Algo ha saber. En Chicago se cocina el hambre del futuro



La mayor parte de las personas en este planeta desconocemos qué es el Chicago Board of Trade (CBOT), y deberíamos, porque allí se prepara un escenario de miseria y hambre para la mayor parte de la humanidad.

El CBOT es el principal mercado del mundo de commodities (materias primas) agrícolas. Allí se negocian maíz, soja, trigo, arroz y avena, entre otros. Tiene la particularidad de negociar productos "a la vista", o sea con entrega inmediata, y "contratos a futuro", es decir, con entregas pautadas desde 30 días o hasta tres años. Como nadie tiene la bola de cristal ni el don de la premonición, este mercado (el de los futuros) es fuertemente especulativo.

Desde el 2005, Chicago inició la comercialización a futuro del etanol (el alcohol derivado de azúcares y almidones, básicamente de caña de azúcar y de maíz) con impactantes resultados para el precio de los productos agrícolas que constituyen la base de la alimentación humana, y con grandiosas ganancias para los especuladores.

Ahora bien, el etanol se utiliza como combustible para automóviles (solo o mezclado con gasolina) para reducir el consumo de petróleo. Y con los campos petroleros de Estados Unidos casi secos, y el creciente nivel de independencia de las medidas imperiales (entre otros motivos, por la nacionalización de empresas petroleras hasta ahora privadas) por parte de los países productores, la nación cuna del automóvil se ha abocado a obtener sustitutos para los combustibles fósiles al precio que sea.

¿Al precio que sea?

En los últimos tres años los precios del maíz, el trigo y la soja han aumentado un 300 %, el arroz ha dado un salto de cinco veces su valor en el mercado, el precio de la avena se ha duplicado, y todo esto por el inicio de la especulación con el etanol, que en este período ha visto multiplicado su precio en un llamativamente coincidente 300% y aumentado el número de transacciones diarias de seis en marzo de 2005, a 88 en diciembre del año pasado (de 652 mil 500 litros a 9 millones 570 mil litros diarios aproximadamente).

Este aumento de precio de los cereales y oleaginosas en el mercado de Chicago, ha generado dos fenómenos que, al converger, acercan a nuestros países a un verdadero drama (no crisis) alimentario. Uno de estos fenómenos es el aumento de precios de los productos locales, que a su vez se ve acelerado por el aumento en los precios de los fertilizantes y agrotóxicos por el incremento de la demanda.

El segundo es la exportación de porcentajes crecientes de las producciones locales buscando mejores precios en los mercados internacionales y desdeñando el mercado interno.

Ambos fenómenos, junto con otros que no es del caso considerar en este artículo, producen esta situación en que los países se quedan sin comida por las exportaciones, tienen que importarle a los mismos que se la llevaron, a precios siempre crecientes, y todo... para que una señora gorda norteamericana pueda mover su carro dos cuadras para ir a buscar al drug store la comida que se han llevado de nuestros países para que ella pueda mover su carro. ¿Ridículo, no?

¿Ridículo?

Pues no, la lógica salvaje del mercado hace que la tierra, la comida, la posibilidad de subsistir de pueblos enteros sea parte de las cosas que se pueden negociar -o llegado el caso, sacrificar- en aras del aumento de las ganancias. Si el maíz da más ganancia como combustible que como alimento, pues a producir etanol. Aunque destrocemos al planeta con producciones súper intensivas. Aunque la economía de los países y las familias se destruya. Aunque miles y millones mueran de hambre. ¡Todo sea por el capital!

Las soluciones a las crisis energéticas deben venir por la racionalización de la explotación de los recursos, la reducción del consumo, la investigación de tecnologías alternativas que no pongan en riesgo la supervivencia del planeta. Pero claro, para eso hace falta que el modelo capitalista -rapaz por definición- deje de ser el dominante en el planeta. Lo que el mundo entero exige es que la comida deje de ser un negocio que se cocina en Chicago.

Por Pablo Siris Seade/ ABN.

No hay comentarios: