Entrevista al diputado Hugo Prieto
Sobreviviente de los “radicales K”, critica a sus correligionarios por abrazar “la causa de la Rural”. Presupuesto y el fin del Grupo A.
Por Franco Mizrahi
Hugo Prieto es un antiguo exponente de la Concertación, aquella idea política que ideó Néstor Kirchner para convocar a diferentes fuerzas políticas y respaldar la candidatura a presidente de Cristina Fernández, tres años atrás. Oriundo de Neuquén y de origen radical –actualmente, está “suspendido” por sus correligionarios–, en la Cámara baja conforma el bloque de la Concertación junto con el mendocino Héctor “Pampa” Álvaro, una de las tres corrientes en que se resquebrajó ese espacio en el 2008, luego de la famosa discusión por las retenciones al agro. Junto al monobloque de la diputada Silvia Vázquez (Partido de la Concertación-Forja), Prieto defiende desde su espacio las ideas kirchneristas. ¿Por qué? El diputado lo explica: “Formo parte de un proyecto colectivo enmarcado en lo nacional y popular, que se demuestra en los hechos. Por eso, no me costó nada votar todo lo que he votado hasta ahora”. Justamente, esa inclinación fue la que lo alejó aún más de la UCR, a la que denostó por “sumirse en el recinto a los intereses de los grupos concentrados de poder” y sumar, en ese camino, a la tercera línea de la Concertación representada en Diputados por el marplatense Daniel Katz.
Por sus cargos legislativos –es vicepresidente segundo de la Comisión de Presupuesto y vocal de Asuntos Constitucionales–, Prieto presenció las discusiones en torno al Presupuesto 2011 y fue un testigo privilegiado de la trompada que la legisladora Graciela Camaño le propinó al oficialista Carlos Kunkel.
–Un cierre legislativo acalorado, con denuncias y trompadas...
–El planteo de Carrió sólo tuvo una finalidad mediática. Pero sirvió para dejar al descubierto que ella dirige la batuta de la oposición y marca el ritmo de las acciones del Grupo A. El radicalismo, como otros partidos más pequeños, había dado quórum y pensaba presentar su propio proyecto. La esencia del trabajo en el Congreso es buscar el número para que las votaciones se definan. El solo hecho de deslizar alguna sospecha sobre la forma de construir esas mayorías agravia a la institución parlamentaria. Cuando algunos gobernadores de provincias sojeras pedían a sus diputados que votaran contra la 125, se decía que era en defensa del federalismo. Ahora, quisieron teñir la discusión con denuncias infundadas y maliciosas.
–¿Los proyectos de Presupuesto de la oposición eran viables?
–No. Si un presupuesto es un plan de gobierno está claro que no se sostiene otro plan impuesto por el Grupo A. Deberían explicar cómo podrían sostener el 82 por ciento móvil a los jubilados que ellos mismos defendieron, con un recorte presupuestario que implica eliminar las retenciones.
–¿Y cómo imagina al oficialismo, gobernando sin presupuesto?
–Sin aprobación parlamentaria, la ley permite readecuar partidas de 2010 tanto en los gastos como en los recursos para el funcionamiento del Estado. La oposición cuestionaba que había una subestimación del cálculo de recursos y una proyección de la inflación y del crecimiento errónea. Pero sus pronósticos agoreros, previos a la sanción de los últimos presupuestos, estuvieron muy lejos de los resultados obtenidos. Si para el período 2008-2009 se hubieran tomado las posturas de la oposición, difícilmente habríamos podido enfrentar la crisis internacional como lo hicimos.
–Aunque se evidenciaron posturas irreconciliables, como lo demostró la diputada Camaño con su golpe a Kunkel...
–Es una actitud repudiable. Algo impropio para la presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, aunque tampoco debería tener tanta relevancia institucional. Camaño es una diputada seria que maneja con solvencia técnica su comisión. Fue un altercado.
–Entre las repercusiones, hubo quien deslizó que debía renunciar a la comisión.
–Hacerlo sería una actitud que a ella misma la dignificaría. Si yo fuera presidente de la comisión y cometiera un exceso semejante, renunciaría de inmediato. Pero no me siento autorizado para pedirle la renuncia. Ella sabrá lo que tiene que hacer.
–¿Lo mismo opina de la oposición parlamentaria?
–No. Ninguno puede darle al país un plan de gobierno que supere al actual. La oposición sólo se unió para obstaculizar al Ejecutivo y ahora está completamente fragmentada.
–Usted se alejó del radicalismo cuando se formó la Concertación y se alineó con el Gobierno. ¿Cómo es su situación actual?
–Tengo mi afiliación suspendida. Cuestioné esa impugnación pero, evidentemente, lo están manejando con los tiempos radicales porque todavía no obtuve respuesta. Yo cumplí con el mandato partidario cuando se aprobó la alianza electoral con el PJ, en el marco de la Concertación. Tengo tranquilidad de conciencia. Los próceres radicales decían que el radicalismo era la causa de los desposeídos, no la de la Sociedad Rural, los medios concentrados, las AFJP. Sectores a los que el radicalismo, contradictoriamente con sus postulados históricos, acompañó con su voto en el recinto, oponiéndose al Gobierno.
–¿Se reivindica radical?
–No tengo dudas de que soy un exponente de la continuidad histórica del pensamiento radical de Alem, de Yrigoyen y de Alfonsín. El radicalismo, como el peronismo, tiene una amplitud ideológica muy grande. Me siento radical pero expresando la línea histórica nacional, popular y democrática. Hoy el radicalismo perdió sus valores históricos.
–¿Cómo ve el futuro de la Concertación?
–Con ese o cualquier otro nombre, nuestra idea es aglutinar en una fórmula electoral a los sectores coincidentes con el pensamiento nacional y popular. Es algo necesario porque esa vertiente no es sólo peronista. Que el partido mayoritario se plantee sumar a los demás sectores es una estrategia inteligente del peronismo. Por eso, en el 2011, la victoria será inexorable.
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