(Leonel Edmundo Rivero)
8 de junio de 1911- Buenos Aires, 18 de enero de 1986
Leonel Edmundo Rivero nació en el barrio de Valentín Alsina (cuando éste pertenecia al viejo Partido de Avellaneda), el día 8 de junio de 1911. Su padre se llamaba Máximo Aníbal Rivero y su madre Juana Anselma Duró. Su hermano mayor Aníbal, como su tio Alberto, eran aficionados al canto y a la guitarra, lo mismo que sus padres. Su hermana Lidia Eva, también sería cancionista. Lo bautizaron Edmundo en honor al personaje creado por Alejandro Dumas en la novela “El conde de Montecristo” (Edmundo Dantés), héroe romántico de su madre.
El padre de Leonel, era empleado de ferrocarril. Cuando el biografiado nació, vivían en Valentín Alsina. Poco después se trasladaron a Moquehuá, localidad del Partido de Chivilcoy, en la Provincia de Buenos Aires. El niño conoció allí pulperías allendes a la estación de ferrocarril donde le fue natural encontrar cantores y guitarreros. Estando en Moquehuá sufrió meningitis y por tal motivo los Rivero regresaron a la Capital Federal, radicándose entonces en el barrio de Saavedra, en la casa de sus abuelos maternos en Avenida Del Tejar y Manuela Pedrazza. Su abuelo también tenía una especie de pulpería donde los carreros paraban a descansar, beber y cantar canciones criollas.
En 1917, se mudaron a otra casa del barrio, en Juana Azurduy 3451. Luego alquilaron otra casona de Saavedra en la calle Conde, pasaron brevemente por otra en la calle García del Río, hasta que se alojaron en Tronador 4085. Rivero concurrió al Colegio Molinari en Nuñez al 3638. En su adolescencia, vivió en el barrio de Belgrano en las inmediaciones de Cuba y Quesada.
Para Rivero, como para sus parientes, la guitarra era algo natural. De chico, sus padres alentaron los estudios musicales de su hijo y lo introdujeron en el Conservatorio Nacional del barrio de Belgrano, donde Leonel pasó parte de su adolescencia. Estudió canto y guitarra con los profesores Elizalde y Marcelo Urízar, quien quería presentarlo en el Colón como bajo. Siendo ya famoso, Rivero siguió estudiando canto con Urízar.
2. PRIMEROS PASOS COMO GUITARRISTA
Hacia fines de los años veinte, en compañía de su hermano Aníbal, frecuentó peñas gauchescas y centros tradicionalistas, para cantar en los carnavales. En dúos con su hermano se lucían en el boliche “La Estancia” de Saavedra, donde comenzaron a cantar temas criollos para los parroquianos del barrio. También sumaban actuaciones en fiestas y serentas. Los hermanos Rivero cantaban en otro bodegón llamado “El cajón”, sito en Avenida San Isidro y Cabildo. Edmundo todavía no hacia tangos, sino repertorio folklórico, valses, milongas y música española.
Rivero comenzó a secundar con su guitarra a cantores de barrio por distintos cafetines de la ciudad y de la provincia. En esos menesteres, conoció al guitarrista Achával (quien luego sería uno de sus más fieles acompañantes), y juntos secundaron a Luis Glerean, hacia 1930. A los veinte años, (1931), hizo el servicio militar como granadero, destacándose en el cuartel con sus canciones y guitarras.
Salido de las labores castrenses, decidió ganarse la vida como guitarrista acompañante. Tocaba en un cine del barrio “La Mosca” de Avellaneda, animando películas mudas, donde un dia también cantó aunque fue abucheado por el público. La voz grave de Leonel no agradaba primeramente a los escuchas y por tal motivo, decidió replegarse en su calidad de músico.
Nuevamente con su hermano Aníbal y su hermana Eva, se presentaron como “Los hermanos Rivero” (él se hacía llamar en esos años, Carlos Rivero) en Radio Brusa y en Radio Cultura (alrededor de 1932/33), cantando canciones criollas, y haciendo conciertos de guitarra con música clásica española y griega, música de cámara y también acompañando a otros cantores y cancionistas. A la radio, sumó su labor de músico secundante en los espectáculos de variedades del teatro “Casino”.
