Sergio Massa jefe de gabinete




“Tenemos que federalizar el trabajo”

Sergio Massa dijo que va a “escuchar a los gobernadores, intendentes y legisladores”. Asumirá hoy, a las 18. Hay expectativa por la posible presencia de su antecesor Alberto Fernández en ese acto en la Casa Rosada.

“Voy a dialogar mucho. Tenemos que federalizar el trabajo del Gobierno.” Lo repitió con cada micrófono que le pusieron adelante. “Tenemos que articular un diálogo fructífero”, había dicho a los movileros que lo fueron a buscar a Tigre. Lo mismo dijo a la noche, en una charla en televisión. En su estreno informal de la Jefatura de Gabinete (asumirá hoy a las 18, probablemente con la presencia de su antecesor), Sergio Massa exhibió varias palabras claves. Y las pronunció varias veces, como un mantra oriental que busca tranquilizar a la audiencia. “Diálogo”, “escuchar a los gobernadores, intendentes y legisladores”, “estar cerca del Parlamento”, “consolidar las instituciones”.

Esos conceptos, que se repitieron con el paso de las horas, habían sido enumerados por la Presidenta al dar las primeras instrucciones. “Voy a estar al lado de la Presidenta, y también al lado de gobernadores, ministros e intendentes”, prometió luego Massa. Sus palabras anticiparon el perfil de su gestión, pero también expusieron el nuevo mapa del poder con el que deberá convivir el Ejecutivo.

El día más importante en la meteórica carrera política de Massa comenzó a las 8.55. Justo a esa hora, tras un llamado urgente desde Olivos, el intendente de Tigre era recibido por la Presidenta. “La reunión duró una hora y diez minutos. Me planteó su voluntad de que la acompañara en la gestión. Entonces charlamos de todos los temas. Y conocí el temario de trabajo que ella pretendía de mí”, relató luego el joven y experimentado dirigente de 36 años.

Tras esa primera charla, Massa regresó a Tigre para ordenar la transición en su intendencia (dejará el municipio en manos del primer concejal del FpV en su distrito, Luis Zamora) mientras que las pantallas de TV comenzaban a mostrar placas rojas con la confirmación de que sería el nuevo jefe de Gabinete. Como es de rigor en estos casos, el elegido comenzó a recibir imparables llamados de felicitaciones.

“Tuve muchos llamados para transmitirme su apoyo de gobernadores, senadores, dirigentes sociales y sindicales”, contó Massa. La lista mostraba un apoyo general del peronismo, expresado a través de los gobernadores Daniel Scioli (Buenos Aires), José Alperovich (Tucumán), Mario Das Neves (Chubut) y Juan Manuel Urtubey (Salta). También llegaron felicitaciones de intendentes del conurbano: Massa es un hombre de la primera sección electoral, tiene muy buena relación con Raúl Othacehé, de Merlo, y un vínculo correcto pero más distante con el resto de los caciques del GBA.

La serie de congratulaciones se completó con los dos cuerpos del Congreso (le mandaron saludos el titular de Diputados, Eduardo Fellner, y el jefe del bloque K en el Senado, Miguel Pichetto) y con el secretario general de la CGT, Hugo Moyano.

Las únicas expresiones de inquietud, hasta de disconformidad, surgieron de los movimientos sociales y del kirchnerismo porteño, liderado por Alberto Fernández. Hubo dirigentes sociales que expresaron su preocupación por los antecedentes de Massa en la UCeDé, el menemismo y el duhaldismo. “Lo más preocupante de la etapa que se abre es el riesgo de que se pierdan los valores de la militancia política que habían sido claves en la construcción del Gobierno en detrimento de valores de perfil tecnocrático y eficientista”, opinó el titular de Cascos Blancos de la Cancillería, Gabriel Fuks. Bien distinta fue la lectura desde los sectores empresariales, que elogiaron calurosamente la designación.

Hubo aplausos de la Unión Industrial Argentina y Adeba, la asociación de bancos privados. “Abre una cuota de confianza”, señaló Adeba en un comunicado.

Consciente de que su nombramiento abrió lecturas diversas, Massa dijo que quería conformar a todos. “Lo que yo pretendo es sentarme, ponerme a trabajar, para que aquellos a los que mi nombramiento generó expectativas, vean los resultados. Y aquellos que no están tan entusiasmados, también”, señaló. Enseguida le pidieron que definiera cuál sería su impronta como funcionario. Massa respondió con la candidez del discurso optimista que impuso Daniel Scioli. “Soy un chico de 36 años que tiene optimismo y capacidad de diálogo”, dijo en su primer entrevista televisiva.

Después llegaron las preguntas más difíciles. Lo consultaron por el rol que jugará el ex presidente Néstor Kirchner, le pidieron su opinión sobre el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. “En un equipo cada uno tiene un rol y el armado es facultad de la Presidenta”, respondió con jerga futbolística. Luego los conductores de A Dos Voces lo interrogaron por la relación del Gobierno con los medios (“¿van a bajar los decibeles?”). Massa hizo un breve silencio y respondió con una sonrisa. “Tenemos que hablar, entendernos.”

Por Martín Piqué

Edgardo Depetri

El voto "no positivo" perjudica a 40 mil pequeños y medianos productores



"El voto de los senadores perjudica a unos 40 mil productores que perdieron el beneficio de las compensaciones por flete y, los más chicos, también cinco puntos de retenciones ya que la propuesta de diputados bajaba las mismas a un 30 por ciento para los productores de 300 toneladas", dijo Edgardo Depetri, diputado nacional y dirigente de la CTA, al referirse a la derogación de la Resolución 125.

Y agregó que, en cambio, "se benefician 4500 productores, que explotan grandes extensiones y los pools de siembra, los cuales volverán a pagar el 35 por ciento, siendo beneficiados en cerca de 15 puntos".

Depetri reafirmó la necesidad de avanzar en un esquema de medidas para "seguir profundizando las políticas que permitan sostener el crecimiento y mejorar la redistribución de la riqueza".

A bancarse las críticas



Borrador de balance

Por Eduardo Grüner y León Rozitchner

1 El movimiento de la “derecha campestre” (incluyendo sus socios secretos de las grandes industrias multinacionales del agrobusiness, de los más concentrados medios de comunicación, etc.) no discutió principalmente las retenciones ni los cambios que pudiera votar el Congreso. Discutió la lógica social de las futuras rentas y, en esa vía, el poder político. Desde el principio, un conglomerado de corporaciones privadas con mezquinos intereses particulares se arrogó una estrategia de “doble poder”, actuando con la soberbia autoritaria de un “Estado dentro del Estado”:

cortando rutas, requisando transportes, decidiendo quién comía y quién no en el país, creando desabastecimiento y contribuyendo a la inflación, poniendo en cuestión las instituciones mientras blandían cínicamente la “Constitución”, “escrachando”, “caceroleando” y agrediendo a todo aquel que osara discutirlos (incluyendo diputados y senadores legítimamente electos, nos gusten o no).

Y fantaseando con la destitución del Gobierno, engañando a la población con mitos absurdos y anacrónicos como la oposición entre la Capital y el Interior, el falso “federalismo” (cuando las capitales de la renta especulativa de la soja y afines no están en Buenos Aires, Santa Fe o Entre Ríos, sino en las bolsas de Nueva York, Tokio, Londres o Hong Kong).

Y, para colmo, apropiándose de paso de los símbolos de la “patria” y “ninguneando” con un lenguaje repugnantemente racista y clasista a los “negros”. Todo esto es absolutamente intolerable para cualquier sociedad que quiera conservar, ya no digamos su racionalidad democrática, sino su dignidad. Contra esto había que posicionarse sin equívocos.

2 Esto fue posible porque la derecha campestre “olió” que se precipitaba el gran debate nacional por la redistribución. Néstor había cumplido la etapa de acumulación, y mucha gente sintió que ahora correspondía la de “reparto”. No fue así. El gobierno K no tuvo siquiera un plan “nacionalburgués” alternativo al modelo de acumulación heredado de la catástrofe del 2001/2002. Eso, que hubiera sido perfectamente posible sin “sacar los pies del plato” (tenían el dinero, los votos y la legitimidad), le hizo perder base social de sustentación. La medida aislada de la 125 le dio a la derecha el pretexto perfecto para anticiparse a una posible demanda social más amplia, y pelear por que la lógica de la distribución de la renta se armara bajo su “agenda”.

El Gobierno quedó desconcertado ante la desproporción de la reacción de aquellos que imaginaba, al menos en parte, como sus “socios”. El Gobierno –se piense lo que se piense de algunos tímidos ensayos de reforma en aspectos parciales– no tocó las estructuras profundas del poder económico (e incluso, en algunos casos, montó sobre ellas su proyecto de acumulación): ni la especulación financiera, ni el regresivo sistema impositivo, ni la desnacionalización energética y minera, ni las grandes multinacionales agroindustriales, ni los oligopolios de comercialización, ni las licencias leoninas de los medios de comunicación, ni por supuesto la nueva “patria sojera”. ¿Por qué, pues, le hicieron todo esto?

Justamente, porque estas inconsistencias lo debilitaron. Y la derecha argentina no está acostumbrada a “negociar” con gobiernos débiles, sino a voltearlos o, al menos, volverlos irrelevantes. Súmense a esto las complicaciones de los recientes meses en la situación latinoamericana, y de América del Sur en particular –y muy en especial la feroz ofensiva secesionis-ta/oligárquica en la vecina Bolivia– y la mesa está servida.

3 Tiene que quedar perfectamente claro que la derecha “campestre” es, sea o no “nueva”, la base terrenal de la derecha. Ningún arbolito especulativo sobre los “pequeños y mediados productores”, el rol patético de la FAA (patético, pero perfectamente comprensible: son socios en el mismo negocio) y de ciertas izquierdas despistadas, de la pequeña burguesía urbana, o lo que fuere, puede tapar el bosque de cuál fue la verdadera orientación hegemónica del movimiento. Los ideólogos son los mismos que estuvieron detrás de todos los golpes de Estado, incluido, y sobre todo, el último, que provocó 30.000 desaparecidos.

No había argumento, por más bizantino que fuera, que justificara a ninguna persona “de bien” estar de ese lado. Mucho menos cuando el objetivo último, como ya ha quedado perfectamente establecido, era la deslegitimación del Estado (con este o con cualquier otro gobierno) para intervenir en la economía y regular la distribución de la riqueza. No fue, por supuesto, un movimiento “contrarrevolucionario”, porque no había ninguna revolución en marcha. Pero es un movimiento profundamente reaccionario, una ofensiva de clase contra la mayoría de la sociedad, y en particular contra los sectores más desprotegidos y necesitados. Se trataba de arrancar de raíz todo potencial debate social sobre el “modelo” de país, que esta crisis podía muy bien haber desatado, y que es necesario y urgente que se desate.

4Por lo tanto, era equivocado, a nuestro modesto juicio, decir que aquí se trataba de elegir entre “lo que hay” y “lo peor”. Era igualmente equivocado (no) elegir porque “ni los unos ni los otros, sino todo lo contrario”. Era irresponsable, en medio de una crisis que podía terminar –y terminó– muy mal, lavarse las manos. Posicionarse claramente contra la derecha campestre no era un acto en defensa del Gobierno: era un acto en defensa propia, y de la sociedad argentina. Y era una apuesta a que los sectores populares, en el curso de una práctica de democracia de masas activa, pusiera en debate público la cuestión radical del “modelo de país”, exigiéndole también al Gobierno una definición clara.

Nada de esto se pudo hacer antes de que ganara la derecha, en primer lugar porque la autodebilitación del Gobierno (que estaba incapacitado para darse una política de ruptura seria con sus compromisos previos) le entregó a la derecha todas las armas de la movilización de masas, incluidos los medios; en segundo lugar, por la propia fragmentación del campo popular, que impidió la elaboración de una política de autonomía crítica que enfrentara, masivamente y en la calle, la agresión de la derecha, y al mismo tiempo le exigiera al Gobierno un cambio de rumbo.

Es a estos factores, y no al voto de Cobos (un pobre oportunista que no tiene suficiente imaginación para “traicionar” a nadie), a los que hay que atribuir la “derrota”, que no es la del Gobierno tanto como la de una (por ahora perdida) oportunidad de poner en radical discusión un proyecto social de nación sobre la recuperación de sus bases materiales.

5 Sin duda, hay un antes y un después. Con el triunfo de la derecha campestre se han dado las condiciones para producir el sentido común de que “los que mandan” son las corporaciones privadas y no las autoridades políticas electas. Insistamos: eso no es un problema sólo para este gobierno, sino para toda la sociedad, se sienta o no representada por el Gobierno. Es un retroceso gigantesco, del cual se tardará mucho tiempo en recuperarse.

El discurso neoliberal de la “patria” agroexportadora –con todas sus consecuencias económicas, políticas y sociales, y ahora encima con “base de masas”– volverá a reinar sin competencia seria sobre el fondo del terror que circula ahora en el “carril exclusivo” de la economía. Las palabras que creíamos haber recuperado –“política”, “redistribución”, “justicia social” y ni qué hablar de “lucha de clases”– volverán a intentar licuarse en la jerga aparentemente anodina de una “psicología” economicista que disfraza los intereses locales y globales del verdadero poder.

Sin embargo, los cuatro meses en que volvieron a circular no pueden haber sido totalmente en vano, no pueden no haber dejado su sedimento. Habrá que recomenzar la “batalla cultural” (y la social, y la política) desde otro lugar. Abriendo el espacio de una terrenalidad nueva en el cuerpo de cada argentino.

Consejo del salario y la CTA





Redistribución bien entendida empieza en el mínimo

La convocatoria al Consejo del Salario para el lunes puso otra vez en el escenario, desde otro lugar, el tema de la redistribución. Con cierto disgusto, los empresarios acompañan la iniciativa, aplaudida por los gremios.

El Gobierno convocó ayer a un nuevo Consejo del Salario Mínimo para el lunes próximo. Si bien desde el Ejecutivo insisten en destacar la continuidad de la discusión en su quinto año de realización, éste no será un encuentro más. El fin del conflicto agropecuario, el riesgo de una desaceleración en el crecimiento, las expectativas inflacionarias, la fisura dentro de la Confederación General del Trabajo y el tipo de cambio cercano a los 3 pesos son algunos de los elementos que encenderán el debate entre sindicalistas y empresarios. Los industriales volvieron con el reclamo de un básico diferenciado por región, mientras que la Central de Trabajadores Argentinos irá por el salario universal por hijo y cambios en el seguro de desempleo. Durante el encuentro no se avanzó en una cifra concreta para el mínimo, pero se consensuó el funcionamiento “pleno” y “continuo” de cuatro comisiones; sobre empleo, productividad, capacitación y seguro de desempleo.

El clima fue de “absoluta distensión” en el despacho de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en el que la mandataria recibió a representantes de la Cámara Argentina de Comercio, de la Construcción y de la Unión Industrial Argentina, además de la CGT y CTA. A escasos minutos de comenzada la reunión se pactó la fecha, hora y lugar: próximo lunes a las 17 en el Ministerio de Trabajo. “Fue entonces cuando la charla se disparó hacia otros temas, pero siempre como si estuvieran en el living de sus casas”, relató a PáginaI12 una alta fuente de la cartera laboral. Con la presencia de los principales actores económicos del país, Cristina desempolvó el tema del “pacto social”, que había quedado supeditado a la resolución del conflicto con el campo. “La presidenta nos transmitió la importancia del diálogo social, de la lucha contra el trabajo no registrado y del modelo exportador”, explicó a este diario uno de los presentes.

“No se ha hablado de ningún tema en particular, ha habido amplio debate sobre el proceso que vive la Argentina, distribución del ingreso, inversión y condiciones de producción. Ha sido un debate amplio”, fue el resumen que dio el titular de la CGT, Hugo Moyano, en conferencia de prensa a la salida de la reunión. Los presentes coincidieron en que, ‘por prudencia’, no se habló de números. Sin embargo, hubo lugar para planteos; los que las entidades empresarias deberán evaluar en sendas reuniones de directorio previas al encuentro del lunes. El presidente de la Unión Industrial, Juan Carlos Lascurain, adelantó que “el jueves próximo se estará reuniendo el comité de política económica y social” de la entidad.

Lascurain adelantó que, como viene sucediendo en los últimos años, desde la entidad se presentó el pedido de un salario mínimo diferencial para el interior del país. “Entendíamos que había que atender las cuestiones regionales del noroeste y noreste argentinos”, dijo. “Es un planteo de todos los años”, afirmaron desde Trabajo. En la cartera que conduce Tomada reconocen que las empresas cuentan con costos más altos en las provincias, pero advierten también que “el costo de vida de sus trabajadores también es más alto”.

El salario mínimo afecta a unos 700.000 ‘no convencionados’, cuyos sueldos están por debajo de los pactados por cada gremio. Un directivo de la UIA reconoció que, más allá del pedido de incorporar las distintas realidades regionales, es “muy difícil aunar el criterio de 850 sectores que nuclea”.

Por su parte, Moyano ratificó que la posición de la CGT será “mejorar el salario mínimo”. “Nosotros reclamamos salarios acorde con las necesidades del día”, agregó. El camionero ya había deslizado que buscarían llevar el mínimo actual de 980 a 1200 pesos. La suba a la que aspira Moyano es algo inferior a los 1500 pesos que lanzó, como bandera política, la fragmentación de la CGT Azul y Blanca, encabezada por el gastronómico Luis Barrionuevo, no invitado al encuentro. Los otros pedidos sobre los que la CGT oficial vienen trabajando son el aumento del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias y la actualización de las asignaciones familiares. La CTA, a través de su titular, Hugo Yaski, expuso su intención de avanzar en la asignación universal por hijo. El lunes, buscará además que se haga un estudio para determinar el real monto de la canasta básica y del salario mínimo y la creación de un seguro de empleo y formación para jefes y jefas de hogar desocupados”.

Los empresarios prefieren ponerle un piso a la discusión en torno de lo que cerraron los gremios. “Creemos que hubo una pauta general que andaba en el 19 por ciento y, si todavía no se terminaron de dar los últimos escalones de la suba, no veo porqué habría de haber una rectificación mayor”, dijo a PáginaI12 el titular de la Cámara de Comercio, Carlos de La Vega. En el caso de su sector, los incremento escalonados recién terminarán de actualizarse en octubre de este año, dejando un aumento anual que rondará el 20 por ciento.

“En definitiva, lo novedoso fue que no hubo novedad”, afirmó el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, en referencia a la apertura de la nueva sesión del Consejo. El funcionario resaltó, en declaraciones a PáginaI12, el hecho de que “sea el quinto año consecutivo en que empresarios, sindicatos y gobierno se sientan nuevamente a negociar con equilibrio y responsabilidad”. Desde la cartera laboral, confirmaron la presencia, el lunes próximo, de representantes de las cuatro entidades ruralistas para la discusión del Consejo.

La jefa de Estado planteó entonces al empresariado presente la necesidad de “trabajar, teniendo en cuenta el tema de la inflación, para que afecte lo menos posible el poder adquisitivo de los asalariados”, según adelantó un funcionario presente en el encuentro. Tras analizar la situación de los sectores, en los que se expusieron los niveles de inversión, productividad (sobre hora trabajada) y costos de cada una de las ramas, Cristina Fernández hizo una pausa y se permitió una ironía: “es bueno que inviertan en más industrias y no en comprar campos”.

Por Cristian Carrillo

Aerolíneas Otra vez argentina



Que no pierda el rumbo

La mala gestión de las empresas públicas resultó un argumento convincente, durante los ’90, para justificar su privatización. Aunque esa mala gestión proviniera de años de conducciones que buscaran su vaciamiento o deliberada ineficacia en el cumplimiento de sus objetivos. Pero en el caso de Aerolíneas Argentinas, fue distinto. Fue preciso mentir, falsear los datos y la realidad de una empresa capaz de ganarles en eficiencia, prestigio y hasta en resultados a sus competidoras privadas.

Se hizo un gran “esfuerzo” para tapar esa realidad, prometiendo incluso que con el capital privado llegaría una mayor comodidad, más frecuencias, tarifas más accesibles, se prometió que se acercarían los destinos y tantas otras cosas que acelerarían la entrada al Primer Mundo. La historia real, la que vino después con la privatización, es más conocida.

Lo que no resultaba tan evidente es que, con la transferencia de la aerolínea de bandera a la gestión privada (aunque de capital estatal, como era el caso de Iberia), se enterraba al mismo tiempo el sueño de integración regional, la posibilidad de sumar esfuerzos entre aerolíneas de bandera que cada país poseía entonces, un plan de rutas y conexiones que privilegiaran el interés común y no la competencia comercial, o que propiciaran el encadenamiento subregional de zonas y pueblos postergados en sus propios países antes que la explotación de las rutas más rentables. ¿No era más lógico, por ejemplo, conectar mediante puente aéreo el norte de Chile con el noroeste argentino, y éste con el sur de Bolivia y el oeste de Paraguay? Y montar, a su vez, esas rutas sobre un proyecto de desarrollo productivo y turístico desde el Pacífico a la selva paraguaya.

En cambio, bajo la lógica de Iberia, las únicas puertas de salida del país fueron las capitales nacionales. Desde allí, los vuelos partían mirando a Madrid. Con escalas sólo para reabastecer y sin desviarse de la ruta.

Un diputado nacional de aquellos años, viendo más allá del alcance normal de la vista, planteó entonces: “Acá la disyuntiva no es estatizar o privatizar, sino encontrar un proyecto político y económico para que el Estado sirva. En un país dependiente, un Estado que planifica, que fiscaliza y dirige deja al liberalismo fuera de contexto, porque entonces ya no puede desarrollar su viejo proceso de acumulación en base a la competencia despiadada, a la política monopólica”. Ese diputado, Germán Abdala, ya no está físicamente. Pero hoy, frente a quienes se resisten a volver a esa lógica de Estado en la operación de Aerolíneas, la batalla sigue siendo la misma.

Por Raúl Dellatorre

Qué país




Por Eduardo Aliverti


Lo que pasó el jueves no pasa en absolutamente ningún lugar de este mundo. Es válido empezar por ahí, porque sirve de referencia para el análisis global.

Que un vicepresidente vote en contra de su gobierno; que lo haga a seis meses de iniciado éste; que lo ejecute en una instancia crucial para la suerte de la fuerza que integra; que no sólo no haya tenido la ética de renunciar, sino que porte la amoralidad de decirle a su compañera de fórmula que aquí no ha pasado nada y que quiere seguir a su lado hasta el 2011; que el conjunto de los periodistas de la Patria Mediática, siempre horrorizados por la prostitución ideológica de “los políticos” y alucinados con Borocotó hasta ayer nomás, rescate casi sin eufemismos los huevos que tuvo Cobos... Borges y Groucho Marx hubieran quedado boquiabiertos.

Haber cruzado este límite surrealista es la pauta de la monumentalidad de los errores del Gobierno y de la magnitud del enemigo. Dijo un funcionario kirchnerista: “La primera vez que tocamos intereses concretos del poder, del poder real, lo único que se nos ocurrió fue enfrentarlos con el bombo y la marcha peronista. Así que nos pasó lo que nos tenía que pasar”.

Esa primera persona del plural es un elemento muy interesante. De qué hablan algunos cuando hablan de nosotros. Y de qué hablamos muchos de nosotros cuando nos referimos a ellos. Cuando desde el oficialismo citan el nosotros, lo hacen munidos de un sentido marcadamente excluyente, que se reserva la apropiación pero sobre todo las consecuencias de toda victoria, derrota, disposición o gesto político. Esa es en verdad la soberbia preocupante.

Ese desprecio acerca de que las decisiones que toman, o la forma de implementarlas, no los afecta solamente a ellos, sino al grueso de quienes ellos dicen representar con dirección progresista. Y en analogía, tras el Waterloo del jueves, se escucha a muchos progres que pasan la factura por el número de estropicios oficialistas. Todo lo que se reprocha es cierto. Que se jodan por aliarse con radicales, que tienen el invicto histórico de terminar, siempre, traicionando. Que se jodan por haber apostado a la estructura mafiosa de los barones del conurbano. Que se jodan por no haber abierto el juego por afuera del PJ. Que se jodan por la admirable ingenuidad de mandar el proyecto al Congreso.

Que se jodan por apoyarse en la burocracia de la CGT y no darle personería a la CTA. Que se jodan por su estilo capanga de conducción. Que se jodan por no profundizar la afectación de otros bloques de la clase dominante y acabar sin pan y sin torta. Todo correcto. Pero resulta que a la par del kirchnerismo se jodió, precisamente, la muy tibia posibilidad de seguir avanzando en un modestísimo proceso de pequeños cambios que es, al fin y al cabo, el paso tolerable para esta sociedad. Ahora la salida es posible claramente por derecha, por lo peor de la derecha, y lo que se jodió está lejos de ser sólo el kirchnerismo. ¿Dónde ponemos el no- sotros, entonces, y dónde el ellos?

Alguna parte de esa lógica de escupir para arriba, sin reparar o sin que importe que el salivazo caiga en un radio mucho más amplio que el de origen, tal vez les quepa a algunos de los que hoy creen, de buena fe, que el jueves ganó “la democracia”, o “la moderación”, o “el consenso”. O la buena fe, justamente. Alguien, pocos, varios de quienes no soportan a este Gobierno, o de quienes frente al conflicto puntual decidieron estar enfrente, deben haber dudado del sincero corazón de Cobos cuando a las pocas horas de votar se trepó al auto para recoger la adhesión chacarera.

Debe ser un hallazgo o hecho psicológico de fuste que al rato de vivir el momento más difícil de la vida uno ande feliz por las rutas argentinas, mostrándose para la foto. Tiene que haber generado algo en la gente de buena fe verlo a Llambías cantando la marcha peronista con Luis Barrionuevo (igual que verlo a Saadi votando el proyecto oficial, nadie dice lo contrario). Alguno debe haber capaz de conmoverse un poquito por haberle llamado “dictadura” al único oficialismo del mundo cuyo vicepresidente le vota en contra y lo hiere de muerte, quizás, porque terminó siendo que semejante dictadura es tan torpe que ni siquiera tenía información de lo que podría ocurrirle en el Congreso.

Cupo recordar por estos días una definición de Gramsci: Es hegemonía cuando una clase, o fracción de una clase, logra convencer al resto de las clases, o fracciones de clase, de que sus intereses particulares son los intereses generales. Eso, exactamente eso, es lo que acaba de (volver a) consumarse en la Argentina. Pero no en la madrugada del jueves.

Y ni siquiera desde marzo último, cuando en la conjunción de los desatinos gubernamentales, y el aprovechamiento de ellos por parte de la fracción gauchócrata-mediática, comenzó a tejerse el entramado que Julio Cobos coronó con la teatralización de su cinismo supremo. Esto viene y se repite desde hace más de 30 años. Es la victoria de las patronales de los milicos.

Son los 30 mil desaparecidos para que se haya logrado juzgar y encarcelar a los genocidas, pero no revertir la fenomenal derrota política que supone el terror de las clases medias y populares a cualquier vía de tímidos cambios alterativos del humor de los privilegiados. Cobos y los pusilánimes que priorizaron sus hectáreas, sus chacras, la tranquilidad del vermucito y la siesta cuando vuelven al pago, la defensa falsa del funcionamiento institucional para que la coreografía periodística los ampare, traicionaron acuerdos políticos de circunstancia.

Fueron infieles, pero no desleales. Debajo de la superficie –o bien arriba, en realidad– respetaron a rajatabla su cuadro de valores ideológico: no apartarse jamás de los que estarán siempre, de los que tienen la plata del poder verdadero. Los demás van y vienen, llámense Kirchner o como sea. Los Llambías y los Miguens no. Ellos están siempre. Ellos y el tilingaje que quiere ser como ellos y nunca lo será. Los pobres y el medio pelo que piensan con la cabeza de los ricos son el reaseguro de esta gente.

Ganaron otra vez, aunque en esta oportunidad no corresponde felicitarlos porque la mayor y mejor parte del trabajo la hizo el Gobierno. Les resta la rearticulación de sus fuerzas políticas y entronizar al Menem Blanco, que bien podría ser el propio Cobos, ahora que es el héroe nacional de la gran familia argentina. Los rentistas agrarios, los periodistas del sentido común, la Sociedad Rural, Lilita, Monsanto, las patrullas troscas que les proveen cotillón, Duhalde, los radicales, Macri. Es eso. No hay comandos civiles, ni grupos de tareas ni ninguna de las afiebradas fantasías con las que Kirchner tiró sus últimos manotazos.

El golpe es la repetición de la derrota cultural. Ese sí. Terminan de concretarlo. Que cada quien se haga cargo de la parte que le toca.

Eduardo Buzzi, de la euforia a la depresión




“Los productores chicos están peor que hace una semana”

Momentos. La euforia. Buzzi, el jueves a la madrugada en Palermo, segundos después del voto de Julio Cobos. La depre. Ahora el dirigente siente que perdió terreno y que volver al esquema del 10 de marzo no era para festejar.

En este reportaje con Crítica de la Argentina, el jefe de la Federación Agraria admite que los productores más pequeños tenían mejores perspectivas antes de la votación en el Senado que ahora.

Eduardo Buzzi festejó el jueves la caída de la resolución 125, pero ahora advierte que dará pelea para que los chacareros más chicos paguen menos retenciones que los grandes. Cree que, así como quedó la cosa, los más pequeños “están peor que hace una semana”, cuando todavía estaba vigente la 125 y estaba en pie la promesa de los reintegros. En un balance ante Crítica de la Argentina de los cuatro meses de guerra gaucha, el presidente de la Federación Agraria quiere que el Gobierno cumpla con la promesa de proteger a los pequeños productores y rechaza haber servido a los intereses concentrados del campo. También descarta un salto a la política partidaria. Critica a Carrió. Y acusa al kirchnerismo de proteger al verdadero poder económico.

–¿Se sienten satisfechos?

Sí. Se tomó conciencia de que si se pelea, se pueden modificar las cosas. Y ojo que no uso el término “ganar”; digo modificar las cosas. Con lo de la semana pasada se revitaliza la importancia de la acción gremial, de la acción conjunta, de salir a la calle. Se revaloriza el Congreso y se vuelve a creer en la política.

–¿Y en términos económicos?

En materia estrictamente agropecuaria se consiguió enfrentar una resolución, la 125, que se había convertido en símbolo de la injusticia y de la falta de diferenciación entre los distintos tamaños de productores. Pero entre los chacareros está la sensación de que este desenlace es más apropiado para los pools de siembra y los latifundios.

–¿Hoy no está peor que hace una semana el productor de menos de 300 toneladas, que iba a recibir compensaciones?

Bueno, objetivamente sí. El más chico está peor que hace una semana. Pero nosotros identificamos al sujeto agrario con los productores de 600, de 750 y de hasta 3.000 toneladas, que son el 96% de los agricultores. Siempre dijimos que había que tomar en cuenta cada caso. Hoy nos ponen a todos en el mismo lugar. A iguales condiciones, el pez más grande se come al más chico. El tiburón se come a la mojarrita.

–¿Y no es más difícil la pelea para las mojarritas solas? Luciano Miguens, de la Rural, dijo que el conflicto se terminó.

Sí, pero hoy (por ayer) aclaró que el conflicto no era sólo por la 125. Y Mario Llambías ratificó que la situación de los pequeños productores es una preocupación de la Mesa de Enlace.

–¿Qué falta además de la segmentación de las retenciones?

Regular a los pools de siembra y sancionar una ley de arrendamientos que proteja a los arrendatarios de los abusos. Nosotros resolvimos mantener el estado de alerta y movilización. Y si se trata la ley de arrendamientos en la semana del 30 de julio, nos movilizaremos a Buenos Aires para asegurar la sanción. Toda la derecha ya está operando en contra de esa ley.

–Incluso la derecha agraria.

Y... Digamos que incluso los sectores del campo que se han identificado siempre con posiciones liberales.

–¿Sigue unida la Mesa de Enlace?

Nosotros queremos la unidad. Sobre los arrendamientos tenemos diferencias, pero somos totalmente libres para actuar. La Federación plantea este reclamo desde 1912 y hace dos años que nuestro proyecto tiene estado parlamentario.

–¿Cómo hará para mantener la movilización?

Hay que poder explicarle bien los problemas a la sociedad y movilizarnos por todo lo que no se resolvió. Yo vi a Elisa Carrió decir en televisión que hasta acá estuvo bien seguir la agenda agropecuaria, pero que ahora el campo debe correrse para darle lugar a los problemas de otros millones de argentinos. Yo entiendo la prioridad de la pobreza, la inflación, la seguridad. Lo que no entiendo es por qué la señora se preocupa en explicarnos qué cosa es prioridad y qué no.

–¿Se sintieron usados por la oposición?

No. Hicimos lo que teníamos que hacer. Si ellos vienen, es el juego natural. Pero no nos usó nadie.

–Además de no frenar la concentración. ¿Este desenlace no mantiene los incentivos para que avance la soja?

Sí, claro. Necesitamos un proyecto serio de seguridad alimentaria. El país necesita más leche, más carne y más trigo.

–¿Se imaginan discutiendo eso con los actuales ministros y funcionarios del gabinete?

Sí, yo discuto con mucho gusto con cualquier funcionario. Es imprescindible más allá de los estados de ánimo y los enojos personales. Las relaciones de un gobierno no pueden guiarse por enojos.

–Pero el decreto del viernes prácticamente los acusó de golpistas.

Eso estuvo fuera de lugar. Si cambiaron la norma por nuestros aprietes, según su argumentación, no sé por qué la cambiaron. Lo hicieron porque el Senado lo dispuso.

–¿Quieren cambios de funcionarios antes de dialogar?

Es innegable que la imagen del secretario de Agricultura está muy deslucida. Pero hay una lógica en el kirchnerismo: cuando más uno dice que alguien no sirve, más lo dejan. Veremos a quien la Presidenta proponga. Igual todos son periféricos en la toma de decisiones. Lo que hay que cambiar es esa lógica.

–¿No cree que el conflicto debilitó al Gobierno a la hora de avanzar sobre otros intereses económicos?

La pregunta es si quieren avanzar sobre esos intereses. Hasta acá demostraron que no. La renta financiera no se grava, la minería tampoco, los recursos naturales siguen extranjerizados, le extienden hasta 2047 las concesiones a las petroleras. Mientras tanto congelaron los subsidios por jefa y jefe de familia y no hicieron la asignación universal por pibe que pide la CTA, que mejoraría en serio los ingresos.

–¿Se presentaría a algún cargo electivo, como hizo Blumberg luego de las movilizaciones que encabezó contra Kirchner?

Por supuesto que no pienso de ninguna manera seguir el camino de Blumberg. Estoy en las antípodas ideológicas. En segundo lugar porque confío en otra forma de construcción. Pienso en una fuerte organización agraria y en vincularnos con otras organizaciones sociales.

Ahora la culpa la tiene De Angeli

Buzzi responde como un embajador francés cuando se lo consulta por su interna con Alfredo De Angeli, líder de la Federación Agraria entrerriana y referente de los autoconvocados de todo el país. “Somos parte de la misma organización”, sintetiza. Pero en su entorno culpan al “Melli” por lo desfavorecidos que terminaron los productores más chicos, a quienes el Gobierno había ofrecido compensaciones para que pagaran el 30% de retenciones en vez del 35% que tributarán ahora todos por igual.

“Alfredo fue el que más insistió en que había que voltear la 125 y que la consigna era volver al 10 de marzo”, comentó uno de los dirigentes federados que más seguido viaja a Capital. Ayer, en una asamblea en la localidad de Ramallo que presidió Buzzi también se oyeron críticas contra el entrerriano.

Fuente: diario Crítica

te queremos cleto te queremos...




Artemio López


Adicionalmente a las consecuencias políticas de resituar la reconducción de la eventual crisis político - institucional al interior del "nuevo PJ" y su brazo panperonista la UCR bonaerense, cuando el hoy súper héroe Cleto advirtió que era un hombre de familia y tras cartón le dió el tiro de gracia al proyecto de retenciones móviles ya no del ejecutivo , sino el muy modificado de diputados logró:

Una caída de entre 10 y 12 puntos en el nivel de retenciones para los 5.000 grandes productores o fondos fiduciarios que concentran el 60% de la producción de granos.

Un aumento de 10 puntos a los 50.000 pequeños productores , por la pérdida del 5% de baja directa en la alícuota que la fijaba en 30% y la compensación por fletes que representaba o era equivalente a una baja de otro 5% de alícuota. Así las cosas el nivel efectivo de retenciones para el pequeño productor según el proyecto de diputados era del 25% promedio, una pérdida notable respecto a la situación actual cuyos efectos de pérdida de rentabilidad solo son hoy amortiguados por el nivel de los precios internacionales, situación que a futuro puede variar.

Una fuerte señal al gobierno nacional acerca de la inconveniencia de persistir, confiando en su supuesta mayoría, con el tratamiento parlamentario de otras leyes inminentes, como por ejemplo la nueva de ley radiodifusión

Las alianzas del señor Buzzi




Por Daniel Miguez


El Gobierno derogó la resolución 125 y se acabó el conflicto. Lo dijo el presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens. Lo dijo, a su modo, la jefa de la Coalición Cívica, Elisa Carrió. Y también la mayoría de los medios de comunicación que acompañaron durante estos cuatro meses la protesta de las cámaras agropecuarias. En cambio, Eduardo Buzzi desentonó al afirmar que a los pequeños productores eso no les alcanza y fue como si se hubiera quedado hablando solo.

El viernes pasado, segundos después de que el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, anunciara que todo volvía atrás, a Buzzi lo llamaron de un canal de televisión y el periodista, que en estos cuatro meses nunca lo había incomodado, casi lo retó por sus reclamos. “La verdad que no se entiende mucho su planteo”, “¿No era que pedían que se derogara la resolución 125?”, “Me parece que está corriendo el arco”, fueron algunas de las frases del entrevistador que escuchó el presidente de la Federación Agraria.

Buzzi habrá sentido que algo se terminaba. El y sus aliados de la Sociedad Rural y la CRA habían corrido el arco durante cuatro meses y casi nadie desde los medios les había dicho nada. Es más, casi nunca le habían repreguntado nada. Y cuando, por entonces, él pedía más que los beneficios que le dio el Gobierno (reintegros, subsidio a los fletes, 30 por ciento de retenciones) los medios eran solidarios, pero ahora que, gracias al voto de Julio Cobos, volvieron al status del 10 de marzo y perdieron todo eso, lo cuestionan.

Si no lo sabía, quizás en ese momento haya entendido que en la sociedad que armaron, la Federación Agraria sostenía los cortes de ruta pero la alianza mediática la aportaban la Sociedad Rural y la CRA. Si para estas entidades el conflicto terminó, las cámaras de TV se apagarán para la FAA y el enjambre de micrófonos, cables y luces se evaporará como los lujos de la Cenicienta cuando llegó la medianoche.

Buzzi había dicho, allá por marzo, respecto de la Sociedad Rural: “No nos une el amor sino el espanto”. Quizás íntimamente haya usado el mismo apotegma para justificar el elogio público que le hizo al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. O para disimular las presencias non sanctas en el acto de la avenida Libertador. O para aplaudir a Alfredo De Angeli, cuando dijo que todos los que estaban allí eran “la democracia”, “el pueblo”, “la Patria”. Puede ser que la situación lo haya incomodado, pero se quedó allí.

En cambio De Angeli dejó la sensación de que se sentía más a gusto con el discurso de la SRA que con el de la FAA. Pidió que el lomo cueste 80 pesos, dijo –como un Sarmiento de la modernidad– que la Patria la hicieron sólo los que vinieron de Europa y reclamó volver al país exportador de materias primas, cuando ese modelo siempre estuvo asociado a la pobreza de la mayoría de la población.

Igual, uno y otro, aplaudieron al Senado, pese a que la resolución del conflicto made in Cobos dejó como saldo que los grandes productores pagarán un 12 por ciento menos y los pequeños productores, un 10 por ciento más.

Cuando Buzzi tenga que seguir peleando por la Ley de Arrendamientos, cuando De Angeli ya no tenga los medios a su disposición y deje de firmar autógrafos, ¿seguirán pensando que aliarse a los poderosos les puede dejar ganancias a los pequeños?

De los traidores




Por Juan Sasturain


En esta época tan devaluada que nos toca vivir –y parafraseando al viejo y querido De Quincey– podemos decir que asistimos a una auténtica decadencia (también) en el arte de traicionar. No porque esta antigua disciplina, llevada a la perfección por Brutos romanos imperiales y algún selecto adocenado cristiano fundador, haya dejado de ejercitarse sino por lo contrario: es tanta la banalización de la traición que –confundida con la generalizada cobardía, el módico cálculo oportunista y la práctica del simple cagador– se ha ido desdibujando en su esencial naturaleza. Porque cagador es cualquiera, pero traidores que merezcan genuinamente el calificativo hay pocos.

Para que nos entendamos con respecto a de qué estamos hablando, cabe recordar un diálogo ejemplar de El Siciliano, una penosa película del malogrado Michael Cimino –el mismo que hizo The Deer Hunter (rebautizada acá increíblemente El francotirador), obra maestra absoluta– basada en el libro homónimo de Mario Puzo sobre Salvatore Giuliano, el bandido siciliano.

En memorable secuencia, un indigerible Christopher Lambert en el papel de Giuliano sostiene que Picciotta –su hombre más cercano, compañero de siempre, John Turturro en el film– lo traicionará. Los que están a su lado tratan de disuadirlo de esa sospecha o convicción argumentando, básicamente, que no puede ser porque Picciotta es su amigo. Y ahí está la perla: “Precisamente: sólo traicionan los amigos”, dice Giuliano-Lambert con una línea impecable que justifica la película entera.

Ahí está la cuestión: la traición no está al alcance de cualquiera. Para poder traicionar algo o a alguien, primero hay que haberlo querido, amado, valorado, hecho carne. Una traición no es un mero engaño (aparentar una cosa y ser otra) sino una mudanza violenta que implica rotura, desgarro (a veces) mutuo de las partes, cierto drama resultado de un conflicto interior. La traición rompe con algo que existía antes (un vínculo, un ideal, un pacto de convicciones) y para eso ni siquiera es necesario que haya otro de por medio para que se produzca, pues bien se puede hablar de alguien que traicionó sus (propios) sueños.

Así, según la brillante y acérrima definición de Giuliano, sólo aquellos que han construido vínculos genuinos, fuertes, de compromiso sincero como la amistad verdadera merecen –ante la inconsecuencia ajena– la afrenta de sentirse heridos, de ser traicionados. Y, a la inversa y desde Judas, sólo aquellos que han sentido el desgarrón interior y pese a ello han roto con lo que les fue más amado desde de motivaciones más oscuras que circunstanciales, merecen el nombre y el hondo destino dantesco de traidores.

Por lo cual, y volviendo al presente discepoleano de lodo y manoseo, sólo la entendible furia y la habitual ligereza calificativa que campea en nuestras discusiones pueden hablar de traición para calificar lo que no es sino un gesto más, un avatar más del devenir inconstante de votos y opiniones, del oportunismo político, en suma. Acá no se trata de un duelo entre totalitarios (sic) y traidores (sic), según las respectivas descalificaciones, sino de un juego lábil entre eventuales aliados y potenciales cagadores en el que las convicciones profundas no tienen intervención, ni relevancia. No están ahora porque no estaban antes.

Moraleja uno: si a la hora de acumular (votos, alianzas, porcentajes) no importaron las afinidades profundas sino las meras conveniencias mutuas, no se debe esperar consecuencia alguna a la hora de la crisis. Moraleja dos: si a la hora de tomar decisiones no se contemplaron las opiniones (o los intereses) del conjunto de los heterogéneos aliados, tampoco se puede esperar consecuencia alguna a la hora de la crisis.

Así entonces, en casos como éstos que nos toca ventilar, como no se trata de una amistad preexistente, de un vínculo (ideológico, político) genuino, no se puede decir que te traicionan. Simplemente, te cagan.

Indignación a la hora del crepúsculo



Por Ricardo Forster *


¿Fue la del jueves a la madrugada una hora crepuscular?, ¿fue acaso el discurso entrecortado de Cobos, esos giros de incertidumbre y efectismo, ese deslizarse hacia la deslealtad afirmando la imagen de la honestidad, un punto de cierre de los años vividos desde la asunción de Néstor Kirchner en el ya lejano mayo de 2003?

¿Fue, tal vez, el punto culminante de la acción “destituyente” de la que tanto se ha hablado durante estos meses intensos y conflictivos? ¿Era ése el lugar y el momento de “la farsa” que se desprendió de uno de los discursos en los que Cristina citó a Marx? ¿Hay tragedia o sólo somos testigos, algo angustiados, de una farsa mayor en la historia atribulada de un país desmadrado? Largo, inacabable discurso de un hombre preparado para romper lealtades y acuerdos, para deshacer lo firmado sabiendo que desde hace mucho tiempo en Argentina la firma casi no vale nada, apenas si es un jeroglífico que a pocos interesa en un tiempo caracterizado por las piruetas, las metamorfosis, la autorreferencialidad, el cualunquismo discursivo y moral.

Extraña parábola de la realidad que elige salir de un conflicto que atravesó las tramas del poder político y económico a través de una intervención absurda y farsesca en la hora en que los espectros eligen retirarse a sus aposentos.

¿Podía ser distinto el final del gran chantaje de los dueños de la tierra? ¿Era posible imaginar un escenario épico en el que una sociedad más democrática se mostrara a la altura de sus mejores horas? ¿Es acaso incongruente que la mayoría de la “opinión pública” expresara su ¡admiración! por el gesto “desprendido y patriótico” de Cobos? ¿Podía concluir de otro modo una historia narrada desde el inicio hasta su culminación por el relato monocorde de los grandes medios de comunicación?

La farsa, la hipocresía, el “lenguaje del corazón”, el ocultamiento, el ideologismo transfigurado en imágenes cuya elocuencia se instaló en el sentido común de “la gente”, las travesías de una narración triunfante que llegó al puerto del que nunca tenía que haber partido el barco kirchnerista para decirnos, a viva voz, que no olvidemos que la historia ya concluyó.

Cobos fue, apenas, la farsa de una tragedia que sigue desmoronando cualquier intento por torcer el rumbo de lo inaugurado en los años brutales de la noche argentina, de esa que comenzó en un no tan lejano marzo de 1976 y que apenas si fue interrumpido en muy pocas ocasiones, la última de las cuales sigue siendo, aunque a muchos biempensantes no les guste, el gobierno dubitativo y tambaleante de Cristina. Contra esa anomalía de una historia cerrada es contra la que se desplegaron las furias campestres y mediáticas.

Contra un giro inesperado e imposible, de esos que ya no podían tener lugar en el tiempo dominado por el mercado y las corporaciones, por la ideología del bolsillo y los ciudadanos-consumidores, por los lenguajes mediáticos entramados con los intereses de los poderosos de siempre y por los cultores “progresistas” de un republicanismo de pacotilla amparado por las estéticas de lo políticamente correcto en un tiempo atravesado por la invisibilización de la injusticia y la desigualdad; fue, a destiempo de todo esto, que se desplegó un azar difícil de clasificar, de un rumbo inesperado que nos confrontó con lo espectral de la Argentina, con el regreso de lo reprimido, con la vuelta y revuelta sobre lo que ya había sido cerrado desde la lógica del poder.

Años de regalo, donaciones de lo inimaginado en una época de clausuras políticas y de triunfantes resignaciones. Eso fue lo que nos hizo y nos seguirá haciendo salir de nuevo al espacio público, lo que despertó en nosotros la necesidad de colocarnos en lo visible de un regreso a la escena política para decir una palabra que saliera de lo testimonial, de los encriptamientos académico-intelectuales pero sin renunciar a las gramáticas de las que provenimos y que se entraman con una tradición crítico-emancipatoria.

Sencillamente sentimos la indignación ante el regreso de lo peor que se guarda en el interior de nuestra sociedad; el regreso del viejo procesismo transfigurado en retóricas expropiadas a la memoria popular por aquellos que saltaron de vereda para colocarse de lleno en el lado de los poderosos de siempre. Indignación ante una ofensiva de una belicosidad impresionante amparada por la complicidad de los grandes medios de comunicación que jugaron el partido de la derecha no sólo como cobertura ideológica sino como apoyatura esencial a la hora de imponer relatos y construcciones de la realidad de acuerdo con las necesidades, en este caso, de la corporación agraria.

Indignación, también, frente a ciertas críticas por izquierda que siempre leen el acontecimiento desde el paradigma autojustificatorio de una revolución eternamente postergada

; de una toma imposible del Palacio de Invierno que justifica ponerse del lado de lo peor de nuestra historia o simplemente colocarse en el espacio del progresismo autosuficiente que prefiere observar el drama de la historia desde una platea insustancial pero bien protegida de los huracanes y de las tormentas.

De una izquierda paleolítica bañada, una y otra vez, en las aguas de la pureza mientras corre el velo a sus propias miserias; o de un mundo de seudoprogresistas que hace mucho tiempo prefieren balconear los acontecimientos desde un purismo legalista y republicano que finalmente los coloca del lado oscuro de la historia pero, eso sí, como si fueran los eternos portadores del bien.

Clases medias indignadas ante la “soberbia” de Cristina que marchan gozosas hacia el Monumento de los Españoles en los que se entrecruzan todos los signos de un país abrumadoramente volcado a la derecha pero amparado en neoestéticas que entrelazan al antiguo izquierdista con el nuevo chacarero vestido a la moda; clases medias ansiosas de que retorne la calma porque tienen pavor de que los olvidados de la historia regresen a incomodar sus vidas aburguesadas.

Indignación ante un mundo simbólico que se despliega con todo su arsenal heredado del tiempo del “fin de la historia”; de un lenguaje que narra borrando e invisibilizando todo aquello que no tiene cabida en el tiempo de los consensos y de la llegada al puertomercado, verdadero fin de camino en el que nada debe perturbar la buena marcha de los negocios en un mundo sin pasiones ni sentidos; en un mundo capaz de naturalizar la injusticia y la desigualdad en nombre de un final anunciado de la historia que mientras existió siempre nos condenó a la violencia y al caos.

Conciencias atravesadas de lado a lado por el reclamo del ciudadano-consumidor-telemático que se ofende ante el regreso de lo arcaico, de lo ya olvidado, de lo imposible de un tiempo que estaba bien guardado en el desván de la memoria y que, en el mejor de los casos, se había convertido en parte de la industria del espectáculo o en piezas de un museo temático que relata una época inexistente.

Indignación ante tanto cinismo no de aquellos que siempre han defendido sus intereses de clase, su derecho a quedarse con la mayor parte de la renta y a ser los dueños del lenguaje; no, indignación con aquellos que responden a lo acontecido a lo largo de estos últimos años con un brutal ninguneo de lo que efectivamente movió a la emergencia de una derecha belicosa, agresiva y destituyente, y que lo hacen en nombre de lo que no se hizo, mientras miran hacia otro lado cuando se les recuerda lo que sí se hizo.

Nada importa, a sus ojos virginales, la política de derechos humanos, la profunda renovación de la Corte Suprema, el giro latinoamericano de la política exterior y el rechazo del ALCA, la transformación operada en las Fuerzas Armadas, la recomposición, después de décadas, de un mundo del trabajo que estaba en estado de extinción; nada interesa que se desencadene el peor de los conflictos cuando se intenta tocar la fabulosa renta agraria porque siempre dirán que todavía no se tocaron las otras rentas.

Un eterno principismo que se metamorfosea en complicidad con los poderosos y que prefiere mirar para otro lado cuando se juega el rumbo del país por los próximos años. Indignación ante tanta retórica que termina por confluir con los peores intereses de una parte de la Argentina que siempre está lista para dar el zarpazo y recuperar la totalidad de su hegemonía política, económica y cultural.

¿Será posible salir de esta hora crepuscular? ¿Estará en condiciones el Gobierno de torcer el rumbo de una política que lo llevó a encallar no sólo por la eficacia de las acciones de sus contrincantes, sino también por su impericia al pilotear la nave?

Estamos a la espera de un giro, pero no lo hacemos desde la distancia y la displicencia biempensante, lo hacemos desde la convicción nacida de la donación de momentos inesperados e inimaginados en el interior de un país impiadoso; de pequeños actos de reparación, de fugaces luminosidades en medio de la noche neoliberal, de la recuperación de olvidadas fraternidades nacidas en el calor del conflicto; pero también lo esperamos, ese giro tal vez imposible pero imprescindible, desde la certeza benjaminiana que nos decía que “sólo por amor a los desesperados conservamos todavía la esperanza”.

* Doctor en Filosofía, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA)

Edgardo Depetri



Cambalache


Fue una plaza distinta. Como siempre el peronismo haciendo estos quilombos ¿no? Cuando me subí al palco, la vibración que llegaba te hacía bailar el estómago, el corazón, todo. Impresionaba eso, esa multitud y además, esa mezcla de voluntades. Ayer fue una plaza distinta por eso, estaban los pequebu progre, eso que uno a veces mira de costado, estaban los intelectuales, estaban las agrupaciones sociales, estaba el movimiento obrero. Eso sólo lo puede juntar el peronismo.

Y yo en un momento –no sé porque, estando ahí, pienso en el General. Se me cruzó aquella plaza de los “imberbes”, y das un salto y te encontrás pensando que estamos, que seguimos siendo la única alternativa de transformar esta sociedad…

-Unas veces como la mierda.

Si. Menem. Ahí anda Duhalde, la orquestita de Barrionuevo, o Reuteman. Y eso se sabe, también es el peronismo. Entonces me digo: ¡Que quilombo nos dejó el General¡ Ayer viene un periodista y me pregunta algo sobre el PJ y no lo dejo seguir, le digo, mire, una cosa es el PJ y otra es el peronismo.

-¿Cómo lo viste a Kirchner?

Es genio. Le gusta la pelea. No va a salir corriendo para meterse debajo de la cama ni lo van a sacar en helicóptero. Ni a él y menos a Cristina. Acá estamos en un lucha dura, no sólo contra “el campo”, que no son el campo, son una parte poderosa de la oligarquía que ahora tienen tropa rasa con la Federación Agraria Argentina. Buzzi, De Angeli. No sólo contra “el campo”. La derecha está ahí, arrejuntados, como dice el paisano.

Y bueno, con eso hicieron el cambalache. A Buzzi y compañía, habrá que esperarlos, se van a tener que bajar, van a tener que volver. Eso de saludar a la gente de los balcones de Avenida del Libertador y decirles, compañeros. No sé. Debe estar en una nube de esas que regala la prensa, cuando necesita a un tipo y lo vuelve famoso. Ya van a tener que bajar. Y no sé… no es tan fácil volver.

-Hablame de Kirchner.

Son años que lo conozco. Y sabe que se puede haber equivocado, que por ahí se tiró mucho, pero no está sorprendido por esta oposición, la esperaba. Todos la estábamos esperando. Y ahora, si los mirás, no son más que un rejuntado. Lo que los sostiene unidos son los multimedios. Esos los vienen arriando para el lado que ellos necesitan que estén. Y ahí se cuelgan todos, desde Chiche Duhalde hasta Nito Artaza. Y esa es la diferencia entre las dos plazas de ayer. La de Congreso, es una plaza de pueblo y de militancia, la otra es un rejuntado y detrás, de esa trepada, están las multinacionales…

-No me hablaste de Kirchner.

No dejé de hablar del Ká, hombre. Este quilombo es el viejo quilombo, la vieja lucha. Y Cristina y Néstor, son parte de esa lucha y siempre estuvieron donde están ahora, por la justicia social, por el real peronismo, el que busca la raíz, que crece desde el pié. La vieja lucha, no por el PJ ni los colgados de un puestito. El Ká es esencia y resumen de esa lucha. Lucha que no termina con el voto de los Senadores y la ley de retenciones. Es la vieja lucha del pueblo por sus derechos… va a seguir, van a seguir y será bravo, ya vimos que unos cuantos que se dieron vuelta, que se metieron bajo la cama o saltaron por izquierda. Sí, de tan zurdos que son, tan teóricos de la verdad absoluta que de tanto saltar dan la vuelta salen por derecha. La zurda…

-Eso no es el peronismo.

Y sí. Si mirás bien, a la zurda tal cual és, la pare el peronismo. Y a la zurda dura, siempre el peronismo la descolocó. Desde el 45, cuando el PC y los Anarquistas –que yo respeto- quedaron mirando para el otro lado. Y esta zurda lamentable que juega por derecha… es obra del peronismo. No encajan, no encuentran lugar. Siempre se ponen de culo al pueblo…

-Edgardo ¿como sigue esto?

Ya te lo dije. Encontraron la grieta. El campo. Por ahí se fueron metiendo todos hasta formar el cambalache. Pero, el patrón de la vereda, es la derecha gorila de siempre. Y contra eso tenemos que estar atento, que no nos crucemos a pelear con los sectores que están arrastrados por una coyuntura como son los pequeños y medianos productores. Ellos están por la soja porque la soja es guita, es renta segura. Bueno. Hay que hablar, hay que aguantar y saber separar: no todos los que estuvieron en “el otro” acto son “enemigos políticos”.

Y los medios van a seguir fogoneando, si acaba lo del campo, van por el tren bala, la ley de radiodifusión o si por desgracia se cae un edificio o un avión, le van a echar la culpa a Cristina.

-¿Cromañon 2?

Se puede esperar cualquiera. Van a operar para debilitar al gobierno, para atarle las manos a Cristina y si pueden llevársela colgada. Y bueno. Para eso tenemos que estar nosotros ¿no? Los movimientos sociales, el movimiento obrero, todo ese progresismo que ha logrado nuclear este proceso que se inició con Kirchner…

-Bueno. La última… lo que guste.

Para los desorientados: Es la hora donde uno no puede equivocarse donde está parado. Si uno está con la Sociedad Rural y con Monsanto, que no se haga el disimulado y diga que está con el pueblo. Es simple en la complejidad que estamos viviendo. Por eso nosotros apoyamos a Cristina, creemos en su proyecto. Y creemos porque Cristina –y Néstor- tienen como enemigos a los poderosos, a los que siempre fueron los dueños del país, que son los que apoyaron los golpes militares, los que pusieron los cuadros políticos cuando los golpes se producían.

Y esta clase media nuestra… uno se conforma diciendo que son gorilas o mira como ir ganando voluntades, haciendo comprender o haciendo que simplemente tengan memoria, porque todos estos chacareros chicos y medianos que ahora se tiran a muerte por el problema de la soja, cuando subió Kirchner los salvó, estaban en la ruina. Pero el bolsillo piensa sólo. Por eso todo es tan complejo. Lo que no es complejo que al campo le surgieron unos aliados que son un cambalache.

Palabras de Edgardo Depetri. A quién además, han tratado de escrachar grupos “del campo”.

Es la patota, la propuesta violenta que siempre tuvo la derecha nacional y bien argentina. D´Elia dio una trompada a un señor que lo fue ofendiendo durante dos cuadras y casi lo tratan de asesino o era la brigada del gobierno. En cambio, los señores estos, “el campo”, son la bandera, la patria y pueden cortar rutas, golpear diputados o lo que quieran, para los medios, “ellos son la patria” y tienen el derecho de la patria blanca.

¿No un Cambalache?

No. La patria blanca. El Cambalache viene de yapa.

!A la Plaza de los Dos Congresos ¡

Convocan los Movimientos Sociales
En defensa de la democracia y de la intervención del Estado en el mercado para una más justa distribución del ingreso, el Frente Transversal Nacional y Popular que lidera el diputado nacional y dirigente de la CTA, Edgardo Depetri, marchará mañana martes junto a las organizaciones sociales para el acto en la Plaza de los Dos Congresos.
La concentración de los militantes será a partir de las 13 hs en Avenida de Mayo y 9 de Julio para marchar al Congreso a las 15.

Depetri salió a contestarle al campo



"El orden se altera cuando se cortan las rutas",

Luego de que un dirigente de CRA se quejara por la marcha anunciada por el Gobierno, el diputado kirchnerista embistió contra las entidades del agro.

"El orden se altera cuando se cortan las rutas", replicó el diputado y dirigente social Edgardo Depetri ante las declaraciones del vicepresidente segundo de la Confederación Rural Argentina (CRA), Ricardo Buryaile, quien dijo que el gobierno "busca alterar el orden".

Depetri dijo que, por el contrario, el orden de una sociedad se altera "cuando se cortan rutas, se desabastece el mercado, se impide transitar libremente para que lleguen las personas o los insumos para las fábricas o los medicamentos para los hospitales".

En tren de pegar, también cuestionó a Elisa Carrió por sus críticas a Cristina Kirchner, señalando que "Carrió se olvidó que le sacamos 20 puntos en la última elección presidencial".

Por otra parte, Depetri sostuvo que "tenemos los votos suficientes para aprobar el proyecto de ley" que ratifica las retenciones móviles a las exportaciones al agro.

Asimismo señaló que el acto previsto para este martes será "para acompañar y movilizarnos al Senado para defender desde el Estado la economía y en avanzar en la justa redistribución del ingreso".

"Los movimientos sociales vamos a ir el martes al Congreso", acotó Depetri.

Mañana habrá “dos plazas”. La del pueblo está en Congreso




Compañer@s

Son tiempos duros. Hay una recomposición de las fuerzas políticas de derecha –en realidad un rejuntado, rejuntado que en muchos casos mueve a la risa o la sorpresa. Pero tampoco es tiempo de risa. Los une el odio a Cristina Fernández y a Néstor Kirchner. Que en este caso, son nombres de dos personas que representan algo que a ellos, a la derecha, los asusta, los saca de quicio. Como dijo hace años el patrón sindical Luís Barrionuevo, “es una cuestión de piel”.

Barrionuevo, como la derecha peronista que ha regresado de la mano de este conflicto “Campo –Gobierno”, regresado un poco como dice Sandra Russo en su artículo, estaban sentados esperando como si nada, esperando que cambiara el viento. Y ya están todos amontonados. Y no es joda, es la nueva Unión Democrática con la diferencia histórica que en el 45 la cosa estaba clara, era Braden o Perón. Era el imperio, la oligarquía o era el pueblo.

Y de ahí se engancharon todos, se montaron sobre el embajador yanqui, sobre este señor Braden. Y hay ciertas similitudes, simetrías, digamos, entre aquel 45 y este 15 de julio de 2008. Al menos, si uno se pone a sumar a la Federación Agraria Argentina que hace de tropa de desembarco de la oligarquía y el imperio y, que se suman Duhalde, la zurda paleolítica, Castells y como siempre, el mantecoso radicalismo, ese radicalismo que fue cómplice del golpe del 55, y otros más. Los radicales se derriten cuando se les acerca el amo, los terratenientes, y son eso, manteca derretida.

Habrá sus excepciones, no es cuestión de ofender, esto no es un clásico Boca – River, donde uno es bostero o gallina. Pero también la situación encierra analogías, sospechas de que estamos repitiendo una historia, historia no saldada. Historia de modelo de país, donde los “forjadores y dueños de la patria” buscan y siguen luchando por sus privilegios, los mismos de los que vienen gozando desde el mismo nacimiento de la Patria.

Aunque la palabra Patria es muy grande y no es nuestra intención manosearla, el momento así lo amerita, como en el 55 y como en el 76, está en juego el destino, la balanza para el lado que caerá el futuro. Es lo de Fierro, el derecho a tener casa, trabajo y escuela.

“Los Kirchner”

Así los llama la prensa, estos medios masivos que desvergonzadamente están jugando al golpe de mando, a demoler al gobierno, a debilitarlo al extremo de que termine con esta idea del Estado Bienestar. Ellos ponen todo para que el Estado les sirva para sus negocios y su negocio es el libre comercio –como llaman eso que es siempre hambre, desocupación, y sobre todo, borrarle todo horizonte de derecho al pueblo. Los Kirchner.

El odio demostrado en toda esta última etapa hacia Cristina, hacia Néstor Kirchner, es el desmadre, es el uso para la gilada de clase media que enseguida se prende de los artificios del poder. El poder no odia a nadie. Hay que recordar aquella frase dicha en El Padrino y que es fundamental para comprender los tiempos que corren: "no hay nada personal". Eso decía, te mando a matar, pero no hay nada personal. Es la guita, el dinero, dólar. Les están cortando privilegios, entonces salen a cortar cabeza. Eso es el poder. Nada personal.

Esa es la real derecha, la que De Angeli, Buzzi y ahora y entre otros, Barrionuevo o Duhalde, no dejan ver. No estar hablando de las multinacionales de la alimentación, de Monsanto, de Carguill, de los terratenientes que siguen siendo los dueños del poder en nuestro país. No. Los medios nos ponen estas marionetas, estos gladiadores de circo, que son la tropa del real enemigo.

Como decíamos, no hay nada personal contra “los Kirchner”, eso para el poder. Para la gilada, le tiran levadura de odio. Tratan de denigrar al gobierno, a la compañera Presidenta, tratan de ensuciar su imagen, sus actitudes. Y la clase media y toda la mediocracia compra. Como compra siempre que la derecha los necesita.

Bueno, compañeras, compañeros del Frente Transversal, de los Movimientos Sociales, trabajadores con o sin trabajo, hermanas y hermanos de lucha y sueños, tenemos también nosotros un deber, saber defender lo nuestro, lo que elegimos, lo que nos permite pensar que tenemos derecho a ser, derecho a futuro.

Entonces, no podemos quedarnos mirando la vida por televisión. Que los otros, los que van a estar en el Monumento a los Españoles, decidan por nosotros.

Aunque la cosa no esté clara para muchos compañeros, digamos, aunque la cancha está embarrada ya que no es Kirchner o De Angeli, no estamos en el 45 con Braden o Perón.

Aquí Braden sigue estando pero ellos aprendieron la lección. Ponen adelante la infantería, mandan la tropa. Lo que importa, compañera, es lo que está detrás de De Angelis o Buzzi.

Y serán ellos, la tropa, los oradores en el acto del monumento a los Españoles y, otros que sí los representan, como Miguens.

Bueno. Dejamos esta breve y apresurada crónica para decir lo que hay que decir: Mañana habrá dos actos políticos, dos “plazas”, la de la Oligarquía terrateniente y su rejuntado claudicante, y la plaza del pueblo, frente al Congreso.

Esa es nuestra plaza. Y no para defender a “los Kirchner” sino para defendernos entre nosotros, defender un gobierno al que apostamos y un proyecto al que apostamos y seguiremos apostando.

Sí, en la Plaza de los Dos Congresos, el día 15 de julio de 2008. Allí hay que estar. Allí estaremos.

Y será historia.

Prensa Frente Transversal Nacional y Popular

Kirchner con los intelectuales. Apalusos y silbidos en una asamblea horizontal (Imperdible)



Durante dos horas, Kirchner se sometió a las reglas de una asamblea horizontal en la que trescientos intelectuales dialogaron con él, le formularon críticas y repreguntas. Hubo aplausos, pero también silbidos cuando defendió el tren bala. Una experiencia sin precedentes en la democracia argentina, donde los líderes populares han acostumbrado a decidir en soledad y sin escuchar. ¿Alguien se imagina a Menem, Duhalde, Alfonsín o De la Rúa en esta situación?

Durante dos horas Néstor Kirchner participó en una asamblea popular, con más de trescientos miembros del espacio Carta Abierta, formado por intelectuales, artistas de distintas especialidades, decanos y docentes universitarios. La invitación fue tramitada hace más de un mes pero recién se concretó el sábado, en un salón de la Biblioteca Nacional, cuyo director, Horacio González, fue uno de los impulsores del espacio. Kirchner hizo una exposición general y luego contestó preguntas.

Hubo mucha presión sobre el ex presidente en cuatro temas: la cobertura del canal 7, la destrucción del INDEC, la personería retaceada a la CTA y el proyecto de construcción del tren bala. Kirchner fue aplaudido en muchos pasajes pero también silbado, una sola vez, cuando defendió el proyecto del tren bala. Lo aceptó sin enojo y expuso sus argumentos. Había pedido que lo criticaran todo lo que fuera necesario e insistió varias veces en la necesidad de contestar al desafío de la junta de desenlace, como llama a los líderes de las cámaras patronales agropecuarias, con más democracia y profundizando el proyecto nacional y popular, cuyas carencias admitió.

El diálogo se caracterizó por una notable horizontalidad, Kirchner habló con humildad ante un auditorio que le hizo sentir tanto afecto como diferencias de criterio y dejó una imagen contradictoria con los estereotipos mediáticos sobre su personalidad. Lo que sigue es una síntesis de sus intervenciones. No se encomillan porque provienen de apuntes y no de una grabación.

Punto de inflexión

Estamos en un punto de inflexión. El desafío de la mesa de desenlace nos ha despertado. Si no aprovechamos este momento, por errores propios o por la avaricia de la oligarquía, pasarán décadas hasta que el país pueda volver a pensar en la utopía. Tengo que confesarles que la decisión de asumir como presidente del PJ fue por un pedido de Cristina. ¿Se imaginan lo que pasaría hoy si otro fuera el presidente? El PJ está atravesando por un período de decantación, como lo vemos a diario, de redefinición de posiciones.

Cuando me preguntaron por los votos del PJ en contra del proyecto de retenciones contesté que no somos una sociedad anónima, que creemos en la ideología. También me han insistido mucho por qué llevamos a Cobos como Vicepresidente. Me calientan la cabeza, que los radicales esto o aquello. Y la verdad es que me parece que no nos equivocamos. Si en lugar de Cobos hubiera habido allí un compañero, ¿dónde estaríamos nosotros ahora? En el pasado regalamos espacios que luego nos jugaron en contra. No repitamos esos errores, tengamos esos espacios bajo control.

La racionalidad que nos piden es el comienzo de la rendición, que nos pongamos de espaldas al pueblo para cuidar la imagen. Pero Cristina dijo no y ratificó su compromiso con la distribución del ingreso. No a la racionalidad traidora, sí a la racionalidad creativa, a favor del campo popular. El doble comando es un invento al que acudieron para dejarla sola a Cristina, para que yo tuviera que callarme y ellos pudieran marcarle la cancha.

Nos dicen que nos estamos alienando a la clase media. La clase media se alienó con el proyecto neoliberal de los 90. Aquellos que participaron como progresistas críticos, ahora prefieren votar con la oligarquía. Los vimos en la Cámara de Diputados, supervisados por la junta de comandantes del desenlace. Ni se van a poder mirar al espejo, porque hay momentos de la historia en los que hay que estar de un lado. Algunos economistas, como Prat Gay, dicen que soy un almacenero. Prefiero ser un buen almacenero y no el administrador de los intereses del establishment.

Un movimiento golpista

La anulación de las leyes de punto final y obediencia debida fueron los momentos decisivos durante mi gobierno y siento que este desafío por las retenciones lo será del de Cristina. Porque hay que decirlo con toda claridad. Estamos ante un movimiento destituyente, golpista. Han querido que Cristina se fuera del gobierno. El Día D que habían fijado fue en aquel fin de semana largo. Estábamos en Olivos, con la presidente y algunos amigos, y en la puerta golpeaban con las cacerolas de teflón.

Estaba el audaz y revolucionario Hugo Biolcatti, con el comandante guerrillero Eduardo Buzzi y el primo Luciano de Martínez de Hoz. Ya vimos cómo funciona la transversalidad de la oligarquía, con compañeros de mi partido, camaradas de la izquierda, democráticos alfonsinistas, la señora que no quiero nombrar, la señora Pando, el general Reimundes, enemigos como siempre, y es bueno que lo sean. Esto nos dio fuerza. Otra vez vienen de atropellada, con la escarapela, para agredir. Pocos medios se animan a decir que la bandera es de todos y que ellos la mancharon. La respuesta debe ser más democracia y más institucionalidad.

Frente a esto, no podemos ser miserables y dar dos pasos atrás. Tenemos que dar cinco pasos adelante, por nuestra historia, por nuestros compañeros que no están. Hay asignaturas pendientes que hay que rendir. Hemos recuperado el empleo, pero tenemos que recuperar la calidad del empleo. Hemos puesto en marcha el financiamiento educativo, pero tenemos que recuperar la calidad de la educación, fijar el proyecto educativo nacional. Hemos avanzado en la distribución del ingreso, pero es insuficiente. Nuestro país sigue siendo asimétrico. El conurbano bonaerense y el norte han sido devastados por el modelo neoliberal. Tenemos que enfrentar la concentración económica, los monopolios mediáticos.

Fierros mediáticos

Hoy que afortunadamente las Fuerzas Armadas no se dejan tentar en estas situaciones, los fierros son mediáticos. Y han actuado sin miramientos. En el 55 nos hubieran encerrado en un barco y en el 76 estaríamos bajo tierra, pero yo estoy más apasionado que nunca. Venimos de una derrota durísima, que en parte se debe a errores que cometimos. Pero después de muchos años de resignación, vuelve la movilización, la ética, los pibes jóvenes quieren saber de qué se trata y podemos rendir las asignaturas pendientes y decirles a nuestros compañeros que hemos cumplido en nuestro paso por la historia.

Podemos construir una Argentina diferente en una América Latina diferente, con racionalidad, con diversidad, con prudencia. Nuestro destino no es ser granero del mundo, sino asumirnos como bloque con nuestros hermanos de América Latina para discutir con los otros bloques. El diario La Nación expresa a la oligarquía, es la continuidad de la historia desde Mitre hasta Martínez de Hoz, siempre en defensa de intereses que no tienen nada que ver con los del país.

Le preguntaron por la relación con el grupo Clarín y por el decreto que prorrogó por diez años todas las licencias de radiodifusión. Eso es culpa de Alberto Fernández –respondió entre risas, propias y del aludido–. Luego explicó que asumió la presidencia con apenas el 22 por ciento de los votos. La Plaza de Mayo estaba llena de gente que quería comer, que había perdido toda esperanza. Personas importantes de mi partido se reunieron conmigo y me plantearon que iban a poner un corte a los juicios por el terrorismo de Estado.

Les dije que no me quitaran la posibilidad de que yo capitalizara ese gesto fuerte, que esperaran. Por suerte me creyeron y me dieron tiempo. No podía contar lo que pensaba porque me echaban en dos o cuatro días. Llegué como pude, en una Argentina quebrada, con la tapa de los diarios encendidas cada vez que llegaba el delegado del FMI a imponernos condiciones. Cuando iba a España me querían matar, sólo podía pelearme con los empresarios. Teníamos una fuerza propia nula. Pese a eso no le cedimos espacio a los personeros de los intereses de siempre y fuimos construyendo nuestra fuerza.

Respecto de Clarín, cada gobierno le hizo alguna concesión, fue cediendo, por la idea de que de otro modo Clarín te destruye. Yo entiendo la crítica que me hacen a la prórroga de las licencias, pero con toda sinceridad tengo que decirles que de otro modo otros tres canales quebraban y Clarín se quedaba con todo. Sé que es discutible lo que hicimos, pero sentíamos que no había otra alternativa. Pero otras concesiones no hicimos, soportamos dignamente el apriete. Para hacer ciertas cosas hay que tener el poder necesario. Ahora Cristina planteó la nueva ley de radiodifusión.

Aciertos y errores

Nos proponemos reconstruir un espacio que estaba dormido, en forma paulatina, con aciertos y con errores. Si nos hubiéramos apurado, no estaríamos aquí. Nos propusimos consolidar la retaguardia y cada vez que podíamos hacer actos de vanguardia. Tuvimos que demostrar que el progresismo podía administrar. Recuerden en qué condiciones asumimos. A pocas horas de estar en el gobierno la Corte Suprema amenazó con dolarizar la economía y hacer reventar todo. Ahí no nos quedó otro camino que sanear la Corte Suprema. Y ese proceso, que la sociedad reclamaba y valoró, fue junto con la anulación de las leyes de punto final y obediencia debida lo que parió mi gobierno.

Del mismo modo siento que este conflicto que ya no es por las retenciones sino por el modelo económico y el poder político va a parir el gobierno de Cristina. Si yo les pregunto por la ley de comercialización de granos, dudo que sepan que sigue vigente la de Martínez de Hoz. Esto es algo que nuestra presidente descubrió ahora, en medio del conflicto. Tenemos que llenar de neuronas el Estado para que podamos saber esas cosas sin necesidad de un conflicto. Estos señores van a perder más de lo que esperaban, porque ahora se está descubriendo el fraude que le hacían al Estado.

Del infierno al purgatorio

Salimos del infierno, pero ahora hay que resolver cómo salimos del purgatorio, que está lleno de pecados, y desarmar el esquema jurídico que nos montaron en medio siglo. Hay que construir un nuevo espacio político. En los 90 apareció una alternativa en la que muchos confiaron, pero terminó siendo parte del espacio del adversario. La decantación se va produciendo en forma espontánea.

La Federación Agraria representa otras cosas que las que se creían. El 70 por ciento de sus miembros viven de rentas y por eso se acercan a la oligarquía, porque tienen los mismos intereses. Esta es la Federación Agraria de la renta, y se maneja con un discurso tramposo, que no da cuenta de este cambio. El señor Buzzi hizo algo imperdonable, que fue llevar a una madre de Plaza de Mayo al acto de la oligarquía, con tal de mostrarse progresista. Los pañuelos son intocables.

La CTA y los progresistas

Con la CTA tenemos una larga relación, con Víctor De Gennaro, pero hubo muchos problemas que no resolvió, por vacilaciones, por falta de ductilidad y por esa aspiración de ser siempre diferente. Así terminan votando con la Sociedad Rural. Los fiscales de todos, los que se ofrecen como garantía para corregir errores de nuestro gobierno, que tiene aspectos amarillos, aquellos que estuvieron con la señora que no quiero nombrar, votan con la oligarquía. Digámoslo con claridad, si perdíamos en Diputados hoy no teníamos más a nuestra presidente. No tuvieron grandeza ni solidaridad. Eso no los convierte en malos sino en mediocres.

Este fue uno de los temas que provocaron más réplicas. Uno de los asistentes dijo que el voto de Claudio Lozano en el Congreso, que los intelectuales repudian tanto como Kirchner, no evita la discusión sobre la personería de la CTA, que es el instrumento que los sectores progresistas supieron construir a lo largo de muchos años de lucha contra el modelo neoliberal. Kirchner respondió que conversa a menudo con los actuales dirigentes de la CTA, igual que la presidente, y recordó que le había hecho un reconocimiento público en su conferencia de prensa desde el Partido Justicialista. Se han generado en los últimos tiempos interlocuciones que otras actitudes habían cerrado.

Roberto Baradel, secretario general de los docentes de la provincia de Buenos Aires, le informó que el secretario general de la CTA, Hugo Yasky convocaba a la Plaza de los dos Congresos el martes, junto al intendente de Morón Martín Sabbatella y a dirigentes de otras organizaciones y de los intelectuales de Carta Abierta, así como lo habían hecho el 16 de junio, con la consigna “Más democracia, más distribución”. Kirchner dijo que reconocía esos gestos y que el gobierno debía profundizar las asignaturas pendientes, la inversión en vivienda, en energía, en la calidad del trabajo. Los acuerdos del Bicentenario deben darse en un marco de pluralidad. Debemos pasar del individualismo a la construcción colectiva. Si hay ruido es porque estamos vivos.

El tren bala

No podía faltar una pregunta sobre el tren bala. Cuando Kirchner dijo que el país lo necesitaba y que no era tren bala sino tren rápido, una silbatina saludó su respuesta. Desde la audiencia alguien recordó cómo se viaja en el Gran Buenos Aires. Sin alterarse Kirchner dijo que sería una cobardía decir que se trató de un error.

Explicó que formaba parte de un plan general de reconstrucción del sistema ferroviario, destruido por el neoliberalismo, que incluye el soterramiento del ferrocarril Sarmiento, la electrificación del San Martín y el Roca y la recuperación del Belgrano Cargas. A veces compramos el símbolo que nos coloca el enemigo. Ser progresista no es tenerle miedo al progreso. En una referencia general al proceso de privatizaciones, mencionó que a las telefónicas les vendieron hasta los cables y que a Aerolíneas Argentinas no le quedó nada, por lo que la recuperación va a ser discutida.

Canal 7 e INDEC

Una de las preguntas, del editor Aurelio Narvaja, fue sobre canal 7, que en lo más caliente del conflicto transmitía el campeonato de básquet en Chañar Ladeado. Kirchner dijo que sobre esos temas debían preguntarle a Alberto Fernández, porque él no formaba parte del gobierno. Fernández respondió que el canal 7 se ve en todo el país. Desde la audiencia lo interrumpieron: “Por eso mismo”. Cuando lo dejaron continuar, Fernández explicó que en Buenos Aires, canal 7 es una oferta entre muchas, pero que en muchos lugares del interior es el único canal que se ve, y esto implica una demanda distinta, de la que no se puede suprimir el entretenimiento.

Agregó que con la designación del periodista Felipe Yapur había mejorado la cobertura informativa, que se estaban intercalando flashes informativos cada media hora, para competir con los canales privados de aire y que la solución al problema que se planteaba era el lanzamiento de un canal de noticias de canal 7, que ya está listo para comenzar a transmitir, en cuanto solucione el conflicto tradicional por el encuadramiento sindical de los trabajadores, en el sindicato de prensa y/o en el de televisión.

Una antigua funcionaria del INDEC le preguntó cómo era posible que una colaboradora de todos los gobiernos, como Ana María Edwin, estuviera al frente. Kirchner dijo que habría que preguntarle al jefe de gabinete, pero respondió que el INDEC había sido copado por las consultoras y que funcionarios importantes del organismo trabajaban para favorecer a los tenedores de bonos indexados que más cobran cuanto más alto es el índice de precios al consumidor.

El INDEC es parte del problema general del Estado. Miren lo que pasó con la ONCCA. A pedido de los asistentes, Alberto Fernández tuvo que explicar que era el organismo de control de la comercialización agropecuaria. Kirchner explicó que durante su gobierno, sin que él lo supiera, la ONCCA trabajó en contra. Tenemos errores y la voluntad es corregirlos. Ahora hay allí un buen funcionario, Ricardo Echegaray, que está descubriendo muchas cosas. El enemigo trata de producir un quiebre en lo que hacemos bien. Por eso no es bueno que nos martillemos todo el día los dedos por lo que no nos sale del todo bien.

Cooke y los jóvenes

El director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, le preguntó por los legados históricos, no porque crea en la repetición de la historia, sino para fijar nuestro diccionario, ¿qué peronismo, qué socialismo, qué nacionalismo de izquierda? En especial quiso conocer qué significaba para él John William Cooke. Kirchner dijo que era necesario no volverse dogmático, no aislarse del pueblo, para construir el campo de la Nación. No quiero poner nombres. Construyamos y después pongámosle el nombre y no al revés como hacíamos antes. Dijo que conoció a Cooke en sus años de militancia en la FURN de La Plata. “Fue un gran compañero y trasciende largamente al peronismo.”

El martes en la plaza

El martes estaremos en la plaza porque hemos aprendido la lección de la historia. No se puede dar un paso atrás, regalar las ideas ni la calle. La provocación nos obliga a convocar en pluralidad. Como dijo nuestra presidente, que vayan a elecciones y que discutan en la democracia. La democracia sin contenido sirve de poco, pero sin democracia no se puede vivir. Tenemos que llenar la democracia de contenido. Esta es una oportunidad histórica, si nos animamos a defender la mesa de los argentinos, y a ser autocríticos para corregir nuestros errores.

Yo soy más intuitivo que inteligente. El 18 de junio sentí que pasaba algo diferente, que estábamos en un punto de inflexión, que alumbraba un nuevo pensamiento, una nueva conciencia moral transformadora, la posibilidad de volver a creer. A la banda del desenlace vamos a tener que agradecerle que nos haya ayudado a despertar. Una gran asignatura pendiente es la construcción de espacios para que todo eso pueda expresarse. Ustedes tienen que construir esos espacios. Las grandes cosas siempre nacen en medio de una convulsión.

El sub-30

Una integrante del sub-30, que se presentó como militante juvenil del peronismo preguntó por el rol de la militancia y el trasvasamiento generacional. Kirchner dijo que lo que más lo alentaba era ver cómo la política volvía a los jóvenes. Se terminó la generación del miedo y la del discurso único neoliberal. Pero el trasvasamiento generacional fue una de las grandes mentiras que se usaron para encorsetar a una generación, por decirlo en forma suave, nos engañaron con esa palabra. Es importante que los jóvenes participen, que no esperen que los llamen, que discutan todo y que disputen. No es cuestión de edad sino de neuronas. Sean implacables con nuestras claudicaciones, que nadie los va a cercenar por ello. En la mesa de la discusión del poder no se pierde pureza.

Por no entenderlo, le regalamos el poder a los sinvergüenzas. Tuvimos un problema cuando nosotros éramos jóvenes. En nuestra JP algunos creíamos que había que hacer política, participar en la democracia, pero también hubo quienes entendieron que tenían que tomar otro camino, militarista. Esa discusión ha sido zanjada por el tiempo y por eso ahora decimos que queremos más democracia, más política. Ustedes jóvenes, participen, no regalen espacios, sean parte de las instituciones, no se queden afuera para después tener que ir a esos despachos que podrían haber ocupado a pedir algo a quien los ocupa y si no los escuchan radicalizarse y contribuir al fracaso de todo.

El martes preveo mucha presencia espontánea, de gente humilde que está harta de la extorsión. Nuestro proyecto es seguir avanzando, consolidar la democracia, profundizar los aspectos pendientes. Sólo la reacción masiva del pueblo puede evitar que nos hagan lo mismo que a Allende. Cristina estaba viendo un documental sobre el 73 chileno, con corte de rutas, desabastecimiento, cacerolazos, el alineamiento de los medios de comunicación y la desventaja en el Congreso. Algunas cosas coinciden, pero otras son diferentes. No hay golpismo en nuestras Fuerzas Armadas y el Congreso está actuando en forma responsable y reflexiva. Aquí los cortes los realizan los sectores más concentrados, con su apéndice payasesco. El pueblo argentino tiene una actitud de mayor profundidad, debido a lo que nos pasó. No hay que perder la calma. Nos están provocando, respondamos con mas democracia y convivencia, con paciencia oriental.

Un joven geógrafo, también del sub-30 dijo que desde el punto de vista racional, quería ofrecer la ayuda de la mesa de científicos de Carta Abierta, en la elaboración de las futuras leyes de Energía y de Transporte, pero que también quería transmitirle un mensaje afectivo. “Gracias por habernos hecho creer que es posible un país distinto. Yo soy hijo de gorila y sos el primer peronista que voté. Estoy seguro de que no me equivoqué.”

Por Horacio Verbitsky

Qué es Carta Abierta

Es un espacio formado por intelectuales de distintas actividades y procedencias. Difundieron cuatro cartas abiertas que tuvieron una amplia repercusión. La primera describió un clima destituyente en el desprecio por la legitimidad gubernamental; la segunda reflexionó sobre el rol de los medios de comunicación; la tercera analizó el surgimiento de una nueva derecha que toma prestados conceptos de izquierda para enmascarar sus intereses, y la cuarta reclamó respeto por las decisiones del Congreso, que expresa la voluntad popular.

Aforismos

Antes de comenzar la charla en la Biblioteca Nacional, la comisión de aforismos de Carta Abierta dijo que le haría un regalo a Kirchner. Una de sus integrantes le leyó algunos de los aforismos que había preparado para la movilización del martes frente al Congreso. Kirchner celebró con sonrisas tres de ellas: “Llambías al gobierno, King Kong al poder”, “Cada acto en su lugar: los gorilas, frente al zoológico, los demócratas frente al Congreso” y “Bernardo tenía mala leche. Quedó la nata”.