como en todo el mundo, su punto de partida es una raya entre dos jalones: la lluvia y los precios. Por eso están colgados de los pronósticos meteorológicos y de los informes del mercado. Pero los mueve una mística extraña en una sociedad que clama por la asistencia estatal. Estos chacareros, la nueva clase media del interior, con una ambición de crecimiento que suena "desmedida".

Es cierto, son ambiciosos, jugados, le vieron la pata a la sota y apuestan lo que tienen en una siembra. No repararon mucho en el "modelo económico" vigente. Así, tras la crisis de precios de los 80, se lanzaron a un crecimiento cada vez más acelerado a partir de mediados de los 90. En apenas diez años, entre 1996 y el 2007, duplicaron la producción física de granos: pasaron de 45 a 95 millones de toneladas. Nadie creció de esa manera.

Esta expansión tiene un cimiento profundo. Los nuevos actores del negocio agropecuario han recibido una fuerte capacitación tecnológica. Comenzaron a viajar al exterior hace un cuarto de siglo. Arrastraron en sus visitas a las grandes exposiciones mundiales, a los fabricantes de maquinaria agrícola. Desarrollaron, por prueba y error, nuevos sistemas de cultivo, como la siembra directa, una revolución mundial que lidera la Argentina.

Cuando llegó la oleada de la biotecnología, la abrazaron por las enormes ventajas que ofrecía. Así, cambió también la composición de la producción, con el avance fenomenal de la soja. Esta se convirtió en la abanderada del desfile: en 1996 se cosecharon 15 millones de toneladas, ahora 45. Tres veces más. Los cereales, trigo, maíz, sorgo, cebada, más girasol y maíz, pasaron de 30 millones de toneladas a 45. Un 50% en diez años. Esto desmiente la idea de que la soja está desplazando a los cereales: crece más rápido porque es más rentable, y es la señal que dan los mercados.

Como la soja vale el doble que los demás granos, la producción agrícola se triplicó en valor, a precios constantes. Y ahora se suma el alza de las cotizaciones internacionales. Si el valor de la producción agrícola a mediados de los 90 era de US$ 7.000 millones, ahora roza 30.000. Como en una huída hacia delante, crecieron en la convertibilidad, digirieron la crisis del 2002 y retomaron tras la devaluación.

Esta es la base económica de los chacareros modernos. Constituyen una red de 300.000 productores chicos, medianos y grandes, acompañados por sus proveedores de insumos, equipos y servicios. La agricultura argentina está transformada: el productor ya no está sometido al límite de su chacra. Más del 70% de la producción se realiza en campos alquilados. Un tractor y una sembradora permiten sembrar 50 hectáreas por día. Son equipos caros que requieren mucha superficie para amortizarse. Así, brotó la figura del contratista, profesionales que constituyen clave distintiva de la nueva agricultura argentina. Siembra, protección de cultivos y cosecha se realizan por contratistas. La mayor parte son pequeños propietarios, que dan servicios a terceros o siembran asociados con el ingeniero agrónomo, el abogado o el médico del pueblo. Los "pooles" son, en su gran mayoría, pequeñas organizaciones que alquilan campos y siembran con gran eficiencia. Los que se organizaron bien, ganan dinero. Aunque pagaban de hecho un impuesto a las ganancias superior al 60%, que sube al 80% con el nuevo esquema de retenciones.

A partir de la configuración de un cluster único en el mundo, se desarrolló un nuevo entramado social en el interior. Los productores reclaman porque sienten que tienen mucho que perder.

LA RARA CADENA DE MAILS QUE DESENCADENO EL CONFLICTO AGROPECUARIO



Desde el lunes pasado, una cadena de mails convoca a una “marcha federal” en lenguaje castrense. Página/12 investigó su origen.


Por Nora Veiras
Al lockout agropecuario se lo vio estallar en las calles y en los medios. Hubo también otro estallido que pasó inadvertido en forma pública pero no fue menos contundente: el que se propagó por Internet. El lunes pasado empezó a circular por e-mail la convocatoria a una “Marcha Federal del Campo” con un “Plan Esquemático de Movilización a Capital Federal”. En un rudimentario lenguaje castrense, se daban precisiones de puntos de encuentro, horas y cantidad estimada de participantes con el objetivo de “generar la sensación pública del poder de los productores rurales quienes se mueven fundamentalmente por la Dignidad del campo”. Otro mail identificaba entre los supuestos autores de la movida a militares retirados, ex miembros de la Side y a un funcionario de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Los involucrados niegan su autoría, pero Página/12 pudo saber que los mismos nombres estarían bajo investigación por urdir distintas conspiraciones.

Las computadoras de los uniformados fueron inundadas por esos mensajes y en distintas avenidas porteñas se mezclaban ruralistas con la activista Cecilia Pando y Federico Young (ver foto), titular de la Agencia de Control Comunal, designado por Mauricio Macri. Young comparte con Pando las críticas a la reapertura de causas judiciales contra los represores y es, además, un activo productor rural. Quizás en sus declaradas 1250 hectáreas de la Estancia El Paye y en su carácter de delegado de la Asociación Rural de Chivilcoy ante la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires (Carbap) se encuentre la causa del entusiasmo del funcionario macrista para hacer sonar su cacerola en la esquina de Santa Fe y Callao.


Dios los cría

El supuesto plan de organización preveía que el viernes 28 “los grupos denominados como ‘autoconvocados’ que responden al accionar de las instituciones del campo en sus diferentes formas según el territorio, bloquean las rutas nacionales y convergentes (...). La coordinación en Area Gran Buenos Aires y Capital Federal se hará mediante uso de celulares sobre líneas que se informarán en forma reservada en las últimas tres horas previendo bloqueo por parte de servicios de inteligencia; se usarán frecuencias alternativas de Nextel, según detalle reservado que será distribuido personalmente entre los coordinadores”. El e-mail anónimo estimaba que llegarían a la Plaza de Mayo unos 8570 vehículos y que se congregarían unas 25 mil personas.

Fechado el jueves 27 apareció en algunas casillas de mails un “Parte de Operaciones” que señalaba el carácter “apócrifo” de la convocatoria y lo atribuía a “una maniobra de acción sicológica organizada por los ciudadanos identificados a continuación”: Juan Bautista Yofre (a) Tata, ex secretario de Inteligencia del Estado; Iván Germán Velázquez, actual subdirector de Inteligencia de la Policía de Seguridad Aeroportuaria; Daniel Reimundes, general retirado del Ejército; Gabriela Roxana Pousa, periodista, y Héctor Alderete, director de la página web Seprin destinada a criticar la política de Defensa del kirchnerismo y a penar por la suerte de los represores.

En el libro Side. La Argentina secreta, Gerardo Young cuenta que “si algo marcó la gestión del Tata (designado por Carlos Menem en julio de 1989) fue que devolvió a La Casa a muchos de los militares a los que habían expulsado los radicales. Y a los duros. Nombró como director de la Escuela de Inteligencia al general de brigada Carlos Martínez, el mismo que había sido jefe de la Side durante los últimos años de la dictadura. (...) También nombró al teniente coronel retirado Carlos Doglioli como director de contrainteligencia y a Pascual Guerrieri como director de Planeamiento. Guerrieri era un tipo de verdad pesado. Oficial de Inteligencia del Ejército, en la dictadura había dirigido centros clandestinos de detención en Rosario, tenía las manos manchadas con sangre y ni una gota de culpa”.

–¿Usted me ve a mí mandando esos mails? Esos mails salieron de otra computadora y me los atribuyen a mí. Ya le he comunicado al Gobierno que no tengo nada que ver con eso. Del otro lado de la línea Yofre le da a Página/12 su versión.

–¿Con quién se comunicó del Gobierno?

–No quiero comprometer a gente del gabinete. Los que lo tienen que saber en el Gobierno lo saben. Yo no tengo ni una maceta, ni casa propia. Me voy a meter yo a promocionar una marcha de dirigentes agropecuarios. Es una canallada, a todos estos tipos hace mucho tiempo que no veo. Lo meten al pobre Reimundes, que está retirado.

–Convengamos en que estar retirado no exime de nada.

–Esto es falso. Identifiqué la computadora de donde salió esto por el número de IP. No voy a ir a la Justicia a perder tiempo porque no me van a dar bola. Yo estoy retirado de todo. No me presto a estas cosas.

Minutos después de cortar, Yofre llama a la redacción para reenviar el mail que le envió al productor televisivo Diego Gvirtz para avisarle que habían usado su computadora para lanzar los mails. “Esta es la prueba de que le hackearon la máquina a él y desde ahí mandaron los correos a mi nombre”, dice Yofre.

El general Reimundes, que se desempeñó como secretario general del Ejército bajo el mandato de Ricardo Brinzoni, también negó haber participado en el operativo. Aseguró a este diario que a Yofre hace un mes que no lo ve y que no conoce ni a Velázquez ni a Alderete. Reimundes es un militar muy activo entre los retirados que aspira a presidir la Sociedad Militar Seguros de Vida –la caja de las Fuerzas Armadas– y tiene sólidos vínculos con el ultraderechista cura domínico Aníbal Fosbery, líder de Fasta. La comunidad en la que estudia la numerosa prole de Cecilia Pando y donde la misma activista castrense supo trabajar. Fosbery reivindicó hace apenas un par de años al nazi Erich Priebke como un notable vecino de Bariloche.

“Lo que más me ofende es que crean que soy tan torpe. Pregúntele a cualquiera que me conozca si fulano de tal con la aptitud y capacidad que tiene podría haber hecho esa convocatoria. Yo intervengo a cara descubierta”, asegura el general y pregunta: “¿A usted le parece que un funcionario de la Policía de Seguridad Aeroportuaria puede estar en algo así?”, en alusión a Velázquez.

La PSA depende del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos que dirige Aníbal Fernández. Página/12 habló con un alto funcionario que conoce a Velázquez, responsable del área de Contrainteligencia de la PSA y experto en informática. El funcionario explicó que “no confía en Velázquez pero tampoco en sus enemigos. Estos son chicos raros que hacen un trabajo raro también. Ahora, la ley le prohíbe a un policía hacer actividades políticas, si hay pruebas le abriremos un sumario”.

Velázquez fue detenido en abril del ’99 acusado de vender instrucciones para armar bombas en disquetes. Pertenecía a la Comunidad Nativa de Organizaciones Regionales (Cóndor) que formó el vicecomodoro Horacio Riccardelli. En ese momento, un grupo de militantes de ultraderecha se presentó en el juzgado acompañando al vicecomodoro y al abogado Pedro Bianchi, activo defensor de represores, para reclamar por la libertad de Velázquez.

Detrás de la protesta agropecuaria se esconde una trama de intereses que están lejos de agotarse en la disputa por el aumento de las retenciones móviles. La guerra de mails evidencia que algo huele muy mal y no es precisamente la bosta campestre.

Aznar, el huésped de honor de Mauricio


EL ESPAÑOL PASO DE ROSARIO A BUENOS AIRES, INVITADO POR EL JEFE DE GOBIERNO

Abrió la Legislatura un sábado para darle un diploma especial, cubrirlo de elogios y escucharlo sonriente. El encuentro fue organizado por el liberal Jorge Triaca, hijo del ex ministro de Trabajo de Menem, e inauguró un encuentro ideológico para jóvenes.


Contra Tuto y a los palos


Por Werner Pertot
Parecen cortados por la misma tijera. José María Aznar y Mauricio Macri vestían un traje casi igual y tendrían un mismo bigote característico si el ex presidente español no se lo hubiera afeitado. El Jefe lo recibió en la Legislatura y lo declaró huésped de honor de la Ciudad de Buenos Aires, con los tambores de fondo de las manifestaciones de repudio (ver aparte).

El ingeniero se mostró comprensivo con los productores agropecuarios, aconsejó a los vecinos caceroleros que se dediquen a la política y deslizó que “en este país hay algunos que están pegados con la gotita” al cargo.

El líder de PRO congregó en Buenos Aires a varias de las luminarias de la derecha internacional que habían participado del seminario en Rosario, financiado por la multinacional del acero Arceror Mittal (dueña aquí de Acindar), por buena parte de la banca privada del país y por la agroexportadora Cargill, entre otros. El encuentro entre los dos referentes de derecha fue el puntapié de un segundo seminario neoliberal para jóvenes, que fue organizado por la Fundación Pensar, que dirige Jorge Triaca, el hijo del ex ministro de Trabajo de Carlos Menem.

El Salón Dorado de la Legislatura brillaba como nunca, repleto de jóvenes muy paquetes (mucha joya, mucho vestido plateado) y señoras arregladas para la ocasión. En primera fila se sentó la ultraconservadora Esperanza Aguirre, una de las herederas de Aznar en el Partido Popular y una acérrima partidaria del Vaticano. Junto a ella, en su silla de ruedas motorizada, esperaba el titular de Control Comunal, Federico Young, quien solía organizar conferencias con la activista procastrense Cecilia Pando para pedir que se juzgue al “terrorismo subversivo”.

Macri y Aznar entraron a la par. Los seguía una cohorte de señores de traje negro, entre los que se destacaban el ex presidente de Bolivia Jorge “Tuto” Quiroga, el ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos Roger Noriega y el ex titular de PAN Mexicano Manuel Espino. Todos iban detrás de la esperanza blanca argentina.

Como dos viejos amigos, Aznar y Macri alternaron bromas sobre las manifestaciones de repudio que se escuchaban afuera.

–Macri convoca no sólo oyentes sino a los manifestantes, que no se sabe contra quiénes gritan –dijo Aznar, entre risas del público.

–Aznar peca de humildad. Esos muchachos enfervorizados vinieron a darle la bienvenida al señor. No descrea de su poder de convocatoria –le contestó Macri.

El español hizo un discurso mucho más lavado que el que se escuchó en Rosario, que había estado cargado de alusiones a los “enemigos de la libertad”, de llamados a la unidad de la derecha y de respaldos para el colombiano Alvaro Uribe. “Sé que no soy políticamente correcto y no me importa nada”, reconoció Aznar. “Cuando escuchéis a un dirigente político que se queja del poder, no le hagáis caso”, recomendó el ex mandatario, y algunas miradas se posaron divertidas en el jefe de Gobierno.

Macri lo miraba embelesado, la sonrisa partida por su mano sobre el mentón. Cuando Aznar dijo que “nada es más gratificante que ser presidente de tu país”, se extasió. El jefe de Gobierno se dio vuelta y elogió, junto al vicepresidente primero Diego Santilli, las dotes oratorias de Aznar, algo de lo que todavía él tiene que aprender. Quizás inspirado por el ejemplo, el Jefe habló esta vez sin leer, y casi, casi sin trabarse.

Luego de tirarse flores con el invitado ilustre, le dedicó un párrafo al conflicto del campo. “Justo en estos días estamos viendo en la Argentina la impotencia que llevó a sectores a un tipo de participación, aunque no es la participación institucional que queremos”, dijo, en una leve crítica a los cortes de ruta. Pero en plan de darles aliento a los agricultores, se mostró comprensivo, como nunca fue con las manifestaciones callejeras en la ciudad o con los cartoneros. “Vemos la angustia de los chacareros a los que no se les da confianza”, aseguró Macri, retomando una frase de Aznar sobre la “confianza en el país, la seguridad jurídica” y otras entradas del diccionario del buen neoliberal. De fondo, se oían, ininteligibles, las consignas de la izquierda, que protestaba por la presencia del ex presidente español que mandó tropas a Irak.

El líder de PRO consiguió combinar un elogio abierto a Aznar con una crítica encubierta que pareció destinada a los Kirchner. “Coincido con el inusual ejemplo de Aznar, que se retiró a tiempo y no esperó que lo echaran”, lanzó. “Eternizarse en el poder, sea en un club de fútbol, en un sindicato o en una presidencia, lleva a malas costumbres. Uno pierde la paciencia. Trata de que las cosas funcionen, que la gente entienda, pero termina tolerando demasiado”, señaló Macri, quien elogió a Estados Unidos porque “tiene gente que rota entre la política, la universidad y el sector privado”. Al aplauso se sumó el ministro de Economía, Néstor Grindetti, ex gerente del Grupo Macri.

Entre abrazos, Aznar recibió la distinción de su “querido amigo” Macri, en contraste con la declaración de visitante no grato que se ganaron sus amigos en Rosario. Aznar salió con el diploma de huésped de honor bajo el brazo, esquivó las cámaras y subió raudo a su convoy de autos de vidrios polarizados, que partieron a toda velocidad por la peatonal de Perú. Un hombre con acento español alcanzó a gritarle “eres la vergüenza de España”, pero ya se había esfumado.

Nuevas memorias de marzo



Por Nicolás Casullo
Por encima de claros errores del Gobierno en no diferenciar los universos socieconómicos de los productores en el conflicto del campo, podemos plantear cinco aspectos que sobresalen en la presente crisis:

1
La actuación de lo massmediático audiovisual resultó una experiencia casi inédita de impudicia, obscenidad ideológica y violentación de toda “objetividad” en cuanto a política de la imagen y de los encuadres de parte de los canales y sus noticias. Un cóctel de distorsión, analfabetismo, prejuicio y racismo. La espontaneidad de la dupla “movilero-locutor” para explicar las cuestiones que nos asuelan resultó una suerte de catarata indetenible que hizo estallar todo sentido sobre lo que realmente está ocurriendo en la crisis, ante ojos y oídos de millones de personas. Los acercamientos de cámaras donde 100 parecen 10.000, los diálogos donde es peor la ideología del cronista que la del propio entrevistado fascistoide, la conversión de la Sociedad Rural y Coninagro en revuelta de una suerte de “campesinado” andino escapando del napalm, la falta de toda intención ordenadora de los significados que están en juego hacen del noticierismo porteño la “natural” y/o alentada derechización ideológica con que se baña cotidianamente nuestra sociedad mirando la pantalla.

2
El salvajismo concreto de un paro nacional en extremo autoritario, desabastecedor, amedrentador, inflacionario de parte del agro, a partir de una soberbia autoritaria de utilización de poderes, técnicas, de prepotencia de “dueños de la Tierra” y de elementos de contundente eficacia. El paro transformó a la inmensa mayoría de la sociedad argentina en rehén, en cautiva de un lockout básicamente orquestado por una industria multinacional altamente concentrada. Este es el significado biográfico y presente de la actual acción reactiva, muy por encima de “la rebelión de chacareros” sin duda afectados, con que se quiere reconvertir simbólicamente la totalidad de una confrontación histórica. Habría que retroceder a esta relación del peronismo con el mundo terrateniente en el período 1946-55, la creación del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) por parte de Perón para la intervención del Estado en el comercio exterior de las compañías exportadoras, transferir recursos al conjunto de la sociedad, monopolizar el manejo de las divisas y aplicar la paridad cambiaria. Luego del golpe de 1955, el ingeniero Alvaro Alsogaray tacharía de “inadmisible política comunista que retenía el 50 por ciento de las ganancias de la producción del campo”. Así como también en el gobierno peronista en 1973 un proyecto programático de impuesto a la renta potencial de la tierra que hubiese significado el principio de una real reforma agraria en el país. Esta es la historia política, económica que confronta nuevamente hoy en el país con una violencia inusitada, y donde los protagonistas se repiten: el peronismo y las privilegiadas rentas agrarias. Esta lectura de sentidos histórico-sociales es lo que se escamoteó en todo momento y resulta el acontecimiento obviado que deja en evidencia que “ni siquiera podemos hablar de nosotros argentinos, cuando hablamos de la Argentina”. A la vez que expone, como otras tantas veces, que cuando sectores patrimonialistas del país quedan afectados en su alta rentabilidad, la democracia pasa a ser para ellos un retórica ingenua “de otros”: un mundo de mediaciones prescindible. Se asiste entonces a una vieja biografía “campera” antipopular, de horizonte golpista, hoy expuesta como nunca en crudo en cuanto a los intereses hegemónicos que comandan la lógica última de la protesta. Desde este punto de vista el kirchnerismo recobró una extraña fuerza y sentido, medio extraviado en los últimos tiempos.

3
La emergencia de cacerolazos en la capital y sus consecuentes “resonancias” amplificadas. Protesta de neto talante político extrañamente “agrario”, detrás de un manifiesto “delarruaso 2001” (mito poderoso hoy de varios sectores porteños antidemocráticos). Un objetivo golpista para nada “espontáneo”. Preciada meta derrumbadora que se viene tartamudeando desde hace dos años, detectable por ejemplo con sólo repasar la cotidiana relación entre comentarios de lectores y públicos con medios de masas de derecha. Núcleos activos, con ideologías en este caso que muchos testigos ocasionales pudimos fehacientemente comprobar en estos días por Santa Fe y Callao, Belgrano, Recoleta y Plaza de Mayo, que ya no remiten a una melancolizada década menemista del uno a uno, sino que abrieron las puertas de par en par a planteos desembozados de añoranza procesista antiperonista (1976-83) en cuanto a valores, definiciones, odios, y permanente coro exigiendo “que renuncie ya”. Calificativos de una violenta barbarie contra el gobierno recientemente elegido en las urnas (“comunista”, “marxista”, “montonero”, el de “esa zurda ramera”, “el de la puta guerrillera”, “el de los asesinos de las fuerzas armadas”, el de esa “guacha subversiva”). Esto es, una “sana y familiar” experiencia piloto blanca y pudiente de anti-república y anti-instituciones, que hasta ahora no había tenido calle, en cuanto a cómo voltear al “demonio kirchnerista” que retiene el Ejecutivo, la mayoría legislativa y una Corte de Justicia que no responde a los propietarios del país. Algo, como dijo el domingo pasado Mariano Grondona en TV, “insoportable y que se tiene que acabar lo más pronto posible”. Esta violencia destituyente de la presidenta, a grito sostenido, hace vertebral referencia a la protesta de Recoleta a San Isidro.

4
Un desfasaje evidente entre las posiciones del gobierno de CFK, que apuntan a un reformismo capitalista de centroizquierda redistributivo de la renta (en una escena democrática bordeada de afectados y enemistades) y, paralelamente, un alto déficit gubernamental de políticas en el estratégico universo cultural/comunicacional. Esto es, ¿como se construye una política para apuestas democratizadoras fuertes? La dimensión de las explicaciones que tendrían que impregnar a un gobierno que se postula democrático popular se muestra, sin embargo, opacamente concentrada, por lo general, en tres figuras más el ministro de turno. El Gobierno carece de las prácticas de fuertes divulgaciones, de estrategias de alta difusión de docencia social y ciudadana que tanto tuvo el primer peronismo como gestador intelectual de una época popular, además de las decisivas mejoras económicas llevadas a cabo en aquella oportunidad. Se trata entonces de una construcción política que incorpore nuevos integrantes con voces propias desde sus campos de actuación, para un auténtico redespliegue en la cultura y en las realidades en juego y disputa. Sobre todo cuando se pretenden resentir engranajes dominantes a partir del presupuesto de que la política es conflicto en pugna. Alcanzar mundos de nuevas subjetividades sociales que necesitan ser ganados no sólo en el bolsillo, sino en el sentido común, en los imaginarios culturales. La actual crisis demostró que se precisa delegar mucha más capacidad de intervenciones desde distintos niveles de Gobierno, una pluralidad de enunciadores, un esfuerzo por dar letras y una plena donación de confianza. Una horizontalidad del protagonismo para cuadros políticos de gobierno y funcionarios en infinidad de dimensiones, en tanto batalla cultural en un mundo massmediatizado adverso, y re-simbolizador de la escena política. Este tejido político gubernamental, coherente y abierto, precisa ser proporcional a las decisiones en la cúpula.

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A nivel de experiencia histórica, el actual reformismo capitalista del peronismo es la experiencia democrática de confrontación social más evidente que vivió la Argentina desde 1955. También en cuanto al desagrado, incomodidad, recelo y oposición (aun haciendo buenos negocios) para un dominio histórico empresarial, religioso, militar y de sectores antipopulares, habida cuenta de que el radicalizado ’73 fue un proceso rápidamente abortado con la muerte de Perón y la violencia política.

En este orden de cosas resultan otra vez llamativas (pero no nuevas) las posiciones de las izquierdas. Hicieron todo lo humanamente posible y buscaron todas las argucias y contradicciones menores del conflicto agrario, para mantenerse en silencio, o estar del lado agroexportador, o desleer aspectos cruciales de la coyuntura, u oponerse al Gobierno sin el menor atisbo de apoyo crítico ni lectura de la contradicción principal (Mao dixit), o argumentar que “ni unos ni otros”, o que “todo es el mismo charco burgués”, o que es peor el kirchnerismo que la Sociedad Rural, o plantear ¿por qué no se hace en realidad la reforma agraria, eh?

Variables que resultan risueñas si no reflejasen que en la más dura confrontación entre reformismo con sus contradicciones versus trust multinacional agro-exportador con fuerte tufo capitalino procesista, esa izquierda marxista, piqueterista, nacional, estuvo ausente. O volvió a estar con el general Uriburu contra el yrigoyenismo como en 1930, con el conservadurismo en 1946, con el golpe en 1955 y fundamentalmente en las columnas agroganaderas en el 2008. A esto se agrega un nuevo progresismo liberal radical de derecha y una intelectualidad reconvertida hoy en republicana conservadora, que en el corazón de lo acontecido sólo encontró palabras para el discutible D’Elía como reencarnación, ánima o sombra de Facundo Quiroga ahí justo, pegadito a la Pirámide. Como dice un amigo: “En la Argentina, siempre, la cosa recién empieza”.

En el campo las espinas



Qué cambió con la convocatoria al diálogo y la oferta oficial del viernes. Cómo impacta entre las corporaciones agropecuarias. Los dilemas de la Federación Agraria. Carencias y deudas del Gobierno reveladas por la crisis. Perspectivas sobre piquetes de clase media y conflictos similares. Final abierto de un lockout con malos precedentes.


Por Mario Wainfeld
“Flor de lino se fue y hoy que el campo está en flor, ¡amalaya me falta su amor!”
Homero Expósito “Flor de lino”

El discurso de Cristina Kirchner del martes ratificó la racionalidad de su política económica (aprobada en las elecciones de octubre pasado) pero remachó dos errores del Gobierno en su conflicto con “el campo”. Uno fue no discernir entre los distintos sectores de productores, juntándolos en el reproche y en la protesta. El otro fue no enunciar la voluntad de negociar. La respuesta quizá fue imprevista en su magnitud pero no en su sentido: estaba cantado que si no se proponía otro modo de salida, la crispación aumentaría. Las adhesiones veloces, explicitadas en los cacerolazos, nimbaron al lockout de un apoyo social que podía imaginarse pero que no se había corporizado. Sin gestos conciliatorios, sin discernir en el variopinto frente agropecuario, la Presidenta facilitó que muchos de sus opositores se juntaran en su contra, algo que en política siempre conviene precaver.

El jueves, la mandataria se esmeró en enmendar ambos errores. De paso, suavizó sus modos expositivos que (haga lo que haga) nunca complacerán a sus antagonistas. Lo esencial, con todo, fueron sus palabras. La invitación al diálogo, el “por favor”, la “humildad”, una diferenciación entre los chacareros y los terratenientes. Hasta ahí, por esos y otros motivos que se señalan más abajo, el Gobierno había favorecido la táctica de los grandes propietarios que se escudaban detrás de los paisanos de Federación Agraria (FAA) que cortaban las rutas. La cobertura mediática, que disimula o niega la existencia de intereses y prioriza el melodrama, catalizaba ese portento. Aceptando la gramática televisiva, el cronista imagina un contradiscurso que sería partir la pantalla en dos y contrastar las historias de vida de Luciano Miguens o Mario Llambías versus la del “héroe Andy Warhol” de esta semana, Alfredo de Angelis, el Melli de Entre Ríos.

El viernes, en la larga reunión de la Casa Rosada, el Gobierno ofertó un abanico de medidas. Es provisorio, como suele acontecer en todo regateo, y se formuló en esbozo, pero su direccionalidad es un cambio cualitativo. Lo que se puso sobre la mesa, quizá por primera vez en la historia argentina, es un conjunto de políticas públicas que discriminen positivamente a favor de los pequeños y medianos productores y a los que moran en zonas marginales o alejadas de los grandes puertos.

La jugada le cambia el tablero a la FAA y le abre la chance de dejar de ser el mascarón de proa de sus “bestias negras”, los grandes terratenientes, los exportadores, los pools de siembra. La réplica inmediata de Sociedad Rural y, especialmente, de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) fue flagrantemente sincera: no se conmovieron por la tutela a los pequeños y medianos, sí salieron con los tapones de punta en defensa de sus intereses reales, tangibles, concentrados. En rigor, CRA ya había expresado en una arrogante solicitada publicada (el medio es el mensaje) en el diario La Nación, en la que en un lenguaje agresivo y desdeñoso le prescribía una cartilla al Gobierno, casi ignorando (ninguneando) su condición de tal.

Los reintegros compensatorios de retenciones a los pequeños propietarios, los subsidios diferenciales para fletes y la creación de una subsecretaría que atienda a los propietarios menos empinados son la clave de un acuerdo posible, sin retocar las retenciones móviles pero distribuyendo las cargas con mayor justicia. Alberto Fernández prometió esas medidas anteayer.

Este diario pudo saber, por vías informales, que la cúpula de la FAA está dispuesta a rubricar un pacto con esas cláusulas, pero que espera que el Gobierno la proponga con todas las letras. “Con promesas no podemos levantar los cortes.”

Eduardo Buzzi es un dirigente demasiado afecto a la verba altisonante y seguramente no adiestrado para una situación tan intrincada. Sus bases se han soliviantado, no está claro que las conduzca. A esta altura, tiene barajas para despegarse de las grandes centrales agropecuarias y mejorar su posición relativa, con políticas de Estado que pueden signar los años futuros. Un horizonte estratégico auspicioso, un avance institucional en una época de bonanza. Son estrechos, empero, sus márgenes tácticos, en parte por su propia sobreactuación. Ni comparación con la muñeca de los dueños de la tierra que tan bien vienen parasitando la imagen de los afiliados de la FAA.

Ciertos problemas de Buzzi derivan de su falta de experticia o de su falsa radicalidad, otros tienen raíces más profundas. Varias medidas en danza fueron prometidas por el Gobierno meses atrás y no se han implementado. La subsecretaría es uno de ellos.

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Sistema en crisis: Las anécdotas, los tropiezos de los protagonistas, errores de cálculo, imprevisiones quizá determinen cuándo estallan los problemas. Suele haber también determinantes estructurales, carencias preexistentes, nafta mal almacenada a la espera de una chispa. Lo que pasó en estas semanas de vértigo anticipa desafíos que tendrá el Gobierno. Subraya también carencias de funcionamiento del gabinete nacional y desnuda la excesiva simplicidad de políticas macro que fueron fértiles en la emergencia, que siguen marcando rumbos deseables pero que son insuficientes.

Otro déficit, que se hacía sentir ya cuando presidía Néstor Kirchner, es el escaso peso propio de demasiados funcionarios importantes. Pocos de ellos califican para ser interlocutores válidos de los sectores que trajinan. La consecuencia es una falta de instancias intermedias, de contactos que amortigüen los choques y nutran a la presidencia con información proveniente de la sociedad. Javier de Urquiza es un arquetipo de esta carencia. Suplió a Miguel Campos, tras intercambiar puñetes un par de veces con él, un aporte opinable a un área exigente. Su perfil ya es llamativo, un santacruceño en ramas de actividad que prosperan en otras provincias muy diferentes. Pero su déficit básico es una falta de eminencia no sólo como correa de transmisión sino aun como representante de la autoridad del Gobierno.

Sólo una ración de esa culpa debe recaer sobre el hombre, su caso se propaga por muchas partes. Sí le cabe bastante en la parsimonia para armar una subsecretaría, también demorada en el embudo de trabajo que recae sobre el jefe de Gabinete, uno de los pocos ministros con poder reflejo.

Ante esos señalamientos, la primera línea del oficialismo suele replicar que los ministros son auxiliares de la Presidenta y alertan contra los estereotípicos “hombres fuertes” de otros gobiernos como Domingo Cavallo. Por cierto, son precedentes funestos. Pero no se trata de empollar huevos de la serpiente sino de contar con auxiliares que alivien problemas, aporten saberes, filtren dificultades, engruesen la agenda, esas minucias. El kirchnerismo ni tendría que mirar afuera, podría observar su propio espejo. Daniel Filmus y Carlos Tomada no fueron challengers de sus presidentes, no robaron cámara pero sí lograron concertar con los actores sociales vinculados a sus carteras. Las leyes educativas, la relativa paz social con los gremios docentes, los miles de paritarias firmadas, el Consejo del Salario testimonian que las mesas de discusión sirven, que el contacto permanente lija aristas, mandatos de la política no siempre recordados.

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La profecía: Mucho de lo sucedido en estas semanas de vértigo es un anticipo de remakes futuras. La estabilidad y la certidumbre (que puede ser falsa pero es compartida) de que siguen los años de vacas gordas azuzan la puja distributiva.

Kirchner supo armar un liderazgo haciendo palanca con la emergencia. El futuro parecía negro, cuanto menos era poco predecible. La crisis estaba ahí nomás. Sus propios allegados describen con metáforas válidas la acción de Kirchner: capitán de tormentas, médico de campaña. Con destreza y decisión, Kirchner concentró el escaso poder existente y lo amplió. Muchos que no lo quisieron nunca se le colgaron de los faldones, consintieron que les amputara un brazo sin anestesia o les operara el apéndice sin cicatriz estética.

Ahora, muchos socios (forzados o no) se sienten más fuertes y reclaman sus estatutos, el poder que cedieron: los gobernadores, las corporaciones entre tantos.

Mucha conflictividad tiene en ciernes este gobierno, seguramente no brotada de los más humildes, que están mayormente de su lado. Una de ellas está transcurriendo.

El crecimiento del Estado fue funcional a muchos jugadores, como los propietarios del agro que licuaron sus deudas y mejoraron su competitividad en un abrir y cerrar de ojos merced a una devaluación (en ese aspecto) exitosa. Ahora van por más, en especial por disminuir su aporte al patrimonio común. “El campo” es uno de los sectores más cerriles en ese aspecto, no es para nada el único. El Gobierno debería poner barbas en remojo. Las corporaciones no riñen por las retenciones móviles a la soja sino por cómo se apropia una renta extraordinaria en los años por venir. Esas peleas son brutales y producen alineamientos ideológicos y de clase.

Una historia que continuará en otros frentes, que el Gobierno debería afrontar con alianzas más amplias. Procurar ampliar la base de sustentación es bolilla uno de la gobernabilidad, no siempre bien internalizada.

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Medias y medios: La impericia kirchnerista para interpelar a sectores medios urbanos hizo llaga en estos días. Muchos Juanes o Juanas sin tierras golpearon las cacerolas avalando una propuesta impositiva que los pondría en apuros y propiciando un desabastecimiento que los embromaría. Hubo, claro, gente bien, señoras gordas (algunas de género masculino) irrescatables. Pero también se plegaron personas más volátiles que el oficialismo no sabe (a veces parece que ni quiere) seducir, apaciguar o neutralizar. Una sociedad civil tan vasta como la Argentina no se deja encasillar en dos bloques, menos en tiempos de despliegue económico. Obrar como si así fuera es una falencia del oficialismo que calca en eso al primer peronismo, suscitando lucidos reproches de Arturo Jauretche en sus textos canónicos, anche en el famoso Medio Pelo.

Claro que. si de eso hablamos, no podemos soslayar la estulticia, la “falsa conciencia” de argentinos de clase media, mimetizados en la intolerancia y el racismo proverbiales de su oligarquía. La expresión “negro de mierda” se escuchó decenas de veces en boca de “la gente”, sin que tanto movilero proclive al editorial respecto de Luis D’Elía abriera la boca o siquiera lo señalara.

Las alusiones machistas y descalificadoras sobre la Presidenta fueron consentidas y (bien miradas) estimuladas por quienes se hacen cruces por las instituciones. El voto, se ve, no es una de ellas para la narrativa imperante. La CGT tampoco. Muchos comunicadores apologistas de las entidades del campo se preguntan, por ejemplo, qué hace Hugo Moyano en actos públicos. Una respuesta posible, ajena al imaginario mediático dominante, es que se trata del titular de una gran corporación, que representa a mucha más (ejem) “gente” que las agropecuarias. Y a gente más necesitada. No es una respuesta que esté de moda.

Hubo comunicadores que repitieron una augusta frase del filósofo Mauricio Macri: la sociedad se conforma con “gente” (eventualmente “ciudadanos”) y piqueteros.

Por ahí no hay con qué darle a ese tramado cultural. Por ahí las herramientas democráticas (el diálogo, la difusión de las ideas, espadachines mediáticos más sofisticados que Luis Samid) sirven para atenuarlo un poco. En caso de duda, lo aconsejable es dar rienda suelta a la voluntad.

Otro brochazo cultural, intuitivo. Como cuando alboreó Juan Carlos Blumberg, la ofensiva de clases medias enardecidas y medios se produjo horas después del Día de la Memoria.

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Piquetes presentables: Ya que de Blumberg hablamos, otro dato confirmado es la apropiación de la herramienta del piquete por grupos de clase media o alta. Juan Carlos Blumberg, los asambleístas entrerrianos, los familiares de víctimas de Cromañón, los vecinos de Caballito, ahora los productores agropecuarios saben sacar buena tajada de un método que, antaño, han hecho cola para repudiar.

El tratamiento mediático fomenta ese hábito, endiosando a ciertos piqueteros tras haber lapidado a otros menos vistosos durante años. Las coberturas usualmente esconden la lesividad de las acciones, un tópico nada menor. Recién ayer los canales de noticias empezaron a mostrar imágenes de las toneladas de comida que se echaron a perder y se sustrajeron al consumo ciudadano. Nadie les pregunta a quienes cortan ruta y suministros cuánto ganan por mes aunque se los sondea una y otra vez sobre si tienen “bronca”. La “bronca” de “la gente” es tenida como plena prueba de la solidez de sus derechos.

Ese relato naïf, obviamente ideológico, apuntala una previsión. La técnica del piquete, capturada por sectores medios-altos, seguramente perdurará en los próximos años, máxime si la tele la premia e incentiva. Una forma de aminorar la anemia de la oposición política a la hora de movilizar o de sumar votos.

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Final abierto: El Gobierno llegó, vía un camino ripioso y zigzagueante, a lo que pudo ser el punto de partida: abrir la negociación, reconocer las asimetrías y tratar de compensarlas. El discurso del jueves y la oferta del viernes le devolvieron la iniciativa y lo situaron en mejor posición que sus contradictores. El Gobierno dialoga, ofrece soluciones. La democracia, al fin y al cabo, es un sistema de negociación permanente en la que la apelación al número y al poder es el último recurso, siendo disfuncional que sea el único. Un sistema de negociación que envuelve a todos y no sólo a los que comulgan entre sí.

La propuesta tiende también a redefinir las alianzas y antagonismos entre las entidades agropecuarias y el oficialismo. El cronista cree cada vez menos en la precisión del concepto “campo popular” pero sí nota cada vez más la abundancia de desencuentros indeseables entre quienes deberían ser aliados en la arena democrática.

La autocrítica puesta en acto por Cristina fuerza a mirar del otro lado a corporaciones que se han arrogado el rol de suplir al voto popular, dejar sin efecto el contrato electoral de la flamante Presidenta y obrar una medida de acción directa desmesurada. El desabastecimiento es una agresión tremenda a la sociedad, muy desproporcionada al derecho que se invoca. La historia de la región cuenta con dos ejemplos célebres de lockouts patronales con desabastecimiento, como parte de la escalada golpista contra Salvador Allende e Isabel Perón. La frágil memoria del cronista no computa ningún lockout así que no haya sido golpista, aunque acepta que lectores avezados le subrayen alguno.

La pelota está del otro lado de la red. Y la oferta que (más allá de detalles sujetos aún a tira y afloje) se orienta en el mejor sentido pone en crisis a un colectivo en el que todos los grandes avanzaron demasiado invocando los derechos de los pequeños.

Un golpe sin militares



La situación creada por ciertos sectores del campo debe servir para reflexionar acerca de sus causas y consecuencias posibles. Al campo le va bien, el país está mucho mejor que hace cinco años, la coyuntura internacional nos favorece, entonces ¿por qué hay un clima encendido y peligroso? Los ruralistas ricos dicen que los piquetes son espontáneos y provienen de los chacareros chicos y en muchos casos rebasan a sus dirigentes de la FAA. Los dirigentes de la FAA encabezan muchos piquetes, con arengas que superan en hostilidad a las más duras de quienes en Buenos Aires paran los subtes o algún hospital. Se arrogan el derecho de impedir el tránsito de camiones con productos imprescindibles para la canasta familiar, con lo cual atizan el desabastecimiento y el obvio encarecimiento de lo poco que queda en las góndolas. Los políticos opositores –Macri, Carrió, entre otros– suman bronca a la bronca y alientan los cacerolazos urbanos, a los que se pretende mostrar como espontáneos. Se cuestiona el derecho de quienes defienden al Gobierno y se los trata como siempre, es decir “son violentos”. ¿Adónde conduce esta situación? Se dice que como los militares ya están fuera de juego, no hay peligro de golpes de Estado. Aquí creo que se comete el mayor error, por parte de la gente y los pocos medios honestos. Si las consignas porteñas son “que se vaya Cristina”, se trata de intento o deseo de golpe. Si los chacareros y sus dirigentes dicen como escuché decir a De Angelis, “que si viene la Gendarmería a hacer circular los camiones con productos alimenticios, que vengan con las ambulancias...”, ¿qué es eso? Los golpes siempre tuvieron base en descontentos justificados o fabricados, y que el protagonista ritual no esté en carrera –los militares– en absoluto les quita el carácter golpista a ciertas acciones y discursos. Ver lo que pasa en Bolivia, Venezuela, Ecuador, donde los ricos se levantan para enfrentar a sus gobiernos, con apoyo de medios y en algún caso con el de Bush, evidencia que aun sin los militares se puede desestabilizar a un gobierno. Mi modesta opinión, aunque se vea como loca, es que como no se vislumbran formas electorales de vencer a este gobierno, se está recurriendo a un desgaste que por más errores en algún eventual porcentaje en las retenciones, nunca justifica encender el país, que no es del campo ni de la clase cheta, sino de casi 40 millones de habitantes.


Rafael Szir






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No les creo a los llorones

Mi mujer heredó una pequeña chacra de 17 hectáreas en Villa Cañás, Santa Fe. Cuando su fallecido padre envejeció, la arrendaba a un vecino, modalidad que se mantiene ahora. En el 2001, con el 1 a 1 y sin retenciones, la chacra le daba una renta anual de alrededor de 3000 pesos, una vez descontados los impuestos inmobiliarios. Hoy, con las necesarias retenciones, esa renta es de 15.000 pesos. Por supuesto que no vivimos de esto, es simplemente un ingreso extra, que nos sirve para medir cómo evolucionaron los ingresos del sector agrario, y tener una idea de los ingresos de los “pequeños productores” que tienen más de 50 hectáreas. No les creo nada a los llorones que dicen que con las retenciones se van a la quiebra. ¿Qué sector multiplicó por cinco sus ingresos en pesos desde el 2001? Si los ingresos fiscales por las retenciones son mal aplicados, eso es harina de otro costal. No voté a los Kirchner, y nunca voté a un candidato del justicialismo, pero lo que más bronca me da es el egoísmo sectorial que reina en este país. Cada cual chilla de acuerdo con dónde le apriete el zapato, y nadie tiene una visión del país en su conjunto. Por eso estamos como estamos. En ese egoísmo incluyo a la mayoría de los políticos.


Diego Linares






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Violencia de la Sociedad Rural

Estuve en Chile antes del golpe de Estado, recuerdo los supermercados vacíos, porque no dejaban llegar las mercaderías los que después llenaron al país de sangre. Veo escenas en televisión y las diferencias con que se trata a unos y a otros grupos. De acuerdo con quiénes son los que manifiestan o hacen piquetes. La violencia no se les asigna a los de piel más clara. Es violento cortar tantos lugares del país al mismo tiempo, no dejar llegar las mercaderías o encarecerlas. Es violento dejar sin comida a la gente. Lo hacen los que ganan sumas fabulosas y están ávidos de más y más. Mañana alguien con un sueldo corto no podrá comprar lo que aumentó, pero eso para muchos medios y muchos opositores no es violencia, el hambre para ellos no es violencia. También sabemos que no sólo ésa es la que pueden usar. Siempre usaron la violencia contra los gobiernos elegidos. Es un momento para hacerles frente. No tema, señora Carrió, los violentos son los que desde el poder económico y los medios avasallan todo.


Cristina Villanueva

Primero lo primero

Otro día agitado por el conflicto agrario

Por Eduardo Aliverti

El hecho concreto que sacude al país no deja espacio para medias tintas. Se está con o se está contra el lockout del “campo”. Y esto está dicho esencialmente, aunque no sólo, desde dentro del ejercicio periodístico y respecto de la cobertura de lo que sucede. Se escuchan posicionamientos ambiguos, siendo suaves, que terminan armando una ensalada indigerible entre que “lo importante es sentarse a dialogar”, que “las dos partes tienen su cuota de razón”, que “hay que bajar los decibeles”, que “la dirigencia agropecuaria fue desbordada por las bases”, que “es una locura la soberbia gubernamental y las acciones patoteriles de D’Elía y los camioneros”. Esos ensaladeros son básicamente los pusilánimes, los mediocres, los que carecen de formación intelectual o ideológica sólida, los que no saben qué opinar y menos que menos, ni aun por intuición, de qué lado ponerse. Pero no son subjetivamente tramposos. No les da la cabeza, simplemente, o, en el “mejor” de los casos, carecen de poder mediático para decir lo que en verdad piensan o sienten. Hay, en cambio, una fauna periodística con dos nutrientes: una está presa de que su negocio es el denuncismo antikirchnerista a rabiar, porque su target son los sectores culturalmente molestos de las clases medias urbanas; la otra, derecho viejo, está ligada a los intereses ideológicos y comerciales de sus multimedios, que le hacen el coro al “campo” con la amplificación desnuda, vacía, espectacularista, del tilingaje cacerolero y de las lágrimas de cocodrilo de gente que se cree la dueña del país. Una parte entre significativa y sustancial de la facturación de los grandes medios proviene de los emporios agropecuarios, de modo que a otro perro con el hueso de la independencia periodística en el tratamiento del lockout del “campo”. No mientan más. Basta de disfrazarse. El hecho concreto es que este paro salvaje generó un desabastecimiento cuyas víctimas, por vía inflacionaria, son los sectores más desprotegidos de la población. El hecho concreto es que los mismísimos protagonistas del paro reconocen que lo que está en juego no es perder plata, sino dejar de ganar alguna. El hecho concreto es que salieron a disputar el espacio público en defensa de sus intereses, a costa de joderle la vida a la mayoría de la sociedad porque esto no es un corte de calles en el centro porteño que perjudica la llegada puntual al trabajo. ¿Están a favor o en contra del hecho concreto? Díganlo de frente. Todo lo demás es anecdótico mientras no haya esa toma de posición definida frente a un episodio de esta magnitud.

El segundo aspecto, paradójicamente, es que todo eso que se transforma en anécdota por obra de idiotas útiles y cómplices viene a ser nada menos que el núcleo de lo que debería discutirse. En el turno gubernamental, la situación deja claro que (como en la gran mayoría de las áreas estratégicas) en el desarrollo agrícola-ganadero se carece de un proyecto de mediano y largo plazo que no sea explotar de soja, continuar aprovechando la demanda internacional de materias primas, recaudar con las retenciones y sentarse a tomar mate viendo cómo crecen las reservas del Banco Central. Por fuera de eso –y no solo como responsabilidad del Gobierno, que la tiene en primer grado, sino del conjunto de los actores sociales– no hay debate ni señalamientos alternativos que le importen mayormente a nadie. Quiénes son los principales beneficiarios de esta danza de agronegocios; qué será de la tierra con este esquema de virtual monocultivo, con crecientes riesgos de contaminación de todo tipo; cómo es posible que el 85 por ciento de la producción, en un territorio de cadena agraria, sea llevado por el más caro de todos los medios de transporte, que es el camión, mientras la recomposición de la red ferroviaria destaca como su estrella el montaje de un tren bala; cómo se explica que en este granero del mundo que puede darle de comer a 300 millones de personas haya un tercio de la población pobre e indigente; con qué se traga que más del 90 por ciento de los agentes del campo sean productores pequeños y medianos, y trabajadores rurales, pero casi la totalidad de la superficie en cultivo esté en manos de un puñado de terratenientes... El Gobierno viene eludiendo ese debate, al igual que los grandes medios de comunicación aliados a los fiesteros agroexportadores. Y un buen día, oh sorpresa, resulta que los fiesteros quieren más todavía y paran el país –no hacia dentro de sus cotos, donde siguen cosechando– ayudados por la bronca de los más débiles de la cadena, que les sirven de mano de obra piquetera. El contexto de muñeca política, nula o escasa, que tuvo el oficialismo para manejar el escenario es de segundo, tercer o último orden. El tono soberbio de Cristina, D’Elía corriendo de la plaza a los que de todas maneras se iban a ir apenas llovieran dos gotas, el uso de las huestes de Moyano como fuerza de choque, estructuralmente son pelotudeces. El partido no se juega ahí más que como sección secundaria. Se juega en cómo se reparte la torta y para qué.

Sin embargo, que el Gobierno se apropie de una parte de las rentas descomunales del “campo” no puede ser puesto en duda como derecho del Estado, en tanto lo estatal es concebido como regulador de los desequilibrios sociales. Es atrozmente cínico sostener que uno se deja meter la mano en el bolsillo por el fisco sólo si ve que eso es devuelto en el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad. ¿Desde cuándo les importa a estos tipos que las rentas del Estado vuelvan al pueblo en salud, educación, vivienda, servicios públicos? La discusión primaria no puede basarse en si es justificable la atribución del Estado para tomar porciones de lo que produce la economía. Para qué se usa esa retención es un debate que viene después, y que los fiesteros pretenden poner antes. Propiciadores, mandantes y socios de cada dictadura que asoló al país, la única novedad de esta oligarquía, a la que hoy quedaron pegados sectores dirigentes del agro con propuestas históricamente progresistas, es que el gran capitalista agrario tradicional cedió terreno frente a un conjunto limitadísimo de transnacionales y grupos locales, introductores de la valorización financiera de la tierra a través de sus fondos de inversión. Concentración extranjerizada, pero en el fondo semántico, como categoría política, los mismos intereses de la derecha oligárquica de toda la vida.

¿A favor o en contra de su lockout? Para empezar a entenderse desde un lugar tan concreto como la medida que lanzaron. El resto lo discutimos después.

Entre el paquete y el desalojo



Las medidas para los pequeños productores se terminaron de definir ayer, entre la Presidenta y sus ministros. Si no hay acuerdo con los ruralistas, el Gobierno estudia enviar a la Gendarmería a los piquetes para evitar el desabastecimiento.

Otro día agitado por el conflicto agrario

Por Daniel Miguez
La decisión del Gobierno de anunciar hoy mismo medidas concretas para beneficiar a los pequeños productores se terminó de definir ayer en la quinta de Olivos. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner estuvo el sábado y el domingo casi en sesión permanente con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y en ronda de consultas con ministros y secretarios de Estado.

En Olivos ayer también se evaluaban los pasos a seguir si no se lograba acercar posiciones con los productores rurales. La idea que predominaba para ese supuesto era la de endurecer las medidas para evitar el desabastecimiento, lo que incluye el desalojo de los piquetes por parte de Gendarmería. Es más, si los ruralistas hacen un corte total desde hoy, quizá la propia Presidenta pueda ser la que realice los anuncios de los beneficios a los pequeños productores y, en el mismo acto, dar a conocer la orden de despejar las rutas.

La idea original era –y por ahora sigue siendo– que las medidas para los pequeños productores las dé a conocer el ministro de Economía, Martín Lousteau, a las 18, en un acto en el salón Sur de la Casa Rosada. Después se planeaba que hablara CFK.

La Presidenta espera que los anuncios sirvan, de mínima, para aflojar la tensión, especialmente con la Federación Agraria, que es la que representa a los pequeños productores, quienes, a su vez, son los que mantienen con más fuerza los piquetes en las rutas. Esos cortes bloquean el tránsito de camiones que llevan carne y granos, y ya están generando escasez de varios productos y subas de precios.

Pero nada indica que lo que vaya a anunciar Cristina Fernández alcance para que las cuatro cámaras empresarias involucradas abandonen su intransigencia. Según se vio y escuchó en las últimas horas, lo que piden es que se suspenda el aumento de retenciones por 90 días. Así lo manifestaron ayer en forma coincidente dos directivos de entidades casi antagónicas hasta hace no mucho: el titular de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, y el vicepresidente de la Federación Agraria, Pablo Orsolini. El detalle, que no se devela en ese reclamo, es que en 90 días los productores ya tendrán cosechada y vendida la soja y el Estado no podrá recaudar lo que tenía previsto con las retenciones móviles, atadas al precio internacional de esa oleaginosa.

Al Gobierno le preocupan los niveles a donde están llegando el enfrentamiento. Un síntoma de esa preocupación es la decisión de la Presidenta de no realizar este miércoles un viaje a Londres, previsto para participar de la Cumbre de Líderes Progresistas, a la que había sido invitada por el primer ministro británico, Gordon Brown.

Nunca es una buena señal para el exterior que un jefe de Estado suspenda una visita por un conflicto interno. Pero como no se trataba de un viaje estrictamente oficial (Brown invitó a CFK en su carácter de titular del Partido Laborista y no de premier británico), la Presidenta prefirió quedarse para buscar una salida a un callejón que cada día parece más angosto. En cambio, aún sigue en agenda un almuerzo con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, el lunes que viene en París. Esa sí que fue una invitación oficial del gobierno de Francia y la Presidenta haría lo imposible por no desairarlo.

La decisión de no viajar a Londres se tomó el sábado, en medio del estupor con que reaccionó el Gobierno al saber que las cámaras agropecuarias decidieron seguir con el lockout, del cual hoy se cumplen 18 días. En Olivos consideran que los ruralistas están llevando al país a una situación de confrontación, enojados porque las retenciones móviles a la exportación de soja les achicará el aumento de rentabilidad que esperaban. El Gobierno decía estar sorprendido, sobre todo, después de la reunión del viernes pasado, cuando Alberto Fernández, a lo largo de una reunión de cinco horas, les ofreció garantizarles a los ruralistas la rentabilidad a los pequeños y medianos productores con otras alternativas que no fueran la suspensión de las retenciones.

Desde el Ejecutivo, el único que se manifestó ayer fue el ministro del Interior, Florencio Randazzo. Lamentó que “a pocas horas de iniciado el diálogo entre el Gobierno y los dirigentes del sector agropecuario se resuelva volver a cortar las rutas, medida que lo único que logra es que falten productos básicos para nuestros niños y ancianos”.

Respecto de la reunión fijada para hoy para seguir el diálogo iniciado el viernes en la Casa Rosada, es razonable dudar de que se concrete. En todo caso, habrá que ver el efecto que producen en la Federación Agraria los anuncios de esta tarde. Es que, como pareciera traslucirse en algunas declaraciones, el planteo de los ruralistas excede el mero reclamo de mayores ganancias, para esbozar una pulseada más amplia. Y, en una pulseada política, el vencedor le dobla el brazo al vencido. La pregunta que se repite es: ¿cómo llegar a una solución sin que nadie se sienta vencedor ni vencido? El Gobierno, más allá de las cuestiones estrictamente económicas, no quiere dar la imagen de que cedió ante los ruralistas en contra de los intereses generales de los argentinos. Y los ruralistas no quieren ser vistos por sus representados como dando marcha atrás, básicamente los de la Federación Agraria, que argumentan ser rebasados por sus bases, con el temor implícito de terminar perdiendo el poder en su organización.

Acero inoxidable


Por Horacio Verbitsky

En su Carta Abierta a la Junta Militar, Rodolfo J. Walsh caracterizó “la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz” con una frase del presidente de la Sociedad Rural, Celedonio Pereda: “Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos”. También la coherencia es un bien distribuido en forma desigual y concentrado en la cúpula.

El precio de los alimentos sigue siendo un tema central, que ninguna de las cámaras patronales mencionó durante su lockout, ya que sólo parecen motivadas por su interés sectorial, sobre el que se montan los pequeños grupos interesados en acabar con el gobierno que impulsó el castigo a los responsables de aquella dictadura y que fijó la redistribución del ingreso como una meta central.

Reeditar la pueblada de diciembre de 2001 es una fantasía inviable. El gobierno de la Alianza se deshacía solo, luego de la renuncia del vicepresidente que denunció el intento de sobornar senadores para legalizar la precarización del empleo y de una catástrofe electoral. Padecía una sostenida fuga de capitales en medio de una profunda recesión. La desindustrialización destruía puestos de trabajo y el presidente Fernando De la Rúa no tenía mejor idea que reducir los ingresos de los jubilados.

El corralito impactó a los sectores más prósperos y a los más desprotegidos, que perdieron sus changas porque los otros no tenían efectivo para pagarles. Ante la reacción general, De la Rúa sólo atinó a dictar el estado de sitio y ordenar la represión, que costó más de 30 muertos en todo el país. Recién renunció cuando la mayoría justicialista en ambas cámaras anunció que le iniciaría el procedimiento de juicio político. Cristina acaba de ser electa, con una votación que duplica la de Kirchner en 2003 y la de la segunda fuerza ahora, tiene mayoría en ambas cámaras y más de la mitad de la población aprueba su desempeño.

La situación económica tiene una consistencia sin precedentes, luego de cinco años de crecimiento superior al 8 por ciento anual y de reducción del desempleo, que cayó del 24 al 7,5 por ciento. El gobierno conserva reflejos e iniciativa política. Con la fuerza que De la Rúa no tenía, permitió los bloqueos rurales sin represión, y por medios políticos forzó su levantamiento para dialogar, aunque el desacuerdo en la primera reunión evoca los fantasmas de Santa Cruz, donde un conflicto de fácil resolución se extendió por meses, con un alto costo político.

La cantidad de personas movilizadas en la Capital fue exigua y se redujo a los barrios más acomodados. La trompada de Luis D’Elía a un activista de Gualeguaychú, que lo siguió durante cien metros insultándolo, y el forcejeo en la ruta entre camioneros y piqueteros es lo más desagradable que ocurrió en estas dos semanas. Estos recursos dicen bastante sobre las deficiencias de la construcción política oficial. Pero demonizar a D’Elía y a los camioneros comparándolos con López Rega y la Triple A y creer que la ciudadanía se evidencia en el color de la piel o la calidad del vestuario son demasías autodescalificatorias.

