Por qué SI a las retenciones agropecuarias y en especial a la Soja
¿Qué se puede buscar con la aplicación de retenciones a la Soja?
· Reducir la rentabilidad obtenida por los productores de soja, induciéndolos a volver a cultivos y aplicaciones históricas que hicieron que nuestro país sea uno de los productores de alimentos mas importantes del mundo, garantizando diversidad en la producción y el abastecimiento interno y la exportación del excedente – ej: tambos lecheros, cría de ganado mayor y menor, algodón, otras oleaginosas, papas, montes.
· Reducir el área sembrada de soja y su reemplazo por otros cultivos, evitando los desmontes masivos, la contaminación que significa la utilización de más de 5 millones de glifosato por año, provocando la contaminación de las napas, la concentración de la tierra, la expulsión de las familias campesinas del campo y la destrucción del empleo rural.
· Aumentar la recaudación y el superávit fiscal necesario para mantener el tipo de cambio competitivo que permite el crecimiento sostenido del país, protege a la industria nacional y permite mejorar las ganancias del sector rural al mantener parte de sus costos mas bajos que el resto del mundo. No solamente los altos precios internacionales sino también el tipo de cambio con un dólar caro y el precio del combustible subsidiado por las retenciones al sector, permiten la obtención de ganancias extraordinarias.
El mantenimiento del tipo de cambio alto y también favorable al sector agropecuario, demanda una permanente intervención del Banco Central y Banco Nación en el mercado de divisas, las que rondan compras de entre 80 y 100 millones de dólares diarios, acción que debe ser respaldada con superávit fiscal y su consecuente crecimiento de la Reserva Federal, dando así sustentabilidad a un sistema de crecimiento macroeconómico.
Así el aporte del campo al sostenimiento del sistema económico es más que justo, no puede pretender uno de los sectores mas beneficiados por las ventajas de la tierra de nuestro país, por precios internacionales altos y por condiciones internas favorables, que el costo del mantenimiento del sistema económico lo paguen el resto de la clase trabajadora que viene recuperándose de años de desempleo, subempleo y pérdida de poder adquisitivo de sus ingresos por inflación.
· Aportar al mantenimiento de índices bajos de inflación, las retenciones a las exportaciones reducen los precios internos de productos exportados y sus derivados, logrando así ser una herramienta necesaria para controlar la inflación de estos productos. Aunque la soja se exporta en más de un 90% y solo se consume el resto en el mercado interno, esta ha provocado la disminución de oferta de otros bienes y alimentos, situación que sí provoca presión sobre los precios al disminuir la oferta y ante un escenario de demanda creciente, como sucede al cerrarse tambos de producción de leche en Santa Fe, disminución de la superficie destinada a la ganadería, etc.
Sí se aplica totalmente la disminución de los precios internos al aplicar retenciones sobre el cultivo de maiz, trigo, girasol, y otros que se consumen en el mercado interno.
· Redistribución de ingresos y mayor progresividad del sistema tributario. El cultivo de soja se realiza en superficies extensas de tierra y no necesita mano de obra intensiva, por lo que tiende a provocar la concentración de la tierra en pocas manos y se hace imposible que pequeños productores pueden desarrollarlo y beneficiarse con su alta rentabilidad por lo que terminan siendo víctimas.
Prueba de esto son los datos que se exponen seguidamente (Fuente informe de Por Alberto J. Lapolla). De esta manera el impuesto recae sobre un sector concentrado y de gran capacidad contributiva, aumentando la progresividad del sistema tributario argentino, perdiendo participación en el total los impuesto regresivos como el IVA y otros impuestos al consumo.
Durante el largo ciclo de la convertibilidad y de la expansión de la sojización, el mercado y el modelo neoliberal se cargaron casi 300.000 productores pequeños y medianos.
6900 propietarios (familias, empresas o empresas-familias) son dueños del 49.7 % de la superficie cultivable y productiva del país, que según el *Censo Agropecuario de 2002, 936 terratenientes poseen 35.515.000 Has (casi toda la superficie en cultivo), un promedio de 38.000 has c/u. Por el contrario 137.021 agricultores poseen sólo 2.288.000 has, con un promedio de 16.7 has c/u.
En 1966 poseíamos más de 600.000 productores agropecuarios, hoy sólo restan 330.000.
CONCLUSIÓN:
Son sobrados los fundamentos que existen para aplicar y defender las retenciones a las exportaciones agropecuarias y en especial las de la soja, la movilidad de las mismas también se fundamenta en el contexto internacional que marca tendencias a nuevos y permanentes aumentos ya que la soja esta siendo utilizada para la producción de biocombustibles y siendo demandada en mayores cantidades por países de alto consumo como son China e Indias.
Pero no debemos olvidar que existen miles de pequeños y medianos productores en todo el territorio nacional y en especial en el norte argentino donde el rendimiento de su actividad es muy inferior que el de los productores de la Pampa Húmeda, que vienen resistiendo a este modelo y que hoy necesitan una mano del Estado para generar la rentabilidad que les permita continuar con su actividad y evitar tener que engrosar los cinturones de pobreza de las grandes ciudades.
Esta recaudación extra que significa mayores retenciones puede en parte ser destinada a la contención y crecimiento de este sector de productores rurales, logrando así aplicar un aspecto más en la dirección hacia un proceso de distribución de la riqueza que es necesario en nuestro país para que todos los argentinos nos beneficiemos con el crecimiento acumulado de nuestra economía.
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