La hegemonía el tercer movimiento histórico y las corporaciones
Por Artemio López
Al ver la reacción tan negativa de los políticos de la derecha "democrática" nacional frente al pago de la deuda con el famoso Club de París - pidiendo sin rubor ir ya por los holdouts, aceptar el monitoreo del FMI, etc. - recordamos nuestra anterior columna de Crítica, donde se sostenía que la consecuencia principal y sí que preocupante del affaire 125, fue la erosión del poder oficial, sin que la oposición acumulara lo perdido.
Todo lo contrario, la opción abierta por Cobos y su eventual despliegue fragmentaba aún más a la oposición política. Tomando en cuenta además, la notable debilidad de la sociedad civil argentina, desmovilizada y estragada por carencias múltiples, el debilitamiento del poder político configura el mejor escenario posible para las corporaciones (económicas, sindicales, mediáticas) que ven muy mejoradas las siempre notables posibilidades de ejercer presión sectorial en defensa de sus intereses.
En rigor esta es la tragedia de la democracia argentina: No el hegemonismo con que se pretendió demonizar la etapa Kirchner o, en perspectiva, la pretensión del tercer movimiento histórico con que estigmatizó el proyecto de la UCR post dictatorial, sino mas bien todo lo contrario: la ausencia de construcción y acumulación a mediano y largo plazo de poder político.
En este sentido los populismos en sus formatos diversos y aún con límites evidentes, asumen como existente y apuestan a completar esa notable ausencia de poder. La derecha republicana nativa sin embargo, en todas sus modalidades conocidas (desde Recrear hasta la Coalición Cívica por citar emblemas de ese arco ideológico) renuncia explícitamente a construir poder político propio, demeritando el consecuente y necesario ejercicio de construcción y autonomía del poder político respecto a las corporaciones, hasta travestirlos en intentos totalitarios, antidemocráticos, demagógicos y adjetivos de ese tenor.
Esta es quizá la debilidad mayor de las expresiones de la derecha "republicana" argenta: transformar en un sucedáneo de su "programa " lo que no es más que carencia de poder político y asumir entonces, más allá de la convicción de sus referentes, forzosamente la representación de las corporaciones como representación universal, hasta, como es de manual, finalmente despedazarse al compás de los inevitables conflictos de intereses facciosos.
En esta perspectiva es una muy buena noticia la recomposición actual de poder político del gobierno nacional y sería un complemento mejor, que sectores de la oposición también logren plantarse de cara a un proceso de construcción y acumulación de poder político propio, independiente de los intereses y demandas corporativas, aún las edulcoradas con metáforas de culebrón del tipo "el campo, el mar o las sierras".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario