Son los mismos
Renta y retenciones- Por Anahí Fernández
“El país vive de nosotros, porque inyectamos dinero y porque el Gobierno siempre nos mete la mano para sacar plata fácil” Cristian Villarreal, productor agropecuario de Casilda, capital nacional de la soja
“En un país colonial las oligarquías son las dueñas de los diccionarios” (John William Cooke)
Entre la intencionada desinformación mediática, la mediocridad de algunos dirigentes y la persistente canalización del conflicto vivido los últimos días, resulta necesario que nos esforcemos por poner un poco de claridad y verdad ante tanto dislate comunicacional.
Hacemos entonces un primer intento para no mezclar chicha con limonada ni aserrín con pan rallado.
Precisando conceptos
Renta
Hablando de la renta petrolera, Alfredo Eric Calcagno hace una distinción esencial: por una parte está el legítimo beneficio empresario, incluido en el costo del barril de petróleo. Por otra, está la renta, que es la diferencia entre el costo local y el precio internacional. La renta pertenece al país, no al empresario petrolero, que ya ha obtenido su beneficio. El costo local se deriva básicamente del regalo de la naturaleza y el precio internacional a situaciones específicas de mercado.
Ninguna de las 2 variables se relaciona con el trabajo ni la inversión.
La distinción señalada es aplicable a renta y beneficio en el ámbito agrario. Y Calcagno reitera la diferenciación marcando que las retenciones se aplican sobre la renta (que no es del productor) y en todo caso, sobre los beneficios se aplican otros tributos (impuesto a las ganancias)
Cuando desde las “entidades agrarias” se critican las retenciones “confiscatorias” o se las señala como de “neto corte fiscalista”, lo que en realidad se dice es que sobre la base de las leyes que resguardan la propiedad privada les correspondería a ellos, de manera íntegra y total, algo que les viene absolutamente gratis: la prodigalidad del campo argentino, en condiciones donde además los precios de las commodities están por las nubes, lo que también claro está, es totalmente ajeno a su accionar.
Renta agraria y ganancias extraordinarias
Otra distinción importante es la que hacen Javier Rodríguez y Nicolás Arceo siguiendo una definición de renta agraria planteada por Flichman.
La renta agraria está definida fundamentalmente por las diferencias internacionales de costos, originadas en la calidad de nuestros suelos y clima.
La renta agraria es entonces la diferencia entre el precio de producción –que incluye el costo y la ganancia media del capital- en la economía local y el precio a nivel mundial, posibilitada por la existencia de distintas condiciones naturales
Ganancias extraordinarias: empíricamente se registra una significativa diferencia de niveles salariales entre los distintos países, que puede conducir a la obtención de una masa de ganancias extraordinarias por parte de aquellos productores que se localizan en los países de menores salarios.
Esta distinción es interesante porque permite analizar la situación considerando las características que surgen de la yuxtaposición entre renta agraria y percepción de ganancias extraordinarias originadas en salarios más bajos
Retenciones y rentas - beneficios e impuesto a las ganancias
Las retenciones tienden entonces, a gravar las rentas y no las ganancias.
Estas rentas, a diferencia de las ganancias, no necesitan ser reinvertidas para mantener el nivel de ingresos. Quien posee tierras y cobra un alquiler por ello, no necesita reinvertir esa renta para poder cobrar nuevamente, sino que puede retirar siempre el total obtenido y aún así tener garantizado al año siguiente -como mínimo -el mismo ingreso.
Las ganancias, para poder mantener su volumen año tras año, deben mantener la competitividad de la empresa, y por tanto deben, aunque sea en forma tendencial y parcial, ser reinvertidas.
De esta manera, una porción de la ganancia se destina al crecimiento económico vía inversiones. Por este motivo, resulta incluso más conveniente gravar las rentas – cuyo destino suele ser suntuoso o directamente la salida del país- que las ganancias.
Retenciones y precios internos
La aplicación de retenciones determina, con respecto a una hipotética situación sin este gravamen, un abaratamiento del precio interno de los productos exportados, entre ellos los productos alimentarios que componen directa o indirectamente la canasta básica alimentaria.
El precio de estos productos en el mercado local está determinado por sus respectivos precios en el mercado mundial, el tipo de cambio y el nivel de retenciones. De esta forma, el precio local de los productos alimentarios transables se ubica en la actualidad claramente por debajo del que se hubiera registrado en ausencia de retenciones
Las retenciones dejan a los exportadores agropecuarios con un precio efectivo similar al que tenían en diciembre de 2007 (una rentabilidad de 1223 pesos por hectárea para la soja y 1038 en promedio para otros cultivos como dice el cuadro) . A partir de ahora, si el precio internacional de la carne sube más allá de cierta magnitud, las retenciones subirán acompañando tal suba hasta capturar la diferencia de ingresos originada por el aumento, de modo que el exportador (y todo el sector agropecuario) siguen ganando lo mismo. De igual modo, le asegura un "piso" a los exportadores ya que si el precio mundial cae, la retención se hace menor.
Las retenciones podan parte de la renta sin afectar la ganancia "normal". Así, al no haber suba del ingreso de los exportadores en pesos, no habría "efecto de arrastre". Por ende el precio de la carne en el mercado interno debería reducirse y la inflación podría finalmente desacelerarse. En suma, lo que hacen las retenciones es diferenciar los precios internos respecto de los vigentes en el mercado internacional.
Ganancias extraordinarias y devaluación
Los beneficios extraordinarios apropiados por el sector agropecuario, y en particular el pampeano, como consecuencia de la devaluación de la moneda y el sostenimiento de un tipo de cambio devaluado, no sólo justifican la aplicación de retenciones, sino que constituyen una razón clave a favor de que éstas se hayan elevado.
Más aún cuando el nivel de transferencias que realizó el sector agropecuario en la década signada por la desregulación económica y la especulación financiera promedió el 35,2% de los ingresos de los productores agropecuarios. Según el trabajo de Rodriguez-Arceo un cálculo muestra acabadamente esta situación: “Si en la campaña 2003-2004 el Estado hubiera querido captar la totalidad de la renta promedio obtenida por los productores agrarios, el nivel de retenciones se debería haber fijado en torno al 52,2% del valor del producto, dado los altos precios internacionales y la reducción de los costos internos en dólares como consecuencia de la devaluación”.
Retenciones y pequeñas explotaciones
El reclamo de los pequeños y medianos productores para derogar las retenciones es absurdo.
Su situación especial debe atenderse con políticas específicas basadas en el esquema general de retenciones, y no en su supresión que conduciría a incrementos de renta y transferencias de los bolsillos de los asalariados hacia el campo en forma indiscriminada, ya que –al decir de Rodriguez-Arceo – “sería como pretender ayudar a las Pymes industriales aumentando el precio de todos los productos industriales que pagan los asalariados”
Retenciones móviles
La implementación de retenciones móviles implica un avance frente al esquema previo de retenciones, porque otorga a los sectores primarios y de transformación un horizonte de estabilidad de precios y abre la puerta a una eventual disminución de la imposición, frente a una posible reducción de los precios internacionales tras la desaceleración de la economía mundial. A una semana de implementada la medida ya se ha visto como ante la caída del precio internacional de la soja, las retenciones móviles generaron una disminución en el monto del impuesto.
Por su parte, el mayor peso de las retenciones a la soja es razonable, considerando los efectos que su alta rentabilidad relativa genera sobre la oferta de otros alimentos, que son desplazados por este cultivo. Pero que, dado los altos costos de reconversión para los productores pequeños, requiere la profundización de medidas que apunten a financiar las inversiones que garanticen el reemplazo de la soja por otras producciones.
Aumento de los costos
Según Osvaldo Barsky, "los precios de los granos en el último trienio han aumentado a razón de 80 a 120 por ciento por año. Contra semejante suba no hay costo interno que haya crecido en esa proporción ni nada parecido".
Algo similar corroboran Rodríguez y Arceo: "Con respecto al valor promedio que registraron en 2006 y 2007, en la actualidad se observa un aumento del 86,9 por ciento en el caso del girasol, de un 75,7 por ciento en la soja y de un 59,2 y 43,4 por ciento en el caso del maíz y del trigo, respectivamente. El precio internacional de estos productos en dólares constantes es el más alto de los últimos 25 años, con la única excepción del maíz, que registró cifras similares en 1996"
Un poco de historia: retenciones en nuestro país
Las retenciones ingresan a nuestra historia de la mano de los liberales de la generación del 80 - Bartolomé Mitre las implantó en 1862- que las mantuvieron con pequeñas interrupciones hasta 1905
Así Sarmiento, Avellaneda, Roca, Juárez Celman, Pellegrini, Sáenz Peña, Uriburu, otra vez Roca y Quintana acercaron recursos al fisco a través de ese instrumento, siendo en ese momento la base de la estructura impositiva los derechos de importación.
En 1918, el gobierno de Yrigoyen volvió a recurrir a las retenciones que permanecieron hasta 1925, cuando Alvear aceptó suprimirlas favoreciendo a la patria ganadera, que entonces sí empezaba a sentir el tributo como una carga insoportable.
En 1931, tras el derrocamiento de Yrigoyen, la misma oligarquía terrateniente presionó para que fuera creada la Junta Nacional de Carnes y Granos. En ese entonces no había quejas a la intervención estatal, como las plantea ahora la Rural. Claro que se tenían –las Juntas- un fin específico: reconocer a los productores rurales un precio superior al internacional por sus exportaciones.
Digresión: En septiembre de 1930 el gobierno radical fue derribado por los militares. La Federación Agraria se congratuló por el hecho y más tarde se sumó a las simpatías por la fórmula de Agustín P. Justo para las elecciones presidenciales de 1931
A fines de 1955, tras el golpe de estado contra Perón, cuando se debió enfrentar el pasaje de un régimen cambiario que operaba con tipos de cambio fijos y controlados a otro de mercado libre y flotante, las retenciones volvieron de la mano del plan Prebisch –aquél que fuera respondido por Arturo Jauretche en el libro publicado en noviembre de 1955: “Plan Prebisch, Retorno al coloniaje- que contó con el aporte de Alvaro Alsogaray y Adalbert Krieger Vasena
Estas retenciones sustituyeron al IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) organismo demonizado por la oligarquía, que retenía las divisas de exportación y entregaba a los productores agropecuarios un porcentaje para sostener su actividad y reconocer una ganancia razonable. Parte de la renta agraria era redistribuida al sector fabril, que recibía créditos subsidiados del Banco de Crédito Industrial.
Se apeló a ellas nuevamente –con un rendimiento muy importante- a partir de marzo de 1967 en coincidencia con un significativo ajuste del tipo de cambio. El entonces Ministro de Economía, Adalbert Krieguer Vasena, resolvió adoptarlas con la expresa finalidad de “allegar nuevos fondos a la Tesorería”. Las retenciones fueron ubicadas en el 40% que era la totalidad de la diferencia a partir de la devaluación..
Nuevas digresiones
1) A diferencia del pedido de 1931 para que se crearan las Juntas, en el paro agropecuario de 1975 que marcó el preludio del golpe de 1976, todas las entidades -sin excepción- se oponían a la actuación de las Juntas nacionales (de granos, de carnes), mediante las cuales el Estado fijaba precios máximos para las producciones. La intervención estatal era vista como una herejía por los chacareros, que acusaban al gobierno de “dirigista”, y que al mismo tiempo reclamaban reducciones impositivas y beneficios cambiarios para estimular las exportaciones.
2) Ante el bloque comercial del lockout de los productores el gobierno autorizó a la Junta Nacional de Carnes a proponer procedimientos tendientes a mantener el normal abastecimiento de la población, incluso contemplando la posibilidad de expropiar ganado. La respuesta por parte de los huelguistas no se hizo esperar. “Van a ocurrir hechos de violencia que nosotros no podemos controlar”, aseguró en respuesta el titular de Federación Agraria, Humberto Volando.
3) En 1976 los principales dirigentes del campo celebraron la llegada de la dictadura militar, a punto tal que Jorge Aguado, titular de Carbap, terminó siendo secretario de Agricultura de Roberto Viola y gobernador de la provincia de Buenos A ires con Leopoldo Galtieri El mismo José Alfredo Martínez de Hoz era un conspicuo representante del sector.
Zonceras
* El esquema de retenciones perjudica la producción
Más allá de que históricamente la queja del “campo” sólo se produce cuando las retenciones implican redistribución, además de evitar que los precios internos se escapen siguiendo los de exportación, el aumento de ingresos fiscales que generan las retenciones permite sostener el dólar por arriba de 3 pesos, lo que claramente beneficia a la producción.
Por otra parte, el impuesto protege a los hombres de campo cuyas explotaciones tienen a los cereales como insumo: carne aviar, porcina y bovina. Ninguna de esas razones y ni siquiera la historia parecen conformar a los ruralistas, que reclaman la caída del gravamen como si fuera una cuestión de principios.
* El problema es que el esquema de retenciones perjudica a los pequeños productores
Está más que claro que el conflicto no se desata por la situación de los pequeños productores.
Las entidades rurales rechazan las medidas oficiales porque la cuestión no es el problema de los pequeños y medianos productores, sino quién se queda con la voluminosa renta agropecuaria
Si se la queda el “campo” el impacto se dará en términos de mayor inflación, caída del salario real y aumento de la pobreza, o dicho en buen romance, se transferirán al sector agrario más ingresos desde los trabajadores y toda la sociedad.
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