Amado Boudou




La propuesta y las críticas a la capitalización

Fuente- Diario La Nación:

P.: -Hace 1 año el Gobierno convalidó el Régimen de Capitalización, diciendo que era una opción al de reparto ¿Hoy se le dice que eligió mal?

A.B.: -No, no le dice eso. Estamos proponiendo un Régimen Jubilatorio que es muy parecido o idéntico al que tienen los países considerados modelos de Calidad Institucional y de Capitalismo, como EE UU, Inglaterra, Francia, Alemania, España, Italia...

P.: -Todos esos Países debaten la viabilidad de sus sistemas y se discutieron reformas como subir la edad de jubilación o la cantidad de aportes, o reducir beneficios.

A.B.: -Hay un gran debate sobre el tema y lo que se ve es que esos Países fortalecen los regímenes de reparto. En Francia se resolvió ponerle rango Constitucional al sistema y en EE UU, paradigma del capitalismo y del libre mercado, Bush llevó la propuesta de capitalización y fue demolida en el Congreso y en el Debate Público.

P.: -¿Hay algún estudio de factibilidad de pago de las prestaciones de reparto en el largo plazo?

A.B.: -Sí, y van a ir aumentando.

P.: -La tendencia en algunos lugares es a reducir beneficios o derechos A.B.: -Sí, pero acá con capitalización se redujeron más. Lo que uno ve es que el paso del sistema de reparto a capitalización provocó un desfinanciamiento y 14 años de congelamiento y disminución de jubilaciones.

P.: -El Gobierno critica el manejo de los fondos de las AFJP y la Presidenta dijo que estuvieron timbeando, pero el Estado fue siempre el responsable de controlar las inversiones ¿qué pasó? A.B.: -Yo creo que un sistema que tendría que tender a dar certezas y seguridades no puede estar fundamentado en una actividad riesgosa. El sistema de reparto es un Seguro Social y el de capitalización es un Mercado de Capitales. Ese es un error, porque el sistema está para pagar las prestaciones y no para solucionar los problemas de la Bolsa.

P.: -Cuando se dice que el Estado pone $ 4000 millones por año para los Jubilados de capitalización ¿Eso no es lo que estaba previsto en la Ley, que creó un sistema mixto para que se financiara con recursos de las cuentas y del Estado, que recibe las contribuciones patronales? A.B.: -Sí, los fondos que reciben del Estado es por lo que previó la Ley, pero también por lo que no previó, como que muchos no iban a llegar a una jubilación mínima. Los $ 4000 millones son por los 2 motivos. En el futuro va a ser peor, porque hoy hay 33.000 cuentas de jubilados con saldo agotado y dentro de poco van a ser 50.000 jubilados que no tendrán dinero en sus cuentas.

P.: -Pero todavía no hay ningún jubilado que haya aportado sus 30 años a capitalización, porque el sistema tiene 14 años. A.B.: -Si, pero proyectamos que esto iba a ser peor.

P.: -¿Por qué la Anses no informa públicamente cómo están las inversiones del fondo de garantía? A.B.: -Vamos a enviar todos los meses un informe a cada afiliado, con el resumen de los aportes y del monto del fondo de garantía y los principales cambios en el fondo de inversión. Exactamente de la misma manera en que las AFJP debieran informar hoy.

La judicialidad y el derecho de propiedad P.: -El Estado tiene cada vez más juicios previsionales ¿Esta ley no aportará mas judicialidad? A.B.: -Tenemos muchos juicios de los 70 y de los 80. Hasta 2004 el Estado no estaba pagando por lo menos a un ritmo razonable, y en 2005 se pagaron más juicios que en toda la historia. Luego la política fue comenzar a cancelar toda la deuda, todos los años más que el presupuesto original. Están quedando unos 40.000 juicios que se van a cancelar completamente en 2009 y en efectivo. Con los juicios que reclaman la aplicación de Badaro [la sentencia de la Corte que ordenó ajustar las jubilaciones según la evolución de los sueldos entre 2002 y 2006] tomamos una decisión que es que los fallos así dictados en 1ª y en 2ª instancia, no se apelan más.

P.: -Badaro planteó la movilidad hasta 2006 y ahora se reclama por el fallo Cirillo, en el que los Jueces de Cámara dijeron que debe aplicarse movilidad según la suba de salarios hasta que se aplique la nueva ley A.B.: -Sí, con eso va a pasar algo parecido. Cuando lo resuelva la Corte, vamos a decidir no apelar. Nosotros tratamos de ir muy en línea con los fallos de la Corte; el de Badaro dice que hay que ser muy cuidadosos con el gasto público.

P.: -Con esta reforma ¿No habrá juicios por los derechos de propiedad de los fondos? A.B.: -Lo que hay es un derecho en expectativa, porque uno tiene los ahorros a nombre de uno de la misma manera que están los aportes. Hoy es un derecho en expectativa y el día de mañana, cumplidos ciertos requisitos, se generá una jubilación. Creo que no va a tener sentido que haya juicios porque lo que le va a reconocer el Estado es mucho más, porque no se van a cobrar comisiones y porque, por una pésima Política Previsional que hubo durante algunos años, se bajaron los aportes, para que la gente tuviera la ficción de que ganaba más. Bajaron primero al 5 y después al 7 %. Con un sueldo de $ 1000, por ej, la persona aporta $ 110 [con el aporte de ley, del 11%], pero a eso se resta un 9,1% que por el sistema actual de las AFJP se toma como retribución por administrar. Y hubo años en que como el aporte era del 5%, por un problema de diseño que es la comisión pasó a ser sobre el salario bruto y no sobre lo que se aporta, la comisión pasó a ser casi el 50% de los que se aportaba.

P.: -El Estado siempre tuvo la posibilidad de mejorar el sistema. A.B.: -Desde mi óptica el cambio necesario es más profundo porque un sistema no puede estar basado en un sistema de capitalización, este es un experimento que se hizo en Chile, Perú, Colombia, y los países considerados más serios siguieron teniendo reparto.

P.: -Sobre los Derechos de Propiedad, hay mucha gente que no tenía expectativas de jubilarse, tal vez porque aportó algunos años y ahora vive en el exterior, pero sí esperaba poder retirar los fondos en un momento, como promete la ley actual. A.B.: -Si existe algún grupo de casos particulares que tengan esas características habrá que ver esos casos.

P.: -¿Qué va a pasar con quienes hoy están tramitando beneficios? A.B.: -Va a seguir todo con normalidad, una persona que está cobrando vamos a buscar el mejor haber de este año y ese va a ser su haber de este año, después ese haber va a seguir subiendo. Los que se están tramitando va a tener una prestación de reparto que le va a dar más alto que el que le hubiera dado un valor de capitalización.

P.: -¿El que tiene el trámite en la mitad? A.B.: -Se le va a dar el de la normativa vigente, que va a ser el sistema de reparto. Hoy la Anses demuestra que se puede ser eficiente, rápido. Esto lo demostramos con hechos en los últimos 5 años. Sergio Massa que fue una figura fundacional.

P.: -Si quien se jubile con el nuevo régimen va a tener un mejor haber ¿Eso no generaría juicios? Por jubilarse quizá un mes después alguien obtenga una prestación diferente A.B.: -En la Argentina el tema judicial es algo que existe, si alguna persona siente algún agravio puede ir a la Justicia y tratar de demostrarlo.

P.: -¿Qué pasará con los aportes voluntarios? A.B.: -Son un 0,33% de los fondos. Se van a devolver completamente, en lo que estén invertidos, cuando se apruebe la reforma.

P.: -¿En qué casos se va a compensar a los accionistas de las AFJP? A.B.: -La Ley prevé que si alguien puede demostrar que tiene un daño emergente, este será el daño de la compensación, que viene dado por el valor accionario de la firma, nada que no esté declarado. Este es un negocio de comisiones y entonces no va a haber un lucro cesante, porque el Estado cambiaría su régimen por Ley. Además las inversiones por lo general ya están amortizadas. Es muy importante el tema del personal de las AFJP, ya hemos dicho que toda aquella persona que quieran venir al sector público las vamos a atender muy bien, porque han aprendido una actividad, tienen conocimiento.

El empleo P.: -¿El Estado va a absorber a todos los trabajadores del sector? A.B.: -Al nº que sea, si son 10.000 serán 10.000.

P.: -¿Y qué actividades van a tener? A.B.: -Según sus características irán a la Anses, la Superintendencia de Seguros, la AFIP, a tareas técnicas, actuariales, de difusión, comercialización.

P.: -¿Y se podrán mantener los sueldos? A.B.: -La idea es que los mantengan, por supuesto.

P.: -¿Cuánto le va a costar eso al Estado? A.B.: -Es un tema presupuestario. Nos vienen nuevos ingresos y nuevas erogaciones. No es un problema.

P.: -Pero los nuevos ingresos son para las jubilaciones, no para sueldos. A.B.: -Nosotros nos administramos con el 2,3% de los ingresos de los aportes del sistema jubilatorio, las AFJP, con el 9,1 %.

La política P.: -¿No hubiera sido mejor debatir con expertos este tema y luego proponer el cambio? A.B.: -Pero nosotros lo hicimos.

P.: -Entre 4 personas, y luego mandan el proyecto al Congreso e imponen la mayoría automática del Justicialismo. A.B.: -Entre 4 personas, no. Tenemos Técnicos en la Secretaría de Seguridad Social, en Ministerio de Trabajo.

P.: -¿Hubo discrepancias con Massa? A.B.: -De ninguna manera. Con Massa trabajamos hace 6 años juntos. El me dio la oportunidad de sumarme al Proyecto Político. Fuimos a la cancha a ver a Tigre contra Huracán. Compartimos sueños, ideales. Soy hincha de Tigre hace 6 años.

P.: -¿Y antes de qué cuadro era? A.B.: -De Aldosivi de Mar del Plata.

El destino de los fondos P.: -¿El Estado será socio accionista de las empresas que tienen acciones en poder de las AFJP? A.B.: -A nosotros no nos interesa tomar decisiones empresarias. Por el reglamento de la Anses no podemos tener más del 10% del total del capital de una empresa. Si recibimos el 33%, no lo vamos a regalar. Vamos a ir acercándonos a este objetivo.

P.: -¿Formarán parte de Directorios? A.B.: -Si hay que poner un Director por el reglamento de la empresa, lo pondremos, pero no es nuestra voluntad tomar decisiones empresariales.

P.: -¿Se liquidarían las acciones? A.B.: -Si pero en un sistema muy racional y muy profesional. Vamos a defender el valor de las acciones. Va a ser un proceso armónico y sensato.

P.: -¿Y que se hará con los recursos obtenidos? A.B.: -Seguirán invertidos y dentro en el fondo de garantía, que hoy tiene $ 20.000 millones, para poder cumplir con los haberes y altas en el sistema jubilatorio. Y ante una dificultad macroeconómica, se podrá evitar que se vuelvan a bajar un 13% las jubilaciones, como ya pasó.

P.: -¿Cuál es el monto lógico que podría acumular el fondo de garantía? A.B.: -En algunos países dicen que lo mejor es tener el equivalente a 1 año de prestaciones; en otros, que es conveniente tener 2. Nosotros estaríamos entre los 2 casos.

P.: -¿Y los fideicomisos de consumo que están en las carteras de las AFJP? A.B.: -Anses ya hoy invierte en fideicomisos de consumo. Los vamos a mantener. Y profundizar. Eso sí: No vamos a mantener inversiones en el extranjero. Estas posiciones las vamos a disolver rápido y volcar a fideicomisos de consumo, a inversiones productivas. No puede ser que empresarios Argentinos no obtengan créditos y haya inversiones del sistema previsional en el extranjero. Vamos a contratar 2 o 3 calificadoras de riesgo para que nos ayuden a seleccionar proyectos de inversión

P.: -¿No puede impactar negativamente en los mercados financieros el tema de que el Estado sea el gran inversor? A.B.: -Nosotros no queremos la plata del fondo para hacerla líquida y salir a gastarla. 5 años de superávit y $ 20.000 millones en el fondo es prueba suficiente de que no somos gastadores compulsivos. El superávit es una regla de oro. Queremos hacer inversiones para fomentar el mercado de capitales y la economía real cosas que tenían que hacer las AFJP y no lo hicieron.

P.: -Al desaparecer las AFJP desaparece un actor clave en el crédito de corto y mediano plazo A.B.: -Aparece otro nuevo, que va a ser la Anses.

P.: -Pero monopolizado.

A.B.: -Las AFJP se fueron monopolizando, de 26 actores pasaron a 10. Además con la obligación de comprar bonos en un 60% terminaban pagando los jóvenes las jubilaciones de las AFJP, que es el principio del sistema de reparto.

P.: -Pero el Estado obligó a las AFJP a comprar bonos.

A.B.: -En otras épocas se hizo compulsivamente. Y se los fueron aumentando ¿Cuál es el valor de las AFJP si ni siquiera se pueden resistir a esta tentación? Como mínimo fueron socias en comprar bonos.

P.: -¿Y el Gobierno de Néstor Kirchner no les impuso nada? A.B.: -No. Hubo un canje de los bonos que ya tenían por otros nuevos.

P.: -¿La Anses seguirá comprando bonos del Estado?

A.B.: -Esperamos tener una proporción cada vez menor de títulos públicos. Será muy difícil porque nos llega un 60% en bonos y no vamos a correr contra el valor de los títulos.

P.: -¿Con el flujo de fondos seguir comprando bonos?

A.B.: -En la medida en que sean activos de buena liquidez y rentabilidad lo vamos a hacer. Pero los topes y límites de un nuevo reglamento que vamos a reescribir con la gran cantidad de dinero que nos llega. El nuevo fondo rondará los $ 90.000 millones.

P.: -Los préstamos hechos al Estado fueron hasta ahora por tasas inferiores a la inflación real; se habla de una licuación de los fondos A.B.: -¿Sí? Pero mucho peor les fue a los fondos de las AFJP, es algo parecido. Porque encima ahí tienen pérdidas de capital.

P.: -¿O sea que esto es menos peor?

A.B.: -Esto va a ser mucho mejor.

P.: -O sea que la Anses, tal como hace ahora, podría con esa plata financiar obras públicas y otras inversiones del Estado. A.B.: -Obras públicas o privadas. Lo importante es que sean estratégicas desde el punto de vista del trabajo y del desarrollo.

P.: -¿Y podría destinarse al pago de deuda pública?

A.B.: -No.

P.: -¿La Anses no lo ha hecho?

A.B.: -Lo que ha hecho es comprar una letra del Tesoro y el Tesoro después asigna estos fondos. Nos aseguramos tener un instrumento con capacidad de repago absoluta.

Posibles cambios

P.: -¿Qué cambios se pueden aceptar en el Parlamento? ¿Aceptarían la intangibilidad de los fondos?

A.B.: -A mí la intangibilidad es una palabra que no me gusta nada, nos trae malos recuerdos a los Argentinos. Cuando el Gobierno Radical sacó una Ley de intangibilidad de los fondos, a los 4 días le metieron el corralito. Mucho más fuerte que esa palabra, que es vacía para nosotros, es la decisión profunda de la Ley de la Presidenta de darle autonomía financiera y económica a la Anses.

P.: -¿Le concederían a la oposición la Presidencia de la Comisión Bicameral de Control?

A.B.: -Eso lo resolverán los Diputados y Senadores.

Efectos sobre la confianza

P.: -¿Por qué cree que los mercados, la gente y otros países no mostraron confianza en esta reforma?

A.B.: -Los mercados se cayeron en el mundo. Pensar que fue por esto, creo que es un exceso. La crítica es lógica y razonable de quienes se le estaba tocando un interés: Pretendían seguir usando en beneficio propio los fondos de los jubilados, y que ANSES siguiera subsidiándolos.

P.: -¿No cree que esto afecta posibles inversiones futuras en la Argentina por inseguridad jurídica?

A.B.: -Los inversores institucionales están acostumbrados a que los sistemas de jubilaciones en países normales sea estatal.

P.: -Pero nos referimos a lo que implica la seguridad jurídica y el efecto de un cambio así en las reglas del juego, no a cómo es un sistema previsional.

A.B.: -Pero entonces ¿Nos tenemos que quedar con un sistema malo para no cambiar las reglas...? ¿Si se puede hacer de otra manera? Sí, todo siempre se puede hacer de otra manera, la cuestión es hacer las cosas y la crisis internacional dejó al descubierto las deficiencias del sistema de capitalización.

Spaccavento vuelve al Argerich




LA JUSTICIA RESTITUYO EN SU CARGO AL DIRECTOR DEL HOSPITAL DESPLAZADO POR MACRI


El juez Andrés Gallardo le ordenó al gobierno porteño que restituya en su cargo de director del Hospital Argerich al ex ministro de Salud Donato Spaccavento. El fallo considera que el médico fue forzado a renunciar, por lo tanto hoy volverá a su puesto.


Por Sebastian Abrevaya

El juez en lo contencioso administrativo de la ciudad de Buenos Aires, Andrés Gallardo, le ordenó al gobierno porteño restituir al ex ministro de Salud, Donato Spaccavento, en el cargo de director del Hospital Argerich. El magistrado volvió a traerle un dolor de cabeza al jefe de gobierno, Mauricio Macri, al dar lugar a la medida cautelar solicitada por Spaccavento, quien, según denunció judicialmente, fue “forzado” a presentar su renuncia. A partir de hoy volverá a su cargo hasta tanto la Justicia dicte sentencia definitiva sobre el caso. Si el macrismo decide apelar la medida, la causa caería en la Justicia Federal.

Todos los directores y subdirectores de los hospitales porteños están en su cargo de manera interina, ya que fueron designados por el Poder Ejecutivo y no mediante un concurso público. Por ese motivo, en cada cambio de gestión ponen su continuidad a disposición del ministro de Salud. En esta oportunidad, el macrismo anunció que realizaría los concursos para el nombramiento de los directores permanentes. Pero como condición para ingresar a la fase de preselección en el proceso de renovación de autoridades solicitó la presentación de los currículums acompañada por la renuncia por escrito de los funcionarios.

Sin embargo, Macri no llamó a concurso sino que decretó que la designación de los nuevos directores en los 33 establecimientos sanitarios porteños se realice mediante una selección llevada a cabo por una junta asesora de cuatro miembros, elegidos por él. Tras esa primera selección, el ministro de Salud, Jorge Lemus, y el jefe de gobierno determinarían quién debe ocupar el cargo. Este mecanismo de nombramiento fue duramente criticado por sectores de la oposición y cuestionado en la interpelación que se le hizo en la Legislatura porteña al ministro Lemus.

Hace más de dos meses, Spaccavento presentó su renuncia al frente del Argerich, al igual que los otros directores, con el objetivo de participar de esa selección. Lo cierto es que la dimisión del director del Argerich no fue aceptada sino hasta el viernes 3 de octubre, al día siguiente de que denunciara públicamente la crítica situación del sistema de salud de la Ciudad. En ese momento había participado de un abrazo simbólico al hospital de La Boca.

“Abusaron de mi buena fe. Cuando presenté mi renuncia lo hice para un fin y lo utilizaron para otro”, aseguró el ex ministro a PáginaI12. Luego de 48 horas de aceptada la renuncia, la abogada de Spaccavento, Susana Traiman, presentó el pedido de amparo ante el juez Gallardo, manifestando que “se lo coaccionó a renunciar” y que el cese en sus funciones “se debe a la aplicación de normas y acciones en colisión con la Constitución nacional y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.

El escrito presentado por Traiman señala que su defendido “fue uno de los primeros a los que se le aceptó la forzada renuncia, y que esa discriminación se debió por haberse explayado en la falta de insumos imprescindibles para el funcionamiento hospitalario, debido a las reformas en los sistemas de provisión”. El otro médico al que se le tomó la renuncia fue el director del Hospital Muñiz, que, a diferencia de Spaccavento, estaba en edad de jubilarse.

A su vez, el director del Argerich sostuvo que según la Ley 471, una autoridad interina sólo puede ser removida de dos formas. Por un lado, mediante una causa sumarial administrativa por la cual se lo deja cesante, y por el otro si se le realiza el concurso para designar un director permanente. Desde el macrismo argumentaron que el director del Argerich no cumplía con los requisitos necesarios para ocupar el cargo, por lo cual se lo excluyó de la selección. Spaccavento desmintió esa versión y en cambio denunció que no existió un reglamento de selección y que el Consejo Asesor recién se había constituido el día anterior a que le aceptaran la renuncia.

El director del Argerich afirmó que si no lo restituyen denunciará al gobierno porteño por desacato y que, de ser necesario, llegará a la Corte Suprema. Por último sostuvo que, una vez de vuelta en el cargo, solicitará una reunión con el ministro Lemus para que le informe cuál es la política de salud del gobierno porteño, porque afirmó que no se convertirá en “cómplice de la destrucción del hospital público”. En ese caso “mi renuncia será inmediata”, enfatizó.

Desde la oposición afirman que el macrismo apostó a quitar del medio a Spaccavento por su posición política. Fue secretario de Salud durante la gestión de Aníbal Ibarra y luego ministro de esa área con Jorge Telerman. El 14 de noviembre debía regresar al hospital, pero para desempeñarse como médico de planta, función que ocupaba antes de ser director.

La mitad de la verdad es peor que una mentira

Por Gerardo Gentile *

Mucha razón tenía el ex presidente Juan Domingo Perón cuando dijo: “En 1956, el Estado, acuciado quizá por las necesidades, echó mano de los capitales acumulados por las cajas. Es decir, se apropió de ellos. Para mí, eso es simplemente un robo, porque el dinero no era del Estado sino de la gente que había formado esas sociedades y organizaciones”. Más adelante agregó: “He visto un decreto secreto en virtud del cual se le sacaron sesenta y cinco mil millones de pesos para auxiliar a quienes no tenían nada que ver con las cajas de jubilaciones que habíamos creado”. Las cajas a las que se refería eran de los trabajadores, inspiradas en principios solidarios y sin fines de lucro, y el “decreto secreto”, de una de las dictaduras más sangrientas de la historia argentina, “asaltó” o “robó” dichas cajas para financiar pensiones militares y de las fuerzas de seguridad en su conjunto, y para otros fines inconfesables que no vale la pena recordar.

Luego de dieciocho años de oscurantismo político, el 25 de mayo de 1973, el general Perón recibía la Secretaría de Seguridad Social con un déficit tres veces superior a las disponibilidades del sistema y además se debía a los jubilados una retroactividad equivalente a un millón trescientos mil haberes mínimos. Cómo se manejo ante esa situación: “En ciento ochenta días, como dije, el Gobierno, trabajando fuerte y con honradez, ha logrado normalizar las recaudaciones jubilatorias. Ha obtenido recursos genuinos que permiten encarar el futuro de los jubilados y pensionados con una mayor esperanza y seguridad”, señala Perón en el video que por estos días circuló por Internet arteramente editado y fragmentado. Esos recursos genuinos son los aportes y las contribuciones patronales recaudadas y fiscalizadas por el Estado y los trabajadores mediante convenios de corresponsabilidad gremial, que permitieron el pago de retroactividades atrasadas, mejoramiento en los haberes y flexibilidad de acceso a los beneficios, todo en el marco de un Estado y un gobierno concebido para el bienestar del pueblo, algo muy similar a lo ocurrido en los últimos cuatro años de gobierno peronista.

Lamentablemente otro genocidio y latrocinio a los trabajadores se gestó en marzo de 1976, que con recetas neoliberales conciben un Estado que provoca, entre otros, la diáspora del sistema de seguridad social, interviniendo y saqueando a las obras sociales de los trabajadores, disminuyendo los haberes de los jubilados y pensionados, generando juicios impagables, eliminando recursos y contribuciones patronales, rasgo común en la concepción de un Estado prebendario y copado por grupos financieros que vuelven a robar a los trabajadores como en 1956.

El sistema previsional está concebido sobre los principios solidarios de la seguridad social y el compromiso intergeneracional; es más, queremos devolverles la participación y control a sus verdaderos dueños, los trabajadores, que administren sus propios fondos, todo en el marco que ordena nuestra Constitución Nacional. Como decía Perón en su discurso al respecto de la “previsión social y el seguro”: “Hace treinta años, por primera vez en la República, se habló de previsión social. Ya entonces había muchos que eran partidarios del seguro, precisamente, es la consecuencia de la imprevisión social. La previsión social hace inútil el seguro, ya que ella es un seguro colectivo, que el país tiene necesidad y la obligación de dar a la comunidad para satisfacer los riesgos que ningún seguro va a cubrir en forma completa”.

* Especialista en previsión social

El aumento en las gateras





EL TITULAR DE LA ANSES RECONOCIO QUE SE ANALIZA UNA SUBA A LOS JUBILADOS


La decisión no está vinculada con el reciente anuncio de estatización de los fondos de pensión porque el incremento de haberes se estaba analizando desde fines de septiembre y la Anses ya tiene los recursos para implementarlo.


El titular de la Anses, Amado Boudou, reconoció ayer que el Gobierno evalúa un nuevo aumento de las jubilaciones antes de fin de año. “Ya tenemos la Ley de Movilidad Jubilatoria, pero ése no era el último paso que íbamos a dar este año”, indico el funcionario cuando lo consultaron sobre el tema. El aumento no está vinculado con la reciente decisión de estatizar los fondos de las AFJP porque desde fines de septiembre se viene evaluando la posibilidad de anunciar un incremento de haberes cercano al 8 por ciento, tal como adelantó PáginaI12 el pasado 3 de octubre. Sin embargo, Boudou señaló ayer que “un sistema que tiene más recursos puede pensar en tomar más medidas”. Además remarcó que la intención oficial es aprovechar parte de los fondos provenientes de las AFJP para promover el crédito.

La secretaría de Seguridad Social, la Anses y el Ministerio de Economía vienen analizando la factibilidad de un aumento desde fines de septiembre porque hay recursos disponibles, aun sin contar lo que pueda llegar con la estatización de los fondos que administran las AFJP. La Anses acumuló a lo largo del año un superávit de 4500 millones de pesos, excedente más que suficiente como para afrontar otro aumento. En lo que va del año, los jubilados recibieron dos aumentos de 7,5 por ciento y la intención es otorgar una suba más antes que entre en vigencia la ley de movilidad previsional.

Al referirse a la reciente decisión de eliminar las AFJP, Boudou aclaró que “la presidenta Cristina Fernández tiene como objetivo fomentar el mercado interno y vamos a seguir” por ello con la promoción de fideicomisos destinados al consumo de la población. El titular de la Anses afirmó además que desde el Gobierno está tomada la decisión para que “no haya más inversiones en el exterior”, tal como ahora presentan las AFJP. “No puede ser que los empresarios nacionales peregrinen y obtengan créditos a tasas muy altas, y que un 10 por ciento del sistema de Jubilaciones y Pensiones estén invertidos en el exterior. Rápidamente lo vamos a revertir”, expresó.

Con respecto a la situación de los 10 mil empleados de las administradoras, el funcionario comentó que el tema fue evaluado con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y por ello desde el ámbito gubernamental “se garantiza la totalidad de las fuentes de trabajo”. Está previsto la incorporación de esta masa de trabajadores al área estatal, mientras que aclaró que “no va a ser un traspaso obligatorio”.

Boudou ratificó que Sergio Chodos, ex secretario de Financiamiento, será quien quede a cargo de la Superintendencia de AFJP. La intención oficial es incrementar los controles sobre las operaciones de las administradoras mientras se trata el proyecto de ley en el Congreso. La semana pasada, las AFJP fueron inhabilitadas momentáneamente para operar en el mercado bursátil local por el juez federal Claudio Bonadío, debido a una denuncia del fiscal federal Guillermo Marijuán, quien en su carácter de titular de la Unidad Fiscal de Investigaciones de la Seguridad Social reclamó una investigación por presunta administración fraudulenta. Marijuán sostuvo que, ante la inminencia del anuncio sobre las modificaciones al sistema previsional, las AFJP habrían “efectuado operaciones financieras en claro detrimento de los intereses de sus afiliados, dilapidando los fondos, en violación a las disposiciones legales vigentes”. A partir de hoy volverán a operar, pero con más controles.

UNA EX EMPLEADA DE AFJP CONTO COMO SE CONVENCIA A LOS FUTUROS JUBILADOS




“La caza de afiliados fue terrorífica”

El auge de las jubilaciones privadas se transformó en los ’90 en un mercado de trabajo para vendedores ambiciosos o necesitados. Luisa Kühne se había quedado viuda y tuvo que salir a buscar empleo, lo encontró en una AFJP.


Por Alejandra Dandan

A Luisa Kühne le pagaban unos 200 pesos por cada ficha ¿O eran 300? No se acuerda bien pero sí se acuerda de que era un montón de plata. Para entonces, corrían los años del gobierno de Carlos Menem y el negocio de las AFJP recién empezaba. Las compañías de jubilación privada largaban a sus vendedores a la calle con una ficha y comisiones extraordinarias. En la calle, cada quien salía a venderle a cualquiera. Luisa se los encontraba de noche entre los obreros de una fábrica o en medio del campo entre los chacareros. Se hacían asados, llevaban mujeres y hasta los emborrachaban para sacarles una firma. Con el mercado recién abierto, podían afiliar hasta 200 personas al mes. Luisa Kühne al principio los veía, vendió, intentó ser distinta pero de a poco se le hizo insoportable: “Fue una cosa terrorífica –explica–, ¡la venta de celulares hoy en día es un poroto comparado con lo que era eso!”.

Para los ’90, Luisa Kühne estaba en Mendoza con demasiada vida adentro del bolso. En 1974 se había casado en Salta con un gerente de un laboratorio médico norteamericano. Como era gerente de zona, él pasaba mucho tiempo en la ruta. Una de las condiciones del contrato, además, eran los traslados. Nunca lograban establecerse en un lugar fijo porque a Sergio normalmente lo cambiaban de zona. Los dos eran militantes políticos. Luisa además era enfermera, pero por los traslados nunca la dejaron desarrollarse profesionalmente. En 1989, Sergio murió en un accidente de ruta. A los 38 años, ella salió a buscar la forma de mantener a los tres hijos.

“El se mató en un accidente laboral y por supuesto que a mí me tocaron las peores –dice–, la empresa compró al abogado y yo tuve que salir a trabajar: de alguna manera no era una chica indigente, porque era enfermera, pero de eso no podía trabajar porque pagaban muy poco. No hay que olvidarse de que durante el gobierno de Menem cerraban las fábricas, las opciones de trabajo eran escasas y muchísimas personas encontramos en las AFJP una salida laboral, ese también fue mi caso.”

En línea con la filosofía del banco, la AFJP estaba sostenida por una serie de principios éticos que convertían a la propuesta en una experiencia, por lo menos, más humana. Como sucedió en las otras AFJP, a ella también le pidieron lo primero: su propia afiliación al sistema. Ella lo hizo. Enseguida, conoció las otras condiciones de trabajo.

Al ingresar, los promotores cobraban un piso básico muy pequeño, con un contrato de tres meses, y estaban obligados a hacer por lo menos 30 suscripciones al mes. De lo contrario, quedaban afuera. Pero como todo recién empezaba, el sistema de jubilaciones era parte de un mercado floreciente con miles y miles de personas que soñaban con un lugar asegurado en el cielo. Ellos sólo tenían que salir a buscarlos.

“Eso sí –dice Luisa–. No podías tener un trabajo fijo en otro lugar, porque te requerían full time: no había horario de trabajo, vos tenías que adecuarte a los horarios de la gente. Si trabajaban de noche, tenías que ir de noche; si trabajaban de día tenías que ir de día; si era el campo tenías que ir al campo: o sea no importaba dónde fuese, vos tenías que hacer ese trabajo porque eso te daba beneficios. Cuanto más hacías más ganabas.”

Una de sus zonas de trabajo más frecuente era Maipú, en los alrededores de la ciudad de Mendoza. Como era una zona de fincas y de viñedos, los clientes más importantes eran chacareros y campesinos que estaban en medio del campo. Ahí conoció a muchos de los promotores de las otras AFJP, y sus formas de venta más importantes. En una finca podía toparse con otros cuatro o cinco promotores que esperaban como ella, en una suerte de gran casting. Si llegaba a un establecimiento cerrado, el primer contacto obligado solía hacerse con un encargado, ellos fueron quienes más tarde empezaron a tratar de asociarse al negocio pidiendo comisiones o estableciendo afiliaciones compulsivas entre los empleados.

“Era tan agresivo el método –dice ella– que a los chacareros que tenían su jornal o a los que trabajaban en las fincas, había AFJP que les llevaban prostitutas para poder tenerlos. Eran muy jodidas en ese momento. No tenían tapujos de ningún tipo, eran mujeres o asado, porque por cada ficha que se vendía te daban muchísimo dinero, muchísimo: como si hoy te dijera 300 pesos por cada ficha.”

En la zona, competían varias de las AFJP más importantes: Consolidar, Orígenes, Fecunda del Banco de Mendoza o Previsol. Pero Luisa tenía escrúpulos, dice.

“¿Cómo hacía yo para afiliar a una persona de 45 años o más que yo sabía que nunca se iba a poder jubilar?”

–¿Por qué no se iba a poder jubilar?

–Porque como esto es un sistema de ahorro, ese hombre nunca iba a poder ahorrar lo suficiente como para vivir por ejemplo 20 años con una jubilación digna. Es imposible.

Según los cálculos, una persona de 45 años podía jubilarse a los 65, con 20 años de aportes regulares. Si era un chacarero, por ejemplo, que cobraba un sueldo de 800 pesos, le decían que iba a poder jubilarse con 1200 pesos de retiro. Pero Luisa sabía que era imposible. A esa persona le descontaban 12 por ciento del sueldo, mitad iba al Estado, mitad a la AFJP. La AFJP se quedaba con un 3 por ciento. Al final de los 20 de trabajo, iba a tener un ahorro de unos 15.000 pesos: “A los seis o siete años –dice ella– no tenía más plata, y el Estado iba a tener que compensarlo”.

