¿Piqueteros vip?
Por Carlos Vieytes
Llama la atención que cierta opinión pública se ensañe con los movimientos sociales, vulgarizándolos sin distinción como “piqueteros”. Cuando me refiero a cierta opinión pública pienso en la “opinión publicada” por los medios masivos de comunicación que aunque lo nieguen están posicionados en pos de sus propios intereses corporativos y son funcionales a cierta ideología también negada que los une a determinados grupos económicos que los sostiene como poder y, en muchos casos, junto a estos, sostienen al Poder o lo defenestran, concientes de su capacidad para imponer su agenda. Pienso en la dependencia intelectual de aquellos medios periodísticos no tan masivos y más locales que no se arriesgan a ser libres.
Pienso en la estreches política de unos y el terror liso y llano de otros que vacunamente siguen el sendero marcado por esas grandes agencias propagandísticas de ideas y acciones ajenas a un pensamiento propio, a un pensamiento nacional con sentido popular y nos quieren incrustar en la cabeza la zoncera jauretchiana del dilema retrógrado de la “barbarie” sarmientina que retraza la “civilización” aspirada, que para estos personeros se sustentaría con más intensas relaciones carnales.
Pienso en el lockout agropecuario que cortó rutas, saqueó transportes, bloqueó el paso de los alimentos a las ciudades por tiempo indeterminado, provocó desabastecimiento y por ende, aumentó indiscriminadamente los precios generando una inflación, que terminó lastimando a los más humildes. Pienso en la amenaza constante de estos grupos alentados por una prensa cipaya contra el gobierno popular que puja por una más equitativa distribución de la riqueza y contra el pueblo todo.
Pienso en la “gente linda” que convocada por Emails, foros mediáticos y otros delirantes, pretendieron copar la plaza del pueblo con sus cacerolas sin uso y su paso de murga con intenciones inconfesables de tumbar a un gobierno legítimo a los pocos meses de ser consagrado mayoritariamente. Pienso en los organizadores de esta farsa campirana disfrazada de reclamo genuino, que no hacen más que seguir dando muestras claras, de la codicia propia de una banda que sigue pensándose fundadora de la patria, en medios de comunicación que no se contentan con ser el cuarto poder y lo pretenden todo, y en el “medio pelo” que se babea con ser clase superior cuando ésta los detesta más, de lo que ellos mismos detestan a todos los trabajadores y particularmente a los desocupados.
Pienso en el particular trato que dio el periodismo multimediático en general y algunos difusores locales, a este corte patronal, antipopular y antinacional de las rutas argentinas, en comparación a aquellos que las organizaciones sociales protagonizaron en el pasado para lograr ayuda social: ellos son los productores que reclaman, no una patota insultante y extorsionadora de todos los argentinos; nosotros los violentos que desalojamos la plaza de manifestantes espontáneos que nada espontáneamente hicieron de todo para provocar la violencia; ellos sin animarse a pronunciarlo son los nuevos piqueteros VIP; nosotros los anacrónicos y despreciables piqueteros de siempre.
A ellos los defienden porque de una u otra manera son sus dueños, sus amos, sus señores. Nosotros en cambio, somos el pueblo. Por eso nos atacan despiadadamente, nos discriminan, nos subestiman. Pretenden negarnos para no hacerse cargo de la gran apuesta que hicieron especialmente en los ’90 por las políticas neoutilitaristas y ultraconservadoras que la “civilización admirada” aplicaba en la América pobre, como receta mágica, dando cuenta de que todos los males devenían del Estado aparatoso que debía desmantelarse, achicarse a lo mínimo; que debía limitar su rol social al asistencialismo focalizado, desvirtuar su rol planificador y su intervención en lo económico y cultural, dejando todo en manos de “la mano invisible” de un mercado que pondría por sí sólo las cosas en orden.
No quieren hacerse cargo de que las nuevas organizaciones sociales son el producto de millones de desocupados, de desamparados y excluidos del sistema perverso y corrupto que ellos mismos crearon, fogonearon y le rindieron pleitesía por más de una década; y que por ello y, por la crisis de representatividad de los partidos políticos, que no presentaban alternativas creíbles, debimos juntarnos, amucharnos, cobijarnos y organizarnos para poder sobrevivir.
Algunos niegan nuestra representatividad y la capacidad de sus dirigentes; otros llegan al punto del desprecio liso y llano por nuestra condición social de origen, por la falta de educación de nuestros integrantes; y se mofan sin lograr esconder el racismo que brota de sus voces y sus notas.
Deseando comprenderlos, podría justificar su odio como forma de defenderse del miedo a lo desconocido, cubrirse de la nueva realidad que los circunda y aun negándola como el ñandú que hace un hueco y esconde su cabeza para no ver.
¡También!: fueron tantos los discursos repetidos por tanto tiempo, por tantos personajes bautizados de ilustres y eminencias, por tantos métodos propagandísticos, por tantas amenazas, tantas patadas en el culo, tantos muertos, tantas las prácticas persuasivas de aflojarnos el “opi” con ejemplos que nos convencían de nuestra incapacidad como país, de nuestra incompetencia para manejarnos por nuestra cuenta, de que éramos los peores, de que el Estado era un monstruo y el mercado era Dios, que muchos terminaron creyendo.
La punta del zapato “conserva” entró tan hondo que modificó genéticamente a muchos individuos que se reproducen alejados de la realidad y con ellos sus discursos neo egoístas se repiten en automático, flameando banderitas neo darwinianas de ineptitud del “populacho”, que como tal, tiene la culpa de su pobreza y merece ser humillado incluso por la parte, que aun sin garantías, quedó dentro del sistema, en muchos casos por acomodo.
No pocos siguen insistiendo con la zoncera criolla de que “pocos es mejor”, que mejor banco que industria, que crear tecnología es igual que criar vacas, que algunos tengan y el resto sufra es una ley histórica inmodificable, que siempre es mejor especular que trabajar; que los negros son vagos, que no les da la cabeza y por eso son honrados y por eso no triunfan, y por eso se drogan y por eso son violentos, y por eso se procrean como conejos; y por eso son un peligro.
Pretenden convertirnos en el nuevo “enemigo interno” y no escatimarán recursos para mantenernos silenciados, políticamente paralizados, atomizados y desorganizados. No cesarán su prédica, intentando esclavizar nuestras mentes y doblegar nuestro espíritu de lucha por “la justicia social” y convencernos de una “derrota anunciada”. Sin embargo, aquí estamos. Y aunque se hagan los distraídos, nosotros, las organizaciones sociales existimos e hicimos posible; entre otras cosas; que la democracia no se desintegre como hubiesen deseado “ricos, bussis, etchecolases y patis”, como apostaron los “hoces, alzogarayes, cavallos y orangutanes diversos”.
Contuvimos a los excluidos, nos contuvimos, nos organizamos y desde nuestra propia perspectiva política, desde nuestro esfuerzo, desde nuestro trabajo comunitario, desde nuestra lucha para atender a la pobreza extrema y los males derivados de ella, aportamos a la recuperación paulatina que vivimos en el presente.
Afirmamos la necesidad de unidad del campo popular en su lucha política contra quienes pretenden dividirlo con falsas antinomias. Por eso criticamos el accionar de cierta izquierda atolondrada que hoy como ayer, termina redituando a la derecha; a la derecha que es autoreferencial a su avaricia innata, y a algunos compañeros que en lugar de pelear de este lado, hacen la plancha ó, no dejan de mirar su propio ombligo como centro del universo, sin comprender que vivimos otro tiempo y que éste gobierno está junto al pueblo y por ello hay que sostenerlo y fortalecerlo pues, del otro lado las fuerzas antipopulares se reorganizan y están al acecho.
Es tiempo de marchar juntos, de ser protagonistas de esta nueva historia, de saltar el cerco dogmático, de pensar por nosotros mismos nuevas ideas contenedoras de las grandes mayorías, para profundizar el nuevo modelo y podamos imponerlo por calidad y cantidad de voluntades.
Pensamos que el marco debe ser el Frente Para La Victoria. Que nuestro lugar está allí. Que respetamos a todas las expresiones partidarias que vengan a sumar a la mesa del debate y las grandes decisiones, siempre y cuando se asuman como patas que sostengan la mesa y no como mesa que nos pretenda sus patas.
Somos cofundadores del Frente Para La Victoria, estuvimos desde el principio con Néstor Kirchner, desde Lanús aportamos lo nuestro para que fuera presidente, hicimos lo propio para que Cristina y Pampuro sean senadores nacionales, para que nuestro Depetri fuese diputado nacional y Díaz Pérez diputado provincial; repetimos con el triunfo aplastante de Cristina presidenta y Darío Intendente, llevando al Concejo Deliberante a Roberto Camiña.
Hoy, creemos indispensable un redoblado esfuerzo en apoyo del gobierno municipal, pues de esta manera haremos lo propio con la provincia y la nación. Por eso nos ponemos a disposición del compañero intendente a quien procuramos acompañar y sostener en la ardua tarea de construir una “Nueva Lanús”. Por nuestra parte, seguiremos trabajando en los barrios con la gente; en nuestros comedores y merenderos hasta que no haya un solo desocupado y las familias se reencuentren en torno de sus mesas; en nuestros centros comunitarios y culturales; en nuestras cooperativas de trabajo; en nuevos emprendimientos para lograr más y mejor trabajo para todos.
Seguiremos formándonos, capacitándonos y preparándonos para asumir nuevos desafíos sin dejar de estar inmersos en las necesidades y buscando las soluciones que urgen a nuestro pueblo. Hemos sostenido y sostenemos que somos la nueva política. Deberemos demostrarlo con hechos que contribuyan a que la política deje de relacionarse con corruptelas y suciedades, y se convierta para todos, en la actividad humana que por definición debe hacer posible el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
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