PARA TODOS LOS CHICOS TODOS LOS DERECHOS






La movilización de los Chicos del Pueblo partió del Parque Rivadavia y llegó tres horas después a la Plaza de Mayo. Tuvo una fuerte presencia de la CTA y ATE. Hubo murga, muchos automovilistas atrapados en el tránsito y apoyos de organismos de DD.HH.


Todo el predio del Parque Rivadavia sirvió de escenario para el almuerzo antes de la marcha, convocada para las dos de la tarde. Muchas de las organizaciones que participaban de la movida coparon el lugar, lo ocuparon de vereda a vereda, para largarse luego a la avenida homónima. El asfalto quedó tapado entonces por una marea de personas de un kilómetro de largo que caminó casi 50 cuadras y llegó hasta Plaza de Mayo para dar el cierre anual a la campaña nacional “El hambre es un crimen”. “Somos un montón. Sorprende que haya tanta cantidad de gente”, evaluó, echando un vistazo general, Mario Espínola, referente de la organización Chicos del Sur. A su lado, los pibes que concurren a ese espacio que funciona en Fiorito, en Lomas de Zamora, desde hace 14 años, saltaban y no paraban de cantar, mientras agitaban banderas con la consigna. La escena se repetía a cada metro, con cada agrupación y su gente.

La movilización que desde 2001 denuncia “los estragos que la pobreza y el hambre hacen sobre nuestros pibes”, en ésta, su quinta edición, tuvo varias características que la distinguieron del resto. Sin embargo, una sobresalió por demás: fue la CTA en este caso la que se hizo responsable de la convocatoria. “Además de significar un abrazo a la historia del Movimiento (nacional de los chicos del pueblo, impulsor del reclamo en sus inicios), que es un ejemplo de pelea por la vida, levantar la consigna de “El hambre...” es asumir como clase trabajadora que los que están en riesgo son nuestros pibes, los hijos de todos los trabajadores de Argentina”, recalcó Víctor De Gennaro, momentos antes de comenzar a marchar, ya pasadas las 15.30.



Lo dicho por el secretario de relaciones Institucionales de la CTA da el puntapié para otra de las señas particulares de esta movilización 2008: la voz de denuncia pasó de los chicos –que habitualmente hablaban en el acto de cierre–, para tomar otro tono, el de los adultos, el de los trabajadores que se hicieron responsables del reclamo. “El abrazo de los trabajadores a nuestros pibes es mucho más fuerte que otros años, lo que demuestra que el reclamo ha atravesado la conciencia social –determinó Alberto Morlachetti, coordinador nacional del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo–. Al que no le importa el hambre de nuestros niños, no merece vivir.”

Los referentes de las delegaciones de CTA Nacional, de La Plata y de la ciudad de Buenos Aires compartieron la primera línea de la marcha con Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora, Abuelas y representantes de casi todas las filiales que la Central tiene en el interior del país. Hubo representantes de Mendoza, Río Negro, Neuquén, San Luis, Santiago del Estero y Misiones. “Es indispensable gritar en la cara de quienes tienen la obligaciones principales en este país que se pongan ya a considerar de qué forma van a solucionar este flagelo”, apuntó Mirta Barbaglia, de Madres.





Al respecto, Hugo Yasky remarcó, al cierre de la movilización en Plaza de Mayo, que “es la primera vez que la CTA realiza un acto multitudinario de estas características”. Los organizadores evaluaron la concurrencia en unas 50 mil personas.

Detrás de la bandera con la consigna que los referentes de las distintas organizaciones sostuvieron a lo largo de todo el camino, avanzaba la mini locomotora altoparlante –ya convertida en símbolo de la movilización– que esparcía voces de pequeños que consideraban que “no es justo que tengamos hambre”.

Los títeres gigantes y coloridos, manejados por adolescentes, que se asomaban a los costados de la locomotora eran los únicos que podían dar un indicio de la inmensidad y la potencia de la columna que se extendía detrás de esa primera línea de dirigentes que encabezaban la caravana.

“Crecemos comiéndonos nuestro propio futuro: los chicos son el primer recurso no renovable de un país, y en Argentina el 47 por ciento es pobre, 3,6 millones viven debajo de la línea de indigencia, 15 millones nunca tuvieron ningún tipo de educación formal y tantos otros más viven en hogares hacinados. Es una clara hipoteca al futuro”, consideró Claudio Lozano, diputado nacional por Proyecto Sur.




El azul y verde, los colores que dominaban de a ratos la extensión de la columna debido a la gran cantidad de afiliados a la CTA y ATE, se mezclaban hasta desaparecer en los amplios sectores dominados por las organizaciones sociales, las murgas y los centros culturales de todo el país. Por fuera del corralito de cuerda que protegió a los miembros de las organizaciones que integran el Movimiento de los Chicos del Pueblo durante todo el trayecto –sostenido, también, por gente de la Central–, desplegaron toda su potencia y demostraron que el reclamo se hizo carne en ellos. “El hambre mata a pibes pobres de todo el país”, aseguró Cristian, que casi no paró de bailar en las 50 cuadras con sus amigos de la Murga de Almirante Brown.

Tan sólo unos pasos delante de ellos se alzaba el dragón construido por los Chicos del Sur. De enorme cuerpo verde, adornado con banderas de la campaña, de lejos parecía flotar. Visto de cerca, por debajo de la estructura de hierro asomaba una decena de pequeños pares de pies. “Es pesado, por eso tenemos que ser muchos, para hacer que vuele”, explicó una nena que ayudó a construirlo. Quienes no se ocupaban de darle vida al muñeco acompañaban su vuelo a los saltos y a grito pelado: “Fuerza fuerza, carajo. El pueblo no se rinde, carajo”, cantaban.




Mientras tanto, dentro del cordón de seguridad, el referente del Hogar Juan XXIII, el padre Espósito, señaló que “es necesario que como país nos preocupemos todos por nuestros pibes. Las autoridades deben ponerse a aplicar políticas universales para resolver los problemas de fondo, como o es el hambre”.

Durante las más de tres horas de caminata, centenares de personas se sumaron a la movida. La mayor parte que se unió parecía ser la que aguardaba en Congreso, pero al llegar a la avenida 9 de Julio, el número de gente que esperaba era aún mayor. Ya cerca de la Plaza de Mayo, varios centenares de militantes de Quebracho, a cara tapada, cerraron el paso de Hipólito Yrigoyen a los autos para que los caminantes pudieran ingresar a la plaza sin problemas. En poco más de media hora, la gente desbordó el lugar, con lo que los últimos de la caravana debieron ubicarse en las calles laterales. Luego de la interminable lista de adhesiones y del saludo a las organizaciones presentes, el cierre estuvo a cargo de los dirigentes Pablo Michelli y Hugo Yasky. “El Gobierno tiene que escuchar a todo un país que reclama de norte a sur por la distribución de la riqueza. No van a ser los trabajadores los que paguen el costo de la crisis que ocasionó el estallido de un sistema inhumano y corrupto por definición”, dijo el jefe de la CTA.

Informe: Ailín Bullentini.


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