El Hospitalito lucha por su vida
La Sala de Asistencia Médica General Urquiza está clausurada desde hace 17 meses
Debido al incumplimiento de ciertas normas de seguridad y a la falta de habilitación municipal del edificio, el centro de salud de Triunvirato y Manuela Pedraza se encuentra en estado crítico y con pronóstico reservado. Sus autoridades y empleados resisten con heroísmo la posible desaparición de la entidad, pero necesitan 80.000 pesos para adaptar el edificio a las exigencias comunales y seguir funcionando.
Por Marcelo Benini
mbenini@periodicoelbarrio.com.ar
Si cualquier diminutivo supone un afecto conquistado a fuerza de valores humanos, el “Hospitalito” no es una excepción. Con ese cariñoso apelativo los vecinos de Villa Urquiza, y en especial los del sector conocido como “La Siberia”, se refieren a la sala de asistencia médica que durante 65 años prestó un eficaz servicio sanitario en el barrio sin otro apoyo que el de sus destinatarios. Sin embargo, desde el 19 de julio de 2007 se halla clausurada preventivamente por disposición de la Dirección General de Fiscalización y Control del Gobierno de la Ciudad.
¿El motivo? En realidad hay más de uno: incumplimiento de ciertas normas de seguridad y la falta de habilitación municipal del edificio, según obra en las actuaciones sumariales iniciadas a mediados de 2004. Algunas de las fallas detectadas son las ausencias de plan y plano de evacuación del edificio, de certificado de medición de puesta a tierra, de suficiente señalización en los medios de salida, de luces de emergencia, de señal sonoro-lumínica de entrada de ambulancia y de ventilación reglamentaria en varias dependencias, además de cables expuestos y conexión antirreglamentaria de algunos equipos térmicos.
“Esta situación es consecuencia de la tragedia de Cromañón, ya que a partir de ese momento se incrementaron los controles. Pero estoy seguro de que en materia edilicia nosotros estamos mil veces mejor que algunos nosocomios nacionales, por ejemplo el Hospital de Clínicas. En nuestro caso hubo ensañamiento”, afirma el Dr. Amadeo Cosentino, director médico del establecimiento, profesional del Hospital Tornú y ligado a la Sala de Asistencia Médica General Urquiza desde 1954, siempre ad honorem. Los integrantes del Hospitalito sienten que la comuna fue demasiado estricta con el lugar, considerando que no tiene fines de lucro y que brindan un servicio inestimable a una población que carece de otros centros de salud cercanos. La sospecha es que detrás de esta clausura existen oscuros intereses económicos.
“Convengamos que en simultáneo con esta situación apareció gente interesada en quedarse con el lugar. Obviamente muchos pensaron que en esta condición de vulnerabilidad iba a ser más accesible cualquier acuerdo. Incluso hubo propuestas que no incluían al personal y planteaban contratos usureros de explotación”, relata Julio Soria, secretario de la entidad. “Si el Hospitalito no cayó en manos inescrupulosas es por obra y gracia de los empleados, que no se han movido del lugar y se turnaron para impedir cualquier intrusión”, agrega Cosentino con emoción.
Solución de 80.000 pesos
Acerca de las irregularidades que motivaron la clausura, el personal del Hospitalito asegura que muchas de ellos fueron solucionadas. “Eliminamos las estufas de pantalla, hicimos las ventilaciones solicitadas, colocamos luces de emergencia, carteles de señalización de salidas, bandas antideslizamiento en las escaleras y aislamos los cables expuestos -enumera Luis Fernándes, encargado administrativo-. Quedan por resolver otros temas, como la instalación de ventilación mecánica en la guardia y en la sala de radiología”. También resta habilitar el baño para discapacitados e instalar barrales antipánico en las puertas de salida. En la planta alta, en tanto, la inversión es mucho mayor. “Para poder habilitar el Hospitalito haciendo las modificaciones requeridas por las autoridades municipales, realizar los planos actualizados y poner el edificio en valor necesitamos alrededor de 80.000 pesos, que hasta ahora no tuvimos forma de conseguir”, reconoce Soria.
El edificio consta de una planta baja ocupada con guardia, enfermería, radiología, laboratorio y 12 consultorios, un primer piso aprovechado en un 50 por ciento con ocho consultorios y un salón de 250 m². En la superficie restante está proyectada la instalación de quirófanos y sala de internación. Por último, el segundo piso tiene apenas la estructura de hormigón. Al momento de su cierre, la institución contaba con un plantel de 37 profesionales especialistas, un servicio de guardia clínica de 14 horas, un laboratorio de análisis clínicos completamente equipado y un servicio de radiología de primer orden, todo distribuido en 21 consultorios de generosas medidas. Allí se atendían las siguientes especialidades: alergia, anatomía patológica, cardiología, cirugía, clínica médica, ecografía, flebología, foniatría, ginecología, kinesiología, neumonología, neurología, nutrición, odontología, oftalmología, pediatría, psicología, psicopedagogía, psiquiatría, toco-ginecología y traumatología.
En cuanto al equipamiento existente al 31 de julio de 2007, había un laboratorio de análisis clínicos instalado y habilitado, servicio de rayos X con un equipo Siemens de 100 Kva, electrocardiógrafo y ecocardiógrafo con impresora de video (cardiología), oftalmoscopio, oftalmómetro, tonómetro aplanático, lámpara de hendidura y frontofocómetro (oftalmología), onda corta, ultrasonido, electroestimulador y magnetoterapia (kinesiología). “Podemos alquilar o dar en fideicomiso los pisos superiores del edificio en la medida que no afecten el principio solidario que dio origen a esta institución”, propone Soria como alternativa para destrabar la conflictiva situación. Como dato anecdótico, el mes anterior a la clausura fue uno de los mejores de la entidad en los últimos años por la cantidad de pacientes atendidos, unos 3.000, que a cambio del pago de un bono económico accedían a los distintos servicios médicos.
El hospital siberiano
En marzo de 1941 un grupo de vecinos nucleados en la sociedad de fomento que funcionaba en el Círculo 9 de Julio, un club con sede en Congreso y Ceretti, tuvo la inquietud de dotar de un hospital al barrio de Villa Urquiza, dada la lejanía del Pirovano y el Tornú, que además sólo atendía a enfermos tuberculosos. Consideremos que hace 68 años no había tantas facilidades de transporte como existen hoy para los 126.192 habitantes de Villa Urquiza y que las enfermedades eran más riesgosas que en la actualidad. El sueño se concretó el 7 de setiembre de 1941, cuando en una casona alquilada en Pirán 5927 se fundó la Sala de Asistencia Médica General Urquiza. Fue tan grande la importancia que se le dio a este acto que diarios nacionales como La Nación, La Prensa, El Mundo, Noticias Gráficas y Crítica reflejaron en sus páginas el acontecimiento. Había nacido el Hospitalito.
Las crónicas de la época relatan que en el acto inaugural se dispararon bombas de estruendo, que Monseñor Martínez bendijo las nuevas instalaciones y agentes de la Comisaría 39ª izaron la bandera nacional. Hubo discursos del presidente de la Junta Pro Hospital Vecinal de Villa Urquiza, Pascual Mena; del director médico de la sala, Ruperto Bueno; del diputado nacional Julián Sancerni Jiménez; y del concejal Julio Berra, quien lamentó “la ausencia de las autoridades sanitarias de la ciudad”. También habló Alfredo Logullo, en representación del Hospital Vecinal de Saavedra. La Comisión Directiva fundacional, presidida por el Dr. Artemio Campanella, organizó durante los primeros meses del Hospitalito numerosos bailes, kermesses, festivales, rifas y obras teatrales, además de recibir el aporte de la industria y el comercio de la zona. Este esfuerzo le permitió a la institución adquirir tres lotes en Triunvirato y Manuela Pedraza, adquiridos el 1 de noviembre de 1942 a un valor de 27.480 pesos pagaderos en 120 mensualidades de 290 pesos.
En una entrevista publicada por el diario Crítica el 12 de diciembre de 1942, Campanella respondió así a la pregunta de si el hospital podía hacer frente a ese gasto: “¡Cómo no! Además está el beneficio que arrojó la kermesse, que es de 2.500 pesos, y lo que producirá la rifa que vamos a hacer en breve. Lo que se recaude nos permitirá la construcción del edificio. Y si aconteciera lo peor, somos seis las personas que nos hacemos responsables”. Se refería, además de él, a Pascual Mena, Ruperto Bueno, Luis y Paulino Yebra y Pedro Salles. La piedra oficial del Hospitalito fue colocada el 4 de abril de 1943 y en ese acto el Dr. Bueno reconocía, tras más de un año de actuación, “que Villa Urquiza es un barrio olvidado por quienes deben ocuparse de la defensa sanitaria de la población”. Y en su discurso sobresale una perlita que remite al apodo que recibió este sector del barrio: “Dije en el acto inaugural, al referirme a esta zona, que había sido bautizada por sus moradores con el escalofriante nombre de ‘La Siberia’. Considerando las precedentes manifestaciones, queda ampliamente justificado dicho calificativo. Pero hoy, con profunda emoción, agrego que se ha logrado mediante una tenaz tarea aliviar en la medida de lo posible tan inquietante problema. Este hospital es y será una avanzada inquebrantable para alejar de nuestro recuerdo a ‘La Siberia’”.
Pese al entusiasmo, los medios económicos no fueron suficientes para pagar el crédito y mucho menos para iniciar la construcción del complejo médico. Pasó el tiempo y los profesionales filántropos del inicio desaparecieron, por lo que a fines de 1944 debieron arancelarse -aunque a valores módicos- las distintas prestaciones del servicio, hasta entonces gratuitas. La sensación que por aquellos años invadía a los integrantes de la entidad era que ésta había nacido bajo un signo negativo, ya que a pesar de su intensa actividad sanitaria y de funcionar en una zona desprotegida sólo provocaba indiferencia en las autoridades municipales. La crisis económica afectó el plano institucional y motivó, a fines de 1955, la renuncia en pleno de la Comisión Directiva. Recién en 1960 lograron iniciarse las obras de la nueva sede, noticia que fue celebrada masivamente por los vecinos del barrio. Para llevar a cabo la construcción del nuevo centro de salud resultaron fundamentales los aportes de la textil Grafa (10.000 pesos), de la señora Rosa Forte de Herrero (3.000 pesos) y, muy en particular, de los diputados nacionales Rodríguez Araya y Haroldo Tonelli, quienes donaron la suma de 100.000 pesos. Eso explica por qué las salas 2 y 3 del Hospitalito llevan sus nombres.
Pasado, presente y ¿futuro?
Finalmente, el 9 de mayo de 1969 se abrioó sus puertas la flamante sede, ubicada en Triunvirato 5720. El diario Clarín tituló “Inauguráronse obras de ampliación de la Sala de Asistencia Médica General Urquiza” y señaló en su crónica que “se trata de una unidad asistencial perfecta, que se abastece por sí sola y que brinda sus servicios médicos en general con consultorios externos y guardia”. En aquella ocasión hicieron uso de la palabra José Nístico, presidente del Club de Leones de Villa Urquiza; José Pitti, presidente de la Junta Directiva; y el doctor Arnoldo Marino, director de la sala. Este último, histórico jurado del programa “Domingos para la juventud”, fue según el Dr. Cosentino quien llevó al Hospitalito a su máxima expresión institucional. Por aquellos años atendía a mensualmente a 5.000 pacientes y llegó a tener 1.300 socios.
Hoy los vecinos extrañan la comodidad del centro médico y reclaman su reapertura. “Todas las administraciones que pasaron por esta sala fueron ordenadas, acá nadie metió la mano en la lata. De eso doy fe”, asegura Cosentino. El médico está orgulloso porque en el Hospitalito no hubo casos de mala praxis y, en cambio, se le ha salvado la vida a personas que llegaron con insuficiencias cardíacas. “La Municipalidad no puede hacerse la distraída con nosotros, ya que la dársena que tenemos en la puerta fue construida para colocar una posta de ambulancias. A cambio le donamos al SAME una ambulancia grande, que no podíamos utilizar porque su mantenimiento era muy caro. El servicio funcionó mientras el director del SAME de aquel entonces estuvo en su cargo. Merecemos otro trato de las autoridades”, se queja con amargura Luis Fernandes.
El Hospitalito jamás recibió subsidios oficiales, un recurso tan común en estos tiempos. “Inclusive funcionaba un vacunatorio gratuito, con ampollas provistas por el Gobierno de la Ciudad. Pero nosotros aportábamos la dependencia y la enfermera”, aclara Fernandes. Pese a este antecedente, a lo largo del año y medio que lleva cerrada la sala ninguna autoridad política se acercó para interiorizarse de su situación legal excepto Néstor Dall’Alpi. El director del Centro de Gestión y Participación Comunal Nº 12 visitó el lugar y, tras recorrerlo, sugirió como solución que el Hospitalito comparta la administración con el Gobierno de la Ciudad. “Pero nos aclaró que el tema requiere un estudio jurídico previo, ya que se trataría de un régimen mixto. Nosotros elaboramos un informe y él lo llevó a la Comisión de Salud de la Legislatura de la Ciudad, presidida por Lidia Saya”, agrega Soria.
