“Con mis ideas y mi eterno compromiso”
Emocionada, Cristina Fernández de Kirchner habló en su discurso de las Madres de Plaza de Mayo, de los juicios interminables, de recuperar la política y profundizar el rol del Congreso. “No seré gendarme de la rentabilidad empresaria ni instrumento de una interna sindical o política”, advirtió.
Por Luis Bruschtein
“Se puede ser obrera, profesional o empresaria, pero es más difícil cuando se es mujer; creo tener la fuerza necesaria y tengo el ejemplo de Eva, ella no pudo y se lo merecía más que yo, pero también tengo el ejemplo de esas mujeres con pañuelo blanco que se atrevieron a lo que nunca nadie: las Madres y Abuelas de la Patria.” Una Cristina Fernández de Kirchner emocionada, lejos de la imagen de mujer estructurada que proyectó durante la campaña electoral, cerró así ayer su discurso al convertirse en el presidente argentino número cincuenta, en el noveno electo desde el último golpe militar, en la primera presidenta elegida por el voto y en la primera que recibe el mando de su esposo. “Que Dios me ilumine para que me equivoque lo menos posible, para que me ayude a escuchar y a decidir como siempre lo hice: con mis convicciones, mis ideas y mi inmenso y eterno compromiso con la Patria”, culminó entre aplausos.
Antes del discurso, en la ceremonia de transmisión de mando, Cristina Fernández de Kirchner trataba de darle indicaciones a su esposo, el todavía presidente Néstor Kirchner, señalándole en forma disimulada dónde estaban la banda y el bastón presidenciales. “Primero tenemos que firmar”, advirtió cuando Kirchner se disponía a entregarle la banda. Los dos firmaron y Kirchner se disculpó por el micrófono: “Nunca pude aprender el protocolo”. El Presidente había abrazado a su esposa cuando fue recibida por largos aplausos y una lluvia de papeles al entrar a la Cámara de Diputados.
“Vengo a asumir el honor más grande que puede tener un argentino o argentina”, comenzó y apuntó luego al contenido que le da a esa función: “En tiempos de globalización, pueblo y nación siguen más vigentes que nunca. Sigue siendo vigente la defensa de los intereses del pueblo y la Nación”. A lo largo de los 52 minutos que se extendió su discurso, hizo una defensa del gobierno de Néstor Kirchner y ratificó los ejes del modelo político, social y económico que comenzó su esposo, a quien se refirió en varias oportunidades.
“Asumo en un escenario completamente diferente al de hace cuatro años y medio. El presidente que está sentado a mi izquierda cambió ese escenario”, y recordó que Néstor Kirchner había ganado con el 22,4 por ciento. “Tenía más desocupados que votos”, subrayó. Y volvió a destacar que en esta elección ese mismo porcentaje fue la diferencia con que le ganó a la segunda fuerza. “Néstor Kirchner pudo revertir aquella sensación de frustración, de fracaso, y lo hizo en nombre de un proyecto político. Usted –dirigiéndose a Kirchner–, después de todo, nunca fue un posmoderno. En tiempos de la posmodernidad, usted es un presidente de la modernidad y me parece que yo también”, expresó sin poder evitar una sonrisa. En varios momentos del discurso hizo referencia a “este presidente que tengo a mi izquierda”, por su esposo. A la tercera vez, agregó en son de broma: “Bueno, lo he dicho tantas veces que a lo mejor cree que es así”. La impronta generacional también estuvo en sus palabras: “Kirchner y yo formamos parte de una generación que luchó y tuvo sueños y utopías. A pesar del fracaso, las seguimos teniendo, aunque más modestas, antes soñábamos con cambiar al mundo, ahora nos conformamos con cambiar a nuestra patria”.
Destacó, además “que es posible superar las individualidades, creemos firmemente en los proyectos políticos, una idea, una propuesta lleva mucho más que dos minutos en la televisión o cinco centímetros en los diarios. Las ideas, los proyectos, son los que triunfaron el 28 de octubre. No fue un triunfo personal, fue una construcción colectiva”. Indicó que este modelo tiene cuatro pilares fundamentales: “Las instituciones, la sociedad, un modelo económico de crecimiento con inclusión social y la inserción en el mundo”.
Entonces enumeró las dificultades y logros de los cuatro años que pasaron: “La negociación de la deuda externa, la lucha sin tregua contra la desocupación, la indigencia, la pobreza, en la que vamos obteniendo triunfos importantes. No el definitivo –aclaró– porque siempre va a faltar la victoria definitiva mientras haya un pobre en la Patria”.
Habló luego de la importancia de las instituciones y del fortalecimiento del rol del Congreso. “Antes los legisladores trabajaban sometidos primero a la presión del Partido Militar y después a las exigencias del Fondo Monetario, la era del ajuste permanente” y destacó que el Parlamento recuperó la “libertad de tomar decisiones que no nos impongan desde el Fondo; cada quien desde su lugar, el oficialismo y la oposición, podemos debatir ahora con esa libertad”, subrayó. Destacó que mientras eso sucedía en el Congreso, Néstor Kirchner desde la Casa Rosada recuperaba la importancia de la política. “Fue desde la política desde donde se comenzó a gobernar sin déficit fiscal.” También subrayó el haber dado a la sociedad la posibilidad “de una Corte Suprema que no la avergonzara” y expresó que “los argentinos deben volver a sentir a la Justicia como un valor reparador y equilibrador. Ahora es imprescindible reconstruir el valor de la seguridad para todos”, puntualizó. Recordó las críticas cuando se propusieron los cambios al Consejo de la Magistratura. “La oposición y los medios, que no son lo mismo, pero que a veces se parecen bastante, anunciaron situaciones apocalípticas que nunca se verificaron” recordó.
Tras defender que “todos paguen impuestos”, en alusión a los jueces, indicó que “la libertad sola no alcanza si no va acompañada de igualdad”. “Hemos derribado el muro de la impunidad”, señaló en referencia a la anulación de las leyes de Punto Final, Obediencia Debida y la amnistía.“Espero que durante mi mandato, estos juicios que se demoraron treinta años lleguen a las sentencias.Tenemos la obligación de adoptar y diseñar los instrumentos que garanticen los derechos que otros argentinos no tuvieron para permitir enjuiciar y castigar a quienes fueron responsables del mayor genocidio de nuestra historia. Se lo debemos a quienes fueron las víctimas, a sus familiares, a los sobrevivientes.” En ese momento, desde el palco donde había Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, una mujer gritó “los treinta mil desaparecidos, ¡Presente!”, haciendo la “V” con su mano. “Pero también para separar la paja del trigo en las Fuerzas Armadas –continuó la Presidenta– y llegar al Bicentenario y los argentinos podamos volver a mirarnos todos a la cara.”
Sobre la política económica, señaló que “es un modelo que reconoce en el trabajo, la producción, la industria y el campo, la fuerza matriz para que millones de argentinos haya recuperado el trabajo y las ilusiones”. En ese sentido, remarcó que su propuesta de pacto social “no es de precios y salarios, no soy gendarme de la rentabilidad de los empresarios, ni herramienta de internas sindicales y políticas. El acuerdo es de las grandes metas. Luego iremos por sector y actividad, analizando cuándo es más competitivo. Tampoco es casual la decisión elevada a rango de ministerio de la investigación y la tecnología”, sostuvo. “Esto lleva tiempo –explicó–. Se trata de poder sentar las bases de acumulación para que las elecciones democráticas no signifiquen cada cuatro años cambiar el modelo.”
“El presidente Kirchner y yo –agregó– somos producto de la escuela y la universidad pública.” Remarcó que la educación pública debe convertirse en “eje fundamental de la transformación”, pero “aquella educación no es la de hoy, yo que me eduqué en una escuela pública donde los maestros sabían más que los alumnos, donde había clases todos los días, teníamos que estudiar todo el día para poder aprobar y pasar”. Y apuntó a los gremios docentes al convocar a “encontrar formas dignas de lucha, pero defendiendo con inteligencia la escuela pública”.
“Esta es nuestra casa, América latina, que también tiene nombre de mujer”, afirmó al definir la inserción de Argentina en el mundo. Entre las delegaciones extranjeras se encontraban los mandatarios que habían participado el día anterior en la creación del Banco del Sur, Duarte Frutos, Evo Morales, Correa, Hugo Chávez, Lula da Silva. Dirigiéndose al presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, agradeció su presencia y le indicó: “Quiero decirle con toda sinceridad, que no va a tener un solo gesto que profundice las diferencias que tenemos, pero esta situación no nos es imputable. Nos hemos presentado en la Corte de La Haya porque se ha violado el Tratado del río Uruguay. Este y no otro, es el conflicto”. Y agregó: “Sepan compatriotas de Uruguay que los sentimos nuestros hermanos, que no haya duda”.
Como había hecho Néstor Kirchner el día anterior, hizo un fuerte llamado al presidente colombiano Alvaro Uribe, presente en la Cámara para lograr la liberación de Ingrid Betancourt, prisionera de las FARC en ese país y cuya madre también estaba en el recinto. En el plano de la política internacional reivindicó la necesidad de generar el multilateralismo, “porque un mundo unilateral es inseguro e injusto”. Recordó que Argentina fue blanco dos veces del “terrorismo global”, pero que “nuestra lucha contra el terrorismo global no debe llevarnos a justificar que incurramos en la violación de los derechos humanos”.
Para finalizar sus señalamientos sobre la inserción internacional, planteó “el reclamo indeclinable de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas” y llamó “al país ocupante a cumplir con el mandato de las Naciones Unidas porque hay una situación de enclave colonial”.
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