“Me la rechazaron en una carta mal escrita”




Fátima, abanderada sin beca

Hija de un canillita y una ama de casa, el ingreso promedio de su hogar ronda los 1.500 pesos. Tiene dos hermanos, uno desocupado. Tiene un promedio de 9,10. “Necesito el subsidio para comprarme libros.”

Fátima marchó al Ministerio de Educación junto a su madre. Ambas reclaman por lo que les parece justo. Fátima es abanderada. Y el gobierno de la Ciudad le negó la beca escolar.

Fátima es la abanderada del colegio “Nicolás Avellaneda”. Va a quinto año y le gustaría ser profesora de Historia. Tiene 17 años, cuerpo de nena y 9,10 de promedio. De su cuello cuelga una medalla de Los Redondos, su banda de rock preferida, legado de sus padres.

Es una de las 60 mil alumnas porteñas que solicitó una beca: la pidió en junio. Pero el Programa de Inclusión Escolar del Gobierno porteño se la denegó: es entonces, también, una de las 30 mil alumnas que se quedaron sin el beneficio.

“Me mandaron una carta y no me dieron una explicación de por qué no me la iban a asignar. La notificación está mal redactada. Ni eso hacen bien”, explica. Se lee en la carta: “Es importante comprender que la asignación de becas responden (sic) a criterios de vulnerabilidad socio-educativa...”. Y se lee también: “Ante cualquier inquietud o consulta, por favor acercare (sic) a la escuela y consultá al Referente de Becas”.

Fátima se levanta todos los días a las seis y media. Vive a 15 cuadras del colegio y viaja en colectivo. Entra a las siete y media y sale a las 12.15, pero cuando tiene clases de Educación Física la salida se retrasa. La materia que más le gusta es Historia de la Cultura. Cuenta que a principios de este año fue a un taller literario en un centro cultural.

Fátima tiene dos hermanos: Gaspar, de 12, y Lucas, de 22 años. El más chico estudia en la escuela Granaderos de San Martín y Lucas se recibió de profesor en la Escuela de Música “Juan Pedro Esnaola”. Aún no tiene trabajo. Viven en Palermo, en la casa de su abuelo. Su padre, Alejandro, tiene 51 años y es canillita. Su mamá, Emma, es ama de casa, a veces dicta clases de apoyo escolar.

Los ingresos familiares no son regulares. Rondan los 1.500 pesos. En junio completó la planilla para pedir la beca. La respuesta negativa del Programa de Becas Inclusión Escolar le llegó en julio.

“Necesitaba la beca para comprarme libros y útiles para estudiar”, explica. Ayer marchó junto a sus compañeros y a su madre Emma, que la mira hablar y dice: “Me hace acordar a mis tiempos de militancia. Un nene escribió con aerosol: ‘Los lápices siguen escribiendo’. Me corrió un escalofrío por las venas”. Emma marcha pegada a su hija: “Los chicos están muy bien organizados. Quieren estudiar y luchan por eso.”

Madre soltera, volvió a estudiar

“Ahora retomó la escuela y yo me alegro, porque tiene una historia muy difícil y está terminando la secundaria a los ponchazos, como puede, trabaja y estudia, por eso necesita la beca”, dice Olga, 54, desocupada, mamá de Sofía. La chica tiene 17 y quedó embarazada hace dos años, cuando cursaba en un colegio de Belgrano: la echaron porque “no quedaba bien que una chica a su edad tuviera un bebé”, dice su mamá.

La mujer reconoce que su hija ya había perdido un embarazo y que Tiago nació con complicaciones: sufre de una hernia hiatal y fue operado dos veces. “Es un nene de alto riesgo”, dice y recuerda que el padre del chico estaba en la cárcel de Devoto, “salió hace poco, tiene problemas con la droga y con la policía”. La chica dejó la secundaria, se dedicó a criar a su bebé, pero un día decidió regresar al aula, con Tiago en brazos, porque no tenía con quien dejarlo y en los jardines maternales no encontraba vacantes. Se sentó en un banco del tercer año de la Escuela de Reingreso, del Distrito Escolar 4.

“Sofía es una excelente alumna y por eso, junto al resto de los docentes, fue el caso que más nos sorprendió, porque no le otorgaron una beca”, dice Viviana Alonso, su profesora de historia, que asegura que en la escuela hay una gran cantidad de alumnos que no obtuvieron la ayuda y que la necesitan.

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