Tres luchadores del programa de Karadagian residen en Núñez, Saavedra y Villa Urquiza



Titanes en el barrio

El ciclo creado por Martín Karadagian, uno de los más exitosos de la televisión local, cumplirá 42 años de su primera emisión el próximo 3 de marzo. José Luis, El Escocés y Albert Yeit, tres protagonistas de “Titanes en el ring”, son vecinos de la zona. Acerca de lo que significó esa experiencia en sus vidas y de su presente hablan en esta nota.

Titanes en el Ring, hoy se vuelven a enfrentar, con sus músculos de acero y el poder de su fuerza sin igual, Titanes en el Ring, compitiendo con ardor, cada uno con sus armas buscará la victoria y el honor. Triunfar y fracasar, es parte de su vida acá en el ring, y nunca olvidarán, que lo más importante es competir. Titanes en el Ring, hoy se vuelven a enfrentar, con sus músculos de acero y el poder de su fuerza sin igual.

Si sentís una ligera humedad en tus ojos, no te avergüences. Es un síntoma natural ante esta clase de remembranzas. Se trata de una reacción previsible provocada por el súbito destello de un ícono de la infancia más feliz. Es la prueba irrefutable de que compraste los chocolatines Jack sólo para coleccionar los muñequitos que te acercaban a tus héroes. Es la señal inequívoca de que tenés entre 30 y 50 años y que alguna vez, hace mucho, soñaste ser como alguno de ellos. “Titanes en el ring” encendió los corazones de por lo menos dos generaciones de argentinos. No fue uno de esos fenómenos pasatistas que caracterizan a la televisión de nuestros días, pero que mañana nadie recordará. ¿Cuántos programas se mantienen por espacio de un cuarto de siglo en el aire? Martín Karadagian es uno de los pocos que lo consiguió gracias a su capacidad de sintonizar, como pocos artistas, el alma de los chicos. El 3 de marzo se cumplen 42 años de su primera emisión, prólogo de una historia fascinante.

Aquel caballero español

Hace rato que los titanes colgaron el traje de héroe o de villano en el placard, que el locutor Jorge Bocacci no pronuncia su famosa advertencia “chicos, no hagan esto en sus casas”, que la doble nelson, la patada voladora y el cortito cayeron en desuso. Aunque alguno todavía se resista a abandonar su personaje, la mayoría de ellos tiene la edad de un abuelo y se dedica a actividades más terrenales para seguir subsistiendo. Incluso varios conviven con nosotros en la zona. El más importante de todos ellos es José Luis López (69), un gallego que nació en Orense y se vino a la Argentina a los 18 años. Reside en Núñez, en un precioso departamento sobre la calle Grecia, detrás de la estación, y de tanto en tanto entrena en un gimnasio de Av. de los Incas y Av. Triunvirato, en Villa Ortúzar. Desde hace muchos años atiende un taller especializado en refrigeración de automóviles en Crisólogo Larralde y Arcos. Lo visitamos en su casa el segundo día del año, una típica tarde de verano en Buenos Aires.

El anfitrión convida Coca Cola helada para mitigar el calor e inicia animado la conversación. Reconoce que junto a Rubén Peucelle era cabeza de la troupe de “Titanes en el ring” por la especial relación que ambos tenían con Karadagian. José Luis se incorporó dos años después de comenzado el ciclo, en 1964, y se mantuvo en él hasta la muerte de su creador. “Yo era amigo de un luchador italiano que integraba el grupo y como en España había practicado lucha libre siempre decía que me iba a llevar. Hasta que un día me incorporé. Nos entrenábamos en Callao y Arenales, donde Karadagian tenía el gimnasio”, cuenta José Luis, quien siempre hizo de sí mismo: un noble luchador español. Aunque le tocaba más perder que ganar, ese destino adverso lo hacía cada vez más popular. Las derrotas solían producirse por algún golpe artero o por un fallo arbitral escandaloso, circunstancias que volcaban al público en su favor. Entre sus recuerdos atesora una final con Peucelle en un Luna Park colmado, que terminó en empate.

José Luis asegura que 1972, cuando el programa pasó a Canal 13, fue la mejor temporada porque el ciclo se vendió al interior del país y toda América. “‘Titanes en el ring’ despertó el resentimiento de los actores de la época, que no concebían nuestra popularidad -afirma-. A la entrada y salida del canal nos tenía que acompañar la policía por la cantidad de gente que se acercaba a saludarnos”. Pero la televisión era apenas un escenario del espectáculo: el elenco del programa realizó infinidad de giras por el interior y el exterior del país. La última pelea de José Luis fue en 1988, en el ciclo “Lucha Fuerte”, por Canal 2, sin Karadagian de por medio. Para el español el ciclo “fue una etapa productiva mientras trabajábamos a pleno, pero muchos pretendían vivir de esto y no se podía porque la actividad era intermitente”. De La Momia dice que fue un personaje sin explicación, porque no tenía que hacer nada. “Nosotros hacíamos todo el trabajo y debíamos cuidarla para que no se cayera”, menciona con ironía.

Mi amigo Martín

José Luis tuvo una relación muy estrecha con Karadagian, tanto que habitualmente cenaban juntos, compartían fines de semana en Pinamar y hasta es el padrino de su hija Paulina, de quien hoy se encuentra distanciado por culpa de los veinticinco años de aportes previsionales que su padre no hizo y que ahora no le permiten jubilarse. “Martín era pícaro: por ejemplo, cuando había mucho trabajo nos mensualizaba y cuando había poco nos pagaba por lucha. Nosotros no supimos defender nuestros derechos porque él fue hábil: dividió al grupo. Yo estaba con Peucelle, Goytía, Tenenbaum, Benito Durante... El luchador que más me impresionó de todos los que pasaron por el ciclo fue Silvio y en el aspecto humano sobresalía William Boo, un gordo buenazo, la antítesis de lo que mostraba en el programa”, ilustra el español.

Sobre la fama de hombre riguroso que pesa sobre Karadagian, José Luis sostiene que él hubiera sido peor. “El nuestro era un grupo difícil -justifica-. Te cuento una anécdota: un domingo nos presentamos en Córdoba y al día siguiente Martín tenía que estar en Buenos Aires para finiquitar un negocio. Entonces nos encargó el cuidado del grupo a Peucelle y a mí. El nos permitía tomar un poco de vino durante las comidas, pero sin exagerar. En la cena éramos 22 y, por un descuido nuestro, los muchachos se bajaron 24 botellas. Después surgieron algunos problemas en el micro, al regreso. Martín imponía una disciplina por el bien de todos, pero era un tipo muy jocoso: una vez se presentó a su oficina un postulante que quería interpretar a Tarzán y lo mandó dos horas al baño para que mejorara el grito. Mientras tanto, nosotros nos moríamos de risa”.

Un árbitro bueno

Otro integrante de la familia de “Titanes en el ring” fue Alberto Jaitt (76), quien se hizo conocido como Albert Yeit, uno de los árbitros del ciclo. Nació en Pirán y Andonaegui, Villa Urquiza, zona conocida como La Siberia, años más tarde se mudó a Blanco Encalada y Pacheco y hasta tuvo una joyería en Guayra (hoy Franklin Roosevelt) y Av. Triunvirato. Aunque ahora vive en Villa Crespo, los domingos trabaja en el local de artículos de moda que su hija tiene sobre Av. Triunvirato, a metros de Olazábal, donde nos recibe sin descuidar a la clientela. Este “Campeón Olímpico Americano”, como gusta definirse, inició su relación con el programa a través del personaje de Máscara Roja e hizo varias luchas: los rivales de aquel entonces eran El Hombre Montaña, Barba Roja, Tenembaun, el Indio Comanche y Mr. Chile.

Posteriormente Jaitt se radicó algunos años en los Estados Unidos y a su vuelta Rodolfo Di Sarli, histórico locutor del ciclo, lo llamó para comunicarle que habían asesinado en un asalto a uno de los árbitros, el Prof. García, y le ofreció reemplazarlo. “Yo era uno de los réferis buenos, la antítesis de William Boo, quien al principio fue luchador y hacía de El Canadiense”, aclara. Además de compartir el elenco de “Titanes en el ring”, Jaitt era empleado en una joyería de Karadagian. “Más que un comerciante, Martín era un creativo -define el ex árbitro-. Ibamos juntos al gimnasio, conversábamos. Cuando íbamos a almorzar afuera, hasta que él no decía buen provecho nadie se sentaba. Nos prohibía tomar vino y al que se mandaba una macana lo echaba”. Jaitt aporta el dato de que cerca del Hospital Tornú viven dos luchadores más: Tufic Memet y Chicho de Catanzaro, que tiene un gimnasio en la calle Avalos. “Y en Saavedra están Sullivan y D’artagnan”, agrega antes de la despedida.