“La legitimidad segmentada”

Sin embargo los episodios de las últimas dos semanas constituyeron una complicación política para el gobierno y una victoria de Elisa Carrió. La virulencia de los chacareros jóvenes, que prendieron fuego a una cosechadora de Carlos Reutemann en Santa Fe, es un dato que no se debe ignorar, porque ha abierto espacio a la reaparición de algunos muertos vivos, como el Choclo Augusto Alasino, que con boina de productor participó en un escrache al intendente de Concordia, o Héctor Maya, candidato a vicepresidente de Rodríguez Saá, que salió cuarto en las elecciones de Entre Ríos y ahora alienta el corte junto con el energúmeno de Gualeguaychú, Alfredo De Angelis.

Desde que cerró el escrutinio, Carrió se propuso desmerecer el resultado y minar al nuevo gobierno por su presunta “legitimidad segmentada”: se le opondría el 70 por ciento de las clases medias de los centros urbanos, la gente como uno. Para la jefa de la Coalición Cívica Libertadora los electores de la presidente no son libres porque están “dominados por el clientelismo y la miseria” y anunció que acudiría a su rescate al frente de las clases medias y altas. Desde entonces ha trabajado para volver operativo ese esquema clasista.

Esto se hizo evidente en la exhibición de relucientes cacerolas de acero inoxidable, sofisticados woks y sartenes de teflón sin rayar. Carrió unió algunos casos de corrupción dentro del gobierno con el incremento de las retenciones y formuló este ingenioso sofisma: “Lo que le roban al campo va a parar a los negocios de Kirchner y De Vido”, una falacia a medida del paladar de las clases medias, en las que el sentimiento gorila sigue idéntico a sí mismo, pese a la mutación del peronismo en una mera cáscara electoral. Desde 2002, cuando su principal asesor económico era Rubén Lo Vuolo, Carrió se pronunció en favor de “retenciones móviles y muy elevadas y diferenciando entre distintas producciones”, base de su propuesta de redistribución del ingreso. Pero cuando creó la CCL para ampliar su espacio hacia la derecha, sus asesores pasaron a ser Adolfo de Prat Gay, a quien Kirchner no le renovó el mandato en el Banco Central porque proponía una política de ajuste, y el dirigente de la asociación católica de empresarios Santiago del Sel, que le acercó el cardenal Jorge Bergoglio.

Ahora descubrió que las retenciones que antes propugnaba son confiscatorias y pide “dejar en paz al campo”, es decir “no entrometerse en los mercados”. Cuando Carrió presentó a Prat Gay como su eventual ministro de Economía, Lo Vuolo discutió con ella en forma durísima por el tema de las retenciones, y se alejó en silencio.

Otro triunfador político es la Sociedad Rural, que ha conseguido arrastrar detrás de sus posiciones a la Federación Agraria, cuyo liderazgo oscila entre el Grito de Alcorta (contra los grandes terratenientes) y el cacerolazo de la Avenida Alcorta. Los chacareros le pusieron rostro humano a la extorsión de los grandes capitalistas agropecuarios. El enconado Eduardo Buzzi permitió que Luciano Miguens pareciera un hombre sereno y razonable.

Buzzi había dicho que contaba con el apoyo de Víctor De Gennaro y Hugo Yasky, pero la mesa nacional de la CTA, que ambos integran, lo desmintió en forma implícita al respaldar las retenciones, como mecanismo redistributivo ante “las extraordinarias ganancias de los sectores concentrados” y rechazó el “intento de desestabilización institucional”.

Esto es evidente en algunos de los aliados de Buzzi, como la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa. La CTA también pidió un tratamiento diferenciado en las retenciones para la Federación Agraria, las cooperativas y el Movimiento Campesino santiagueño.



El plan

El gobierno tiene una elaborada serie de medidas para diferenciar entre los grandes y pequeños productores, entre los sojeros y aquellos que producen trigo, maíz, carne y leche, y otras menos definidas para satisfacer al conjunto de la producción y a las provincias. Son las que CFK se proponía incluir en la mesa sectorial de agroindustrias y alimentos para el acuerdo social que postuló durante su campaña y que por errores técnicos y políticos en vez de diálogo dieron lugar a la confrontación, emblocando tanto en la Capital como en el interior a sectores que tienen intereses distintos y hasta opuestos.

En todos los casos, esas medidas tienden a estimular inversiones que incrementen la producción de esos alimentos y capitalizar la oportunidad que ofrecen las condiciones excepcionales del mercado internacional. Cuando aún era candidata, CFK explicó que le gustaría vivir en un país en el que la industria subsidiara al agro, como ocurre en Estados Unidos o en Europa. Pero, añadió, “la historia no la inventé yo”.

Esta es una síntesis del plan, orientado a reducir la dependencia de la soja y abrir espacio para otras producciones menos rentables pero de mayor utilidad social y generación de empleo:

1 Reintegros a los pequeños productores. Las retenciones se cobran a los exportadores, lo cual impide discernir la dimensión del productor que aportó cada partida. La solución es el pago de reintegros a los pequeños productores o a los más lejanos de los puertos de embarque, como ya se hace en el caso de la leche, sobre la declaración jurada de ganancias de cada productor. Es de 7 centavos por litro para los tamberos que entregan hasta 3000 litros de leche por día, de 3 centavos entre 3000 y 4500 litros y de 1 centavo por encima de los 4500.

En el caso de los granos el reintegro sería de 5 puntos porcentuales. El carácter móvil de las retenciones, hacia arriba pero también a la baja, determinó que el descenso en el precio de la soja posterior al anuncio del 11 de marzo disminuyera las retenciones del 44 al 40 por ciento. Con el reintegro del 5 por ciento, para los pequeños agricultores volvería a los 35 puntos de noviembre. Pero el viernes, cuando el gobierno hizo esa propuesta, la Federación Agraria se empecinó en exigir la suspensión para todos de las retenciones móviles.

2 Nueva baja en el precio de los fertilizantes. En la primera semana del paro, el gobierno anunció un acuerdo con los productores de fertilizantes para disminuir su precio en un 20 por ciento. Además contempla un subsidio adicional del 17,5 por ciento. Los productores más pequeños o los de zonas marginales recibirían así un estímulo a la fertilización.

3 Subsidio a los lácteos de consumo popular. Hasta ahora el tambero subsidió a las usinas elaboradoras y a los consumidores de alto poder adquisitivo. El precio de corte fijado para la leche en polvo (2270 dólares por tonelada), por encima del cual el fisco se apodera de la diferencia con el precio internacional, determina el que percibe el tambero por cada litro de leche fluida que entrega.

La propuesta oficial es elevar ese precio de corte, de modo de que el tambero pueda recibir 90 centavos por litro, en vez de los actuales 83, y subsidiar sólo los cinco productos elaborados de mayor consumo popular: leche en sachet y larga vida, queso cuartirolo, yogur y manteca. Así dejaría de auxiliarse a las plantas elaboradoras y al consumo sofisticado de productos como la carísima mozzarella de búfala que produce el ex presidente del Banco Central Javier González Fraga. La mejora del precio al tambero estimularía la inversión y los incrementos de producción.

4 El cuarteo de la media res. Ni Adrián Paenza podría explicar por qué se llama cuarteo de la media res a su trozado en tres partes. Esto permitiría diferenciar la comercialización de los cortes populares, que se destinarían al mercado interno a precios diferenciados de los internacionales, y los finos, que podrían exportarse sin restricciones. La consiguiente mejora de rentabilidad, con la simultánea reducción de la sojera por el impacto de las retenciones, estimularía que los grandes productores, que combinan soja y ganadería, cría e invernada, incrementaran la producción de carnes, revirtiendo el proceso de las últimas décadas.

5 Mejora de los trabajadores rurales. El lockout puso en evidencia que los trabajadores rurales están entre los peor pagos del país, con un porcentaje de informalidad muy superior al del resto de la economía. El acto en el campo de juego de Deportivo Español, en el que CFK dijo haber sentido mucha adrenalina, se realizó con un impresionante cartel verde detrás del palco que decía “Moyano conducción”.

A sus lados lucían dos círculos blancos, de la CGT, que conduce Moyano, y de las 62 Organizaciones, cuyo secretario general es también el de los peones rurales, Gerónimo Venegas. Inspirador de los amenazantes carteles que decían “No jodan con Perón” el Momo Venegas postuló que Néstor Kirchner debía presidir el PJ, donde cree más factible entornarlo que con los proyectos alternativos de la transversalidad y la Concertación plural. Estos antecedentes son importantes para comprender el rol que jugó en estas semanas, alineado con los patrones que emplean a sus afiliados.

El oxígeno fiscal que el gobierno obtiene por las retenciones también permitiría mejorar las asignaciones a los peones de campo, previo blanqueo controlado por el ministerio de Trabajo. ¿Qué argumento de la ortodoxia peronista podría esgrimir Venegas para oponerse a esta medida, en la línea del Estatuto del Peón del primer peronismo?

6 Recuperación del Belgrano cargas. Una parte de los ingresos fiscales por las retenciones se destinaría a recuperar el deteriorado ferrocarril Belgrano de cargas. Junto con una mayor inversión en infraestructura vial bajaría los costos de los productores más lejanos, aquellos que no tienen tren, ni puerto ni traders propias. Esto también interesa a las provincias y el gobierno estaría dispuesto a firmar con los gobernadores y las entidades patronales un compromiso escrito de asignación específica de determinados montos o porcentajes.

En la reunión del viernes, las cámaras patronales reclamaban que se volviera atrás con las retenciones móviles para esta cosecha. Recién aceptaron discutir las propuestas oficiales luego del cuarto intermedio en el que CFK les ratificó a sus ministros que las retenciones eran intocables. Los empresarios no creen en el mecanismo de descuento en el impuesto a las ganancias y reclaman el subsidio directo al fertilizante y a los fletes de los productores del NOA y el NEA.

Se concrete o no la segunda reunión mañana, el martes se realizará una concentración en Plaza de Mayo, en respaldo del gobierno, ya no por pequeños grupos de activistas. En caso de reanudación de los cortes, el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, estudia operativos para abrir las rutas en puntos estratégicos, con gran concentración de efectivos desarmados. La orden de no reprimir sigue vigente.

Más allá del rol que cada uno juega, una buena pregunta es por qué el gobierno no convocó a las entidades a discutir este plan antes de efectuar los anuncios. Desde el Ministerio de Economía afirman que el sigilo era imprescindible para evitar que los exportadores registraran operaciones inexistentes con el nivel anterior de retenciones, fraude que desde 2002 implicó ganancias ilegítimas por un par de miles de millones de dólares.

El jefe de gabinete, Alberto Fernández, repite que cada vez que convocó a las entidades a analizar las medidas complementarias para los pequeños productores, le respondieron con la convocatoria al paro, hasta su extensión por tiempo indeterminado con corte de las rutas. Pero ni el enfoque técnico ni el político explican por qué las medidas compensatorias y estudiadas no se anunciaron al mismo tiempo y con la misma sorpresa que las retenciones.

La palabra oficial

En los primeros cien días de su gobierno, CFK dejó pasar la oportunidad de rever la política de tierra arrasada en el Indec, que la sociedad toleró mientras parecía tener fecha de vencimiento el día de las elecciones y cuando la inflación se percibía en semestres o meses, no en semanas. La rotura deliberada del instrumento de medición no sólo degrada la calidad institucional, también tiene consecuencias económicas, sociales y políticas de largo plazo. La manipulación que comenzó por un indicador se fue extendiendo luego a otros, que se alteran o no se publican. Subestimar la inflación es hacerlo también con los niveles de pobreza, cuya disminución ha sido un legítimo orgullo del gobierno.

Esta devaluación de la palabra oficial también deteriora el rol de arbitraje estatal, situación que sólo puede beneficiar a los más fuertes, ayudados por la política de mero maquillaje del pintoresco As de Cartón a cargo del comercio interior. Desemblocar la asociación ilícita entre gorilas de distintos pelajes y golpismos y las personas más banales que perversas de las clases medias, para las que ante todo cuenta su casa, su familia, su seguridad, su auto y, como en la tira del dibujante francés Maurice Siné, su culo, es tan urgente como asumir el problema de la inflación, ahora que no es posible ocultarlo.

Y la única manera seria de enfrentarlo es avanzar sobre los oligopolios que controlan los quince insumos principales que se utilizan en la producción. Nadie lo sabe mejor que Lousteau, autor de un estudio sobre ese nudo gordiano de la economía argentina.

Ajustan el operativo para acto del martes



Con cuidado en evitar incidentes

Con todo el kirchnerismo trabajando contra rreloj para garantizar que la Plaza de Mayo esté llena el martes próximo, la Casa Rosada está preocupada por un aspecto de la convocatoria: ¿qué pasará cuando los colectivos que trasladen a los militantes kirchneristas de las provincias se encuentren con alguno de los múltiples cortes de ruta que los ruralistas siguen manteniendo en todo el país? El temor a que se generen enfrentamientos para liberar la ruta, como ya pasó con los camioneros en la localidad cordobesa de Laboulaye, hizo que en Balcarce 50 estén proponiendo organizar actos paralelos en todas las plazas céntricas del país. Anoche, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, conversó por teléfono desde la quinta de Olivos con varios gobernadores del oficialismo. En la charla se evaluaron alternativas para evitar choques con los ruralistas que están haciendo piquetes.
La idea de evitar que se encuentren los colectivos que transporten a los manifestantes K con los productores rurales encontró eco en algunos movimientos kirchneristas. Desde Libres del Sur decidieron no movilizar desde el interior del país a la Plaza de Mayo. A la Plaza de Mayo sólo marcharán militantes de Capital y el conurbano, mientras que en el resto de las provincias se harán actos en todas las plazas céntricas del país. La misma posibilidad está siendo estudiada por los gobernadores que están alineados con la Casa Rosada. Por su cercanía geográfica con las zonas de conflicto, la posición de los mandatarios provinciales es muy compleja. Hoy se encuentran tironeados por dos lealtades: la posición de los productores rurales y su (supuesta) condición de kirchneristas.

No todos los movimientos kirchneristas que tienen presencia en el interior tienen previsto quedarse en sus provincias. Un caso es la agrupación territorial Túpac Amaru, de Jujuy, alineada con la Central de Trabajadores Argentinos. Su fundadora se llama Milagro Sala y ya anticipó que viajará hasta Buenos Aires junto a quinientos manifestantes.

También el Movimiento Evita, que encabeza Emilio Pérsico, decidió que sus militantes del interior se movilicen hasta Plaza de Mayo. Para eso, claro, tendrán que sortear los cortes que los ruralistas tienen desperdigados por las rutas argentinas. Hasta ahora la decisión de los productores ha sido que los piquetes dejen pasar a autos particulares y ómnibus de larga distancia que lleven pasajeros. Habrá que ver si esa medida se respeta con los colectivos que transporten a manifestantes kirchneristas.

Para terminar de ajustar detalles, la mayoría de los movimientos kirchneristas se juntaron ayer en la sede de la Subsecretaría de Tierras para el Hábitat Social. Allí acordaron armar una columna única e ingresar todos juntos por Diagonal Norte. La cuenta regresiva ya está en marcha.

Por Martín Piqué

“Quieren quedarse con todo”


Evaluación:

En el Gobierno sostenían que, lejos de preocuparse por la situación de los pequeños productores, las entidades agropecuarias sólo aspiraban a quedarse con toda la recaudación de la cosecha. En Olivos evaluaban qué hacer respecto de la reunión del lunes.

En el Gobierno evaluaban anoche como “una locura” la decisión de las cuatro entidades agropecuarias de retomar el paro tras la frustrada reunión del viernes. “Con esta postura dejan en claro que la situación de los pequeños productores es lo que menos les importa”, sostenían. Para la Casa Rosada, la única ambición de los productores es embolsar lo que recauden esta cosecha con precio record de commodities con el anterior nivel de retenciones, que todo lo demás era excusa. Ante eso, entre la presidenta Cristina Fernández, su marido Néstor Kirchner y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, consideraban la respuesta.

Ir a la Justicia penal por los cortes de ruta y aplicar la Ley de Abastecimiento figuraban en el menú, pero básicamente había que tomar una decisión a propósito de la reunión de mañana. “Si Cristina dijo que mientras hubiera paro no habría reunión, no veo motivos para modificar el criterio”, respondía un importante funcionario.

“Quieren quedarse con todo”, era la conclusión a la que llegaron en Gobierno sacando en limpio el tenso encuentro del viernes y la resolución de las entidades. El “todo” al que se referían era el excedente de la siembra de este año. “El precio de la soja subió un 98 por ciento en los últimos seis meses y ellos quieren seguir con las mismas retenciones que antes. Acá los únicos que estamos hablando de los pequeños productores somos nosotros”, subrayaban.

En este contexto, si fuera como sostiene el Gobierno, no sería lógica la postura de la Federación Agraria. El nucleamiento de los pequeños productores juega en el conflicto en la misma sintonía que las entidades grandes. “Hay 71 mil productores de soja: 69 mil manejan el 20 por ciento de la cosecha, mientras que 2 mil producen el otro 80 por ciento. Nuestro objetivo son esos dos mil; para los otros tenemos todas las soluciones. Lo que pasa es que (el titular de la Federación Agraria, Eduardo) Buzzi ya no maneja nada, lo pasaron por arriba”, aseguraban.

En cambio, la mirada era contemplativa con Coninagro y la Sociedad Rural, las dos entidades que a lo largo del conflicto más se movieron entre bambalinas para abrir un canal de diálogo. El concepto difería respecto de las Confederaciones Rurales Argentinas y su titular Mario Llambías. “Lo de ellos ya es ideológico, están en la vereda de enfrente del Gobierno”, caratulaban.

Anoche en el Gobierno no conseguían adivinar el desarrollo del conflicto. De ninguna manera consideraban viable la propuesta de las entidades de suspender las nuevas retenciones móviles. “En términos de equilibrio es inaceptable, ¿cómo vamos a permitir que ganen casi el 100 por ciento de aumento de lo que calculaban?”, respondía un funcionario. En la Rosada seguían blindados en la defensa del nuevo esquema de retenciones, que “es más justo y apunta a terminar con la sojización del campo”.

Cristina y Néstor Kirchner siguieron el conflicto desde Olivos. Alberto Fernández se les sumaría por la noche, luego de padecer por televisión la derrota de Argentinos Juniors contra Banfield. Según la letra que les pasaba Aníbal Fernández, los cortes de ruta en varios puntos del interior se habían debilitado. No era el caso, claro, de la combativa Entre Ríos, pero sí mencionaban los piquetes de Corrientes, Chaco y Santiago del Estero. Apuntaban que en algunos casos había desgaste y que las propuestas delineadas por Alberto Fernández en la conferencia de prensa del viernes pasado a la medianoche satisficieron las expectativas de varios.

“¿Y de qué vamos a hablar el lunes?”, repreguntaban en Gobierno cuando se los consultaba a propósito del encuentro acordado con las entidades. “Nos habíamos insultado durante 16 días, no podían esperar llegar a la solución en la primera reunión. Por eso es que esta decisión no se entiende”, insistían. En Olivos imaginaban cuál era el próximo paso que debía dar el Gobierno. Cristina Kirchner inicia el miércoles su primer viaje a Europa como presidenta y la idea era que se subiera al avión dejando un país en calma. Ese objetivo, anoche, parecía muy lejano.

Por Fernando Cibeira