Una vez, Luisa entró a la bodega Esmeralda. Un ingeniero que cobraba un sueldo muy abultado se interesó por afiliarse, pero estaba inquieto porque tenía un hijo discapacitado. Luisa conocía de sobra esa situación o lo que podía pasar en esos casos porque uno de sus hijos también tenía esa dificultad. Cuando el ingeniero le preguntó qué hacer, ella le recomendó que pase al Estado. Por ley, las AFJP estaban obligadas a cubrir la situación de los hijos hasta los 21 años de edad. Después de los 21 años, retiraban los aportes. Sean discapacitados o no. Aunque hubiese mucho más dinero, se quedaban con el resto. Cuando tiempo después volvió a la bodega, otra AFJP había afiliado al ingeniero.

“Yo no estaba preparada para la lucha descarnada, no podía; no me banqué el estrés de afiliar y de hacer a un tipo de 50 años que sabías que con eso lo estabas matando, no me daba. Era una cosa muy perversa y se convirtió en eso: en un mercado podrido que se dedicaba a estafar a mucha gente pobre y que hoy son muy pocos los que lograron jubilarse en una AFJP.”

Tomó la decisión de irse un año y medio después, para la época en la que llegó a buscarla un señor grande de la localidad de Palmira. El hombre estaba con un cáncer terminal. Como Luisa había asesorado a otra gente de su comunidad, la buscó para hacerle una pregunta. Tenía el estómago muy abultado, pero la AFJP no lo quería jubilar: según sus médicos, su discapacidad no superaba el 60 por ciento. El hombre a esa altura sólo quería retirarse para vivir el resto de la vida en paz. “Al final –dice ella– le perdí el rastro, pero seguramente habrá muerto sin jubilarse y la mujer se habrá sacado la pensión, digo yo.”

¿Y cuándo es?

Por Eduardo Aliverti

Hay unas cuantas partes en las que puede dividirse el análisis sobre el fin de la jubilación privatizada, pero tal vez ninguna sea más importante que reflexionar acerca del momento elegido para elevar el proyecto. O, para ser más precisos: acerca de cómo se discute el momento elegido.

Primero que nada, cabe recordar que algunos de los propios economistas liberales venían hablando, hace rato, del fracaso de este adefesio motorizado por Menem y Cavallo. Indefendible por donde se lo mire (hasta el punto de que en Chile mismo, la madre del borrego, se disponen a revisar su aplicación), más o menos todos estaban de acuerdo en que así no se podía seguir; ya no por la desfinanciación del Estado –que no es un tema que le preocupe a la derecha–, sino porque las cuentas de quienes tributan a este negociado no dejan resquicio para la duda. Pierden plata de cualquier manera, sea que se juzgue por la desvalorización de sus aportes, por lo que habrían ganado si hubieran recurrido a otro tipo de inversión, o por lo que les significa –como a todos– que las arcas públicas desfinanciadas tras el despojo tengan que acudir a mecanismos recaudatorios de compensación. Baste una sola cuenta. Entre los bonos emitidos para suplir lo que pasó a ingresarles a las AFJP, y el endeudamiento por el interés de esos títulos, el Estado acumuló deuda por más de 41 mil millones de dólares. Pero, además de eso, la Anses tuvo que poner plata para asegurarles a los jubilados privados el mínimo que marca la ley. Alfredo Zaiat describió esta calesita con una sencillez inmejorable: el Estado se quedó con un bache descomunal, lo “cubrió” con bonos públicos y los bonos los compraban las propias AFJP... ¡con el dinero que recibían de los trabajadores!, a los que encima les cobraron unas comisiones exorbitantes. A ver si nos entendemos. Doña Rosa, y todos los perejiles incautos que entraron a la jubilación privada, terminaron siendo los financistas del asalto de que son víctimas. El discurso liberal tuvo una eficiencia maravillosa, y no en vano la rata gobernó diez años. Si uno se deja llevar por el impulso, es improbable no caer en decir: “Jódanse”. Si hace un esfuerzo, se estabiliza y no teme al riesgo de aparecer como un soberbio, comprende que las masas están expuestas a la potencia convincente del poder mediático. O sea, del Poder. Salvo si se olvida que la instrumentación del régimen jubilatorio privado contó con el aval militante de todos los grandes medios de prensa, y si se cree que eso fue sólo una ingenuidad del “periodismo independiente”.

En segundo término, nada de lo dicho supone ignorar que la desconfianza respecto de esta medida es comprensible. No importa mucho si es tal como la pintan o viene agrandada. Aun para quienes creen que el Gobierno avanza en una dirección general correcta, dentro de los límites que impone un sistema capitalista, está claro que se trata de una gestión plagada de improvisaciones y desprolijidades (acentuadas por el carácter cerrado de la pareja comandante). El pago con reservas al Club de París y casi enseguida la reapertura del canje de deuda con los acreedores externos (ambas cosas entradas ahora en la incertidumbre) revelan que, en efecto, los K pasaron a ir más atrás que adelante de los acontecimientos. Y antes fue que el excedente de las retenciones agrícolas se destinaría a la construcción de rutas y hospitales, y que Aerolíneas había que reestatizarla así como así, y que el Indek quedaría abierto a la requisa de organizaciones profesionales... Mucho antecedente de andar a los manotazos compelidos por la coyuntura y no por decisiones meditadas en profundidad, al margen, se insiste, de que las medidas sean global o parcialmente justas. En consecuencia, si la determinación de reestatizar las jubilaciones cae justo cuando hay un sismo internacional y el Gobierno puede enfrentar problemas de caja, agravados por los vencimientos de deuda que comienzan a acumularse el próximo año, resulta obvia la incerteza de que la plata no sea usada para fines que nada tienen que ver con los fondos previsionales. Porque, además, no es un tema con que el oficialismo viniera insistiendo. Y tampoco puede concedérsele que buscó el efecto sorpresa: la reacción por una apuesta tan alta hubiera sido impactante cualquiera fuere la etapa escogida para anunciarla, y mucho más si media un período de debate parlamentario. Sin embargo, y sin perjuicio de articular todos los controles que sea menester, la incógnita de que el dinero a reingresar en el Estado vaya ciertamente al resguardo de las jubilaciones, ¿conlleva oponerse a la medida? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? ¿Dónde se ha visto que las recetas precedan al diagnóstico? Primero la plata vuelve al lugar del que nunca debió salir, y después se vigila que no vuelva a salir para otro lado. Inclusive da pudor remarcar perogrullada semejante, pero parecería que no lo es vista la cantidad o calidad de opiniones que anteponen la suspicacia a lo correcto. Como si ahora, por si fuera poco, los fondos de las AFJP estuviesen efectivamente resguardados.

Esto último conduce al punto del dichoso momento elegido. Los críticos de la idea aseguran que es el peor, debido a la convulsión mundial y a que se realimentan los recelos sobre la seguridad financiera y jurídica del país. Si es por eso, vaya por lo que le toca a la timba internacional de los especuladores alentados por los países centrales. Linda seguridad hay por ahí. Pero, aparte, ¿cuándo sería el momento apropiado? ¿Quién dice que no debe ser hoy, justamente porque el temblor económico universal refuerza como obsceno que el Estado continúe permitiéndose una sangría de fondos colosal a cambio de ningún beneficio? Los argumentos de la derecha son en ese sentido de una contradicción pavorosa, bien que nada inocente: si el mundo está estable, no hay que hacer nada porque se prende una luz amarilla; y si anda a los tumbos, tampoco hay que hacer nada porque se enciende la roja. ¿Cuál es entonces el instante de época adecuado? Ninguno, porque, cualquiera sea, toca los formidables intereses de los más grandes ganadores que arrojó la década del ‘90. Algo análogo sucede con el parate que experimenta el proyecto de una nueva ley para regular la radio y la televisión, aunque en ese caso por obra de la indecisión kirchnerista. Ahora no sería “el momento” porque el Congreso está alterado, entramos en temporada electoral y los legisladores son muy sensibles a las presiones de los grandes medios de comunicación. Pues ocurre que hace 25 años que no es “el momento”, ya que en todos los momentos es cuestión de no afectarles el negocio a los emporios mediáticos.

Así que a otro perro con el hueso del momento elegido. Si van a mentir, mientan bien. Porque los goles no se meten con la mano.

LA REFORMA DEL SISTEMA DE JUBILACIONES Y PENSIONES





Lo que viene después de las AFJP


El Gobierno sorprendió al enviar al Congreso un proyecto que pone fin al régimen previsional de capitalización. Los especialistas consultados analizan la decisión oficial y proponen ideas para mejorar un sistema que ahora volvería a ser estatal.


Producción: Tomás Lukin



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Financiar el desarrollo


Por Pablo Ceriani y Mariana González *


El proyecto sobre el sistema integrado previsional enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo significaría el fin de la “aventura” de la privatización de las jubilaciones en la Argentina. Desde su implementación, el sistema privado ha provocado numerosos daños, tanto al sistema previsional como a la economía argentina en general. Se dijo que la principal motivación para la instauración del régimen privado era la insolvencia del sistema previsional y la imposibilidad para el Estado de garantizar el 82 por ciento móvil. Sin embargo, el sistema de capitalización es un sistema de ahorro compulsivo que no garantiza que las jubilaciones y pensiones guarden una proporcionalidad necesariamente razonable con el sueldo del trabajador activo. Por esa razón, el Estado se ve obligado en forma subsidiaria a financiar una parte sustancial de las prestaciones que se otorgan y a garantizar jubilaciones mínimas.

La transición de un régimen al otro resultó altamente costosa para la sociedad en su conjunto, ya que el paso de un régimen de reparto a otro de capitalización provocó que el primero se volviese fuertemente deficitario, debido a que los recursos que antes se utilizaban para pagar jubilaciones se redirigieron a las cuentas individuales de quienes así lo eligieron. Adicionalmente, los fondos de las AFJP fueron encauzados en importante medida a la compra de títulos públicos (aún actualmente el 55% de las inversiones de las AFJP son en títulos del Gobierno argentino). De este modo, el Estado se endeudaba, pagando altísimos intereses, para recibir los fondos que había dejado de absorber al privatizarse el sistema. De hecho, el monto del déficit fiscal llegó a ser similar a la suma que se había dejado de recibir por aportes (en 1998, el déficit financiero del Estado fue de 4164 millones de pesos, mientras que la recaudación de las AFJP fue de 4187 millones). Se generó así un déficit crónico que multiplicó el endeudamiento externo. Primó desde entonces un criterio “de caja”, que se vio coronado con la ley de Solidaridad Previsional en 1995, mediante la cual prácticamente se congelaron las jubilaciones, y con el descuento del 13 por ciento de los haberes nominales de los empleados del sector público en el año 2001.

En estos últimos años, en un escenario general de recuperación económica, se produjeron importantes mejoras en el sistema previsional, como lo fueron los sucesivos aumentos en la jubilación mínima, la libre opción entre el sistema de reparto y el de capitalización y, recientemente, la ley de movilidad jubilatoria. Sin embargo, la vigencia del sistema previsional, tal como fue diseñado en los ’90, sigue arrastrando dificultades. Uno de sus principales problemas es la muy baja capitalización de los fondos, motivada por varias razones. Por un lado, las comisiones cobradas por las AFJP fueron absolutamente abusivas: partiendo de un 30 por ciento, llegaron en algunos períodos a ser el 60 por ciento de los aportes.

Por otra parte, con el objeto de inducir la opción por el sistema de las AFJP, los aportes personales a las mismas fueron un 4 por ciento menores que al régimen de reparto. Finalmente, las inversiones realizadas resultaron ser ruinosas. En mayo de este año, el valor de los fondos era de 99.700 millones de pesos, mientras que al 30 de septiembre llegó a ser de 94.400 millones; es decir, tuvo una pérdida de 5300 millones en sólo 5 meses. Evidentemente los mercados de capitales no son ni han sido una herramienta segura para preservar el ahorro de los trabajadores para su futuro. Esta es una de las razones por las cuales prácticamente ningún país del mundo desarrollado tiene un sistema de jubilación privado de capitalización.

El proyecto presentado implica un aumento de los recursos anuales de la Anses de cerca de 15 mil millones de pesos y la transferencia de los fondos de las AFJP al Fondo de Garantía de Sustentabilidad. La transición del régimen de capitalización al de reparto tiene las características inversas al proceso vivido en la década de 1990. Lo que significó en esos años un déficit crónico, en la actualidad se transforma en un fuerte superávit. De acuerdo con el proyecto, el manejo del Fondo de Garantía será supervisado por una Comisión Bicameral. La pregunta que cabe realizarse es con qué criterio se invertirán esos fondos. El incremento de los recursos genuinos para el sistema de seguridad social posibilita en primer lugar la consolidación del superávit alcanzado en el sistema previsional en los últimos años, y contribuiría de este modo a asegurar el pago de las jubilaciones y pensiones de manera sostenida. Además, la situación así planteada pone al Estado en posición de decidir en forma protagónica la financiación de la inversión para el desarrollo económico de largo plazo, que es el verdadero garante de jubilaciones dignas y sustentables.

* Economistas del Cenda.



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La reforma fracasó


Por Laura Goldberg *


El Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJyP) vigente desde 1994 significó un cambio radical en los objetivos y la razón de ser de la política de previsión social en el país. Con él, los objetivos de seguridad social –es decir, la cobertura de la población ante las contingencias de vejez, invalidez y muerte– pasaron a segundo plano. Con la creación del régimen administrado por las AFJP, se dio protagonismo al objetivo de alimentar al capital financiero con la transferencia de los ingresos captados sobre la masa salarial. Es por ello que puede afirmarse que la reforma previsional fue un eslabón más de la cadena de reformas estructurales implementadas durante los años ’90, bajo la inspiración del Consenso de Washington y con el apoyo –ideológico y financiero– de los organismos internacionales.

Algunos analistas de la cuestión previsional hemos denunciado en diversos trabajos que la reforma previsional fue un rotundo fracaso, y que en la práctica no se verificó ninguno de los beneficios positivos anunciados por sus promotores. Sintéticamente, desde su puesta en funcionamiento las perspectivas de cobertura futura de la población han caído drásticamente, el nivel de los haberes se ha vuelto más incierto y han aumentado la evasión y los costos de administrar el sistema. Además, la creación de las AFJP implicó una profundización de los problemas financieros y fiscales existentes, y ni siquiera ha servido para fomentar el ahorro, favorecer el desarrollo del mercado de capitales para el financiamiento de la inversión de largo plazo, generar incentivos para el aporte, o contribuir a la transparencia en el manejo de los fondos de los trabajadores. Es necesario llevar a cabo una reforma integral del SIJyP que devuelva a la política previsional su función esencial, que es la de garantizar la seguridad socioeconómica de las personas frente a las contingencias mencionadas.

Para avanzar en esa dirección, considero que es prioritario solucionar el profundo problema de cobertura del sistema. Dicho problema se origina en que la cobertura está definida por la inserción formal de las personas en el mercado de empleo y ese mercado de empleo está fuertemente precarizado. Una solución definitiva al problema de la cobertura requiere reformular los principios sobre los que la misma está definida en la ley que regula el SIJyP. Se trata de garantizar un primer pilar que otorgue un beneficio básico, universal y uniforme, independiente de la trayectoria de las personas en el mercado de empleo durante su etapa activa. Esto evitaría, además, tener que recurrir sistemáticamente a remiendos ad hoc y acotados en el tiempo, para incorporar discrecionalmente a quienes van quedando afuera.

También debe eliminarse el componente obligatorio del régimen administrado por las AFJP y transformar al SIJyP en un único sistema público, administrado por el Estado y financiado por el mecanismo de reparto. El contexto más propicio para llevar a cabo este cambio era el de la renegociación de la deuda luego de la salida de la convertibilidad. Sin embargo, quienes gobernaban en esa ocasión decidieron no sólo preservar a las AFJP sino, incluso, protegerlas y alimentarlas.

De eliminarse el régimen de capitalización individual, considero que es indispensable dar máxima precisión sobre tres puntos esenciales: 1) establecer la intangibilidad de los recursos de la Anses. Este es un reclamo de larga data que para este cambio resulta impostergable, ya que es el modo de garantizar que los recursos que ingresen al sistema de reparto se utilicen únicamente para pagar los beneficios previsionales; 2) preservar los derechos adquiridos en el régimen de capitalización individual. De no ser así, se desataría una oleada de nuevos juicios contra el Estado. Dado que por definición el haber previsional de capitalización es indefinido, considero que el método más conveniente para el traspaso de esos derechos es un esquema de “cuentas nocionales o virtuales” que, al igual que en la capitalización privada, se sustenta en la individualización de los aportes, pero se financia por reparto; 3) impedir que la eliminación del régimen de capitalización individual termine siendo una mera operación de salvataje para las AFJP.

La actual coyuntura ha puesto de manifiesto nuevamente que tarde o temprano el capital financiero requiere la acción del Estado para resolver sus crisis. No me parece justo ni razonable que se permita a las AFJP desentenderse de la responsabilidad que les cabe en la mala administración que han hecho de los fondos de sus afiliados, y que esas deficiencias y sus consecuencias les resulten totalmente gratuitas.

* Economista y socióloga.

EL PARAISO PROMETIDO EN LAS PUBLICIDADES DE LAS AFJP




Planeta de jubilados felices

Amaneceres amarillo patito, adolescentes tardíos en vez de viejos, treintañeros melancólicos y logos uniformes se veían en todos los avisos de aseguradoras de jubilaciones y pensiones, analizados a la distancia por sus creativos.



Por Julián Gorodischer

Eran los ’90 y ellos se sentían omnipotentes. Esos veinteañeros se autoproclamaban como los creativos. Estaba todo por hacerse..., todo podía hacerse. El pizza con champán habilitaba la mezcla imposible: junturas hasta ese momento incompatibles. Se anunciaba la jubilación privada con la imagen de una rave, a pleno día en una terraza del flamante Puerto Madero. ¿Ustedes dirán cómo?

La rave despertaba en el amanecer espléndido, y lo que aparentemente era una crisis terminal del verosímil publicitario se reparaba con la locución en off: “No todos los signos del paso del tiempo son preocupantes”. El aviso de la AFJP era un precursor de lo que luego fue retomado por la marca Sprite como “las cosas como son”. Treintañeros melancólicos con pocas virtudes a la vista deambulaban por la ciudad y sus vidas no prometían gran cosa, a excepción de una vejez asegurada. Por lo demás, eran puro padecimiento: uno se quedaba dormido en la rave en cuestión; esos no tan jóvenes no podían de ninguna manera generar una identificación positiva: pasaban por la discoteca y veían la diversión con la ñata contra el vidrio; pero para redimir estaba esa voz cantada/soñada que decía que “no todos los signos del paso del tiempo son preocupantes” y luego estaban esos logos llenos de palabras como solidez, consolidar, confianza, siembra...

Eran los ’90 de amaneceres en amarillo patito (como el sol de Siembra saturado al máximo amarillo del espectro). El tilingo estaba en el pedestal, era un modelo “del ser”, un lugar de “llegada”. Como la tilinga de la publicidad de Consolidar, ex profesora de francés, que escuchaba atónita la recomendación mal pronunciada del mozo: “Hoy tenemos Chateaux Richelieu”, le decía el de esmoquin blanco y moño, en un fondo de restaurante de lujo de los que empezaban a cambiarle la cara a Puerto Madero. Y la tilinga corregía con la actuación de lo que había sido alguna vez: “Sható, sható, nasal, con tu naricita, repetéz...”. Nada mejor que esa imagen maníaca para representar a un jubilado mientras se gestaba la flexibilización laboral del menemato, pleno amanecer de los “contratos basura”: era imaginar a quien no dejaba de trabajar nunca. El locutor lo decía explícitamente mientras la vieja seguía dictando cátedra: “No podemos hacer que dejes de trabajar después de que te jubiles”, y apabullaba la imagen de la jubilada sirviendo a la Revolución Productiva incluso estando retirada: “Con la boquita así”. Para no espantar al afiliado-concientizado agregaban sobre el final: “Sólo podemos asegurarnos de que no lo necesites”.


Realidad y sueño

Los creativos imponían su nuevo rol social: se hacían ver como figuritas repetidas de los restaurantes del todavía llamado Palermo Viejo. Cómo no iban a ser triunfalistas: vida y obra se entremezclaban entre sus sueldos altos y las marcas que se los disputaban a duelo. “Fue un momento en el que no había ni siquiera concursos de agencias; había asignaciones; todos los bancos lanzaban AFJP y las agencias fuertes no eran más de ocho. En aquel momento era al revés que hoy: no salíamos a buscar a los clientes sino que eran los anunciantes los que corrían detrás de las agencias. Para nosotros era un mundo perfecto”, recuerda Pablo Del Campo, hoy director de Del Campo Nazca.

Los pocos sobrevivientes de ese otro mundo, que era los ‘90, ahora comandan equipos; pero en tiempo de lanzamientos de AFJP todavía eran llamados junior; miraban como si todo sucediera por primera vez. Mejor dicho: todo sucedía por primera vez. Hasta los senior se descubrían asombrados de castear veinteañeros como modelos para vender jubilación. El corazón de los llamados creativos junior latía como un tambor por esos días; ¡vender jubilación usando chicas de 18, o musculosos que reversionaban el histórico aviso de Colbert (el del tipo en cuerpos que se volcaba el agua mineral encima), ahora al servicio de la aseguradora Anticipar! Ya no heredaban marcas gastadas, una Coca, un Marlboro, ¿cuánto de nuevo se podía imponer en esos territorios tan frecuentados antes de que Ramiro Agulla y Carlos Baccetti patearan el tablero en ese mundo de logos de bronce? Pero, ¡esto!

Había imposiciones muy rígidas, sin embargo, de parte de los anunciantes: no se querían viejos. Primero, los junior se miraron con desconcierto, hasta burlones: ¿anunciar jubilación sin viejos? “Se veía en general gente retirándose muy joven en estos avisos –recuerda Pablo del Campo–. A los anunciantes les preocupaba mucho la decrepitud; se le tenía mucho miedo. Cuando se elegía un casting se decía: ‘Uy, no, este señor es muy grande’. Había mucho complejo; por los ejemplos que te estoy dando. Pero en la campaña de Consolidar (el aviso de “la profesora de francés” y otros de viñetas musicalizados con For ever young), nos animamos a gente de unos 60 o 65. Hasta aparece el padre de un retirado en For ever young. Y en una de las imágenes no es que hubo sexo explícito pero sí una mujer que aplaudía a su marido después del momento.”


Volver a vivir

Se veía una de esas crisis que suelen acontecer en los números redondos de la vida; alguien se quejaba por una calvicie incipiente (“Negra, me quedé pelado”, decía un tipo en el aviso de Met) o comprobaba que ya era grande para los placeres que en la juventud lo habían hecho feliz, o se daba vuelta incrédulo cuando una colegiala lo trataba de señor, y el mundo parecía derrumbarse. Siempre sucedía así: alguien comprobaba estar de salida de hábitos y círculos que le encantaban.

En este punto surgía una incongruencia de relato. Por ejemplo, el tipo que se descubría ya grande para la rave era compensado, demasiado precozmente, con una jubilación que ni siquiera se asociaba a “lo abundante” sino a “lo seguro”, en contraste con “el infierno estatal”.

Al pibe recién salido de los 20, un poco grande para flirtear con la de quince (primera crisis de edad) se lo invocaba a “confiar en lo que elegiste, quedate donde estás bien”. El cielo de lo privado se edificaba como “raíces sólidas para la patria”, por fin; en un aviso de Máxima verdaderos banqueros (en una primera experiencia de publicidad reality) se adelantaban a personajes televisivos como El aprendiz de Donald Trump, comportándose como verdaderos padres fundadores.

El país de Siembra estaba entrando en la gloria. Nada que no aportara a cimientos firmes debía disponer de “aire” en la patria renacida. Desde el programa Tiempo de Siembra, Pancho Ibáñez empezó a dar maletines forrados a los más aptos (N. de la R.: este cronista tuvo oportunidad de ver en vivo a Leandro, compañero de colegio: la AFJP lo hacía abandonar el rol de nerd que se había pasado la vida memorizando goles, grabando obsesivamente todos los torneos ¡del mundo! desde partidos de cuartos de final, premiándolo al responder sobre mundiales; se hizo millonario ese día lejano de los ’90 en que la AFJP lo insertó en un mundo de exitosos que, con los departamentos adquiridos, pudo vivir de rentas hasta hoy. Decidió no compartir ni una mínima porción del fajo. ¡Y cómo lo habíamos vivado en cada respuesta coooorrrrrrrecta!).

“El triunfo –explica Daniel Fierro, director creativo de agencia Grey– era la manera que encontró la empresa privada de hacer realidad los sueños, en contraste con el Estado incapaz. Pero después de 2001 se perdió la ingenuidad.”


Vida real

En lo que vino después, el restaurante francés abrió paso al supermercado. La mujer de Arauca Bit, por ejemplo, hacía cola y, por esas cosas que pasan cuando la ansiedad es más fuerte que el tino, se cambiaba a una caja cerrada y, al volver, perdía su lugar. El locutor recomendaba: “Confiá en lo que elegiste, quedate donde estás”. Ya no eran tan jóvenes; abundaban calvos, mujeres gordas. El asesor calmaba al indeciso como el médico al enfermo terminal: “No se preocupe, su problema todavía tiene solución” (en el aviso de Siembra). Se empezaron a ver menos amaneceres amarillos; se escuchó menos música pop.

“Quedate donde estás”, decía la AFJP. Ya era otro país; mejor no correr riesgos. “Quedate seguro..., agarrá lo poquito que tenés. El mensaje idealista se tenía que acabar”, cuenta Fierro. “Después de 2001 hubo ideas más creíbles –sigue Joaquín Chas, de la agencia La Age–. En términos de creatividad, nulo. Pero hay productos para los cuales la creatividad no es la mejor herramienta, sino la persuasión. No querer resignarla es para creativos sin experiencia. Eso va muy ligado al presupuesto. Yo admiro la premisa de los que inventaron esto: la persuasión ante todo; ahí está el valor del mensaje.” Fue fácil subirse a la ola mientras se estaba armando, y bajarle la edad al posible jubilado hasta volverlo un adolescente tardío. Pero... ¡diseñar un aviso ahora (si permanecieran como aseguradoras de fondos complementarios)! “Sería un desafío”, imagina Daniel Fierro. “Habría que, conceptualmente, pararse en el lugar para pocos –imagina–. Habría que buscar la ventaja de dejar la plata ahí, en comparación con las decisiones de un día para el otro del Estado, y cargar las tintas sobre eso. Yo tengo, sin embargo, el honor de no haber hecho una sola publicidad de AFJP –un honor que se mide en la escala de la paz interior–. ¡Y estoy tan tranquilo!”

LA CONSTITUYENTE SOCIAL DE LA CTA CERRO SUS DELIBERACIONES EN JUJUY CON UN LLAMADO FINAL




El encuentro reunió a más de 700 organizaciones sociales. Al término del debate se decidió también convocar a una marcha nacional a Plaza de Mayo a principios de diciembre. Hubo una declaración de apoyo a los maestros porteños y a Evo Morales.


Por Werner Pertot

Desde Jujuy

Empezó con un ritual indígena y terminó con una fiesta: los militantes brindaban con chicha, bailaban al ritmo de la música, lanzaban fuegos artificiales, intercambiaban remeras como al final de un partido de fútbol y entraban y salían del estadio La Tablada como si fuera un festival del pueblo. La Constituyente Social de la CTA que hizo converger a 700 organizaciones sociales de todo el país cerró con un llamado a terminar con el hambre, con la iniciativa de una asignación universal por hijo y con la convocatoria a una marcha nacional a Plaza de Mayo a comienzos de diciembre. El 7 de noviembre también harán un acto frente al gobierno porteño, para protestar por un proyecto de ley de un radical PRO que propone que solamente se puedan hacer manifestaciones dos días por semana, sacando turno. También expresaron su solidaridad con la lucha de los docentes porteños y con el presidente de Bolivia, Evo Morales.

San Salvador de Jujuy amaneció revolucionado por dirigentes de la comunidad colla –que dieron la bienvenida en quechua–, sindicalistas y militantes que atravesaban el microcentro en pequeños grupos, llevando bombos y banderas rojinegras del MTL, o el logo indígena-geométrico de la Túpac Amaru. Los participantes se dividieron en 20 comisiones que iban de 200 a 400 personas y que colmaron las aulas del Centro Cultural Germán Abdala y de la central de la Tupac Amaru, que tiene a su lado un edificio construido por sus militantes como jardín maternal: lo hicieron con la forma de un castillo de cuentos de hadas.

No lejos de allí, en la escuela Belgrano, entre muchos mates y alguna que otra gaseosa, los dirigentes de distintas partes del país debatieron sobre las prioridades y las acciones del movimiento. “Con la minería nos están quitando el agua y nuestras plantas se están muriendo”, contó un militante social de Catamarca. “Mi provincia es una de las más ricas del agro y la soja hizo que la mayor riqueza se concentre en muy pocas manos”, dijo un docentes de Santa Fe, la tierra del titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, quien no participó del encuentro.

“Están acá las distintas versiones del campo popular y no tenemos presencias que nos causen contradicciones”, celebró Yasky ante PáginaI12, sin mencionar a quién se refería (una pista: tiene bigotes y dirige una entidad rural). Tras el trabajo de las comisiones hubo una puesta en común. Yasky estuvo reunido con Víctor De Gennaro y con el titular de ATE nacional, Pablo Micheli, quien propuso que se llamara “marcha federal” a la movilización de la CTA a la Casa Rosada. Pero hubo objeciones. “La marcha federal tiene la connotación de la que le hicimos al menemismo, cuando avanzaban plenamente la privatizaciones”, advirtió Yasky. Finalmente, acordaron denominarla “marcha nacional”.

El cierre fue en el estadio La Tablada, que se colmó con unas 20 mil personas que bailaban al ritmo de la orquesta de la Túpac Amaru, hacían ondear banderas de todos los colores y coreaban “la Túpac les dice gracias por venir a visitar” o bien “se siente, se siente, la Constituyente”. Un grupo de hombres con pecheras azules de Suteba intercambiaban remeras con tres mujeres de rasgos aindiados de la Tupac y con obreros de la construcción. Cada uno quería llevarse una remera de otra parte del país.

De Gennaro bailaba arriba del palco, al ritmo de los bombos y las trompetas. Allí estaban la líder de la Túpac Amaru, Milagro Sala; el titular de CTA Jujuy, Fernando Acosta, y el secretario adjunto de la CTA, Pedro Wasiejko; además de Micheli y Yasky. También los acompañaban dirigentes del SI y del socialismo, los 30 invitados internacionales, de distintos sindicatos y organizaciones sociales de Canadá, Europa y América latina y el intendente de Morón, Martín Sabbatella, a quien Yasky quiere como candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires. Estaban presentes varias Madres de Plaza de Mayo, a quienes –a diferencia de lo que ocurrió en los actos de las entidades rurales– les cantaron: “Madres de la Plaza/el pueblo las abraza.”

A lo largo de tres horas, leyeron las conclusiones de las veinte comisiones, que se centraron en la distribución de la riqueza, la preservación de los recursos naturales y el apoyo al retorno al sistema de reparto y la eliminación de las AFJP. “Se está intentando construir una situación de caos, donde nos hacen responsable a los argentinos de la crisis en Europa, en Estados Unidos. El bombardeo de estos capitales a través de los medios es permanente y el movimiento popular no se puede desentender de esta lucha”, señaló Yasky.

El secretario general de la CTA mencionó su viaje a Santa Cruz de la Sierra de esta semana, en el que estuvo con el presidente de Bolivia Evo Morales para apoyarlo en su proceso de reforma en Bolivia. “Esto marca el nuevo papel de los pueblos en esta América latina y la necesidad de sostener las transformaciones sociales en esta etapa posneoliberal”, remarcó Yasky. Luego se leyó una declaración de la Constituyente Social en solidaridad con Morales.

Sala señaló a este diario que “lo que se dio en estos últimos días fue un debate muy profundo de la Argentina que queremos. Tenemos que tener memoria no sólo de nuestros 30 mil desaparecidos, sino de los que llevaron al país a tener muchísimos niños desnutridos, los que privatizaron empresas y dejaron en la calle a los compañeros: hay que acordarse de Menem, Duhalde y De la Rúa, porque el hambre no comienza cuando llegan los Kirchner”. “Hoy estos sectores te dicen que está todo mal y ellos son corresponsables de cómo dejaron el país”, concluyó.

Qué, cuándo, cómo, pa’qué





Una mención a la Constitución, para variar. Los valores en juego. La necesidad de la urgencia y el riesgo de la improvisación. Los mercados golpean a su modo. El Congreso y el arte de sumar. El ágora y las lecciones de la 125. El tercer regreso de Perón, un mito urbano. El oficialismo, la oposición, los poderes fácticos.


Por Mario Wainfeld

“El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable.”
Constitución nacional,
artículo 14 bis.

“Pensé que no hay nada menos material que el dinero, ya que cualquier moneda (...) es, en rigor, un repertorio de futuros posibles. El dinero es abstracto, pensé, el dinero es futuro.”
Jorge Luis Borges, El zahir

“Ya sé que pienso una cosa y al rato lo contrario, con la misma fuerza, es un problema de toda mi vida. Me salvo pensando que a la gente le parece normal ver disentir a dos personas. A eso llaman diálogo. Pero no aceptan que uno disienta consigo mismo: a eso lo llaman contradicción. La gente se equivoca, creo, porque las cosas no son simples.”
Oscar Bracelis.
“Morir en Managua”

El qué sólo puede analizarse sincerando una postura ideológica y agregando el apego a la ley. Retornar al sistema solidario es honrar el dictado de la Constitución nacional, menudencia ignorada por tantos campeones de la “seguridad jurídica” que se ne fregan en los derechos sociales estatuidos en la Carta Magna. A menos que se quiera que el Estado funcione como prestamista bobo de aquellos que optan por la capitalización y se quedan sin protección, por manes de los avatares financieros, por tener poca plata o por manejos taimados de los respectivos brokers.

El sistema legal tiene además un substrato valorativo digno de mención. El sistema de reparto vincula a todos los aportantes, de modo solidario, intergeneracional. La suerte de los retirados se conecta con la de los trabajadores activos. En los hechos, las AFJP descreman ese conjunto, tratando de seducir a los que más cobran para que se corten solos y arreando a los que no cotizan mucho, que ya los salvará el Estado.

El régimen de las AFJP, engendrado por la urgencia de formar un mercado de capitales que jamás se plasmó en serio, nació mal parido. Tuvo resistencias severas desde el vamos, que obligaron al (usualmente arrasador) menemismo a remendar su proyecto original: quedó hecho un zurcido que agravó su perversidad fundante.

En esa lid hubo defensores consecuentes de la ley y de la tradición solidaria del sistema argentino. También hubo quienes defeccionaron, entre ellos varios relevantes miembros de la actual coalición de gobierno quienes podrían argüir la frase del mendocino Bracelis que se menciona en el epígrafe. Pero deberían ser cautos a la hora de aplaudirse, de adjudicarse banderas que enarbolaron tarde. Y, en consecuencia, matizar juicios apodícticos sobre quiénes dan en la tecla y quiénes desafinan.

Como fuera, los alineamientos ulteriores al lanzamiento del proyecto de ley describen dos bloques fáciles de encasillar. El mundo financiero, la banca, las fuerzas de derecha, los medios de derecha eligen un sector. El oficialismo, con sus más y sus menos, la CGT, la CTA, el SI y los precedentes del radicalismo acumulan argumentos del otro lado.


Dime cuándo, cuándo, cuándo

La crisis económica financiera mundial es un acicate para que los Estados metan mano en los sistemas financieros que hacen agua por doquier. Ningún gobierno se priva, con suerte dispar y en promedio escasa hasta ahora. Gordon Brown demostró cintura, George Bush es un fiasco recurrente, Lula da Silva juega fortunas para aminorar la caída del real y pide facultades para que el Estado irrumpa en la banca.

El tablero pide más control, más recursos en manos del Estado, más keynesianismo. Traída para acá la cuestión, el sistema de AFJP naufraga sin garbo y sin viabilidad. Jamás fue bueno, estaba yendo al garete, el rescate suena como inevitable. O es ahora o será en un mañana cercano, seguramente en circunstancias (aun) más catastróficas.

Claro que la burbuja que todavía no explotó permite que los banqueros nativos ejerzan una arrogancia y una capacidad de respuesta vedada a sus colegas que ya están knockout. Y que contragolpeen con un arsenal de argumentos y acciones que el Gobierno debió prever.

Por lo demás, el torbellino general acrecienta los riesgos inherentes a jugadas audaces. Todas las Bolsas del mundo caen, el dólar se aprecia en muy variadas comarcas, esas tendencias se exacerbaron en estos días en la Argentina. El cronista desconfía de los análisis que desmenuzan las causas de cada derrumbe. ¿Los que venden en tropel firman declaraciones juradas que explican sus móviles? Aun si ese dislate ocurriera, no habría por qué creerles.

Pero, desde luego, nadie puede obviar que el color local pesó en una semana agitada en la City. Los movimientos de los depósitos, la atracción por el dólar, hasta el excitado fluir hacia las cajas fuertes lo prueban. Las cifras que divulga el Banco Central sobre su participación, sencillamente, no son verosímiles. Se necesitó mucha agua para apagar tanto fuego.

El cuándo, por tanto, encuentra una brecha de oportunidad sistémica en un contexto internacional peligroso. Y en un momento de tenue credibilidad del Gobierno, de osadía desafiante de sus adversarios, de temores expandidos en la sociedad.

El saldo de esa dialéctica que juega al límite (el ADN del kirchnerismo) no se dejará medir en semanas, cree el cronista. La que pasó fue muy difícil, también por el cómo.


El cómo, part I: La sorpresa

El oficialismo adora la sorpresa, que le permite colocarse en el centro del ring, redefinir a su guisa la agenda. Pero en el mandato de Cristina Kirchner casi nada funciona como en el de su precursor. El gobierno pega el primer golpe, sorprende distraídos a sus contendientes pero luego pierde pie en el ágora y revela flaquezas de implementación en debates que se le hacen peliagudos, en un ciclo de pleamar de su aceptación social.

La sorpresa y la urgencia no tienen irremediable vínculo con la improvisación pero, en la cancha, se emparientan a menudo. El secretismo, la falta de consulta horizontal (flagrantes en el conflicto sobre las retenciones móviles) se notaron también en una acción conocida por pocos funcionarios, que podrían contarse con los dedos de una mano. Varios rebotes, autóctonos e internacionales, fueron soslayados (o subestimados) en el análisis. Se resintió la falta de contacto con el gobierno español, para amortiguar reacciones. Claro que anticiparla era una quimera, cuando el canciller integraba la amplia mayoría de ministros que estaba en ayunas sobre la formidable decisión en cierne.

Las estocadas de los mercados no son espontáneas, ni obedecen a un interés transparente pero sí tienen un grado de previsibilidad. La situación laboral de cientos de empleados de la Superintendencia de AFJP y los de las propias AFJP no fue diseñada de modo previo, lo que motivó la lógica renuncia de Carlos Weitz, titular de aquélla, una vez que se discernió un norte para los trabajadores que se quedaron sin soporte. Se supone que pasarán a la Superintendencia de Riesgos de Trabajo y a la Anses, que, más vale, necesitará expandir sus plantillas. Esos pasajes no son simples, exigen compatibilizar salarios y funciones, impactan en derechos de los “inmigrantes” y de los que ya están, menuda labor.

Las cifras deben tomarse con pinzas en estas pampas y hasta ahora ni el Gobierno ni las AFJP proveyeron datos certeros. En cualquier caso es un deber peliagudo arbitrar la reinserción de miles de empleados de las AFJP. Hay algunos especializados en tareas muy congruentes con la Anses (quizá el 30 por ciento) adonde podrían encontrar razonablemente su nueva fuente de trabajo. Pero hay numerosos promotores, seguramente muchos en condiciones laborales precarias, difíciles de reconvertir y de proteger. La preocupación por la conservación del empleo, legítima en el Gobierno, asume un reto concreto, adicional.


El cómo, part II: Alta velocidad

Vale repetirlo: acciones de esta magnitud deben implementarse a alta velocidad. Las transiciones, las zonas ambiguas agravan la inseguridad. En el tema que nos entretiene hay una coalición temible enfrente, bastante desaprensiva en la elección de los medios para defender sus posiciones. En la City, tras los muros se oyeron sordos ruidos típicos de los golpes de mercado. Desde el espantajo de la apertura de las cajas de seguridad, hasta el rumoreo de renuncia del titular del Banco Central. Hubo medios que difundieron imprudentemente una noticia no chequeada y no producida. Ayer, en este diario, el periodista Roberto Guareschi opinó acerca del quid pro quo entre periodistas irresponsables y un público que les da pábulo. Como nota al pie de esa lúcida columna, este cronista destaca que en el caso de las pseudo primicias, el público tiene derecho a alegar inocencia: obsesionan a los medios y a los periodistas. No les cambian la vida a los jubilados, a los aportantes, a Doña Rosa o a Gaspar el Revolú enterarse “una hora antes” de un hecho de proyecciones vastas. La competencia induce a deslices de baja profesionalidad, que son dignos de mención y que son atizados por jugadores taimados y fuertes.

La premura del caso, que debe ornarse con trabajo concienzudo contrarreloj, es innegable. “Este limbo es complicante” explicó a este diario un integrante del equipo económico del Gobierno. Se refería al lapso de irresolución parlamentaria pero también a una decisión judicial que fue un búmeran para la preservación del interés público. La medida de no innovar del juez Claudio Bonadío acrecentó la indefinición y privó a las AFJP de cumplir tareas imprescindibles. Si hubiera durado la enormidad de siete días hábiles (casi una semana y media) los efectos podían haber sido graves. El magistrado la suspendió ante tempus. La anécdota es interesante porque la medida de Bonadío fue (por imaginar lo menos) vista con buenos ojos desde la Casa Rosada.

Así las cosas, relucen la falta de seriedad y compromiso de las bancadas radicales. Tras repetir su encendida defensa del sistema estatal desde los ’90 hasta ahora, giraron 180 grados y parecen ir en tren bala a mantenerse hostiles al proyecto de ley, así sea con cambios. Y su argumento de tomarse todo el tiempo necesario conspira contra la propia sustentabilidad del cambio. Esa premura, más que detalles sobre eventuales modificaciones al proyecto escrito por Carlos Zannini, Sergio Massa y Amado Boudou, fue el núcleo de las directivas que dio la Presidenta a sus principales espadas legislativas en la reunión que tuvo lugar en Olivos.


El cómo, part III:
Parlamento y ágora

En algo tienen razón los radicales, el proyecto es demasiado escueto. Es de dudosa técnica normativa dejar vigente la ley original, lo que complicará la ulterior interpretación. Es dable suponer que, a la luz del torrentoso flujo de recursos que entra a la Anses, deba repasarse la ley de jubilaciones móviles, incluido el coeficiente de actualización.

El oficialismo confía en conseguir una mayoría holgada en Diputados. El término de referencia son los 149 legisladores que aprobaron el Presupuesto nacional. La ambición política es conformar una coalición “como la de Aerolíneas” y es compartida por el bloque del SI. Para eso sería necesario limitar la discrecionalidad del Ejecutivo para mover los fondos de la ciclópea Anses. La polémica pública derrapa a medios irrealizables: fondos de afectación intangibles, autarquía plena. Esas ideas naufragan en el maremoto del sistema financiero, la plata no se puede encanutar como haría un particular. Y, además, las necesidades estatales son aleatorias y complejas. Si se permite un ejemplo extremo, si el día de mañana se desata una epidemia de peste bubónica nadie podría objetar que se “desviaran” fondos previsionales para evitar daños en la salud de ciudadanos de cualquier edad.

En el Senado, por esas artes inextricables de la política, el oficialismo viene teniendo más dificultades, que hicieron pus en el debate sobre la Resolución 125. Habrá que ver con qué destreza y transigencia se mueven, si han capitalizado la lección. El discurso de presentación de la Presidenta no fue auspicioso en ese sentido: no convocó a terceros, no los exhortó a sumarse, no les abrió una puerta. Un modo de sumar es reconocer eminencia al otro, jugar siempre a traccionarlo para que se ponga a la cola en la cinchada es una táctica que abortó en el conflicto con “el campo”.

La oposición que ansia acompañar el proyecto (el SI y los socialistas) pugna por mejorar el cuidado de los fondos y los mecanismos de control. Son, así expuestas, correcciones funcionales a la finalidad de la ley. El oficialismo dispone de margen para otorgarlas, si efectivamente quiere construir una mayoría significativa, necesaria para una norma que es un cambio de época.