Los Hermanos Rivero fueron convocados para cantar en algunos salones de matinés, como la confitería-glorieta “Nino” de Cabildo y Apipé, donde también acompañaban al cantor Francia. Con su hermana, cantaban a su vez, en un bar de Cabildo y Manzanares y en otro de Avenida Del Tejar y Republiquetas.
Su maestro Urízar, le había propuesto recomendarlo a Gardel (Rivero nunca lo pudo ver personalmente), para que lo acompañara junto a Pettorossi y Alberto Castellano, a la gira que el astro estaba por emprender hacia los Estados Unidos; pero Rivero (arrepentido luego), no aceptó.
En 1934, Rivero colaboró como refuerzo en el conjunto de Charlo, que tradicionalmente completaban Héctor Besada (primer guitarrista), Ceferino Alonso, Avelino Casao y Eduardo Arana, a los que ahora se sumaban Roberto Grela y Rivero. (Las grabaciones de Charlo de ese año, contaron con las seis guitarras). Poco después ingresó al conjunto del dúo Ocampo-Flores, siendo partícipe de actuaciones públicas, radiales y grabaciones en la casa Odeón. Acompañó también al cantor Francisco Amor. De tal forma, Rivero vivía con un sueldo aceptable, ganado con sus talentos de guitarrista.
3. SUS PRIMERAS INCURSIONES EN EL TANGO. LOS HERMANOS DE CARO, EMILIO ORLANDO Y HUMBERTO CANARO.
Rivero había acompañado a algunas figuras del tango, pero todavía no había cantado ninguno en público. En una ocasión, fue contratado por Radio Splendid para oficiar de guitarrsita en un concurso de cantores de tango, en 1935. En un momento dado, uno de los participantes faltó a la cita y el locutor Iván Caseros, invitó al guitarrista de la emisora para que lo reemplazara al efecto de rellenar la programación. Fue entonces que Rivero cantó “Vieja recoba” de Rodolfo Sciamarella y Cadícamo, y gustó tanto al jurado y al público presente, que se lo declaró ganador del concurso. Una importante suma de dinero le fue entregada, pero luego el jurado lo consideró (por la infidencia de algún allegado), como un cantor profesional que no podría haber participado en el evento y por ende, se lo suspendió en la emisora.
Sin embargo, un encuentro telefónico casual con Hermelinda De Caro, hermana de los gloriosos músicos, lo indujeron a realizar una prueba en el conservatorio familiar para obtener el puesto de cantor en la orquesta que estaba organizando José De Caro. La voz de Leonel, fue bien recepcionada por el hermano menor de Julio y quedó contratado para trabajar en unos bailes que amenizaría la agrupación. José y Emilio De Caro eran los violinistas y Armando Federico, el pianista. Rivero reemplazó a Rosita Quintana, cancionista que cantaba con el conjunto en el Café “Nacional”.
Terminado su compromiso con José De Caro, el cantor actuó para cantar piezas folklóricas en Radio Del Pueblo, junto al conjunto folklórico Talá-Yacú. Siguió acompañando al dúo Ocampo-Flores y a Francisco Amor (1936/37).
En 1937, colaboró como cantor de Julio De Caro en unos bailes de carnaval en el Cine-teatro Pueyrredón de Flores, pero parece que al director no le gustaba que la gente dejara de bailar para escuchar al cantor. Rivero entonces, dejó la orquesta y fue llamado por Emilio Orlando para hacer algunos cantables en la típica, llegando a actuar para los programas de Radio El Mundo en 1938; por ese tiempo desarrolló la misma labor pero en la orquesta del maestro Humberto Canaro, hermano de Pirincho y pianista prestigioso del género, que conducía una orquesta que trabajaba en Radio Splendid.
Junto a su hermana Eva, participaron cantando en una escena de la película “Pampa y cielo”. Ese mismo año, se escuchó su voz en la película “El último encuentro”, protagonizada por Amanda Ledesma.
Hacia 1939, Rivero secundó a Nelly Omar, pero a su vez, se empleó en el Arsenal de guerra, donde trabajó como empleado administrativo durante cinco años. Suele decirse que Rivero dejó la actividad musical totalmente, cosa que no es cierta. Rivero, cuando podía, hacía algunas presentaciones con su voz o su guitarra, para ganarse unos ingresos extras y para no perder de vista el objetivo de triunfar artísticamente.
4. ETAPA DE TRABAJOS PARCIALES
Empleado del Ministerio de Guerra, Rivero no dejó totalmente las faenas artísticas. Trabajaba por las mañanas y parte de la tarde en la oficina militar, pero por las noches podía destinar algunas horas para realizar trabajos como músico.
Actuaba con su hermana Eva, cantando repertorio folklórico y melódico, como también daba conciertos de música clásica junto a César Bo en el “Salón La Argentina” de la calle Rodríguez Peña e integró el conjunto de guitaras del propio Bó, para dar conciertos en radio. El conjunto de Bó era estelar: además del maestro y director del equipo, estaban Rivero, Pagés, Pesoa, Rafael Iriarte y a veces una sexta guitarra de refuerzo.
Cuando salía del Arsenal, daba conciertos de música polaca, inglesa y culta argentina en el salón de fiestas del “Hotel Alvear Palace”, preferentemente para turistas.
En 1940, participó como guitarrista en la película “El inglés de los huesos”, protagonizada por Arturo García Buhr. En 1941, hizo un pequeño papel en la película “Fortín alto”, protagonizada por Agustín Irusta e Ignacio Corsini, bajo dirección de Luis Moglia Barth, con libreto de Homero Manzi y Ulyses Petit de Murat. Rivero cantaba el gato “El mitrista” y hacía una escena de gresca de pulpería contra los protagonistas del filme. En 1942, hizo dúo con el autor Héctor Marcó y filmaron una cueca para la película “El camino de las llamas”, también con guión de Manzi y Petit de Murat sobre la novela de Hugo Wast, pero con dirección del gran Mario Soffici.
5. HORACIO SALGÁN Y LOS CANTORES DEL VALLE
Rivero seguía haciendo bolos musicales en cuanta oportunidad se le presentaba. Fue entonces que lo convocaron para cantar en una audición de LS9 La Voz del Aire y gustó. Entre los oyentes, se encontraba el maestro Horacio Salgán, quien encantado con el cantor, llamó a la emisora para pedir sus señas. Se lo convocó para una prueba y quedó nomás contratado para cantar en la orquesta de Salgán. De esta suerte, Rivero ya dejaría de ser empleado del arsenal de guerra y el músico acompañante o cantor ocasional, pasó a ser respetado en el ambiente como un gran vocalista del género. A partir de esta circuntancia en 1944, Rivero sería por siempre cantor de tangos y folklore como a él le gustaba denominarse.
Con Salgán no grabaron comercialmente en esta etapa, con excepción de un par de pruebas en la RCA que lamentablemente no conocemos. Los directivos de la casa de discos no quisieron contratarlos en su momento. Con los años grabarían en otras oportunidades.
Por el contrario, Rivero grabó varias placas como integrante del conjunto Los Cantores Del Valle que dirigía José María de Hoyos. Edmundo Rivero y Calos Bermúdez (el cantor de Pedro Laurenz), grabaron algunos tangos y pasillos colombianos para una serie de discos que la casa Odeón de Buenos Aires, patrocinaba para enviar por exportación a Colombia y otros países centroamericanos. Los discos son del año 1946 y entre otros temas Rivero grabó varios tangos colombianos como “La ingrata”, “Dolor profundo”, “Quiero que sufras”, “Sin ilusión” y pasillos como “Carta infame” o “Implorándote” a dúo con Bermúdez.
Supo contar Rivero a los periodistas que esos discos de la serie 70300 de la Odeón, no se editaban en el país y viajaban directo al extranjero. Nunca los había escuchado hasta que en su primer viaje a Colombia, los pudo apreciar. Las placas habían vendido muy bien en los países del Pacífico. Estas resultaron ser las primeras grabaciones de nuestro biografiado.
La rutina con Salgán se desarrolló en radios, cafés, boites y clubes desde 1944 hasta fines de 1946. En 1947, dejaría la orquesta de Salgán en términos amistosos para pasar a la orquesta del más grande, la de Aníbal Troilo “Pichuco”. En el próximo capítulo, recordaremos esa historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario