Un giro en el destino de la patria - Por Alicia Kirchner


Se cumplen nueve años del primer paso dado por Néstor Carlos Kirchner para devolverle la dignidad al pueblo argentino. Ese 27 de abril de 2003 marcó un giro en el destino de la patria, que vivía el peor de sus infiernos luego de tristes y oscuras décadas de políticas neoliberales que condenaron al hambre, la miseria y la exclusión a miles de hombres y mujeres de nuestra tierra.
Hagamos memoria: las empresas del Estado estaban en manos del capital privado, como YPF, el Correo, Aerolíneas y Aguas; el FMI nos imponía recetas enlatadas para salir de la crisis y cada vez estábamos peor, y todavía resonaba el “que se vayan todos” para repudiar a los políticos que servían al beneficio propio o foráneo antes que al interés general.


Sin embargo, ese 27 de abril se consolidó en la escena nacional un hombre que les hablaba a los millones de compatriotas con el corazón y la razón. En medio de la desesperanza y el contexto social –la mitad de los argentinos vivía por debajo de la línea de pobreza y uno de cada cuatro era desempleado–, Néstor Kirchner prometió un país en serio que nos incluyera a todas y todos.
Garantizó producción nacional y trabajo formal, vivienda y jubilaciones dignas, más y mejor educación y salud, recuperación de la soberanía nacional y juicio a los responsables materiales e intelectuales de la desaparición de 30.000 compañeros. Siempre del lado de los intereses del pueblo y en defensa del bienestar general, con la política como única y eficaz herramienta, no le tembló el pulso para enfrentarse a las corporaciones y así desatar el proceso de democratización más importante de los últimos 60 años.
La ampliación de derechos y la igualdad de oportunidades para los 40 millones de argentinos fue el camino trazado por él y profundizado, con coraje y valentía, por nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner a partir de 2007. No fue fácil superar tantos condicionamientos ni los golpes destituyentes del poder económico concentrado y sectores conservadores, históricamente cómplices de las más feroces dictaduras y tutores de gobiernos democráticos débiles incapaces de enfrentarlos. Sin embargo, jamás lograron frenar la fuerza de cambio y transformación surgida desde las entrañas de los trabajadores, las organizaciones sociales y las agrupaciones juveniles.
Hoy, cuando todavía resuenan los ecos por la recuperación de la soberanía energética, seguimos profundizando y consolidando el modelo nacional, popular, soberano y federal para el que Néstor soñó y dedicó su vida. Pero también de acompañar a nuestra conductora en el desafío constante de gobernar para mejorar la calidad de vida de los 40 millones de argentinos.


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