EE.UU. quiere guerras en Sudamérica



Las provocaciones están a cargo de Uribe

Con una matanza en territorio ecuatoriano el presidente de Colombia obstaculiza el proceso humanitario y cumple órdenes de Bush: armar una guerra en la región.

Alvaro Uribe es un sujeto siniestro. De una familia narcotraficante y fundadora de los paramilitares, el presidente de Estados Unidos George W. Bush encontró en él al peón perfecto para poner en marcha un diseño estratégico que tiene años y consiste en controlar territorios de América de Sur, claves en términos de recursos naturales, políticos y militares.

Con el advenimiento en la región de procesos confrontativos con ese diseño, especialmente en Venezuela, Bolivia y Ecuador, pero también en el marco del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la administración Bush aceleró los tiempos y se apresta a regionalizar el denominado Plan Colombia.

Escenarios

Provocar escaramuzas militares entre Bogota, Caracas y Quito es el disparador táctico del programa de operaciones que manejan los hombres más allegados a la Casa Blanca y con influencias tanto el Departamento de Estado como en la secretaría de Defensa.

Incluso, diplomáticos y agentes de los servicios secretos trabajan en consonancia con es trazado, en territorios más al Sur de la zona caliente: en Paraguay, donde la embajada de Estados Unidos opera a cara descubierta de cara al inminente proceso electoral; en Bolivia, alentando a los actores separatistas del Oriente contra el gobierno de Evo Morales; y también en Brasil y Argentina, aunque con mayores dificultades.

APM tuvo acceso reservado a documentos de procedencia estadounidense en los que se reconoce que la Casa Blanca alienta las diferencias existentes en Argentina y Uruguay por el establecimiento de una planta de pasta de celulosa en zona fronteriza y otros diferendos pendientes entre países del área.

Qué los propósitos de la pareja Bush – Uribe consisten provocar una guerra en él área –incluso antes de que el primero deje su cargo en enero próximo- debe estar en conocimiento de varios jefes de Estado sudamericanos.

En ese sentido debería interpretarse la reacción del gobierno de Ecuador, tras el asesinato, en territorio de ese país, del jefe guerrillero de las FARC, Raúl Reyes.

Según informaron distintas agencias internacionales de noticias y el diario La Jornada, de México, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, denunció el sábado por la noche que sus tropas encontraron evidencias de “una masacre” en el lugar donde fue abatido por el ejército colombiano el comandante guerrillero, y sostuvo que su homólogo de Colombia, Álvaro Uribe, “fue engañado o una vez más mintió al gobierno ecuatoriano” al informar que se había realizado una “persecución en caliente”. Más aún: su gobierno protestó por la incursión en su territorio y llamó a consultas a su embajador en Bogotá.

Horas antes, el mandatario venezolano, Hugo Chávez, advirtió a Uribe que si realiza una operación militar en Venezuela, similar a la emprendida en territorio ecuatoriano en la que murió el segundo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC), se considerará “causa de guerra”.

La cancillería ecuatoriana informó esa misma noche que protestó ante Colombia por la incursión castrense en su territorio y exigió disculpas mediante una carta diplomática enviada a Bogotá. Además, llamó a consultas a su embajador en la nación vecina, Francisco Suescum, y anunció que evalúa acudir “a instancias internacionales para buscar que las garantías de sus habitantes y la integridad territorial del país y sus derechos soberanos sean precautelados”.

“Ecuador demandará a Colombia una explicación por el indebido proceder de sus fuerzas militares, exigirá una disculpa formal y, en caso de eventuales daños a personas y bienes de habitantes dentro de territorio ecuatoriano, solicitará el pago de las correspondientes indemnizaciones”, indicó la cancillería, la cual manifestó su “profunda decepción por la acción militar colombiana”, destacaron las agencias de noticias y La Jornada.

De manera previa, Correa dijo que Uribe le había informado sobre una “persecución en caliente” que obligó a los militares a defenderse después de que las FARC los atacaron desde territorio ecuatoriano.

Sin embargo, las tropas de Ecuador inspeccionaron el sitio y encontraron evidencia de “una masacre”, denunció Correa. “Los cadáveres estaban en paños menores, en pijamas, es decir, no hubo persecución; los rebeldes fueron bombardeados y masacrados mientras dormían”, detalló Correa visiblemente alterado.

En el Palacio de Miraflores, en Caracas, Chávez advirtió: “presidente Uribe, piénselo bien. No se le vaya a ocurrir hacerlo en estas tierras, porque sería sumamente grave y casus belli. Sería causa de guerra una incursión militar en tierra venezolana. No hay ninguna excusa”.

En declaraciones a la televisión estatal, en lo que fue su primera reacción, el gobernante se mostró preocupado por el anuncio de Bogotá sobre el operativo castrense en la frontera ecuatoriana. “De manera muy ligera el gobierno de Colombia reconoce haber incursionado, haber violado la soberanía de un país vecino. De manera ligera, alegre e irresponsable, y eso es preocupante”, expresó.

A su vez, el canciller Nicolás Maduro lamentó que el hecho haya sido presentado como “victoria bélica”, y consideró que constituye “una bofetada para todos los que se han esforzado en la esperanza por la paz y por el entendimiento como fórmula para alcanzar la reconciliación, el rencuentro y la concordia del pueblo de Colombia”, informaron diversos medios internacionales.

Señaló que la muerte de Reyes, cuyo nombre era Luis Édgar Devia Silva, “revela una vez más la empecinada conducta de quienes privilegian la opción militar y apuestan a una agudización del conflicto armado”. Afirmó que esto es “un nuevo obstáculo” para el proceso humanitario en torno a los rehenes.

Por la mañana Uribe estuvo en Medellín, donde recibió al secretario de Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, y una delegación de congresistas estadunidenses, quienes lo felicitaron. Gutiérrez declaró que la muerte de Reyes demuestra los progresos de la política colombiana en materia de seguridad.

Por su parte, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, instó a “hacer prevalecer las consideraciones humanitarias” en Colombia y confirmar “la dinámica positiva” para la liberación de los rehenes, tras el anuncio de la muerte del líder rebelde. En la familia de Ingrid Betancourt y los comités de apoyo había preocupación, pero se descartaba que el hecho tuviera repercusiones negativas.

La Iglesia católica colombiana se declaró sorprendida y llamó a las FARC a iniciar de inmediato un proceso “serio” de paz con el gobierno de Uribe. Lamentó que la noticia no fuera que Reyes hubiera expresado su deseo por negociar con el gobierno un acuerdo humanitario.

El ex presidente Ernesto Samper (1994-1998) estimó que fue “un golpe al corazón de las FARC”, y dijo que si bien en el corto plazo se alejarían las posibilidades de una salida política al conflicto, Uribe debería capitalizar ese éxito abriendo las puertas para suscribir un acuerdo humanitario.

En tanto, el senador opositor Gustavo Petro indicó que puede haber endurecimiento de las FARC y afectar así la vida de los rehenes. El líder comunista colombiano Jaime Caicedo manifestó que el gobierno debe cuidarse del “triunfalismo” y trabajar por la paz. Por su parte, el ex candidato presidencial Antanas Mockus estimó que “las tácticas dilatorias” han sido contraproducentes para la guerrilla.

El presidente del Partido Conservador –uno de los siete que integran la coalición de gobierno– Efraín Cepeda destacó que la muerte de Reyes es más valiosa, porque “es un golpe a la línea dura de la guerrilla”. Informaron asimismo La Jornada y agencias de noticias.

Por la Redacción de APM |

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