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Aunque no pudimos dar con ninguno de los nombres mencionados por Jaitt, en Saavedra nos encontramos sin embargo con Jesús María Diana (64), “Pichi” para los amigos y compañero militante del FRENTE TRANSVERSAL EN SAAVEDRA. Este robusto protagonista se incorporó en la última etapa del ciclo televisivo, en 1977, e interpretó los personajes de El Escocés, El Vikingo y El Aldeano. Permaneció en la troupe hasta 1983, año en que prefirió irse a luchar a Miami. Vive en una casa de Mariano Acha al 4800 y se desempeña como guardavidas en el Parque Sarmiento, además de administrar cuatro taxis. “Karadagian me decía: el que va a ganar plata con vos soy yo, no vos conmigo. Es la verdad, por eso nunca le hice juicio. Algunos dicen que fui alcahuete, pero no me importa”, comenta despreocupado mientras sorbe un mate. Es la mañana del sábado y el televisor está encendido. Un programa norteamericano muestra un puñado de persecuciones policiales de dudosa autenticidad que, curiosamente, invoca el espíritu de las peleas de “Titanes en el ring”.

“Haciendo de El Aldeano cada tanto ganaba, incluso una vez volteé a La Momia. Ese fue mi momento de gloria -confiesa Pichi-. Yo era el malo simpático: le daba la mano al rival y cuando éste se daba vuelta le pegaba. Tenía un panzazo demoledor. Mi personaje siempre caía bien. Una vez peleé con José María, un muchacho de Saavedra que era promocionado por la marca de lubricantes STP, y sin querer lo noqueé. El problema es que tenía que ganarme, por el sponsor, entonces lo levanté en el aire, fingí que perdía la estabilidad y lo hice caer encima mío. Gordo, contá que está muerto, le dije a William Boo, que le levantó la mano estando nocaut. Yo nunca tuve problemas en el ring, Di Sarli me llamaba ‘el hombre de goma’. Karadagian me respetaba mucho y por eso solía hacer con él la última pelea”, cuenta el luchador, que continúa vinculado al catch aunque haciendo de árbitro. “Hoy muchos no tienen laburo porque son vagos, yo hago doscientas cosas a la vez, soy pisciano”, sostiene Pichi.


JESUS MARIA DIANA "PICHI" COMO (EL VIKINGO) Y (EL ESCOCES)

El cierre de la nota, la última reflexión, se la dejamos a José Luis: “¿Si fue traumático terminar ‘Titanes en el ring’? Yo di vuelta a la hoja y seguí viviendo. Hay gente que no termina de aceptarlo, como Peucelle, y eso le trae problemas. Hay que saber ubicarse en el tiempo, vivir el presente. No obstante, siempre vienen a casa algunos compañeros, cocino algo y mientras comemos recordamos con cariño aquellos años. Fue una etapa fantástica: conocimos los mejores hoteles, los mejores restaurantes. ¿A quién no le gusta que le estimulen su vanidad?”.

Breve historia de un suceso

De ascendencia armenia, Martín Karadagian nació el 30 de abril de 1922 en un conventillo de San Telmo. Con apenas ocho años, en la ciudad norteamericana de Detroit y representando a la Asociación Cristiana de Jóvenes, se coronó campeón panamericano infantil de lucha grecorromana y cuatro años más tarde, en Londres, obtuvo el título mundial de la categoría cadetes mayores. A los 18 años se acercó al gimnasio del Luna Park, donde se entrenaba la troupe de catch as catch can -agárrese como pueda, en inglés- que martes, jueves y domingo se trenzaba en feroces combates. Ya en la década del 50 Karadagian era protagonista indiscutido del espectáculo y a principios de los 60 dominaba el negocio del catch. Cuando éste comenzó a decaer, su visión comercial le permitió concebir una gran idea: mudarse a la televisión.

El anfitrión en la pantalla chica fue Alberto Olmedo, quien por entonces sobresalía como el Capitán Piluso. La presentación no podía ser más triunfal: un combate entre ambos a localidades agotadas, que sirvió además para que Canal 9 inaugurara su equipo de exteriores. Fue el 12 de noviembre de 1961 y ganó Piluso con la ayuda de su inseparable compañero, Coquito. Pero Karadagian vendió cara su derrota: consiguió un contrato para el año siguiente. El sábado 3 de marzo de 1962 se produjo la primera emisión de su programa, que sería un suceso televisivo: “Titanes en el ring”. El ciclo se mantuvo en la pantalla de Canal 9 hasta 1969, es decir siete temporadas. Tras una breve pausa regresó en 1972 y esta segunda etapa fue aún mejor que la anterior. Con intermitencias, aunque siempre con altísimos rátings, “Titanes en el ring” siguió en el aire hasta 1988. Su pico de popularidad se produjo en noviembre de 1972, cuando en el Luna Park se enfrentaron en un duelo histórico Martín y La Momia.

A raíz de su diabetes, en 1984 Karadagian perdió una pierna. Sin su alma máter arriba del cuadrilátero, el programa fue perdiendo de a poco su encanto original. Y el golpe de gracia lo recibió el 27 de agosto de 1991 con la muerte de su creador.

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