El martes el ministro Carlos Tomada y el titular de la Anses, Amado Boudou, darán explicaciones y (se huele) abrirán el juego en Diputados. El miércoles irán los representantes de la AFJP, que han hecho triste papel en los medios: son impresentables, deberán elegir otros mecanismos: camuflarse detrás de los trabajadores, invocar a los jubilados, redoblar la pauta publicitaria en medios afines. El jueves será el turno de Eugenio Semino, Ombudsman de la tercera edad, un consistente defensor del régimen solidario.

Demos un vistazo al ágora. El oficialismo primereó para ir luego cediendo terreno. Boudou es, por lejos, mejor expositor que la Armada Brancaleone que defendió las retenciones móviles, conoce la temática, tiene un look y un modo clasemediero congruente con la estética de los medios dominantes. Pero su condición de orador exclusivo es un límite. La sobreexposición de la presidenta Cristina es un recurso contraproducente. En Olivos se comenta que habrá más paladines en los próximos días. A cuenta, se reparó una falencia cometida meses atrás: los integrantes más altos del Gabinete, los legisladores y los gobernadores recibieron una carpeta razonablemente frondosa conteniendo data y explicaciones sobre la medida. Antaño, ese recaudo básico tardó meses y se redujo a un Power Point diseñado por Alberto Fernández.


Perón y la gloriosa AFJP

El politólogo sueco que hace su tesis de postgrado sobre Argentina salta de gozo leyendo un correo electrónico enviado por su padrino de tesis, el decano de Sociales de Estocolmo. “Retracto mi propuesta de traerlo a Islandia, profesor. Ese país sigue siendo un enigma para los europeos. Ahora me enteré que Perón intervino en la polémica sobre las AFJP y que se hizo liberal, como Menem. Lo conmino a que me envíe un paper sobre ese prodigio, no menos de 20 páginas. Un abrazo privatista”. El politólogo empieza a urdir planes para ir dilatando una respuesta tajante mientras perpetúa su estadía en este suelo de buenos bifes y mejores mujeres.

Un video que circuló por ahí, citado hasta el hartazgo por peronistas y contreras, es un brutal bullshit. El blog “Un día peronista” lo explica en detalle, el decano no tiene por qué desayunarse. Perón fue el promotor del más extendido estado benefactor que se haya conocido en toda América latina, lo que incluía un sistema jubilatorio estatal y solidario. Que los gorilas lo citen como argumento de autoridad es banal, que lo saquen de contexto a más de 30 años de su deceso, una prueba de su honestidad intelectual.

Pero el politólogo no esclarecerá a su decano: no hay apuro para revelar tan obvia verdad, si la beca se mantiene.


El pa’ qué y final abierto

A contracorriente del cosmos, de oficialistas y opositores, el cronista cree que es un objetivo plausible mejorar la caja fiscal, máxime en un estadio de la historia humana en que todos se desesperan por hacerlo. La jugada, formidable en su dimensión, que se comenta, persigue robustecer las arcas estatales, que se abren a distintos futuros, como la moneda de Borges. Desde luego, nada autoriza a desfondar esas arcas o a violar derechos adquiridos de los jubilados. Pero arrimar al conjunto miles de millones de dólares no es cosa baladí. No para malversarlos sino para tener solidez para conjurar esta y otras crisis.

El objetivo previsional es encomiable, una reparación de desvaríos cometidos por un gobierno popular y (¡ay!) en su momento relegitimado. Pero objetivos tan ambiciosos exigen instrumentación a la altura. La política de Estado no consiste sólo en invocar principios edificantes, sino especialmente en generar las condiciones para sustentarlos. La sensación térmica de la calle, el fracaso de los cacerolazos VIP (más patéticos aún que el segundo “paro del campo”), las encuestas muestran un clima de opinión bien diferente a los vividos entre marzo y julio. Pero el poder del dinero no sólo se expresa en la calle, ni por medios lícitos. En esta semana algo se atisbó y el episodio no está cerrado. Una puja de intereses enorme recién comienza, en el parlamento, en el ágora, en los “mercados”, en los medios. Al cronista no le cabe más que hablar de final abierto y pedir un cierre transitorio de telón.

mwainfeld@pagina12.com.ar

La caja




Por Alfredo Zaiat

El debate previsional del proyecto para poner fin a las AFJP requiere el esfuerzo de no quedar atrapado en mediocres consignas políticas si el objetivo es defender a los trabajadores y sus futuras jubilaciones. Con su amplio coro de voceros bien predispuestos, el poder económico sabe utilizar como nadie las propias defraudaciones adjudicándolas al otro como argumento de defensa de sus intereses particulares. Ese mecanismo de proyección, que sería carne de diván para psicólogos, tiene en la esfera pública un potente factor de confusión. Desde la más taimada, como sacar de contexto histórico un viejo discurso de Perón, hasta la más popular, como la definición rústica de “hacer caja”. La anécdota de Perón es en cierto sentido frívola porque fue él quien expandió la cobertura legal del sistema de protección social estatal y su crítica en ese video apunta al manejo de las jubilaciones por parte de los gobiernos militares y civiles que lo sucedieron en su largo período de proscripción política. Que el pensamiento conservador que siempre repudió a Perón hora apele a él tergiversándolo pone al descubierto el nivel de desesperación por la pérdida de un millonario negocio con el dinero previsional de los trabajadores. La discusión conceptual sobre la caja jubilatoria y la utilización de sus recursos resulta más interesante y reveladora de la perversidad argumental de los defensores de las AFJP. Fueron los militares, las políticas de ajuste impuestas por los grupos de poder y el propio régimen de capitalización privada que desquiciaron el sistema previsional y, por lo tanto, el haber jubilatorio. El recorrido de ese proceso permite ilustrar y tranquilizar a las almas atribuladas por el temor sobre el destino de la caja.

La situación más cercana es la que se registra con las AFJP: la asociación de financistas & afines han estado detrayendo recursos previsionales mes a mes del aporte jubilatorio mediante abusivas comisiones. O sea, el riesgo no es que el Gobierno se apropie de la caja jubilatoria, sino que durante catorce años fueron las AFJP que lo han estado haciendo en forma persistente con la impunidad que brinda el poder financiero sobre el dinero previsional de los trabajadores. Poner fin al funcionamiento de la jubilación privada es frenar el impúdico manotazo mensual a la caja por parte de los banqueros.

Otra contribución de los conservadores a perjudicar a los jubilados fue que en la mitad de esos años de régimen privado los aportes fueron menores al establecido por ley. Con una medida desesperada para salvar la convertibilidad agonizante, Domingo Cavallo los redujo del 11 al 5 por ciento, afectando por lo tanto la caja. Luego, el gobierno de Eduardo Duhalde lo subió al 7 por ciento y recién a partir de este año volvió al 11. Cavallo sabe bien cómo afectar la caja previsional: en 1994 redujo los aportes patronales disminuyendo así ingresos que correspondían al sistema de seguridad social. Más adelante, en 2001, en el gobierno de Fernando de la Rúa directamente redujo el 13 por ciento de las jubilaciones. Ya no era en la caja previsional, sino que la mano fue sin escala al bolsillo.

Durante la década del noventa, dominada por la política neoliberal, las jubilaciones estuvieron congeladas porque la creación de las AFJP desfinanció al sistema de seguridad social. La mano en las cajas previsionales fue introducida por los que ahora atemorizan con el riesgo del manejo discrecional por parte del Estado. Los economistas del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino estimaron que desde la creación de las AFJP, el sistema de seguridad social público resignó anualmente recursos por un monto cercano a los 5500 millones de pesos constantes de 2006. No es que ahora el sector público podrá financiarse con los fondos que iban a las AFJP, porque es lo que hacía aunque en forma onerosa emitiendo bonos que esas compañías compraban, sino que con el fin de las Administradoras se repara el error de haber desfinanciado el sistema de seguridad social.

Otro de los más potentes desestabilizadores de las cajas previsionales ha sido el empleo informal. La causa de ese desequilibrio se encuentra en el fuerte crecimiento del trabajo en negro desde mediados de la década del ’70. De esa forma disminuyó la relación pasivo/aportante, lo que agudizó la tensión financiera de las cuentas del sistema de seguridad social. El empleo informal significa que el empresario no realiza el aporte previsional establecido por ley, que deriva en menores ingresos a la caja. Las cámaras patronales, por ejemplo la UIA que reclama con espíritu republicano respeto a la “seguridad jurídica” con el proyecto oficial, son las que deberían aleccionar a sus integrantes que el trabajo en negro es una forma de apropiarse de recursos que corresponden a la caja previsional de los trabajadores. Del mismo modo, con la evasión en los aportes de su plantel.

Uno de los factores relevantes, y a nivel estructural el más importante, para comprender la inestabilidad de los fondos que tuvo el sistema jubilatorio se encuentra en la inflación y, por lo tanto, en las políticas macroeconómicas que durante muchos años han tenido como guía la estrategia del ajuste. La inflación es un poderoso mecanismo de descapitalización de los fondos previsionales. Las crisis económicas han provocado fuertes desequilibrios en las cajas previsionales, como también lo han hecho con el poder adquisitivo de los sectores de ingresos fijos.

Al respecto, pese al pensamiento dominante, durante el período peronista 1945-1955 el sistema previsional no registró déficit ni fue descapitalizado. Ese resultado positivo se debió a la existencia de una elevada cantidad de aportantes en relación con los beneficiarios. El ejemplo que se expone como manejo discrecional de recursos fue la construcción de viviendas populares con financiamiento de las cajas previsionales. Pero, en realidad, el activo de bajo retorno en contrapartida a esas obras junto al proceso inflacionario de los años posteriores fue lo que derivó que recién en 1962, siete años después del derrocamiento de Perón, se contabilizara el primer déficit en el sistema. Con el dictador Juan Carlos Onganía se desalojó la presencia sindical de la dirección de las cajas previsionales, pasando el Estado –autoritario– a tener la administración central del sistema con el objetivo de controlar la evasión y uniformar las prestaciones y las condiciones para su obtención. Ese resultado no fue alcanzado. En la última dictadura militar, se inicia en 1980 un proceso sistemático de desfinanciamiento del sistema con la reducción de las contribuciones patronales.

En esta instancia aparece el concepto de “intangibilidad” expresado por dirigentes políticos como fundamento para advertir sobre la necesidad de cuidar el dinero de los jubilados. Aunque parezca una herejía ante el crispado discurso de la oposición, no tocar los recursos previsionales para otros destinos que no sea para pagar las jubilaciones (“intangibilidad”) significa directamente licuar esos fondos con la inflación. O sea, meter la mano en la caja por la lenta o rápida descapitalización según el ritmo de alza de los precios. Para no repetir fracasos de experiencias pasadas, además de consolidar políticas económicas para el crecimiento y no para el ajuste, ya sin las AFJP el objetivo del sistema jubilatorio estatal debería ser mantener el poder adquisitivo del dinero de las cajas. Para ello se requiere de una administración transparente de las inversiones de esos fondos, tarea que debe ser controlada por diferentes sectores. Esa supervisión debe ser institucionalizada para evitar que ante cambios de gobiernos, como ha sucedido a lo largo de la historia con experiencias conservadoras, se termine afectando a los trabajadores y a los jubilados.

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