El Barrio se comunicó telefónicamente con la Legislatura y un asesor de la mencionada diputada confirmó las gestiones. “En caso de que legalmente sea viable compartir la administración con la Sala de Asistencia Médica General Urquiza evaluaremos seriamente el tema, porque la verdad es que ese sector del barrio necesita contar con un centro de salud. Pero no quisiéramos crear falsas expectativas, primero debe analizarse la viabilidad de la idea”, aseguró la fuente. Los integrantes del Hospitalito se ilusionan antes esta posibilidad y se preguntan con cierta lógica: “¿Si en Villa Urquiza se salvó al Teatro 25 de Mayo de la desaparición, ¿por qué no puede ocurrir lo mismo con nosotros?”.
Situación financiera
Desde su cierre, Sala de Asistencia Médica General Urquiza apenas dispone para subsistir de un ingreso mensual de 2.750 pesos por el alquiler de tres locales y la cesión de un espacio al Radio Club Belgrano. Esos fondos se utilizan para pagar las facturas de electricidad, gas y teléfono, mientras que el resto se distribuye entre los cuatro empleados que concurren cotidianamente al Hospitalito para no dejarlo caer y evacuar las inquietudes de los preocupados vecinos del barrio que llaman o se acercan personalmente hasta su sede.
Los libros de actas de la Comisión Directiva se encuentran en orden, por lo cual son válidas legalmente las autoridades actuales. Sin embargo, la entidad enfrenta un juicio con sentencia firme de la Federación de Asociaciones de Trabajadores de la Sanidad (FATSA) por 50.000 pesos, una demanda iniciada por un ex profesional exigiendo una supuesta relación de dependencia por 90.000 pesos y amenazas de demanda de dos ex profesionales y una ex auxiliar de enfermería por los mismos motivos, además de otras deudas por más de 650.000 pesos. El personal en relación de dependencia se compone de tres empleados administrativos, una enfermera, un empleado de mantenimiento, dos médicas y una mucama (jubilada monotributista), que totalizan en concepto de sueldos y honorarios aproximadamente 14.000 pesos mensuales.
Las gargantas se cierran cuando hay que explicar el origen del cariño por el Hospitalito. “Es una gran familia de médicos y pacientes”, coinciden Antonia Milana y Estela Cambero, vecinas del barrio. Tan simple y profundo como eso. Llama la atención por lo infrecuente, pero en vez de reclamar gremialmente por el pago de los salarios varios empleados se unieron con los directivos para defender el centro de salud, dejando de en un segundo plano sus propios intereses. Un ejemplo digno de imitar para una sociedad consumida por el egoísmo.
-Dr. Cosentino, ¿podría definirnos, apelando al lenguaje médico, la situación que atraviesa el Hospitalito?
-Ahora se encuentra en terapia intensiva, pero espero que muy pronto pase a una sala común.
Datos útiles
Sala de Asistencia Médica General Urquiza
Av. Triunvirato 5720
4541-8381 / 4543-8970
hospitalvecinalurquiza@gmail.com
1: Un rojo preocupante
Aunque buena parte de ella es negociable, el Hospitalito enfrenta además de la clausura una abultada deuda. Sin embargo, sus directivos confían en que si logran reabrir la sala de asistencia médica podrán sanear su economía. Este es el detalle de los compromisos pendientes de pago:
AFIP $ 300.000
Obra Social $ 80.000
Alumbrado, Barrido y Limpieza $ 24.300
Sueldos hasta 09/2008 $ 165.485
Honorarios hasta 09/2008 $ 21.300
AySA $ 8.000
Juicio FATSA $ 50.000
Varios $ 10.200
Total aproximado $ 659.285
Junta Directiva
Presidente Nesterovich, Aldo
Secretario Soria, Julio
Prosecretario D'alessandro, Héctor
Tesorero Silva, Roberto
Vocales Titulares Fernández, Horacio
Lagorio, Gustavo
Enríquez, Jorgelina
Ursul, Oscar
Taormina, Mercedes
De Simone, Francisco
Diaco, Juan
Campos, Rubén Antonio
Petrelli, María Elisa
Vocales Suplentes Entreconti, Lida Adela
Salimán, Esther Norma
Pérez, Antonia
Bracamonte, Miguel
Amenedo, Silvia Beatriz
Norese, Juan
Aguilera, Ricardo
Pizzo, Nicolás
Revisores Titulares Cosentino, Amadeo
Pichardo, Roberto
Revisores Suplentes Moreyra, Víctor
Lépori, Gustavo
Director Médico Cosentino, Amadeo
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