La CTA, Nuevo Encuentro, el Frente Transversal, el Movimiento Evita y Carta Abierta, entre otras organizaciones sociales, conformaron el Frente Nacional por la Soberanía Energética. El propósito, explicó Yasky, es “devolverles a los argentinos un resorte estratégico”.
“Dar el debate sobre los caminos posibles para recuperar nuestra soberanía energética.” Con esa... frase, el secretario general de la CTA, Hugo Yasky, definió el objetivo de la convocatoria a un Frente Nacional por la Soberanía Energética, que la central sindical emprendió junto a Nuevo Encuentro –el partido de Martín Sabbatella– y otras organizaciones que van desde el Movimiento Evita y el Frente Transversal hasta el grupo de intelectuales Carta Abierta. “Somos muchos los sectores sociales y políticos que creemos en la importancia de la soberanía sobre los recursos energéticos. No es un tema que sea patrimonio de un núcleo militante, sino que forma parte de la agenda de una amplia mayoría de la sociedad”, explicó Sabbatella la iniciativa, y agregó que se da en un contexto en el que “se ganaron varias batallas culturales”. El miércoles 29 se hará, en la sede de la CTA, la reunión inicial del frente, en la cual esperan elaborar un primer documento y desplegar un plan de trabajo.
La preocupación de los trabajadores sobre la cuestión energética se manifestó muchas veces en la historia reciente de la región y de la Argentina. En el 2000, la Central Unica de Trabajadores de Brasil peleó con paros y movilizaciones contra la privatización de la eléctrica integrada de Minas Gerais. En Bolivia, la articulación entre los trabajadores, pueblos originarios y campesinos concluyó en la estatización de la industria gasífera por parte del presidente Evo Morales en el 2005. El pueblo uruguayo, en el 2003, votó en contra de la privatización de la petrolera Ancap, en un referéndum promovido por la central sindical PIT-CNT.
En Argentina, las puebladas de Mosconi y Tartagal en 1991 contra la privatización de YPF y los despidos masivos abrieron un período de fuerte conflicto social en la década del ’90. Allí se inauguró el piquete como método de protesta. “El modelo de la privatización era el modelo que importaba valor agregado y vendía materia prima. Ese viejo modelo entró en crisis. Es la hora de discutir una salida a través de un debate público para superar el cuello de botella energético y devolverles a los argentinos un resorte estratégico para el desarrollo de un modelo productivo”, consideró Yasky.
Sabbatella comparó al FNSE con el Frente Nacional Contra la Pobreza (Frenapo) por la amplitud de la convocatoria, aunque se encargó de diferenciar el contexto actual del contexto de 2001. “Vivimos un momento absolutamente distinto del del Frenapo, de avance de los sectores populares al calor de un proyecto político como es el kirchnerismo”, dijo, y destacó que la discusión por la soberanía energética tiene que ser proyectada desde un paradigma regional. “Hay que pensar la iniciativa –afirmó– como parte de un proyecto de país y de región asociado a esa patria grande que hay que construir. La nuestra es una región que tiene recursos y la integración regional tiene que pensarse con todas las riquezas naturales.” Más allá de la mirada latinoamericana, Yasky insertó el proyecto en un marco global. “Hay un telón de fondo que es la crisis que viven los países del Norte”, aseguró. “Esto acelera el debate, porque hay una carrera contrarreloj en la región para evitar que la crisis nos termine arrastrando y convirtiendo en una suerte de plan B para la voracidad de los organismos financieros”, agregó.
Si bien la pelea por la nacionalización de YPF tiene ya una larga historia en la Argentina, Yasky prefirió no adelantarse en las definiciones del frente. “Las condiciones que tiene hoy nuestro país no nos pueden atar a una fórmula estática”, explicó. El objetivo del frente es “analizar los distintos caminos posibles que llevan a la soberanía energética”, aclaró. “Las herramientas hay que definirlas. El fin es recuperar la soberanía sobre los hidrocarburos y con eso romper el cuello de botella y avanzar en la construcción de un mapa productivo regional que nos permita avanzar desarrollando manufactura, industria, y empleos dignos.” A pesar de que no está definida una estrategia única de cara al objetivo del FNSE, tanto Yasky como Sabbatella coincidieron en el carácter central del Estado para cumplir con esa meta. “La disponibilidad de energía en base a la intervención del sector público es clave”, aseveró Yasky. “Estamos convencidos de la importancia del control por parte del Estado, entendiendo lo estratégico en todo esto”, explicó Sabbatella.
Si bien la convocatoria sigue abierta, la idea inicial es incorporar a todas las organizaciones que se reunieron en noviembre del año pasado en Mar del Plata para recordar el rechazo al ALCA en la cumbre de 2005. La CTA de Yasky, Nuevo Encuentro, el Frente Transversal, el Movimiento Evita, el Partido Comunista, el Frente Grande, el Partido Solidario, Carta Abierta y algunas agrupaciones estudiantiles buscarán aprobar un documento inicial y pensar las primeras líneas de acción
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